N. del E.: A continuación, publicamos algunas expresiones escritas de la lucha del proletariado internacional e internacionalista que hemos recibido en estos días desde distintas latitudes a propósito de esta histórica fecha, en la cual no se "celebra" el "día del trabajo" ni el "día del trabajador" (sólo el Capital-Estado y sus izquierdas lo hacen porque viven a costa de explotar y gestionar nuestra fuerza de trabajo), sino todo lo contrario: se recuerda la lucha proletaria contra el trabajo asalariado, contra la esclavitud moderna. Lucha que, desde aquel 1° de mayo de 1886 hasta la fecha, ha continuado, continúa y continuará mientras aquella exista y hasta abolirla mediante -y sólo mediante- la revolución social mundial, para que entonces la actividad humana -colectiva e individual- nunca más vuelva a ser organizada como trabajo y mercancía ni para obtener ganancia, sino para satisfacer las necesidades humanas y la vida en general.
Sí: somos trabajadores que odiamos trabajar, pero nos vemos obligados a hacerlo porque en esta maldita sociedad del Capital no tenemos otra forma para poder comer y dar de comer a lxs nuestrxs. Por eso mismo odiamos el trabajo y luchamos y lucharemos contra él hasta abolirlo de manera revolucionaria, no como individuos ni grupos, sino como clase: social, histórica y mundialmente. Con lo cual, también nos aboliremos como clase trabajadora para ser una comunidad humana real mundial, sin explotadorxs/opresorxs ni explotadxs/oprimidxs; para vivir el comunismo en anarquía. (Ver más al respecto en
Nuestra (auto)crítica del trabajo.)
Por otra parte, aún no hemos encontrado textos -al menos no en español-
sobre la revuelta de Baltimore-EE.UU. durante esta semana y sobre los
fuertes enfrentamientos entre manifestantes y policías que hubo hoy día
en Milán-Italia; pero, con los ojos y los pechos llenos de sus llamas
incendiarias, enviamos nuestros saludos internacionalistas a ambas
luchas actuales de nuestra clase contra la bestia capitalista y contra
nuestra propia condición de clase explotada y oprimida, ya que el proletariado sólo se afirma en su negación y no tiene que "aportarle" a esta sociedad nada más que su total destrucción.
***
PROLETARIO/A: ¡EL TRABAJO NO TE DIGNIFICA, TE ESCLAVIZA!
1° DE MAYO: ¡NADA QUE CELEBRAR!
¡ABAJO LA ESCLAVITUD ASALARIADA!
Cuando trabajamos, no nos alcanza el dinero ni el tiempo para
satisfacer realmente nuestras necesidades humanas, para vivir de verdad. Y cuando
estamos desempleados, tenemos tiempo pero casi nada de dinero para sobrevivir. Con o sin trabajo, estamos jodidos: en el
capitalismo –o sea, en la democracia- somos libres e iguales para ser
explotados o para reventar de hambre, debido a la propiedad privada y al
carácter mercantil de todo.
La jornada laboral es el
tiempo en el que trabajamos para enriquecer a otros, no es un tiempo de vida
para nosotros. “El trabajo mata, el
trabajo paga...el tiempo pagado no se recupera nunca más”, porque no nos
pertenece. Y el “tiempo libre” o de “ocio” en realidad es el tiempo en el que
recuperamos energías para seguir trabajando, para que nos sigan explotando. Con
o sin trabajo, somos explotados, somos esclavos asalariados, ciudadanizados, enajenados
con cualquier mercancía y cualquier ideología. Proletario: tu vida es una mierda... y lo sabes.
Pero,
en medio de esta mierda, no todo está perdido. Necesitamos y despreciamos el
trabajo al mismo tiempo. Somos la clase que vive del trabajo pero que también resiste
y lucha contra él. En medio del individualismo y el conformismo, también tenemos
prácticas de solidaridad y antagonismo de clase. Somos la contradicción viviente que sólo luchando por reapropiarnos de
nuestras vidas destruirá este sistema que nos las roba y nos mata. Luchando como clase revolucionaria contra nuestra
propia condición de clase explotada y dominada hasta abolirla.
La
burguesía, el empresariado o la patronal es la clase de nuestros explotadores.
El Estado no es neutral, es de ellos y para ellos. “Estado y patrón: ¡el mismo ladrón!” Por eso reprime la protesta
proletaria. Incluso teniendo administradores de izquierda. Entonces, el gobierno y los sindicatos también son
nuestros enemigos, porque su función
es dirigir y gestionar la explotación y el control de nuestra fuerza de trabajo
colectiva en nombre del “progreso”, la “patria” y el “trabajo digno”, ¡como si
nuestra explotación fuera digna! ¡Malditos h”#$%&/()=!
Las medidas de austeridad que hoy aplica
el gobierno de Correa son un ataque del Capital en crisis contra nuestra clase
para empeorar nuestras condiciones de existencia -de por sí ya precarias-, y así
“salvaguardar” a su clase: la clase capitalista. Mientras que las reformas que piden tanto la derecha como la izquierda no mejorarán
ni eliminarán tales condiciones, además que su función es representarnos para mantenernos dominados y
explotados. Por eso la pugna política entre gobierno y oposición es inter-capitalista;
¡derecha e izquierda: la misma mierda!
Proletarios/as:
somos nosotros los que producimos y hacemos funcionar todo en esta inhumana y
absurda sociedad del Capital. Por lo tanto, todo
debería pertenecernos para poder satisfacer nuestras necesidades y ya no las
ganancias de los capitalistas. Si para
ese fin nosotros decidiésemos dejar de trabajar y más bien tomarlo y
transformarlo todo, ellos dejarían de tener todo lo que tienen a costa y en
contra nuestra. Asimismo, sin desempleo no existiría mercado laboral ni “empleo”
asalariado ni capital o “riqueza”. Sin desempleo no habría capitalismo y
viceversa. Por lo tanto, para acabar con
el desempleo y la pobreza hay que acabar con el trabajo asalariado.
Para
ello sólo la Lucha o Acción Directa es
el camino, es decir sólo la lucha directa
contra la explotación directa, así como el combate directo contra la represión directa. La lucha sin intermediarios de cualquier “línea
política” e ideología: afuera y en contra
de sindicatos, partidos, frentes, ongs, iglesias, etc. La lucha por nuestras propias reivindicaciones de clase
con nuestras propias asociaciones de
clase, a fin de defender y luego
imponer nuestras necesidades humanas sobre las del Capital. La lucha proletaria autónoma, radical y
violenta para resistir, atacar y destruir el trabajo, la propiedad privada, la
mercancía, el valor, la burguesía, los políticos, los sindicalistas, la prensa,
la policía, las leyes, las clases, los Estados, las patrias, las guerras y las
religiones... todo.
Y el 1° de Mayo también tenemos la
memoria como arma, ya
que no se “celebra” el “día del trabajo”
ni el “día del trabajador”. Todo lo contrario: fue una sangrienta jornada
de lucha proletaria contra la explotación asalariada y su guardián, el Estado.
Una histórica lucha clasista, anticapitalista e internacionalista. Por eso,
proletarios/as: recordemos esta fecha
luchando contra la esclavitud asalariada y el terror estatal, así como
contra las derechas y las izquierdas del capital, aquí y en todas partes. Peleando
por la revolución social y mundial.
¡NO QUEREMOS AUSTERIDAD NI MIGAJAS: LO QUEREMOS TODO!
¡LUCHA ORGANIZADA SIN INTERMEDIARIOS SINDICALES NI POLÍTICOS!
¡NO PELEEMOS POR SUS INTERESES, PELEEMOS POR NUESTRAS VIDAS!
¡CONTRA EL TERRORISMO PATRONAL Y ESTATAL, VIOLENCIA PROLETARIA!
¡A LA HUELGA GENERAL Y SALVAJE! ¡A ENCENDER Y EXTENDER LA REVUELTA!
Grupo de Desempleados Cabreados
Kito, 1° de Mayo de 2015
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Repropiándonos de las luchas revolucionarias del pasado, así como
defendiendo e impulsando las expresiones de ruptura revolucionaria del
presente preparamos ¡VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIAL! para este 1° de
mayo. Para agitar, reflexionar y mantener a contraccoriente de las modas
actuales la invarianza de la necesidad y posibilidad de revolución
social desde una firme posición proletaria y por tanto internacionalista
y anticapitalista.
Incluye:
Hablar de revolución fuerte y claro para poner en común la necesidad de
enfrentar a la burguesía con otros deseos, otras necesidades... ¡Por el comunismo y la anarquía siempre!
***
Presentamos a continuación esta reseña histórica escrita en 1889 por
Ricardo Mella (Vigo, España. 1861–1925), donde, si bien el autor expresa
sus pareceres, dedica mayor espacio a publicar las posiciones, los
sentimientos y la agitación de los protagonistas de los hechos
acontecidos en Chicago. Realizado sólo tres años después de los sucesos,
este material histórico recoge las palabras pero también la tensión y
el calor del momento. Y por eso lo hemos escogido.
Hoy, 129 años después, las palabras de aquellos compañeros pueden
parecer desubicadas, así como inocentes y simpáticas para unos y hasta
ridículas para otros. En más de un siglo se han sucedido muchos cambios,
pero lo fundamental que señalan estos revolucionarios continúa intacto:
la existencia del Estado, la dominación burguesa, la ley como arma de
los poderosos, la policía al servicio de los intereses del Capital, el
capitalismo como un sistema que desprecia la vida. Claro que nos
encontramos ante un panorama aparentemente distinto, donde cualquiera
puede señalar desde la televisión los cambios urbanísticos, desde las
nuevas técnicas de Estado el sofisticado control social. El resultado de
todo esto no es sólo un perfeccionamiento de la opresión sino también
una normalización de la obediencia y el conformismo. Esto naturalmente
hace que no se puedan calcar con exactitud los mismos planes que tenían
los compañeros en el pasado pero cabe recordar una y otra vez que los
objetivos siguen siendo los mismos y los enemigos que se interponen en
el camino también, luzcan galera y bastón, traje y corbata o vistan a la
última moda.
Ya que no contamos con una edición original en papel hemos extraído este texto de la
web La Antorcha. En otros sitios de internet puede encontrarse con los nombres:
Los mártires de Chicago o
El crimen de Chicago,
desconocemos cuál es el nombre original. Avisamos también que por
razones de espacio hemos suprimido algunos fragmentos que redundaban
sobre lo expuesto.
¡Viva el 1° de mayo!
¡Viva la revolución social!
1° de mayo internacionalista, anticapitalista y revolucionario.
Rosario, región argentina, 2015.
***
1° DE MAYO ANTICAPITALISTA, INTERNACIONALISTA Y REVOLUCIONARIO
Otro primero de mayo nos encuentra conmemorando la lucha de aquellos
trabajadores de Chicago que en 1886 dejaron sus vidas por lo que creían
urgente y necesario: la lucha contra la explotación del Capital.
Hoy, aún sentimos esa urgencia y esa necesidad de luchar contra lo que
nos oprime y explota día tras día desde hace siglos, de luchar por
destruir completamente de una vez y para siempre este sistema que
produce valor a costa de nuestras vidas y nuestra humanidad.
¿Por qué creemos indispensable que en este primero de mayo nuestra lucha
se afirme en su carácter internacionalista, anticapitalista y
revolucionario?
Como proletarios sabemos que no tenemos patria, que lo único que nos
puede hacer fuertes para vencer a nuestro enemigo es reconocernos como
clase antagónica al Capital, una sola clase de explotados en todo el
mundo que padecemos la misma miseria: la desposesión de todo, menos de
nuestra fuerza de trabajo. Pero que, como clase, también tenemos la
posibilidad de destruirlo todo porque somos los únicos reproductores de
esta sociedad, y porque no tenemos nada que perder.
Además de la falsa oposición patriótica, nacionalista, antiimperialista
–que nos hace perder de vista que en cualquier lugar del mundo hay, como
aquí, explotados y explotadores, y que esa es la verdadera línea
divisoria de intereses– el capitalismo se nutre de otras tantas falsas
contraposiciones. Así, los burgueses y todos los defensores de este
sistema nos quieren convencer de que la culpa de que vivamos para la
mierda la tiene el gobernante corrupto, la empresa extranjera que
contamina y se lleva las ganancias a otra parte, la forma de distribuir
las ganancias o la producción, la autoridad, los excesos del sistema, y
un largo etcétera.
Los políticos de todos los colores nos venden estas parcialidades
asegurando que tal o cual aspecto puede ser mejorado, reformado o
eliminado, con tal de que no desconfiemos de que este es el mejor de los
mundos, con tal de que sigamos votando y trabajando. Lo que no quieren
que veamos es que el capitalismo es inseparable de todas las
injusticias, las corrupciones, las contaminaciones y de todos los
excesos; el capitalismo es un todo y sólo funciona gracias a cada uno de
esos repugnantes aspectos. Por eso, para lograr cambiar de raíz esta
realidad es necesario, justamente, destruir la raíz de nuestro problema,
destruir el capitalismo en su totalidad y, por tanto, todo lo que éste
implica: desde el Estado hasta el trabajo asalariado, el valor, el
mercado, la forma de producir y de relacionarnos entre nosotros y con la
naturaleza, la ciencia, la democracia, la política… Destruirlo todo,
hacer estallar por los aires cada una de las separaciones que mantienen
esta miseria de vida, tanto materiales como espirituales.
«La revolución radical no es un sueño utópico. Tampoco lo es la
emancipación humana en general. Sí lo es una revolución parcial,
política, que deja intactos los pilares de la casa» decía Karl Marx.
Cuando hablamos de revolución hablamos precisamente de la lucha como
clase por destruirlo todo, por arrasar con esta sociedad, porque en esa
misma lucha germinen las condiciones para una nueva vida, una vida
realmente humana, una vida en comunismo y anarquía.
* ACTO POR EL 1° DE MAYO EN ROSARIO *
Viernes 1° de mayo a las 17 hs en Plaza Sarmiento (Entre ríos y San Luis)
Habrá oradores, música en vivo y feria de materiales.
Boletín La Oveja Negra nro. 27
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FRENTE A LA EXPLOTACIÓN Y LA PRECARIZACIÓN,
LA MEJOR DEFENSA ES UN BUEN ATAQUE
El mes de abril de
1886 irrumpen y se extienden en diversos puntos de todo el territorio estadounidense huelgas y manifestaciones obreras. La reivindicación común a
todas estas movilizaciones es clara y concreta: la reducción de la jornada
diaria laboral a 8 horas, en una época en la que podía extenderse hasta 12 o
16.
Pese al empuje y
la combatividad del movimiento, no se puede decir que éste tuviera un contenido
explícitamente revolucionario: no aspiraba a derrocar ningún gobierno, ni
expropiar a las élites los medios de producción, ni transformar
significativamente las bases de la sociedad del momento. El objetivo era
implantar una medida que pese a no aplicarse, ya estaba reconocida legalmente.
La brutal respuesta del Estado y la Patronal ante esta mínima demanda es de
sobras conocida, y el sangriento desenlace del conflicto quedó grabado en el
Primero de Mayo como día de recuerdo y homenaje a sus protagonistas: 5
condenados a morir en la horca, 2 a cadena perpetua y 1 a largos años de
trabajos forzados. Ocho trabajadores anarquistas que pagaron caro la fiereza y
la osadía de los miles de obreros y obreras que se atrevieron a defender sus
vidas frente al lucro de quienes les estaban exprimiendo, consiguiendo
finalmente el cumplimiento de sus exigencias.
100 años más
tarde, es difícil identificar el Primero de Mayo con los hechos que motivaron
su nacimiento. Vaciado de contenido histórico, reducido a una festividad a la
que la mayoría de personas trabajadoras no saben con que santo relacionar,
pervertido por la auto-celebración de las mismas burocracias sindicales que día
a día venden a quienes dicen representar, el Primero de Mayo se ha desligado
del sentido de lucha que le daba significado.
Por otro lado, las
relaciones de desigualdad, explotación y alienación que caracterizan el sistema
contra el que se rebelaron aquellos trabajadores norteamericanos se mantienen e
incluso en algunos aspectos se agravan. Salvando las distancias, la respuesta
del Estado a las luchas que pretenden enfrentarse a estas relaciones y la
miseria que generan (a menudo también desde reivindicaciones muy básicas),
tampoco es muy diferente: antidisturbios en las calles reprimiendo las
protestas, endurecimientos del código penal para perseguir cualquier tipo de
movilización, nuevas leyes anti-terroristas, huelguistas en prisión,
macro-redadas contras las minorías revolucionarias más activas, a las que se
trata como a Enemigo Interno... En el contexto de la “salida de la crisis” y la
“recuperación”, se nos amenaza para que aceptemos disciplinadamente las nuevas
condiciones de explotación, se espera que celebremos las cifras de crecimiento
que lanzan los periódicos, aunque la miseria campe a sus anchas en los barrios
y la mayoría de la población se debata entre un trabajo precario y la angustia
del paro.
Pero la lección aprendida
en la historia tras el Primero de Mayo es clara. Sin lucha no hay esperanza.
Sin conflicto, sin plantar cara, no hay posibilidad de avanzar. Ni la Patronal
ni el Gobierno, por democráticos que se digan, cederán ni un ápice de sus
privilegios si no se lo arrancamos nosotros con nuestro esfuerzo, desobediencia
y combate. La degradación generalizada de nuestras condiciones de trabajo y de
vida no son solamente efecto de la crisis, son también la consecuencia de no
haber peleado por nuestros intereses durante la época de bonanza, cuando el
consumo desatado por el crédito y el alza de la burbuja financiera-inmobiliaria
camuflaban la precarización progresiva del trabajo. En el terreno laboral, hoy
nos vemos empujadas a una situación de vulnerabilidad en la que levantar la voz
ante el enésimo abuso es casi un lujo, un riesgo difícil de asumir para quien
tiene que llevar a casa el sustento que las suyas necesitan para sobrevivir.
Y pese a todo, la
única opción realista de darle la vuelta a la situación es abandonar la
pasividad y la espera. Solo encontrando la forma de apoyarnos mutuamente y
atacar juntas podremos defendernos de unas agresiones que no van a detenerse
por sí solas. Sólo ejerciendo presión en la calle, en los centros de trabajo, y
de estudio, podemos levantar una fuerza colectiva que imponga nuestras
necesidades humanas sobre la voracidad sin límites de su riqueza.
Una fuerza que nos
permita no solo conquistar mejoras y defendernos frente a reformas laborales,
despidos, abusos puntuales, etc., sino también y sobre todo abrir la
posibilidad a la superación del problema desde su raíz: el capitalismo y su
lógica de dominación, crecimiento ilimitado y vampirización de todos los
aspectos de la vida para la mercantilización y el valor.
Frente a aquellos
que quieren que nos conformemos con el cuento de la recuperación, o con la
promesa caritativa de un repartimiento un poco más equitativo de la riqueza en
forma de políticas estatales, seguiremos insistiendo en la necesidad de
emprender un proceso de revolución social. Un proceso de lucha y transformación
que pare esta locura y siente las bases de una sociedad en la que el centro
esté ocupado por la vida, y no por el dinero; en la que el tiempo, el trabajo,
y la energía se organicen para cubrir las necesidades de todas, y no los
beneficios de unos pocos.
ANTE LAS
AGRESIONES CONSTANTES DE LA PATRONAL Y EL ESTADO,
LA LUCHA ES EL
ÚNICO CAMINO.
PRIMERO DE MAYO,
DIA DE MEMORIA Y DE LUCHA.
VIVA LA REVOLUCION
SOCIAL, VIVA LA ANARQUÍA.
Barcelona-España
[Tomado de Alasbarricadas]
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Cartel de la “Asamblea de anarquistas por la emancipación social y de clase”, llamando a una manifestación el viernes 1 de mayo de 2015.
El único camino hacia la abolición de la explotación y la opresión es el de las luchas sociales y de clase sin mediadores.
“Somos nosotros los que hemos construido los palacios y las
ciudades de España, América y todo el mundo. Nosotros, los obreros,
podemos construir nuevos palacios y ciudades para reemplazar a los
destruidos. Nuevos y mejores. No tememos a las ruinas. Estamos
destinados a heredar la tierra, de ello no cabe la más mínima duda. La
burguesía podrá hacer saltar en pedazos su mundo antes de abandonar el
escenario de la historia”.
Buenaventura Durruti
1 de mayo rojinegro
Ninguna ilusión sobre el embellecimiento del Sistema.
Lucha por la revolución social, la anarquía y el comunismo.
Concentración-marcha: Viernes
1 de mayo, Atenas, Museo Arqueológico Nacional, 11:00h.
Asamblea de anarquistas por la emancipación social y de clase
[Atenas-Grecia]
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"Un 1° de mayo como hoy, hace más de 100 años, les mostramos a los burgueses de lo que somos capaces cuando nos juntamos y hacemos temblar este maldito mundo de la economía.
La lucha nos une y nos recuerda que la vida puede ser completamente distinta. Que podemos vivir sin Estado y sin Capital, que podemos vivir en Comunismo y Anarquía."
#Amigos del 1° de Mayo
Recordamos este día; no como un día donde nos dicen que hay algo que celebrar: “el trabajo”.
Recordamos este día como lo fue desde sus
inicios: un día de lucha y agitación contra la explotación, un día de
refriegas callejeras, de sabotajes, tomas y propaganda.
Hoy después de tantos años de olvido y de
grandes intentos de los sindicatos y gobiernos por implantarnos la
“celebración al trabajo”, es necesario retomar las banderas que le
dieron sentido a esta fecha: el cuestionamiento a este mundo de miseria y muerte,
llevando a cabo acciones que demuestren nuestra autonomía y fuerza como
clase en lucha contra nuestra explotación y dominación.
Es por eso que hacemos este llamado: al
abandono de las embotadas celebraciones, las procesiones sin sentido y
las fiestas dirigidas por nuestros enemigos. Exhortando a la acción
autónoma por fuera del borreguismo y la fiesta, que sólo perpetúan
nuestra condición de esclavos asalariados.
¡Hoy 1° de Mayo no tenemos nada que celebrar!
¡Hoy (como siempre) es un día más para LUCHAR!
[1° Mayo 2015, región mexicana]
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1° de Mayo: Contra la sociedad de clases: Hacia una crítica radical del trabajo asalariado
anónimo
Jueves 7 de mayo de 2015
Vivimos en el mundo de la producción de valor, todo lo que hacemos,
nuestras actividades vitales como alimentarnos, relacionarnos con
nuestros amigxs, hermanxs o vecinxs, o la forma en como proyectamos
nuestros intereses personales, se han hecho prisioneros y convertido en
ejecutantes de los intereses del valor. Para producir valor y acumularlo
bajo la forma de dinero, el capitalismo necesita de nosotrxs, la
inmensa mayoría que no tiene otra forma de sobrevivir más que vendiendo
su fuerza de trabajo para obtener un sueldo que nos permita tener acceso
al cúmulo de mercancías, a la vez que nosotrxs mismxs nos reproducimos
como mercancía. Puesto que representa el único medio a través del cual
procuramos nuestra supervivencia, el trabajo se nos presenta como algo
natural, incluso como fuente moral para el desarrollo personal, o como
algo que no posee un contenido más allá del sentido práctico de
conseguir dinero para comprar mercancías. Sin embargo, el trabajo no se
reduce simplemente a la actividad a través de la cual producimos cosas o
prestamos servicios, trabajar significa antes que todo, la mediación
social a través de la cual se producen y reproducen relaciones sobre la
totalidad social, relaciones moldeadas y expresadas a través de la
mercancía y el capital, relaciones que implican la subsunción de toda
actividad a la dictadura de la acumulación de valor, relaciones creadas
para el dominio de la clase burguesa.
Frente a esta realidad mistificada por la mediación-mediatización del
trabajo en cuanto relación social, es indispensable para el
proletariado recuperar una crítica radical del trabajo asalariado,
dirigiéndose más allá de la crítica sometida exclusivamente al ámbito de
la producción, entendiendo este como una dimensión separada del resto
de la vida. En el capitalismo, producción, trabajo, consumo y tiempo de
ocio, representan sólo distintos momentos de un mismo proceso,
atravesado de principio a fin por la racionalidad mercantil. Esta
transversalidad del dominio del trabajo, es lo que define, en la fase
actual del capitalismo, nuestra situación actual de clase: la
subjetividad fragmentada del proletariado.
El predominio de la mercancía sobre la vida tiene como resultado la
banalización de la actividad humana, es decir, la pérdida del control y
el significado de las esferas en las que deberíamos realizar
colectivamente nuestra subjetividad. En este proceso las instituciones
que regulan la vida social y política se reducen a instrumentos de
control y administración de los intereses de la clase dominante. En al
actual contexto de corrupción de la política burguesa, los análisis
superficiales han reducido la problemática a la expresión de una
supuesta “crisis de representatividad” o “crisis de liderazgo” al
interior de los principales partidos políticos que actualmente detentan
el control del Estado y sus aparatos. Sin embargo, lo que se encuentra
detrás de los casos PENTA-SOQUIMICH o Luksic-Caval, no es otra cosa que
la expresión más evidente del predominio de los intereses del capital
sobre las instituciones políticas. En este sentido, el “problema de la
corrupción” no correspondería sólo a una cuestión aislada y solucionable
desde la misma institucionalidad democrática burguesa, sino que se
constituye como parte intrínseca de una sociedad sometida a los
caprichos de la ley del valor.
El momento actual de repliegue del proletariado como sujeto histórico
en el ámbito de las luchas sociales, ha generado la apariencia del “fin
de la lucha de clases”, sumado a la emergencia de nuevos actores
sociales, que por cierto, surgen de la misma fragmentación de la
vida impuesta por el capital. Esto ha facilitado el trabajo de los
defensores del orden social, a favor de la anulación de la negatividad
radical que se anida en el proletariado constituido como clase. Con esto
no queremos caer en un enfoque de análisis economicista, que pasa por
alto otras dimensiones relevantes que configuran la situación subjetiva y
objetiva de los proletarios, como pudiesen ser la etnia, el género,
etc., sino que enfatizar en las lógicas reformistas, que han coartado el
accionar de los llamados “movimientos sociales” y sus luchas
sectorializadas. No se trata de reducir la multiplicidad de las
expresiones desde las cuales puede reactivarse la lucha social (qué
habría sido de estos últimos años sin el dinamismo y la originalidad de
la lucha estudiantil), sino insistir en que sin realizar la crítica
radical y unitaria del trabajo asalariado y del dominio de la mercancía,
la crítica del patriarcado o de la destrucción del medio ambiente se
quedan estancadas en la aridez de las luchas parceladas.
Pese a lo anterior, en los últimos años ha sido posible observar la
reemergencia de lxs asalariadxs como protagonistas de diversas
expresiones de la lucha social. Sin duda 2011 provocó una ruptura en
relación a los ciclos de la lucha de clases en la región hasta ese
momento, posibilitando un avance en la configuración del proletariado en
sujeto revolucionario. A pesar de su carácter limitado y
reivindicativo, las movilizaciones del sector portuario o de los
trabajadores del retail, han significado la generación de espacios a
partir de los cuales lxs asalariadxs pueden cambiar la dinámica de sus
relaciones y tomar conciencia de sus intereses de clase, es decir, el
dejar de ser proletarios y auto-suprimirse como clase explotada. Frente a
las potencialidades de radicalidad presentes en estas luchas, no es de
extrañar que los sectores reformistas intenten contener estas
expresiones, reforzando la integración del trabajo al capital por medio
de reformas económicas favorables a la perpetuación del orden social. La
reciente propuesta de reforma laboral, su orientación a delimitar y
penalizar aquellas expresiones no institucionalizadas de las luchas, y
su búsqueda por postergar lo más posible la instancia de huelga, dan
cuenta de esto.
Es fundamental en este punto insistir en que la configuración del
proletariado como sujeto revolucionario no se hace posible sólo a partir
de la acumulación cuantitativa de experiencias sectoriales y
reivindicativas. Por el contrario, requiere de cambios cualitativos en
la forma de comprender los conflictos sociales, de manera de poder
llegar a una situación de enfrentamiento directo entre clases. Puesto
que el capitalismo no sólo constituye una determinada forma de organizar
la economía, sino que implica, antes que nada, una determinada forma de
relación social, la auto-emancipación del proletariado requiere de una
resignificación radical a nivel de las relaciones sociales y de la
liberación gradual de su actividad y potencialidades. Esto sólo es
posible a partir de las instancias presentes en las luchas concretas y
los procesos de esclarecimiento y aprendizaje que estas contienen.
Finalmente, esta auto-emancipación jamás estará completa sin la
abolición del trabajo, la forma-mercancía, y todos los engranajes de una
reproducción de la vida sometida a la acumulación de valor de cambio:
no se trata de gestionar de otra manera el modelo de producción, sino de
superarlo.
[Tomado de
Hommodolars]
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