Una reciente publicación de información y agitación titulada ¡LIBERTAD A LOS PETROLEROS DE LAS HERAS! El material consta de los siguientes artículos: La miseria petrolera; Los petroleros se organizan; La burguesía responde; La condena y Más allá de los petroleros de Las Heras.
El texto se encuentra disponible en la web para su lectura, así como para imprimir en formato de hoja A3 y A4.
Tambien está disponible el video proyectado en la jornada de difusión realizado en Rosario: aquí.
MUNDIAL ES EL CAPITAL Y MUNDIAL SERÁ SU DESTRUCCIÓN
Ocho obreros muertos en
la construcción de los estadios brasileros se suman a los asesinados por las
fuerzas del orden y a los 1200 trabajadores muertos en la construcción de
estadios en Qatar para el mundial de 2022 (según la burguesía, que además de
matarnos es la que cuenta nuestros cuerpos). Para preparar sus eventos de
demostración de poder y producir más ganancia el Capital masacra abiertamente
no solo a los proletarios desobedientes, sino también a los que son un
obstáculo para convertir dinero en más dinero y que tarde o temprano deberán
desobedecer a la ideología dominante, porque su simple existencia está en
oposición a la dominación burguesa.
Entre mundiales y
juegos olímpicos, expos mundiales y miles de congresos de académicos y
profesionales, la burguesía llena el calendario y proclama un eventismo con el
que exige a los proletarios su sacrificio permanente. Nos intentan imponer una
paz social aduciendo a razones de fuerza mayor, sea por el bien del país, de la
provincia o de una pequeñísima aldea turística. Para mostrar al resto del mundo
lo buenos burgueses que son, pretenden hacernos trabajar hasta el hartazgo con
una sonrisa en la cara, orgullosos de sentirnos parte de su eventucho.
Pero por más que el
Capital intente conseguir nuestra sumisión absoluta en su proyecto totalitario,
nosotros, los proletarios, siempre tendemos a desestabilizar esta realidad con
nuestra lucha. Miles de proletarios salen a las calles de Brasil a protestar encasillados
en las categorías de indígenas, trabajadores con o sin empleo, jóvenes, negros,
homosexuales, sin techo, sin tierra, manifestantes, etc. Aunque sólo suceda en
un barrio, una favela o un país. Aunque el detonante sea el recorte de sueldos,
los despidos o el aumento del transporte en un contexto de despilfarro obsceno.
Los proletarios que se
encuentran en lucha en la región brasilera materializan la crítica histórica
del Estado y sus guardianes, de la propiedad privada y de la lógica capitalista
del disciplinamiento y la competencia de la cual se nutre la esclavitud
salarial. El deporte (del cual el mundial de fútbol es una de sus grandes
manifestaciones) no ha sido simplemente corrompido y mercantilizado, sino que
es una esfera del aparato de producción capitalista dedicado a la fabricación
de ocio, de ese aspecto imprescindible de la alienación social.
Las luchas contra el
mundial en Brasil se inscriben en las luchas históricas contra el Capital, son
nuestras luchas.
¡Boicot
a todos los festejos de la burguesía que significan
nuestra
miseria aún más embrutecida con la peste nacionalista!
Las crecientes
movilizaciones en Brasil están poniendo seriamente en duda el normal desarrollo
del mundial de fútbol a pocos días de su inicio. Las protestas en varias
ciudades, sobre todo en las anfitrionas del mundial, no se han detenido desde
su comienzo en mayo de 2013 y comienzan a retomar fuerza. El nro. 9 de esta publicación lo dedicamos a
esta ola de protestas desatada principalmente por el aumento del transporte y
los desorbitantes gastos ocasionados por el mundial, así como la avanzada
represiva de los últimos años en las favelas y los desalojos en las ciudades
anfitrionas. También remarcábamos, asumiendo la lucha del proletariado en
Brasil como propia, cómo esos reclamos, inicialmente con claros matices
ciudadanistas, en muchos casos abrieron rápidamente paso a la generalización de
las reivindicaciones y la violencia, rompiendo con las limitadas consignas
iniciales y reconociendo en sus luchas los intereses mundiales que tenemos los
proletarios como clase. En aquellos días podíamos leer en algunos carteles y
banderas consignas como «Brasil/Turquía estamos juntos», «somos griegos,
turcos, mexicanos... no tenemos patria... somos revolucionarios».
En estos años de
aparente paz social, siempre sorprende la rapidez con que el proletariado logra
tomar las calles y romper con muchas de las típicas canalizaciones burguesas
como el sindicalismo, el politicismo o el nacionalismo.[1]
De todas formas, para
nada podemos afirmar que sea algo generalizado. «Não vai ter copa» (no va a
haber copa) es la consigna más popular bajo la cual salen actualmente a la
calle miles de proletarios en Brasil, pero tras ésta los motivos son muy
diversos. En esta nueva ola de protestas previas al mundial podemos ver cómo,
en muchos casos, se vuelve a caer en el típico politicismo y reformismo, en la
tan de moda “indignación”.
Con los estadios ya
construidos, inversiones que podrían superar los 20 mil de millones de dólares,
obreros muertos, miles de asesinados en las favelas a manos de las fuerzas
represivas, todavía hay quienes tienen ganas de reclamarle derechos al Estado,
de pedir una eficiente utilización de los recursos en salud y educación. «Sin
derechos no hay copa» es una de las consignas promovidas por quienes sólo ven
en el mundial una gran oportunidad para arrancarle migajas al Estado. Una vez
más, el capitalismo pareciera funcionar mal por culpa de unos malvados
políticos y unos oscuros organismos internacionales. Una vez más, el problema
no sería la producción con miras a la ganancia sino cómo ésta se distribuye.
Es posible que de no
aflojar las movilizaciones el Estado no pueda continuar con su política
meramente represiva y comience a ceder un poco frente al temor de un papelón de
cara al resto del mundo. También es posible, aunque menos probable, que el
Estado no solo militarice, reprima y asesine en las favelas como viene
ocurriendo sino que pase a enfrentar directamente las protestas. Recordemos la
masacre de los juegos olímpicos de México DF 1968, cuando se ahogó en sangre el
grito de «¡No queremos olimpiada, queremos revolución!» con cientos de muertos
en los días previos al inicio, a manos del Batallón Olimpia, fuerza creada
especialmente para la ocasión. Frente a todo esto es necesario que las
protestas se generalicen, que se logre romper con las fronteras y las
canalizaciones burguesas, extendiendo la revuelta y asumiendo que la necesidad
de revolución es inseparable del resto de nuestras necesidades.
Lo que no deja de
sorprender, más allá de las grandes limitaciones mencionadas, es que este
masivo rechazo al mundial se haya podido dar en Brasil, país futbolero por
excelencia. Los organizadores se muestran convencidos de que la «pasión por el
fútbol» será más fuerte. A comienzos de enero de 2014, inquieto por los
retrasos acumulados en la preparación del mundial de fútbol, Joseph Blatter,
presidente de la FIFA, declaraba lo siguiente: «Yo soy un optimista, no un
miedoso. El fútbol será protegido, no creo que los brasileños ataquen
directamente al fútbol, porque para ellos es una religión». Por su parte, el
coordinador técnico del seleccionado carioca, Carlos Alberto Parreira desestimó
las protestas pues aseguró que en cuanto comience el mundial el pueblo apoyará
al equipo: «Tengo absoluta certeza que la selección es un patrimonio cultural y
deportivo del pueblo brasileño, que la apoyará durante el torneo». Los
manifestantes se burlan de ellos y, hasta el propio rey Pelé, se convirtió en
uno de los blancos predilectos después de que declarase «Vamos a olvidar toda
esa confusión que está sucediendo en Brasil y vamos a pensar que la selección
brasileña es nuestro país, es nuestra sangre», y que minimizace las muertes en
“accidentes” laborales ocurridas en la construcción de los estadios.
La corrupción en el
deporte y su utilización política y económica son ya conocidos por cualquiera,
así como las necesidades represivas y los enormes gastos que requieren estas
celebraciones burguesas. Jérôme Valcke, el secretario general de la FIFA, es
sincero al respecto: «Voy a decir algo demencial, pero a veces, para organizar
un mundial de fútbol es preferible un nivel menor de democracia. Cuando hay un
jefe de Estado fuerte y con capacidad de decisión, como ocurrirá con Putin en
2018, para nosotros, los organizadores, será más fácil negociar a varios
niveles». Blatter no se quedó atrás y apoyó las declaraciones de su secretario
general e incluso, yendo más lejos, recordó que la copa del mundo de 1978 en
Argentina fue «una forma de reconciliación del público, del pueblo argentino,
con el sistema, con el sistema político, que en aquella época era un sistema
militar», y se felicitó a la vez por el éxito de su organización. No debe
existir manera más gráfica de comprender la relación entre el espectáculo
deportivo y la opresión que recordando cómo los gritos de gol en el Monumental
ahogaban los gritos de los torturados en la ESMA [Escuela de Mecánica de la
Armada] a unas cuadras de distancia.
Volviendo a los futuros
mundiales, los dirigentes de la FIFA están tranquilos y orgullosos de las sedes
elegidas, tanto por Rusia en 2018 así como por Qatar en 2022. Esta pequeña
monarquía del medio oriente, con la renta per cápita más alta del planeta (del
cuarto de su población que son ciudadanos), vive de la explotación de los
yacimientos de petróleo y gas de su región, empleando principalmente mano de
obra extranjera. Este país, cada vez más influyente en la política
internacional de la región, ha intervenido en las revueltas de la Primavera
Árabe apoyando económicamente a los sectores burgueses más liberales. En pleno
apogeo, Qatar se mofa de su progresismo mientras que las terribles condiciones
de trabajo en la construcción de los estadios mundialistas ya han dejado un
saldo de más de 1200 muertos. ¡Sí! 1200 trabajadores provenientes de India,
Nepal y Tailandia murieron y mientras tanto, muchos otros continúan trabajando
en condiciones esclavistas con los documentos retenidos por sus empleadores,
viviendo en los lugares de trabajo sin las mínimas condiciones de higiene,
sufriendo jornadas de 12 horas a 50 grados de temperatura.
Desgraciadamente, estas
noticias nos llegan por la misma burguesía que nos mata, sin poder contar con
una información de primera mano respecto a esta terrible situación. Frente a
las denuncias realizadas por medios y organismos internacionales la FIFA ha
salido a dar algunas tibias declaraciones, alegando que no puede intervenir en
las políticas laborales de un Estado. Nos interesa muy poco lo que haga o no la
FIFA, pero todo este cinismo nos retuerce las tripas porque, mientras esto
ocurre, lo que sí discute la FIFA es la necesidad de modificar para Qatar 2022
la fecha en la que se realizan habitualmente los mundiales debido a las altas
temperaturas en este país en verano que pueden afectar a jugadores y turistas.
Los organizadores en Qatar responden asegurando que sus estadios de muerte
estarán climatizados.
Podríamos seguir con
innumerables ejemplos históricos de mundiales, olimpíadas y demás certámenes
deportivos repletos de sangre y miseria, pero nos surge una pregunta
fundamental que no queremos esquivar: ¿Se trata de una mera utilización
capitalista del deporte? ¿O es el deporte también un producto de la sociedad
capitalista inseparable de ella?
El sentido común nos
habla del deporte como un inocente juego. Los deportes en sí no serían el
problema sino su utilización por parte de políticos y burgueses. La política y
la ganancia han venido a corromper una supuesta actividad natural del hombre.
Se opone el deporte–espectáculo, el profesionalismo, a un inocente amauterismo
o a una práctica popular desarrollada por cualquiera. Pero, ¿cómo nace el
deporte? ¿Cuáles son sus raíces sobre las cuales surge el profesionalismo y
esas grandes mafias?
Para perpetuar su
dominación la burguesía necesita mitificar muchos de los hábitos actuales,
ocultando o tergiversando el origen de un montón de prácticas y relaciones
humanas. Patear un objeto cualquiera es algo tan instintivo que entonces, según
su lógica, lo que hoy podemos considerar como fútbol tendría orígenes
milenarios. Pero pensar las cosas así es ridículo. Por empezar, en los juegos
de antaño, la gran mayoría de las separaciones actuales eran irrisorias: los
límites espacio–temporales, las reglas estrictas, los equipos bien definidos,
los espectadores, los puntajes, así como las instituciones que reglamentan todo
aquello.
Lo más cercano al
fútbol en la Edad Media era un juego en el que decenas, cientos o incluso miles
de personas hacían rodar un balón de cuero con los pies en un campo abierto, a
partir de lo cual surgían situaciones de lo más diversas.
El deporte surge en
oposición al juego, y es con el ascenso de la burguesía que multitud de juegos
tradicionales fueron suprimidos o reformados como deportes. En este sentido,
podemos observar históricamente cómo trabajo asalariado y deporte son
indisociables, cómo su desarrollo es el desarrollo del capitalismo. La
competencia, la disciplina, el sacrificio y demás valores deportivos, son
esencialmente los valores de esta sociedad. Lo que producen el deporte y la
educación física son fundamentalmente rendimientos y récords, es decir, datos
computables, cosas. Tal como ocurre con la producción de las demás mercancías
lo importante es la cantidad en detrimento de la calidad. Así los deportistas
son exprimidos al máximo, como en las mejores fábricas.
En los juegos
tradicionales lo que mayor satisfacción proporcionaba a los participantes no
era la obtención de la victoria, el premio o una posible ganancia, sino la
diversión y el placer que suscitaba el propio juego, habitualmente asociado a
la taberna, la fiesta y la calle.
Frente a los anteriores
elementos lúdicos el deporte presupone la aceptación de un conjunto de reglas
inviolables que los asfixian. En el juego, dado que el “resultado material” no
es lo decisivo, es perfectamente posible que ambas partes sean desiguales y se
constituyan de forma accidental, como también puede darse el caso de que una
persona o un grupo de personas desafíe a todas las demás. El punto de partida
del juego es un desequilibrio fundamental, pero no se trata de una deficiencia,
sino de su esencia misma. En el deporte, por el contrario, siempre tenemos dos
partes formalmente “iguales” que luchan por la obtención de un resultado
“justo” y reglas que pretenden establecer y garantizar un equilibrio que
conduzca a ese resultado justo. La igualdad democrática, que no es más que
la libertad de compradores y vendedores de enfrentarse en el mercado en
“igualdad de condiciones”, encuentra en el deporte un notable reflejo.
Este tipo de análisis
históricos no deben llevarnos a mitificaciones o defensas del pasado, ni
tampoco deben entenderse como una propuesta alternativa al deporte. De lo que
se trata es de comprender las limitaciones de las diversas actividades que realizamos
actualmente. Cuando profundizamos en esas limitaciones, enseguida vemos que no
son aspectos de la vida que podamos transformar voluntaria e individualmente
sin revolucionar las actuales condiciones de vida.
Podríamos dejar de
comer tanta basura, buscar más contacto con la naturaleza, generar alternativas
lúdicas, etc., etc., etc. En realidad, con suerte solo podremos hacer alguna de
ellas durante algún tiempo, a costa de sacrificar otros aspectos de nuestras
vidas y, claro está, del sacrificio de muchos otros. La que se mantendrá
intacta es una vida basada en la separación. Separados nosotros mismos y de los
demás.
Cada vez que se trata
de pensar en una sociedad distinta se suele caer en pensar lo “bueno” de este
mundo separado de lo “malo”. La revolución es algo bien diferente. Se trata de
criticar desde la raíz la sociedad existente y de tirar abajo todo lo que se
considere necesario en dicho proceso.
En esa apasionante
búsqueda no sabemos qué quedará de lo que actualmente conocemos como deporte, pero
es fundamental comenzar a reconocer sus limitaciones para poder superarlo.
Creemos que el proletariado en Brasil ha iniciado ese camino. ¡No va a haber copa! ¡Extendamos la
revuelta!
[1] Recomendamos al respecto el último
número de la revista Comunismo: Brasil. Protesta social y contrarrevolución,
disponible en internet y en la feria de la biblio.
Una
crítica radical a la copa del mundo Brasil 2014
En el proceso de
gestación del mundial de fútbol de brasil 2014 por parte del estado brasilero y
de la fifa, se ha generado un movimiento de protesta masiva y callejera.
Interesados en cómo se desarrollaba la protesta y qué materiales de lectura
iban produciendo, nos enfrentamos a todo un conjunto de críticas puntuales y
desconectadas que no daban el enfoque que estábamos buscando.
Encontramos
una gran cantidad de textos, además de lo que se generaba desde los medios
masivos de comunicación, en los que se criticaba el gasto que se realizaba en
la construcción de estadios u obras vinculadas a la copa del mundo, reclamando
que ese dinero debería ir para educación, salud o vivienda. Esas críticas
terminaban apuntando hacia el gobierno de turno y no hacia el verdadero
problema: el mundo construido por los seres humanos, el engaño deliberado que
algunos realizan para sostenerlo y expandirlo, las estructuras de poder y la
cosificación de los vínculos humanos.
Nos
propusimos realizar entonces un texto en el que se critique al mundo utilizando
al mundial de Brasil 2014 como caso particular de estudio. De esta manera
planteamos cuatro secciones a través de las cuáles se va desarrollando una
crítica organizada apoyada en datos concretos y complementada por reflexiones
que los relacionan.
Mundo:
en primer lugar quisimos hablar de la construcción cultural que nombramos mundo
y de los desequilibrios, desbalances e injusticias que hoy tiene. Decimos
entonces que este estado de desequilibrio es responsabilidad de la humanidad en
forma colectiva, pero que dentro de ella existen grados de responsabilidad
diferentes. Existiendo un pequeño conjunto de privilegiados que lucran con el
sometimiento violento de sus semejantes, así como la muerte y la destrucción de
la naturaleza, se hace evidente que las responsabilidades no pueden ser
parejas. Sobre todo teniendo en cuenta que existe todo otro conjunto de
personas que se ha propuesto rebelarse ante esta manera de vivir y volver a
nivelar las cosas.
Mundo
mundial: como siguiente punto nos dedicamos a analizar cómo los mundiales de
fútbol se han constituido en una herramienta de justificación para aumentar la
represión, desarrollar nuevas mecanismos de comercio, expandir el capitalismo,
distraer y alentar el nacionalismo. Con un breve conjunto de ejemplos a lo
largo de la historia de los mundiales, proponemos la idea de que mundo mundial
no es solamente un campeonato de fútbol sino un complejo entramado de negocios
en los que el mundo se expande y refuerza sus estructuras de poder y sus reglas
de juego.
Mundo
mundial mundializado: la tercera parte del libro propone un análisis de cómo
existen negocios en todo el mundo, y no sólo en el estado locatario, que
producen dinero vinculando productos con el fútbol a la hora de realizarse el
campeonato. Pero también, no menos importante, examina algunos ejemplos que nos
muestran que la colonización de mundo mundial sobre la cultura y la
cotidianeidad de los individuos, no se detiene al finalizarse el campeonato.
Brasil
2014 – copa para los ricos upp para los pobres: por último, dedicamos el resto
del libro a exponer una enorme cantidad de cifras y datos que hemos recopilado
sobre este último campeonato del mundo y constantes reflexiones que las
vinculan al enfoque que hemos propuesto.
***
Algunas citas de este
texto:
“El juego es una actividad placentera que
produce diversión a sus participantes y es una manifestación previa a la
conformación misma del lenguaje articulado. Es un espacio de comunicación por
excelencia con uno mismo y con el otro en la alegría de hacer y es, necesariamente,
una actividad voluntaria. Jugar con una pelota puede ser algo hermoso,
divertido y formativo. Jugar al fútbol puede permitirnos alcanzar estados
físicos, emocionales y espirituales placenteros y en comunión con los otros.
Pero mundo mundial
mundializado es la muerte y consiguiente profanación del cadáver del juego, y
su autopsia es retransmitida y comentada por los periodistas deportivos de todo
el mundo. Para ellos el juego ha
muerto y debe ser seccionado y embalsamado o puesto en formol.
Si hemos querido desarmar esta intrincada y
desagradable madeja de elementos ha sido para organizar el análisis, pero nunca
hemos perdido de vista que el mundo, el mundo mundial y el mundo mundial mundializado, son en realidad la
misma cosa. Nunca hemos dejado de decir que su avance es también la muerte y
fosilización de la vida.
Por tal motivo,
cuestionar la organización de un mundial [de fútbol] sin cuestionar el funcionamiento
del mundo [capitalista], es una actividad ilógica. Peor aún, es una tarea que
nos distrae de lo que realmente está sucediendo aquí y ahora.”
“El mundo mundial de brasil 2014 es un mecanismo de expansión del capitalismo que
se constituye en un múltiple robo directo a los individuos que viven en el
territorio del estado brasilero. Si la imposición violenta de este evento y el
despliegue militar es el peor robo de la libertad individual y colectiva;
también lo es el hecho de que el dinero que el estado invierte para que mundo mundial exista es deuda pública
que será pagada a través de los impuestos. Los individuos que trabajen y
consuman en el estado brasilero serán los encargados de pagar con sus impuestos
todos los gastos de este mundo mundial, además de los intereses
producidos por esta deuda. Este no es un simple robo de dinero, es un robo de
la libertad que todo individuo debe tener para dedicar su tiempo a lo que
prefiera. El impuesto sobre los sueldos o el consumo no hace más que elevar el
costo de vida, razón por la cual el individuo debe gastar más tiempo de su vida
en producir dinero.”
“Esto es la guerra.
Expresa, declarada y sin miramientos. Guerra contra la población civil. Contra
los que sobran por marginados y contra los que protestan por subversivos. Es la
grotesca demostración de que mundo mundial es una falsa
circunstancialidad, es un mecanismo de bizarra legitimación en un nuevo giro de
tuerca de la represión y el control poblacional. [...]
En algún momento el mundo ha logrado reorganizar los marcos de lectura
de estos acontecimientos y brasil 2014 es un claro ejemplo de ello. Mundo mundial es impuesto claramente por
fuerza de la violencia ante el rechazo generalizado. Habiéndose declarado
unilateralmente una guerra sistemática, planificada y ostensible contra los
pobladores; una protesta nunca puede ser pacífica. Siendo que una de las partes
se ha declarado en pie de guerra, toda resistencia es reprimida con violencia,
por lo que protestar, en términos reales, solo es posible haciendo uso de la legítima
defensa.
Porque sólo en el año 2012 la policía
brasilera mató a 1.890 personas según el informe del Foro Brasileño de
Seguridad Pública. Porque a esto deben sumarse las muertes no reconocidas por el
estado. Porque la policía brasilera está matando niños que viven en las calles
hace meses, cosa sabida ampliamente entre los brasileros y ahora presenciada y
denunciada por periodistas extranjeros. Y porque cuando el ministerio de
deportes dice que “cuando se aproxime el inicio del campeonato vamos a tener un
clima de fiesta y no habrá lugar para protestas violentas”, debe leerse que
habrá una violencia desmedida contra todo aquel que quiera oponerse realmente a
la realización de mundo mundial.” “Si hemos dicho que argentina 1978 fue
denunciada como propaganda de la dictadura, brasil 2014 tiene como uno de sus
protagonistas a una protesta masiva, callejera y transgresora, fundamentada en
el cuestionamiento profundo de lo que mundo mundial realmente es en términos de desarrollo
del desequilibrio, expansión del comercio, justificación de la represión y
destrucción de la vida. Brasil 2014 no es solamente criticado por el uso
propagandístico, sino que es también enfrentado en toda y cada una de sus
características esenciales por una rabiosa e indignada muchedumbre que no logra
ser apaciguada.” Descargar texto aquí
En el contexto de un nuevo
mundial de fútbol y las protestas que suceden en la región brasilera, afirmamos
que el deporte no solo es una válvula de escape y un mecanismo de control
social sino también una ideología de la competición, de la selección
biogenética, del éxito social y de la participación virtual.
Información sobre el
libro:
Desde la transformación
de las fiestas y juegos populares en deportes, pasando por las distintas
nociones de cultura física que se han sucedido desde la Antigüedad hasta llegar
a nuestros días, este ensayo analiza el proceso de difusión internacional del
deporte y su evolución en el seno de la sociedad moderna, prestando especial
atención al papel de los deportes en la configuración del liberalismo
decimonónico, el colonialismo y el imperialismo, y haciendo especial hincapié
en el destacado lugar que ocupan en el discurso ideológico totalitario.
El deporte no solo es
una válvula de escape y un mecanismo de control social sino también una
ideología de la competición, de la selección biogenética, del éxito social y de
la participación virtual. Lejos de limitarse a reproducir en formato
espectáculo las principales características de la organización industrial
moderna (reglamentación, especialización, competitividad y maximización del
rendimiento), cumple además una misión ideológica de trascendencia universal:
encauzar y contener las tensiones sociales engendradas por la modernidad
capitalista.
Este libro es un
trabajo crítico, riguroso, muy bien documentado y de lectura ágil, que aborda
la relación entre deporte, democracia y totalitarismo desde una perspectiva
completamente inédita.
«[…]
El deporte ha dejado de ser un espejo en el que se refleja la sociedad
contemporánea para convertirse en uno de sus principales ejes vertebradores,
hasta el punto de que podríamos decir que ya no es la sociedad la que
constituye al deporte, sino este el que constituye, en no poca medida, a la
sociedad. El deporte es la teoría general de este mundo, su lógica popular, su
entusiasmo, su complemento trivial, su léxico general de consuelo y justificación:
es el espíritu de un mundo sin espíritu […]».
LA
BARBARIE DEPORTIVA. CRÍTICA DE UNA PLAGA MUNDIAL.
Marc
Perelman. Editorial Virus. 2014.
[Cuando la conflictividad social se acentúa
en Brasil a las puertas del mundial, este libro analiza el papel del deporte en
las lógicas del capital.]
En pocos
decenios, el deporte se ha convertido en una potencia mundial ineludible, la
nueva y verdadera religión del siglo XXI. Su liturgia singular moviliza al
mismo tiempo y en todo el mundo a inmensas masas agolpadas en los estadios o
congregadas ante las pantallas de todo tipo y tamaño que los aficionados
visualizan de manera compulsiva. Estas masas gregarias, obedientes, muchas
veces violentas, movidas por pulsiones chovinistas, a veces xenófobas o
racistas, están sedientas de competiciones deportivas y reaccionan eufóricas a
las victorias o a los nuevos récords, mientras permanecen indiferentes a las
luchas sociales y políticas, sobre todo la gente joven.
La propia
organización de un deporte de alcance planetario, fundamentado en un orden
piramidal opaco, se ha erigido y consolidado como un modo de producción y
reproducción socioeconómico que lo invade todo. El deporte, convertido ya en
espectáculo total, se afirma como el medio de comunicación exclusivo, capaz de
estructurar en toda su profundidad el día a día de millones de personas, desde
la fisonomía de las ciudades, hasta los ritmos de trabajo y la estructuración
del tiempo libre.
El nuevo
récord, la mejora del rendimiento, el sometimiento del cuerpo por encima de los
límites humanos, se convierte en la base del espectáculo, en su única
motivación, en el fin que lo justifica todo, por lo que el dopaje y las intervenciones-agresiones
en el cuerpo del atleta se han convertido en la normalidad de un deporte que
juega al escondite con los controles antidoping, mientras los deportistas se
lanzan a una carrera alocada contra su propia vida.
Apisonadora
aniquiladora de la Modernidad decadente, el deporte-espectáculo lamina todo a
su paso y deviene el proyecto de una sociedad sin proyecto.