29 de septiembre de 2019

SOBRE LAS ANTICIPACIONES DEL APOCALIPSIS EN MARX

Ciro Mesa Moreno, 2009


Marx fue un pensador militante, un activista político, un hombre de partido. Esto es un indicio de lo a fondo que asumió que la historia constituye un proceso abierto. Su momento optimista, su confianza última en la racionalidad de los hombres, no clausuró la consciencia materialista de la incertidumbre. El concepto marxiano de historia no incluye la representación de un final cerrado y predeterminado, al que la humanidad se encamina inexorablemente, representación que constituye para él una mistificación metafísica. Pero interpretó su época como una realidad atravesada por promesas emancipatorias con cuya realización se compromete y cuya realización espera. Pensó que la tendencia dominante de la historia humana era la que apuntaba hacia una humanidad emancipada, socializada de un modo no-coactivo. Sin embargo, al pensar la historia como un proceso abierto, su diafragma teórico debió abrirse hasta atender a las posibilidades negativas. De ahí que en sus textos también podamos encontrar rastros del apocalipsis. Se trata, efectivamente, de rastros, no de una teoría apocalíptica acerca del fin de los tiempos. Marx fue también en algunos momentos de su escritura, tal vez a su pesar, anunciador de catástrofes. Digo a su pesar por la forma en que aparecen las posibilidades apocalípticas en sus textos: reticentemente, como temores desactivados por la confianza en el instinto de autoconservación del animal humano, como dudas que se expresan pero de las que no se extraen sus consecuencias últimas. Este escrito se dedica a indicar y comentar algunos de los textos de Marx en los que se manifiestan aquellos rastros del apocalipsis. Me parece que dice mucho sobre nuestra época que esos textos, precisamente estos más que los optimistas, produzcan la impresión de que pueden ser aplicados de forma inmediata a la actualidad. [...]

Marx concibe, pues, el desarrollo capitalista como un proceso plagado inevitablemente de movimientos catastróficos. “Sabemos”, afirma en el mencionado discurso, “que las nuevas fuerzas de la sociedad, para alcanzar una efectividad correcta, necesitan solamente hombres nuevos que se conviertan en sus dueños –y estos son los trabajadores” (ibíd.). Sólo una sociedad en la que los trabajadores dominen las fuerzas productivas despertadas por el capitalismo podrán quitar de estas su carácter antagónico. De ahí la alternativa que presenta Marx: o bien el proceso social sometido a ley de valorización del capital continúa su marcha catastrófica –cada vez más violentamente catastrófica-, o bien aquellos a quien esa ley somete y embrutece toman consciencia de esa realidad e intentan darse a sí mismos una forma de sociedad pacífica y racional, en la que sea posible un desarrollo sin esclavización ni mártires. Sabemos que aquí no estamos ante una alternativa entre posibilidades a las que se conceda el mismo grado de plausibilidad. El planteamiento de la alternativa entre socialismo y barbarie es en sí mismo un ejercicio retórico a favor del primero, que se identifica ya, dentro de la misma oposición, con las ideas de razón, libertad y humanidad. Pero, no obstante, se trata también de una alternativa que se presenta como real, por que en definitiva –y esto es lo que hace necesario aquella retórica- el futuro está abierto y nada está decidido de antemano. Ni la barbarie, ni la regresión, ni el apocalipsis final socialmente producido, fueron posibilidades que Marx, en virtud de su confianza última en la racionalidad humana, terminara de asumir en su inminencia. Pero tampoco pudo descartarlas. La alternativa entre socialismo y barbarie proclama que los trabajadores deben vencer, que tienen que vencer, por que, si son derrotados, entonces el embrutecimiento, la esclavización y el envilecimiento de los hombres llega hasta el final de los tiempos y precipita el final mismo. Si aquel acontecimiento emancipador se piensa como un mero imperativo práctico, una mera posibilidad, entonces este final se levanta como una expectativa histórica real. [...]

Más adelante veremos como percibió Marx que la lógica del desarrollo capitalista conduce por sí misma a la catástrofe ecológica. Ese es uno de los rastros del apocalipsis a los que me refería más arriba. Otro, que es el decisivo porque aquel depende de este, es la posibilidad, apenas insinuada, de que la lucha de clases acabe sin supervivientes o de que los trabajadores sean definitivamente derrotados y absorbidos, y el capital siga su marcha triunfal hacia la destrucción sin contestación ni oposición. Veamos ahora algunos pasajes en los que el discurso marxiano deja ver este rastro. [...]

Marx pensaba que los dispositivos técnicos desarrollados dentro de las relaciones capitalistas de producción funcionan también necesariamente, en el contexto de esas relaciones, como medios de destrucción. La historia del siglo XX , en el que la lucha entre los hombres adquirió formas políticas de movilización y antagonismo cuya destructividad no le fue dado a Marx anticipar, muestra como la imagen apocalíptica de una liquidación total de la humanidad entera dejó de ser una posibilidad remota para convertirse en el miedo cotidiano de millones de hombres. [...]

Por otro lado, las crisis periódicas y de violencia creciente que son constitutivas al despliegue antagónico del modo de producción capitalista, no sólo mutilan una parte del capital mismo, sino que sacrifican trabajadores. Marx acaba el artículo en un tono, ahora sí, directamente apocalíptico: “Aumentan los terremotos en los que el mundo del comercio sólo se conserva sacrificando una parte de la riqueza, de los productos e incluso de las fuerzas productivas a los dioses del submundo, resumiéndolo en una palabra: crisis (…) El capital no sólo vive del trabajo. Como un señor ufano y bárbaro a la vez lleva consigo a la tumba los cadáveres de sus esclavos, hecatombes enteras de trabajadores que sucumben en las crisis” (Mew, 6, 423). Esta representación apocalíptica está cargada de resonancias míticas: el capital paga su subsistencia sacrificando riquezas y hombres a las fuerzas demoníacas. Una imagen mítica cargada a su vez, no obstante, de contenidos históricos reales si leemos a través de ella los vendavales de destrucción que desató la burguesía en el siglo XX cada vez que su poder estuvo de verdad amenazado. Si Marx no llega a tomarse completamente en serio la hipótesis de una destrucción total del trabajo vivo por obra del trabajo muerto, no fue en consideración de la existencia de algún tipo de inhibición moral o civilizatoria, sino de la lógica de intereses inmanente al proceso de valorización del capital. En el mismo artículo escribe: “A los señores capitalistas no les faltará carne y sangre explotables, y se dejará que los muertos entierren a sus muertos. Pero esto, más que un consuelo que se dan a sí mismo los trabajadores, es un consuelo que se da a sí misma la burguesía. Si la clase entera de trabajadores asalariados fuera destruida por la maquinaria, ¿no sería horrible para el capital que sin trabajo asalariado deja de ser capital?” (Mew, 6, 421). Este texto de Marx parece perseguir un efecto relativamente tranquilizador: los trabajadores no se extinguirán pues son necesarios para la supervivencia del capital como capital. Pero la frase en su sentido más lato revela un rastro del apocalipsis. Una situación en la que sólo el interés del capital separa a la clase de los trabajadores de la inmolación constituye para estos una representación bastante cercana a lo que podría significar socialmente la palabra “infierno”. La constatación de que, al fin y al cabo, el capital necesita imprescindiblemente un quantum de trabajo vivo sólo resulta consoladora, y en muy escasa medida, para los que se ven casualmente a salvo, para aquellos cuyos medios de vida no han sido reclamados todavía, usando la expresión de Marx, por los dioses del submundo. Un triste consuelo para aquellos a los que se le concede una existencia tan culpable como provisional en función de un sistema impredecible y vengativo. Un consuelo terrible el asociado a esa imagen de una trampa sin escapatoria, no menos apocalíptica por cotidiana y consabida: la de una sociedad ante cuyo poder sus miembros son insignificantes e impotentes, y se encuentran sometidos a fuerzas que en cualquier momento los pueden sacrificar, pero a las que, no obstante, deben servir y contribuir a potenciar. [...]

Lo profundamente apocalíptico de los rastros de posibilidades negativas que laten en los textos de Marx se nos revela sobre todo al pensarlos juntos, uno al lado del otro. Más arriba vimos que determinados pasos del discurso marxiano indicaban que el automatismo productivo fabrica una humanidad automática que no se resiste al comando del capital. Apocalíptica es la unión de esta amenaza a la tendencia al colapso ecológico. Precisamente porque la oposición efectiva a esta tendencia requeriría una subjetividad mayor de edad, capaz de oponerse a la marcha objetiva de la sociedad y de transformarla. Pero este es precisamente el tipo de constitución subjetiva que la sociedad capitalista bloquea. Los rastros del apocalipsis presentes en los textos de Marx nos conducen, así, a una contradicción con la que tenemos que seguir pensando y viviendo mientras sea aún posible una cosa y la otra a la vez.

28 de septiembre de 2019

CRISIS Y CAPITAL EN MARX

Ciro Mesa Moreno, 2009


La modernidad no es una época de desmitologización. No para Marx. Sus textos muestran la sociedad comandada por el capital como una maquinaria de producir espejismos, alucinógena en un sentido literal. Las crisis, un momento necesario de su desarrollo, destruyen la apariencia de racionalidad. Ellas, según Marx, hacen salir a la luz “las contradicciones de la economía burguesa” (26.2, 535)[i]. Las crisis desmoronan la falsa expectativa de estabilidad, pero ocasionan también nuevas formas de embrujo[ii], por ejemplo, aceptar como un destino inevitable su naturalidad o achacar a un desarreglo parcial el desastre en el todo, cuando es precisamente el todo de la socialización capitalista el desastre. Contra esto, el pensamiento marxiano muestra la necesidad del vínculo entre socialización capitalista y crisis. Enseña que el desarrollo de la sociedad capitalista tiene que transcurrir a través de crisis, destrucción y catástrofes. Y que la eliminación de las crisis dependerá de la superación del capitalismo. [...]
  
Marx pensaba que la ciencia económica burguesa no puede sino soslayar el problema de la crisis, hasta el punto de elaborarlo como un enigma irresoluble o traducirlo a unos términos que inducen al olvido de su dimensión estructural. Plantearlo sin encubrimiento implica cuestionar la sociedad capitalista en su contradictoriedad constitutiva, esto es, como una forma transitoria, no absoluta -y finalmente absurda- de organizar la producción social. La “crítica de la economía política”, en cambio, puesto que su horizonte es la transformación radical de esa sociedad, no sólo puede preguntar por la crisis, sino que, en algún sentido, se constituye toda ella como un desarrollo de esa pregunta. Ciertamente, Marx no llegó a elaborar la teoría -tantas veces prometida y postergada- de la crisis económica[iii]. Sin embargo, los desarrollos de las formas “dinero”, “mercancía”, “valor” y “capital”, conducen una y otra vez a ese fenómeno. Sus estudios de madurez tratan de fijar qué condiciones de la sociedad burguesa ocasionan las crisis que periódicamente la asolan, acontecimientos que constituyen para él una de sus determinaciones fundamentales[iv]. [...]

La explicación marxiana muestra las crisis como resultado inevitable de las contradicciones del modo de producción capitalista. Al tiempo, las presenta como medio que conserva y potencia el poder del capital, ya que desatascan las obturaciones por sobreacumulación del proceso de valorización y sirven a la centralización. Tenemos que considerar aún un nuevo aspecto de la función conservadora para el orden capitalista de la crisis: su efecto contrarrestante a la tendencia a la caída de la tasa de beneficios, esto es, al derrumbe económico.

Marx pensaba –y este era para él un supuesto material fundamental para confiar en la eliminación de las relaciones capitalistas- que la creciente composición orgánica lleva aparejada la caída gradual en la tasa de de beneficios (25, 222). Podría afirmarse que esto constituye la concreción en la sociedad capitalista de la contradicción entre desarrollo de las fuerzas productivas y relaciones de producción. Para un sistema cuyo alfa y omega es el beneficio, un decrecimiento progresivo de su tasa resulta catastrófico. Esa tendencia apunta en último término objetivamente al derrumbe. Claro que Marx no piensa esa ley como las que rigen los procesos naturales, y de hecho señala la existencia de “causas contrarrestantes” (25, 242-250) que entorpecen o suprimen la acción de la ley general. Las crisis, agudizadas por la disminución de la tasa de beneficios, producen a su vez el efecto de ralentizarla. Esa disminución, escribe, “fomenta sobreproducción, especulación, crisis, capital sobrante junto a población sobrante” (25, 252). A la inversa, las crisis frenan aquella disminución. Por una parte, como sabemos muy bien hoy, crean las condiciones para elevar el grado de explotación del trabajo; por otra, dejan sitio para el mantenimiento o el nuevo comienzo de la valorización. 

La conclusión a que lleva el análisis que he venido describiendo es que las crisis económicas constituyen un medio para el fortalecimiento y la conservación del poder del capital. Eliminan la sobreacumulación que obstaculiza la extracción de plusvalor; sirven a la centralización de capitales y, por tanto, a su dominio del trabajo; atrasan la formación de las condiciones objetivas para el desmoronamiento del capitalismo. Marx escribió en un borrador de carta 1881 que el desarrollo del capitalismo “no es más que una historia de antagonismos, crisis, conflictos y catástrofes” (19, 397). El sentido conservador de las crisis nos enseña que el desarrollo de la sociedad capitalista se realiza a través (y no a pesar) de la destrucción de riqueza, trabajadores y medio natural. ¿Podrá interrumpirse ese desarrollo? Esa posibilidad –si es que la humanidad no está condenada a seguirlo hasta la catástrofe final- tendrá finalmente que sustentarse en la constitución de los individuos como agentes de una transformación radical de la sociedad[vii]. Y Marx pensaba que precisamente las crisis podrían actuar también de catalizadores para la formación de una subjetividad “práctico-crítica”. [...]

La noción de “derrumbe” en Marx puede inducir al pensamiento de que el final de la sociedad capitalista acontece como una consumación o realización de la misma totalidad antagónica en su desarrollo objetivo. Henryk Grossmann, por ejemplo, llegó a creer posible una predicción exacta de la crisis última y del fin del capitalismo a partir de la ley de caída de la tasa de beneficios. La publicación de su obra en 1929 coincidió con una crisis sistémica profunda que, en lugar de a una sociedad liberada, condujo a la continuidad del capital por medio del fascismo, diversas formas de autoritarismo de estado y, finalmente, una guerra horrenda terriblemente resuelta. Es preciso, frente a las interpretaciones deterministas del derrumbe, volver a poner en primer plano la insistencia de la teoría crítica marxiana en la historicidad del capitalismo. Este pensamiento implica asumir la posibilidad de que las crisis también puedan desembocar en una orgía de destrucción. Dentro de la mediación de contingencia y determinación que es la historia, la praxis transformadora antes aludida no habría que derivarla directamente de la dinámica misma de la sociedad capitalista, sino asumir que, en todo caso, podría autoconstituirse a través de su negación. El discurso de Marx sobre los estatutos de la Internacional (1864) expresa muy bien esa idea de un sujeto que se transforma a sí mismo por medio de la misma praxis transformadora (16, 14). En el contexto de la crisis presente, eso podría traducirse en que la idea de una supresión del orden capitalista no exige la identificación de un sujeto revolucionario ya formado y organizado, sino suponer la posibilidad de cierta fuerza de negación en los explotados y desposeídos (incluyendo, claro, a las explotadas y desposeídas). Una aplicación consecuente de Marx entenderá que el objetivo de eliminar el trabajo asalariado va unido a la supresión del patriarcado, de la desposesión racial, étnica y cultural, del dominio devastador de la naturaleza. [...]

26 de septiembre de 2019

LA CATÁSTROFE ES EL CAPITAL

Omnia Sunt Communia, Chile, septiembre de 2019

El Amazonas en llamas, Brasil, agosto de 2019

“Los sectores triunfantes de Occidente cavan su propia tumba con la potencia de 
destrucción ecológica del sistema productor de mercancías.”
Robert Kurz, El colapso de la modernización, 1991

A esta altura para nadie debería ser ya una novedad que estamos inmersos en una seria crisis sistémica provocada por el actual desastre capitalista que nos tiene al borde del abismo. Sin embargo, aún persiste un discurso –común incluso en autoproclamados “revolucionarios”-, que afirma que basta con gestionar los medios de producción “de manera distinta”, eliminando sus consecuencias nocivas, para resolver el problema. La “tecnociencia”, -nos dicen-, reorientada hacia la conservación del entorno, sería la llave que garantizaría el retorno al equilibrio entre la humanidad y la naturaleza. Por el contrario, la investigación y el desarrollo científico “nunca tuvo como finalidad satisfacer nuestras necesidades y deseos, sino más bien mantener, ampliar y reproducir el orden dominante” (1), por lo que no se trata de algo neutral. Este camino es sólo una “ilusión renovable”, que se presenta como solución, pero que profundiza el problema: “el desarrollo tecnológico no es fruto del optimismo, no de la fe ciega en el progreso, no de unas políticas nefastas de I+D, sino la única salida que encuentra el valor para, dado un aumento de la competición de capitales por el empeoramiento de las condiciones de producción, salir del embrollo en una huida hacia adelante por conseguir rascar alguna plusganancia en el tiempo que dure la mejora de la productividad” (2). La renovación de la promesa tecnológica nos lleva a un callejón sin salida, ya que, “la tecnología responde a la sociedad que la genera (…) y nuestra formación social capitalista es un sistema de producción de nocividad que determina la generación de sus paliativos” (3).

Generalmente el “cambio climático” que amenaza la vida de millones de especies y ecosistemas, “la crisis energética” por el agotamiento de los combustibles fósiles de los cuales dependemos, y el capitalismo como sistema de alcance planetario, son abordados de manera separada y fragmentaria, sin una perspectiva de totalidad, que vislumbre que de lo que se trata es de una catástrofe capitalista cada vez más brutal y al parecer “terminal”. La actual devastación de la biosfera no puede entenderse aisladamente, en un mundo que obedece de manera impersonal a la lógica de producir y acumular valor sin cesar –que integra todos los aspectos de la vida cotidiana a los dictámenes de la economía-, y que, para la consecución de este ciclo, una y otra vez, no tiene escrúpulos en destruir todo a su paso. El desarrollo del capitalismo fundado en la idea de crecimiento perpetuo y en el progreso infinito de las fuerzas productivas, en la actualidad ha devenido, tal y como lo advirtieran Marx y Engels en La ideología alemana de 1846: “a un estadio en el que nacen fuerzas productivas y medios de circulación que solo pueden ser nefastos en el marco de las relaciones existentes y no son más fuerzas productivas, sino fuerzas destructivas". En consecuencia, considerar que la gestión democrática del Estado, los medios de producción, o, la ciencia, impedirán esta tendencia hacia la autodestrucción, no es más que un sinsentido.

En Abya Yala, se ha intensificado la actividad extractiva y la destrucción del medio ambiente, produciéndose choques, muchas veces violentos, de comunidades –muchas de ellas indígenas- que defienden el territorio y se niegan al avance del capital. Los megaproyectos enmarcados en la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) (4), que están operativos desde el año 2000, buscan levantar toda una red de rutas viales y complejos industriales que faciliten el saqueo y la explotación de combustibles fósiles tan escasos hoy –utilizando técnicas tan destructivas como el “fracking”-, minerales y “bosques” –de especies foráneas de rápido crecimiento, como pinos, eucaliptos o álamos-; intervenir los cursos de agua para proyectos enérgeticos y de megaminería; ocupar grandes extensiones de tierra en monocultivos modificados genéticamente –por ejemplo, soja-; etc. El despojo ha ido creando “zonas de sacrificio” en donde la catástrofe de la acumulación capitalista y su horizonte civilizatorio aparece sin ningún velo y en su total crudeza: “dicho proceso es indiferente a las necesidades reales de la población y a los impactos medioambientales, pues persigue objetivos meramente capitalistas” (5).

Desde el año 2008, la sociedad capitalista se encuentra en una grave crisis de acumulación que, para sortearla exitosamente, según dicen las y los defensores del “decrecimiento”, bastaría con “movilizar tropas reuniendo a todos los que quieren creer que podríamos ‘salir del desarrollo’ (es decir, del capitalismo) permaneciendo en él” (6). Buscar otro tipo desarrollo y otro tipo progreso, la mera crítica técnica del activismo ecologista, “volver a la naturaleza” e irse al campo alejándose de las metrópolis, impulsar una suerte de “democracia ecológica” o “capitalismo verde”, “obligar” al capitalismo a no crecer, apostar a la acción institucional, reorientar la producción a una economía de carácter “social”, intentar regresar en la historia a un pasado supuestamente idílico (“primitivismo”), o incluso cualquier solución de índole personal-moral (7), son totalmente estériles para superar el actual impasse que experimenta la humanidad y la tierra. Mientras, “la contradicción entre un sistema forzado a crecer por su dinámica interna y un planeta finito repercute cada vez más profundizando la contradicción entre dinero y la ganancia, por un lado, y las necesidades humanas por otro” (8), continué operando, nuestra situación solo empeorará.

Nuestra única salida es liquidar el capitalismo y sus relaciones sociales, ya que, parafraseando a Walter Benjamin, la catástrofe es el capital y la forma de no-vida que nos impone. El capital destruye el entorno y los seres humanos indistintamente: la base de sustentación material de la vida, y, la especie humana en su conjunto, están en grave riesgo mientras la relación social del valor y todas las categorías mercantiles continúen vigentes. La revolución proletaria sigue estando a la orden del día, su posibilidad y necesidad, es nuestra única garantía de éxito. La construcción de una comunidad humana mundial y la ruptura total con el sistema productor de mercancías, modificarán radicalmente nuestra relación con la naturaleza y nuestras relaciones interpersonales. Solo el comunismo y la anarquía nos salvarán del colapso y el desierto que vienen.

Notas:

(1) “Cuadernos de Negación”, N° 8, noviembre 2013, “Crítica de la razón capitalista”. Región argentina. P. 3.
(2) “El decrecimiento y la gestión de la miseria”, Grupo Barbaria, Madrid, 2019. Disponible en línea en: http://barbaria.net/2019/06/09/el-decrecentismo-y-la-gestion-de-la-miseria/
(3) Vela, Corsino (2018) Capitalismo terminal. Anotaciones a la sociedad implosiva. Madrid: Traficantes de sueños. P. 110.
(4) Desde el año 2011 en la región chilena, este plan es asumido como Foro Técnico del Consejo Sudamericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN). Para una compresión detallada de cómo opera este plan en nuestra región recomendamos: “Cuadernos del capitaloceno”, N° 1, primavera 2018, norte semiárido.
(5) “La ideología del Progreso en Latinoamérica”, en: Amorós, Miguel (2016) Cénit y ocaso. Materiales para una crítica de la ideología del progreso. Isla de Maipo: Ediciones Askasis / Ediciones Tercer Asalto. P. 152.
(6) Riesel, René & Semprun, Jaime (2011) Catastrofismo, administración del desastre y sumisión sostenible. Logroño: Pepitas de Calabaza Editorial. P. 94
(7) Recomendamos el artículo, “Olvidémonos de las duchas cortas o porque el cambio personal no implica un cambio climático”, en: Jensen, Derrick (2015) El pacifismo como patología y otros escritos. Santiago: Colectivo Editorial Nihil Obstat-Editorial Viejo Topo: P. 41-51.
(8) “Colapso. Cambio climático-Crisis energética-Capitalismo terminal”, folleto de la Biblioteca y Archivo Histórico-Social Alberto Ghiraldo, octubre de 2018, Rosario, Región Argentina.

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Relacionado: Deforestación en la selva amazónica. Boletín "La Oveja Negra" N° 65. Septiembre de 2019

25 de septiembre de 2019

DESTRUIR EL CAPITALISMO PARA ACABAR CON LA DEVASTACIÓN DE LA NATURALEZA Y LA HUMANIDAD

CONVOCATORIA SEMANA DE LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO Y TODA NOCIVIDAD 20-27 SEPTIEMBRE 2019: https://tarcoteca.blogspot.com/2019/03/convocatoria-madrid-bloque-anarquista.html

CON EL CAPITALISMO NO SE DISCUTE, AL CAPITALISMO SE LE DESTRUYE, O ÉL NOS DESTRUIRÁ COMO HOY LO ESTÁ HACIENDO. ORGANIZACIÓN, REFLEXIÓN Y ACCION!!!!!


Diversas instituciones, grupos ecologistas, organizaciones sindicales, grupos estudiantiles, reunidos bajo el nombre de ´Frifays for future´ han convocado la llamada ´Semana por el clima´ del 20 al 27 de septiembre. Básicamente esta semana consiste en manifestaciones  programadas, alienantes en las que pedir al Estado y otras instituciones (ONU, G7…) que pongan remedio o tomen medidas ante el desastre que están causando. En su discurso simplista, recuperador y dirigista enningún momento critican la causa de la devastación en curso: el capitalismo tecno industrial y su organización técnica del mundo. Son aquellos que critican el cambio climático sin criticar a quienes loproducen: tienen un cadáver en la boca, aquellos que defienden el mito del progreso, del desarrollo sostenible y de una vida ´cómoda´ a cambio de la esclavitud y de mercantilizar todo aspecto de nuestra vida, una vida vendida a la dominación tecnológica. Son aquellos que han comprado en el supermercado de la rebelión el nuevo producto de moda: el cambio climático Fridays for future? Hoy más que nunca el futuro no existe, vivimos en un eterno presente y cualquier vestigio del pasado ha sido borrado. Las prótesis tecnológicas que nos rodean y colonizan nos hacen vivir en un sonambulismo continuo, donde la catástrofe no está por venir como se empeñan en advertirnos con su venda en los ojos, la catástrofe es aquí y ahora, la catástrofe es el capitalismo tecno industrial, la catástrofe es esta vida alienante dirigida por los algoritmos de nuestros ´asistentes virtuales´, la catástrofe es un mundo ya devastado por la industria.

El cambio climático, más bien deberíamos hablar de modificación climática, es una más de las miles de consecuencias nocivas de la revolución industrial (la única revolución que iniciada hace dos siglos ha llegado a todos los puntos del planeta y colonizado y mercantilizado todo lo vivo) el cambio climático es indisociable del sistema tecno industrial: deforestación, acidificación de los océanos, desertización, extinción de miles de especies animales y vegetales, miles de productos químico-toxicos que condenan nuestra existencia, contaminación de tierra, aire y agua son sólo algunas de todas las nocividades, de todas las consecuencias de este sistema. Creemos entonces que hablar sólo de cambio climatico sin criticar el sistema tecno industrial es caer en un reduccionismo es no ir a la raíz del problema.

El cambio climático y todas las nocividades son las consecuencias del proyecto de la tecnocracia que gestiona y administra nuestras vidas. Un proyecto que consiste en colonizar, dominar y mercantilizar todo lo vivo. Una vez colonizada y dominada la naturaleza el objetivo son los seres humanos, un proyecto basado en la convergencia de las tecnologías conocidas como NBIC (nanotecnologias, biotecnologias, tecnologias de la información, ciencias cognitivas) a las que podriamos añadir robotica e inteligencia artificial, su codicia y avaricia no tiene fin. Si semercantiliza todo hasta nuestras actividades más cotidianas los beneficios no parán de aumentar. Convertir el mundo y todo lo que habita en ello en una máquina programada donde nada escapa a su control: mundo-máquina, humano-máquina. Lo que nos lleva a una visión mecánica del mundo de nosotros mismos y de todo lo que nos rodea.

El sistema tecno industrial necesita de grandes cantidades de energía para poder funcionar, cientos de programas de investigación con inversiones multimillonarias están dedicados a encontrar nuevas fuentes de energía. Esta necesidad de energía para que el mundo funcione tiene como consecuencia la devastación del territorio y la aniquilación de millones de animales humanos y no humanos. La energia industrial mueve el mundo es necesaria para la producción y distribución de todos esos objetos innecesarios que encontramos a nuestro alrededor, es la economía y es la guerra. El sistema ha comprendido y ha visto como un gran negocio que sólo las energías ´renovables´y ´limpias´permitirán su expansión y supervivencia, el nuevo proyecto de la tecnocracia es ´renovable´y ´sostenible´es ecológico. Este nuevo proyecto se extiende igualmente por todo el territorio desde los desiertos industriales de paneles solares y campos eólicos ( causantes también del cambio climático, devastación del territorio, canceres etcc)…) hasta las eco-ciudades (no-lugares donde todo esta controlado, optimizado y automatizado eso si de verde e igualmente productoras de cientos de nocividades y de una vida alienante). Así defender la energía verde es defender el proyecto que nos dirige a gran velocidad, a ritmo del progreso, hacia el abismo, es defender el proyecto de quienes están creando un mundo totalitario, es defender el proyecto de aquellos que gestionan y administran nuestras robotizadas vidas.

Por ello hacemos un llamamiento a una semana de lucha contra el cambio climático y toda nocividad del 20 al 27 de Septiembre. Desde una perspectiva anarquista, que desborde los limites impuestos por la socialdemocracia. Una semana más en la que mediante la acción directa en cualquiera de sus formas los diferentes individuos y grupos se enfrenten al sistema tecno industrial. La semana del 20 al 27 de setiembre es sólo una meta para el ecologismo liberal y estatista, pero para aquellos que aspiramos a la eliminación del estado, del capitalismo, el patriarcado y el sistema tecnoindustrial es una oportunidad para desbordar los estrechos márgenes de la domesticación e iniciar una vía autónoma, anticapitalista y anarquista contra la nocividad tecnoindustrial.

Ni el Estado ni la tecno-ciencia nos salvarán. La lucha es el único camino.

AMENAZADOS POR UNA CRISIS CLIMÁTICA PROVOCADA POR EL CAPITALISMO

Una vez el alud de datos y estudios hace irrebatible la realidad del cambio climático y que el entramado corporativo-capitalista se vea forzado a aceptarlo, ahora toca sacar provecho y convertir en una mercancía banal la acción en contra, en mercancía comercial y política para continuar extendiendo la dominación.

El desastre climático y sus impactos sobre la salud, la economía y los ecosistemas se ha convertido en instrumentos para profundizar y extender a todos los niveles de la vida (no solo la vida humana) del planeta. La angustia y la culpa se extienden y sirven a los intereses del sistema.

El sistema tecnoindustrial capitalista ha convertido la tierra en un infierno para millones de personas oprimidas, para miles de especies no humanas, animales y vegetales, y para los ecosistemas.

El resultado de la dominación climática y su mercantilización suponen el empobrecimiento y la alienación de la mayoría del mundo vivo, la destrucción de la biodiversidad y de miles de vidas humanas.

Toda esta mercantilización gira alrededor de una responsabilidad “compartida por todos, compartida como consumidores, y compartida por permitir que los políticos del estado, de la comunidad y del municipio lleven a cabo políticas devastadoras y efectúen simulacros, como las declaraciones de emergencia climática. Nunca se identifican los verdaderos responsables reales: los sistemas capitalistas, el estatal y tecnoindustrial que son los causantes finales del cambio climático.

¿CUALES SON LAS FUENTES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO? Y ¿QUIÉNES SON LOS EMISORES?

No se suele destacar que el 79% de los gases de efecto invernadero provienen directamente del sistema tecnoindustrial (la generación de energía, el transporte, la industria y la agricultura industrial) y sólo el 11,5% de los sectorrs residencial y comercial (IPPC 2015), otros estudios atribuyen a la ganadería el 14,5 (FAO 2013), la producción y distribución de alimentos seria del 25%, como podemos ver los valores de emisiones varían mucho según la fuente. Queda claro, sin embargo, que el sistema tecnoindustrial genera por encima del 80% de las emisiones.

Los medios de comunicación desvían la atención, escoden las responsabilidades del sistema y desvían las culpas sobre la población en general, los que emiten este pequeño 6%, los pobres que viven en pisos mal aislados, los trabajadores que se desplazan a polígonos lejanos sin transporte público, los desfavorecidos que consumen alimentos industriales superprocesados y que no compran en la eco-tienda, por barreras económicas, culturales y sociales.

Hay otras muchas estrategias tramposas para culpabilizar a la gente, y para convertir esta culpa en mercancía, por ejemplo en el uso de plásticos, la mayor parte del plástico (el propileno y el polietileno,) proceden del petróleo, el 90% del plástico producido va directamente a usos industriales. Poco más del 10% se convierte en productos de consumo general, pero nos cuentan que la culpa de todo es de las pajitas de plástico y de las compresas, no nos hablan de las piezas de máquinas y aparatos, de los recubrimientos o de los embalajes industriales… o de tantos usos necesarios para perpetuar el sistema.

El cambio global tendrá efectos directos y graves, cada vez más extendidos, y los más desfavorecidos serán los que padecerán las consecuencias, los pobres, los habitantes de los países colonizados, las mujeres, las niñas, los niños…

Ante esto los bomberos profesionales de los conflictos, los recuperadores de revueltas, los domesticadores de salvajismos se están anticipando a las posibles reacciones que se producirán cuando sintamos los efectos de esta crisis provocada.

EL ACAPARAMIENTO CAPITALISTA DE LOS RECURSOS AGRAVA LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Ante la crisis, el capitalismo y los estados “desarrollados” para evitar sus efectos y especular con estos mismos efectos, están acumulando recursos. Tierras agrícolas en todo el mundo, minerales raros o imprescindibles para la industria… y, sobretodo, agua, que es una substancia imprescindible para la vida y para el funcionamiento de los ecosistemas.

Previendo la escasez del recurso , alrededor del agua se ha generado un movimiento especulativo muy intenso, los buitres de los fondos de inversión ya han puesto la mirada sobre ella a través de Fondos Cotizados de Inversión, los 13 fondos más importantes en el campo del agua acumulan 8.384 millones de euros, sólo en patrimonio y garantizan rentabilidades extraordinarias y continuadas. Según los desaprensivos de “Standard and Poor’s” el mercado del agua tendrá en el 2020 un valor de un billón (europeo) de euros.

Todo esto mientras el agua no es un recurso accesible (con la calidad necesaria) para todas las personas, todo esto pasa cuando centenares de millones de personas no disponen de un suministro de agua en condiciones y 2.000 millones se abastecen de agua con contaminación fecal.

EL CAPITALISMO HA PROVOCADO LA CRISIS CLIMÁTICA Y AHORA NOS QUIERE HACER PAGAR LAS SOLUCIONES!!… Y SEGUIR ACUMULANDO BENEFICIOS

Es inverosímil pensar que decenios de explotación, de deforestación, de destrucción de ecosistemas, de envenenamiento de los suelos, del aire y del agua, de vertido de residuos, de emisión de gases de efecto invernadero y de extractivismo galopante, no tendrían ningún efecto. Efectos que pagarán los de siempre.

Pero también es inverosímil pensar que la codicia, la avaricia, la prepotencia, la soberbia, la falta de escrúpulos y el afán de dominación del capitalismo y del sistema tecnoindustrial cederán ante las necesidades de las personas, de los ecosistemas y de la tierra. Solo una revuelta, una insurrección generalizada que les destruya podrá detener y poner solución a la devastación de la tierra y poner fin a la crisis climática.

Dentro de su lógica de dominación y de división territorial (estatal) del mundo hay una jerarquía que viene de antiguo que hunde sus raíces en la colonización y que se expresa como imperialismo y neocolonialismo (UE, EUA, Rusia, China…), donde los sometidos (menos las élites económicas y/o culturales de los países dominados) ocupan una posición subalterna y más vulnerable frente al cambio climático, al margen de la posición en la jerarquía mundial del país donde viven.

MIENTRAS HAYA CAPITALISMO LA DEVASTACIÓN SEGUIRÁ!!

De hecho capitalismo es sinónimo de cambio climático, desde sus orígenes hasta ahora mismo. Con la nocividad sobre los trabajadores industriales, con el hollín, el humo y tóxicos diversos sobre los barrios obreros, desde la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX, hasta el Bangladesh o la China del siglo XXI, nocividad extendida sobre todo el planeta y a la que hay que añadir los tóxicos de la agricultura industrial y los efectos del cambio climático generado.

El cambio global afecta sobretodo a los pobres que son los más afectados por los fenómenos meteorológicos extremos (tifones, huracanes, inundaciones, sequías…), la subida del nivel del mar y el aumento de enfermedades ligadas a la temperatura.

Mientras los ricachones, no solo escapan a sus efectos (disponen de la tecnología y el control sobre el territorio), sino que además sacan provecho: nuevas inversiones millonarias en energías renovables, obras públicas milmillonarias de prevención de los riesgos (protección de costas, obras hidráulicas, nuevas redes de comunicaciones…).

El control de los desplazamientos de población causados por el cambio, control de fronteras, también da grandes beneficios a las industrias del complejo militar/policial.

En resumen, una vez más un “negocio del siglo”, del siglo XXI, y con lo que quede, del siglo XXII.

Seguramente los dominadores de la tierra tienen algún as guardado en la manga frente a crisis futuras, una especie de habitación del pánico, que en términos generales supondrá seguramente militarización, control social y, “naturalmente”, más opresión y más dominación.

Se suele considerar que un 1% de la población mundial derrochan más del 50% de los recursos, en otras valoraciones se dice que un 5% consume el 90% de la energía… Son evaluaciones muy discutibles, pero todas van en el mismo sentido, una minoría insignificante se apodera de la mayor parte del pastel. Es fácil imaginar que si el consumo de materia, energía, alimentos… de este 5% se igualase al del resto del mundo se podría revertir el cambio climático, pero es impensable que este 5% renuncie voluntariamente a sus privilegios. Así que tomando la metáfora del navío hundiéndose, este 5% es el porcentaje que será necesario tirar por la borda si no se conforma.

Indudablemente oponerse a la dominación económica y cultural, oponerse a la devastación y a la destrucción de la tierra, oponerse al tecnocapitalismo y a los estados tendrá un coste, un coste para las personas y los ecosistemas, pero como se decía durante la revolución social de 1936 “no nos importa heredar un mundo en ruinas, porque llevamos un mundo nuevo dentro de nuestros corazones”.

La semana del 20 al 27 de setiembre es sólo una meta para el ecologismo liberal y estatista, pero para aquellos que aspiramos a la eliminación del estado, del capitalismo, el patriarcado y el sistema tecnoindustrial es una oportunidad para desbordar los estrechos márgenes de la domesticación e iniciar una vía autónoma, anticapitalista y anarquista contra la nocividad tecnoindustrial de la invariante economía capitalista, su democracia-dictadura y sus sempiternos Estados burgueses de derecha o de izquierda.

24 de septiembre de 2019

EXARCHIA [ATENAS]: OCUPACIÓN POLICIAL Y RESISTENCIA ANARQUISTA

¡Solidaridad internacionalista con Exarchia, epicentro de la revolución social mundial!

EXARCHIA EN ESTADO DE ALERTA













En pleno centro de Atenas, en el barrio de Exarchia —referente de movimientos anarquistas en todo el mundo—, existen decenas de edificios ocupados, muchos de ellos son los hogares de cientos de personas migrantes y refugiadas que quedaron atrapadas en Grecia debido al Reglamento Dublin III. En estos edificios, personas de todas las edades y distintas nacionalidades que quedaron fuera de los sistemas de protección gubernamentales han creado comunidades basadas en la autogestión y el trabajo cooperativo para sobrevivir y desarrollarse. Niños y niñas crecen entre asambleas semanales, entre culturas e idiomas distintos, bajo las normas del respeto y la convivencia pacífica. Personas europeas colaboramos desde la horizontalidad, trabajando con ellos y ellas, aportando lo que está en nuestras manos para mantener esos microuniversos al margen del sistema.

A principios de julio, el partido conservador Nueva Democracia ganaba las elecciones en el país heleno. Su líder, Kyriakos Mitsotakis, se proponía, entre otras reformas para endurecer las condiciones de migrantes y refugiados, “limpiar” el barrio de Exarchia. No han pasado ni dos meses y el barrio ya está sufriendo ataques y desalojos. Las activistas que allí residen denuncian que el propio gobierno destroza el barrio y después toma fotos para justificar las intervenciones. El pasado lunes, 26 de agosto, por la mañana, los squats de Spirou Trikoupi 17, Transito 15 y Gare, eran brutalmente evacuados.

Sobre las 5:00h a.m. la policía entraba en Trikoupi rompiendo las puertas del squat. Las personas del equipo de seguridad que vigilaban la entrada esa noche no pudieron hacer nada contra la avalancha de policías armados que subían piso por piso. Mientras ascendían, ordenaban a gritos que todo el mundo saliese de sus habitaciones. “Una de las mujeres que se encargaba de la seguridad empezó a temblar y no podía moverse”, explicaba un afgano que vivió el desalojo, y añadía: “Tenían pistolas en sus manos y parecía que estuviesen arrestando a criminales”. Comenzaron a destrozar objetos y mobiliario, a tratar a la gente con violencia, hasta el punto de que empujaron a una niña y le rompieron un diente. Reunieron a todo el mundo en la zona común, separaban a los hombres y mujeres que estaban solas de las familias y sobre las 8:15h se las llevaban en bus a la comisaría de Petrou Rali.

La conciencia social que desarrollan las personas refugiadas que habitan los squats supera la de muchas personas europeas que viajan como voluntarias a colaborar en Atenas. La capacidad crítica, la rabia contra las injusticias que les atraviesan, el empoderamiento del que son partícipes en comunidad, no tiene medida. Otro compañero, también afgano, que no fue detenido explicaba “es el momento que estábamos esperando, necesitamos ayudarles, tenemos que mostrarles cómo de fuertes somos, de lo contrario todo lo que hemos hecho será en vano”. En un contexto como este, no hay diferencia entre refugiadas y activistas, todas lo somos y todas actuamos unidas.

Tras tres horas en la comisaría, alrededor de 140 personas desalojadas seguían en la sala de espera sin haber recibido ningún tipo de información. En un momento dado, la policía empezaba a chequear la documentación de todas y a anotar sus datos, pero después de eso, todo el mundo seguía en el mismo lugar sin noticias.

Al medio día, cada persona recibía un plato de pasta para comer, pero si querían agua tenían que pagar 50 céntimos. Pasaban las horas y las niñas y niños empezaban a estar cansados, hambrientos, sedientos, sin espacio ni intimidad para dormir. Nadie sabía a qué estaban esperando, por qué estaban allí, hasta cuándo ni qué iba a pasarles. Ninguna persona externa podía acceder a esa sala de espera, ni siquiera para llevarles alimentos, agua o ropa. A las 22h, las personas documentadas fueron trasladadas a un alojamiento temporal a las afueras de la ciudad, sin comida ni agua, donde tampoco podía acceder ninguna persona externa; mientras que las no documentadas fueron directamente detenidas.

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES NO DESCANSAN

La colaboración y la respuesta social es tan instantánea, que incluso algunas de las personas sin documentación fueron escondidas en el momento del desalojo y consiguieron salir. El sentimiento de unidad entre personas tan diversas no habría podido generarse sin la existencia de los squats y movimientos de solidaridad de Atenas.

Mientras las cerca de 140 personas eran retenidas como delincuentes en la comisaría, el resto de activistas se coordinaban. La principal tarea: informar. Una red de solidaridad internacional se articulaba para que nada de lo que sucede en Atenas y en Exarchia sea silenciado. Varias publicaciones de Facebook del squat Spirou Trikoupi 17 sobre el desalojo fueron eliminadas, pero las compañeras volvieron a publicarlas una y otra vez. Se convocó una concentración de urgencia en Notara, otro squat del barrio, para manifestarse en contra de la represión policial, las mentiras, la violencia y los desalojos.

Sin embargo, las acciones llevaban mucho tiempo preparándose. Kyriakos Mitsotakis prometió a sus votantes que antes de que acabase su legislatura, se tomaría un café en la plaza de Exarchia. Con esa simpleza, el líder de Nueva Democracia desafiaba a todo un barrio antiautoritario y a quienes colaboraron en convertirlo en un hito internacional. Con esas palabras se mofaba de las revueltas estudiantiles que iniciaron la resistencia antifascista en 1973 contra la dictadura de la Junta de los Coroneles, y también se reía del joven Alexandros Grigoropoulos, asesinado por un policía en 2008. Una muestra de poder, autoridad y prepotencia que fue suficiente para que los movimientos anarquistas comenzaran a prepararse.

El gobierno anunció a la prensa un plan para desalojar en 15 días un total de 23 okupas en Exarchia, 12 de los cuales albergaban refugiados e inmigrantes y otros 11, colectivos anarquistas. Entonces, diferentes grupos y casas okupas de Atenas se reunieron durante horas, dando forma a un nuevo colectivo más global, para debatir el modus operandi de una gran embestida. Se barajaron todo tipo de escenarios, tantos que era imposible preparase para todos. Por suerte, Exarchia siempre ha estado lista para resistir, pero la colaboración internacional es fundamental.

“NO PUEDEN DESALOJAR UN MOVIMIENTO”

Los movimientos anarquistas a nivel mundial ya están conectados, coordinando la ayuda necesaria para evitar que Exarchia deje de ser el epicentro revolucionario. Además, personas que, sin formar parte de colectivos tan organizados, quieren echar una mano, también se movilizan para denunciar los ataques al barrio, demostrando que los y las compañeras que se encuentran allí, no están solas, y que, como gritan sus consignas “somos semillas” y “no pueden desalojar un movimiento”.

En menos de 24h desde que comenzaron los desalojos, activistas que colaboramos allí durante mucho tiempo, personas refugiadas que pasaron por Atenas y que actualmente residen en otros países europeos, centros sociales y colectivos de diferentes partes del mundo hablábamos y nos manteníamos al corriente de las novedades para poder contarlo, siempre en concordancia con lo que las compañeras de Atenas nos transmitían y nos pedían.

Empezaba diciendo que la solidaridad está en crisis, no porque no la haya, sino porque parece que hay otra fuerza mayor encargada de eliminarla. Sin embargo, la resiliencia también se aplica a las acciones solidarias. La cooperación y la lucha social es agotadora en cuanto a que requiere de mucho tiempo para la planificación, toma de decisiones, división de tareas, etc. pero trabajar en equipo tiene la ventaja de permitir turnos de descanso muy necesarios que hagan que la fuerza no se debilite. El autocuidado en movimientos tan amplios es indispensable.

En Atenas ha comenzado una batalla, al igual que en el Mediterráneo, en el Amazonas, en México, en Argentina, y al igual que se llevan librando durante años en Palestina, Siria o Yemen, entre otras muchas zonas de conflicto. Sin embargo, allá donde haya violencia y represión, habrá resistencia y movimientos que traten de frenarlas.

Últimamente, en occidente, las ideologías machistas, racistas, xenófobas… fascistas, en resumen, parecen estar cobrando fuerza y las disidencias están siendo cada vez más castigadas. Por esta razón, es necesario visibilizar las resistencias, las acciones comunitarias, cooperativas y solidarias que se mantienen vivas, así como colaborar en la medida de lo posible con ellas. Como afirman las compañeras de Atenas: “¡No pasarán!”.

Por: "Eva Serós Quintero", Psicóloga Social y Activista
31 de Agosto de 2019


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Relacionados:



Anarquistas defendiendo Exarchia en las calles: fotos y video

Ver actualización de noticias de los hechos en curso en Exarchia en: Agencia de Noticias Anarquistas (página de facebook)

17 de septiembre de 2019

UNA CRÍTICA RADICAL ACTUAL DEL CAPITAL Y SUS IZQUIERDAS POSTMODERNAS

Puzzle, 05/09/2019
Durante la investigación y acción revolucionaria es bastante común leer críticas y presenciar actos que, por muy bien intencionados que sean, se basan en lugares comunes de la crítica anticapitalista que la mayoría de las veces son resultados de una mala comprensión del capital. Para posicionarse desde una postura que realmente toque la fibra de aquello que se quiere destruir, es necesario indagar, conocer al enemigo. Esto no quiere decir que la teoría resuelva el mundo por sí sola y que baste con aprenderla, sino que es necesaria aplicarla para dirigir la consciencia a actos efectivos y concretos.
Si se entiende que el capitalismo es la sociedad organizada por las categorías del trabajo, del dinero, la mercancía y el valor, consecuentemente se podrá comprender que los movimientos que critican la producción capitalista (como el veganismo, ecologismo, decrecentismo, antidesarrollismo, autogestionismo) no podrán detenerla ni emanciparse de ella si no atacan estas categorías fundamentales que la constituyen. No podrán ser considerados anticapitalistas si no acometen conscientemente contra los fundamentos del capital, ya que el mercado se encarga de adaptarse a las demandas de quienes participan en él. Un capitalismo en que la comida y la ropa no estén hechas de animales es contradictoriamente imaginable. Es cuestión de proyectar en la mente una progresiva destrucción de todos los bosques del mundo para así despejar terreno y plantar monocultivos que permitan seguir produciendo con el fin de multiplicar el dinero, de obtener ganancia. El capitalismo es intrínsecamente destructivo.
Así también es bastante común encontrarse con críticas de fenómenos potenciados por el capital -como la explotación, la xenofobia, la injusticia, el clasismo-, pero carentes de análisis sobre el trabajo, el dinero y la producción de mercancías, que son los hilos de los cuales cuelga todo el sistema, junto a sus clases sociales y sus instituciones. El movimiento antifascista, que por muy importante que sea para defendernos de la violencia de la clase dominante, no es un movimiento necesariamente emancipador y anticapitalista, puesto que no tiene por objetivo la eliminación del trabajo y del dinero, sino que busca la erradicación de la violencia a través de la autodefensa, lo que no supone la eliminación del trabajo, del dinero, ni de la forma-mercancía.
Cada vez se hace más urgente detener y disminuir la producción y el consumo en general, no sólo de productos contaminantes y que provengan de la tortura, pero eso solo podrá realizarse y sostenerse en el tiempo si se detiene y supera la lógica que mueve al dinero, que es la lógica del valor. El responsable es más complejo que el vecino fascista, y no tiene forma humana. Es la forma-mercancía, creación humana que somete a los humanos, la que debe ser erradicada. Esto no quita ni exonera al fascista el hecho de ser cómplice y defensor de esta sociedad enferma y enajenada.
Si en la antigüedad fue la religión la que controlaba las mentes y vidas de las personas, en la actualidad el dinero se encarga de esto, y no discrimina credos, razas, géneros ni especies.
En referencia a las lecturas posmodernas que buscan criticar al capitalismo, compañerxs del grupo Barbaria han publicado un análisis más acabado al respecto, que aquí compartimos!: http://barbaria.net/2018/11/20/posmodernidad-o-la-impostura-de-una-falsa-radicalidad/ 

16 de septiembre de 2019

EL PRINCIPAL PROBLEMA DE LA HUMANIDAD (Nuevo Curso)

Nuevo Curso, 15/08/2019

La recesión y el desempleo crecen cada vez más en todo el mundo, mientras cada vez hay menos "empleos decentes"

En Alemania empezaron ya con la recesión y los despidos, la guerra comercial extiende el fantasma de una nueva recesión que tiene sus propias bases y los mercados financieros dicen a gritos, desde Gran Bretaña a Brasil pasando por EEUU que el futuro inmediato estará marcado por la destrucción de capacidades productivas y lo que le acompaña. Y sin embargo, todo eso no son más que síntomas de un problema mayor y más grave que ningún parche keynesiano va a poder paliar.

El ejemplo más obvio lo tenemos quizá en EEUU. La brutal guerra comercial se justificaba sobre el «reshoring», la idea de que al poner barreras a la importación, las empresas volverían a abrir fábricas en EEUU para satisfacer al mercado interno, aumentando no solo el empleo sino los «trabajos industriales bien pagados». Y efectivamente muchas empresas de todo el mundo anunciaron que cerrarían fábricas en Asia y las abrirían en EEUU en los últimos años. Sin embargo, los salarios medios de los trabajadores no se han conmovido. Es que… ¿no han «vuelto»? Han vuelto sí, pero con una productividad del trabajo redoblada en veinte años. Para producir más, hace falta menos gente. Hoy, con unas cuantos centenares de miles de horas de trabajo se pueden satisfacer las necesidades que la Humanidad entera tiene de muchos productos industriales. Y ni hablemos en los servicios, desde la banca a la prensa. El desarrollo de las capacidades productivas hace necesarias cada vez menos horas de trabajo para producir lo mismo o más. Aunque los «afortunados» contratados en las nuevas empresas tecnologizadas cobren más, son solo miles, cientos por empresa, muchísimos menos que las masas de decenas y decenas de miles que salían de las viejas fábricas de Detroit en cada cambio de turno. La «vuelta de las empresas», el «reshoring» se queda en nada porque no hay volumen de demanda suficiente para, con la nueva productividad, justificar la masa de producción que significaría contratar a una cantidad de trabajadores como la de los «viejos tiempos».

Pero es que ¿no necesitamos más? Con la mayor parte de la población mundial en condiciones de pobreza, cuando no de hambre, ¿no podríamos utilizar esas capacidades mayores para producir más y asegurar el bienestar de toda nuestra especie? Aquí está el verdadero problema. El capitalismo produce mercancías, es decir, bienes y servicios que se realizan para ser intercambiados. Lo que regula la producción no es la necesidad, sino la demanda, que es muy distinto. Y al final, lo que se paga en salarios a los trabajadores, por definición no puede pagar el total de la producción, hay que vender «fuera»: a los autónomos, a los campesinos que no contratan trabajadores… y sobre todo a mercados exteriores que a su vez sufren las mismas tensiones. Por eso la amenaza de «perder mercados» hace retroceder aun más el empleo industrial.

El problema central de la Humanidad

1
El mismo capitalismo que ha servido para crear todas esas capacidades inmensas, ahora las destruye (desempleo, descomposición social, guerra, destrucción medioambiental…) porque las relaciones sociales en las que se basa (salariato, capital) solo funcionan como motor de desarrollo humano sobre la expansión de un sistema que hace mucho que ya es global… ya no tiene de dónde sacar nuevas demandas, ni siquiera tiene como falsearlas (huídas hacia el crédito, deuda pública, burbujas, etc.). El resultado es un sistema que se consume a sí mismo y arrastra a la Humanidad con él entre convulsiones comerciales y bélicas.
2
Sin embargo, tenemos la capacidad tecnológica y de recursos para satisfacer plenamente las necesidades de la Humanidad entera. Podríamos dar a cada uno, ya y en todo el mundo, una vida realmente confortable con las capacidades productivas de hoy. Es más, si lo hicieramos, no podríamos esperar otra cosa que una explosión de creatividad, un desarrollo de las capacidades y el conocimiento aun más acelerado y orientado, eso sí, a las necesidades reales de las personas. La abundancia.
Una representación gráfica del comunismo como sociedad de la abundancia - Cartel de la CNT

7 de septiembre de 2019

UNA HIPÓTESIS EXTREMA CONTRA LA RECESIÓN (n+1)

Revista N+1
Informe de la tele-reunión del 27 de agosto de 2019


La tele-reunión del martes por la tarde, a la que asistieron 11 camaradas, comenzó con un análisis de la situación política italiana en relación con la probable formación de un gobierno PD-M5S. (1) Reiteramos nuestra conclusión de que cualquier gobierno que se forme en los próximos días no podrá sino procurar el control centralizado de la economía, imprimir al sistema de producción una orientación nacional y administrar los efectos sociales de las tendencias económicas. Todo apunta a la forma fascista de dominación, siendo el control estatal del Capital la herramienta indispensable para intervenir en la sociedad, tanto en el sentido de la amortiguación social (zanahoria) como en el de la represión (palo). En "El curso a seguir" (Prometeo Nª 1, julio de 1946) está escrito que:

"El desarrollo político de los partidos de la clase burguesa en esta fase contemporánea, como fue claramente establecido por Lenin en la crítica del imperialismo moderno, conduce a formas de opresión más estrechas, y sus manifestaciones se han dado con la llegada de los regímenes que se han definido totalitarios o fascistas. Estos regímenes constituyen el tipo político más moderno de la sociedad burguesa y van difundiéndose a través de un proceso que llegará a ser cada vez más claro en todo el mundo." (2)

Por lo tanto, más allá de las alquimias políticas de las que Italia es experta, el próximo gobierno contará con un margen de maniobra reducido, dado el nivel de (no) crecimiento del PIB combinado con una deuda pública de 2.386 millones de euros. Está bastante claro que el apoyo de muchos izquierdistas a la alianza antifascista PD-M5S no es más que el habitual partidismo recurrente y tenaz que opta por una fracción de la burguesía frente a la otra. Pero el fascismo no es producto de tal o cual Salvini (3) de turno encargado de hacer los decretos de seguridad, sino de la experiencia estatal fascista experimentada desde los años 20 hasta 1945, y de la que nadie ha regresado. Tanto es así que algunas de las instituciones establecidas en los años treinta nunca han sido suprimidas por los sucesores post-fascistas (IMI, IRI, etc.).

En el artículo "El Estado en la era de la globalización", analizamos la pérdida de energía de los estados en la gestión de la economía y la sociedad, fuente de una ingobernabilidad que ha influido en el desarrollo de movimientos antisistema. Hasta la fecha los estados colapsados no han hecho más que multiplicarse, desde el norte de África hasta el cercano Oriente Medio. Se trata de países que a causa de las protestas masivas, convertidas luego en guerra civil, han sido pulverizados, terminando en manos de mafias, tribus y señores de la guerra, anticipando lo que podría suceder en otras áreas más relevantes desde un punto de vista geoestratégico. En Francia, primero con la revuelta de los suburbios, luego con los ataques de grupos islámicos ligados a ISIS, y finalmente con los chalecos amarillos, ha habido un fortalecimiento de los gobernantes y una creciente militarización de las fuerzas policiales. El Estado central se ha visto obligado a armarse. Más que un signo de fortaleza, esto es un signo de debilidad.

Cada vez más manifestaciones de protesta, aún careciendo de una dirección precisa, son declaradas contrarias al Estado, y este es el aspecto más importante a tener en cuenta. Según se ha dicho, las llamadas revoluciones de colores (4) estarían siendo gatilladas y financiadas por los estadounidenses. Es cierto que un país imperialista como Estados Unidos no puede dejar de intervenir en ninguna parte, pero es el capital el que domina a los estados y estos no pueden moverse de manera independiente. Cuando millones de personas salen a la calle durante meses, significa que hay motivaciones más profundas que la intervención de los organismos de inteligencia extranjeros. El cine, principalmente Hollywood, produce cada año películas sobre espías infiltrados en todas partes, terroristas intentando matar presidentes, estados en manos de maléficas élites y grupos financieros. Esta sociedad se describe a sí misma y produce representaciones artísticas con contenidos muy claros, pero hay que tener cuidado de no confundir la superestructura política con la estructura material del capitalismo.

Sigamos comentando el artículo "Existe una hipótesis extrema contra la recesión: hacer que llueva dinero en cuentas corrientes privadas" publicado en el sitio web de AGI. (5) Según BlackRock, una empresa estadounidense de gestión de inversiones y valores, se avecina la recesión y dado que "las políticas monetarias y presupuestarias han agotado su espacio... se requiere ahora una respuesta sin precedentes". Debemos lanzar dinero desde helicópteros, dicen. Tremonti, (6) durante la crisis de 2008, declaró que la economía es como un videojuego: cuando matas a un monstruo, pasas al siguiente nivel donde aparece un monstruo más grande que sólo puede ser eliminado con armas más poderosas. Diez años después de la crisis de las hipotecas subprime, los principales centros de estudio burgueses anuncian sin margen de duda que una oleada de pánico está por inundar los mercados financieros: prestar dinero a los bancos no implicó que éstos lo metieran en los bolsillos de los ciudadanos, de modo que para hacer frente a una nueva crisis, ¿por qué no poner el dinero directamente en las cuentas corrientes? Hace algún tiempo la entrega de un ingreso de ciudadanía parecía imposible, pero en Italia se han visto obligados a tomar esta medida y, de hecho, miles de personas hoy se hallan cubiertas de esta forma. Andrew Yang, uno de los candidatos demócratas en las próximas elecciones presidenciales de los Estados Unidos, está incorporando a su campaña electoral el ingreso básico incondicional, y el 21 de septiembre la red Basic Income de Nueva York llevará a cabo una marcha para exigir su puesta en práctica. La necesidad del capitalismo de reactivar el consumo coincide con la necesidad de quienes requieren un salario digno para subsistir. Y cuando miles de personas dependen de subsidios estatales, su eliminación se vuelve un problema. Los gobernantes no pueden quedarse de brazos cruzados mientras aumentan la precariedad, el desempleo y la miseria, pero ¡ay de la sociedad que, en lugar de explotar a sus esclavos, se vea obligada a mantenerlos! (Marx).

El ingreso de ciudadanía sirve para actuar sobre la propensión marginal al consumo, (7) pero actualmente el capitalismo está produciendo una cantidad de bienes que no hay manera de consumir. Si medidas tales como lanzar dinero desde helicópteros o asegurar una renta básica universal se llevaran a cabo, el consumo, la inversión y, por lo tanto, el capital constante aumentarían; pero la introducción de nuevas maquinarias, robots y computadoras llevaría a más despidos y a una población excedente cada vez mayor que de alguna forma tendrá que ser mantenida. Este empeño no puede sino posponer los problemas para más tarde, acrecentándolos al punto de hacerlos explosivos. Engels dio el ejemplo del escudo y el proyectil: aumentar el tamaño de uno lleva a aumentar el del otro, pero cuando se alcanza cierto umbral sobreviene la catástrofe: es un proceso que no puede durar indefinidamente.

El capitalismo produce artefactos inútiles, quema energía, despilfarra una enorme cantidad de trabajo social pero, al mismo tiempo, desarrolla el sistema humano-industrial que es la verdadera naturaleza antropológica de nuestra especie. El conjunto de máquinas inteligentes libera más y más trabajo humano y este es un devenir revolucionario que socava los cimientos del modo de producción actual.

Llegados a este punto, ¿sigue teniendo sentido la lucha por reivindicaciones? En lo sucesivo veremos surgir cada vez más organismos intermedios, aunque no necesariamente de tipo sindicalista. Dada la integración ya irreversible de los sindicatos en el Estado, será habitual la formación de organizaciones participativas básicas orientadas hacia una sociedad que aún no existe, pero que ejerce presión sobre el futuro para que se realice. Para ilustrar el mundo del (no) trabajo, basta como ejemplo el sector del delivery de alimentos, donde resulta imposible una dinámica sindical clásica y donde, de hecho, la lucha se vuelve salvaje, territorial. Según datos de la OCDE, desde 1985 el número promedio de trabajadores sindicalizados en los países miembros ha caído del 30 al 16% actual. El viejo paradigma sindical organizado en base a los lugares de trabajo se está disolviendo. La caída en el número de afiliados no se debe tan sólo a las subvenciones estatales a los sindicatos, sino a que éstos no tienen nada que ofrecer a las masas de trabajadores empleados en puestos precarios. Un desempleado es alguien que ha perdido su trabajo y espera encntrar otro, mientras que ahora estàn naciendo generaciones de desempleados que nunca tendrán un trabajo. El cambio es tan radical que una parte de la burguesía se está convirtiendo en vocera de los reclamos históricos del movimiento obrero, como lo es el salario para los desempleados y la reducción de las horas de trabajo.

Precisamente por esto, las fuerzas combatientes que están por aparecer en la escena ya no reclamarán nada, sino que se presentarán como alternativa total al capitalismo. No es casualidad que todos los movimientos nacidos en los últimos años tiendan a ser antiestatales. Hasta los periodistas admiten que las razones iniciales de la protesta en Hong Kong pasaron a segundo plano con respecto a la dinámica del enfrentamiento que ha tenido lugar en las calles. Para concluir: debemos evitar fijarnos en formas organizativas, porque a estas formas la revolución las elige y las liquida continuamente mediante una selección darwiniana real. La revolución no es un asunto de forma, sino de fuerza.

Trad. Carlos Lagos
[Tomado de Comunización]

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Notas:

1 PD: Partido Demócrata. M5S: Movimento 5 Stelle (Movimiento 5 Estrellas), se autodefine como una “libre asociación de ciudadanos”, fundada el 2009, tiene un carácter nacionalista moderado, ecologista y defensor de la democracia directa. (NdT)

2 http://www.international-communist-party.org/Espanol/LIC1.htm#ElCursoASeguir (NdT)

3 Matteo Salvini es el actual vicepresidente y Ministro de Interior del gobierno de Italia. Lidera los partidos Liga y Nosotros con Salvini.

4 “Revoluciones de colores” es el nombre dado a una serie de movilizaciones sociales en los ex países soviéticos, contra líderes acusados de prácticas dictatoriales o de amañar las elecciones u otras formas de corrupción. En ellas, los manifestantes suelen adoptar como símbolo un color específico que da nombre a su movilización. Este fenómeno surgido en Europa Oriental ha repercutido luego en Medio Oriente. (NdT)

5 C'è un'ipotesi estrema contro la recessione: far piovere soldi sui conti correnti privati, en https://www.agi.it/economia/recessione_helicopter_money-6078119/news/2019-08-25/ (NdT)

6 Giulio Tremonti fue Ministro de Economía y Finanzas en el gobierno de Silvio Berlusconi. (NdT)

7 La propensión marginal al consumo es una nociòn econòmica que mide cuánto aumenta el consumo de una persona cuando se incrementa su renta disponible. (NdT)