Ricardo Campillo. Antihistoria. México, agosto 2020
«Criticar el trabajo no era siquiera tomado en cuenta entre las doctrinas más “radicales” o “revolucionarias” en tiempos álgidos de revuelta. La crítica del trabajo se abalanzó en los escritos de muchos teóricos que veían en ello una categoría dentro del capitalismo o una actividad perturbadora física y moralmente para el organismo. Se escribieron algunos textos en un Marx, en esos jóvenes anarquistas holandeses en la segunda década de siglo XX, algunas ideas en Kropotkin, en el “No trabajéis jamás” del 68 de influencia situacionista, en los comunizadores o en aquel que mencionó que “El proletariado no es la clase que trabaja, sino la clase que hace la crítica del trabajo” (Dauvé, 1972). Mencionar los textos y escritos, no significa romantizar a cada uno de los autores, sino analizar y reflexionar sobre aquello que supone el núcleo crítico de este ensayo: cuestionar el “trabajo”.
¿Qué es el trabajo? ¿Por qué criticar el trabajo? Trabajo, de trabajar,
viene etimológicamente del latín tripalaire. Tripalaire viene de
tripalium, que sería un cepo con tres palos que en sus inicios servía
para destazar a los animales y se utilizó después para azotar esclavos.
Así, históricamente el concepto “trabajo” en muchos idiomas está
relacionado con sufrir, golpear, examinar, torturar, etc. Criticar el
trabajo, no viene de una obsesión innecesaria de sospechar de cualquier
palabra en la que se use “trabajo”, sino más bien, viene de una crítica
radical que examine de forma específica una categoría dentro del rol del
capitalismo. Algunos autores como Anselm Jappe aseguran que el trabajo
nace dentro del capitalismo, mientras otros como Moishe Postone
mencionan que el trabajo forzado ha existido desde mucho tiempo atrás,
sin embargo, el trabajo hoy en día ha sido subsumido por la totalidad
capitalista. [Ver ¿De dónde proviene la palabra "trabajo"?]
Dejar de trabajar no es ni será dejar de hacer, de crear o de realizar. Es absurdo pensar que criticar el trabajo sería morirse de hambre sin hacer nada, sin relacionarse, sin organizarse y que queremos crear una vida para tod@s sin esfuerzo. No hablamos de ese esfuerzo sometido al mercado de producir, comprar y vender, ni hablamos de “abolir el trabajo” explotando a otros y viendo como los demás lo hacen, beneficiándonos de ellos desde una postura privilegiada y burguesa. La crítica al trabajo viene desde un principio, a dejar de someterse al horario, a la monotonía, al esfuerzo innecesario, a ir a pasar 8 o más horas por un sueldo mísero, abandonando a tu familia, tus actividades recreativas, enriqueciendo a una minoría mientras pasan los años y no se ven reflejadas las frases tautológicas y prefabricadas que dicen “esfuérzate y saldrás adelante”, “el pobre es pobre porque quiere”. Tan fuera de la realidad es pensar que los pobres son pobres por simple gusto, y no por un sinfín de relaciones histórico-sociales supeditadas a la economía predominante, esto es totalmente risible, como lo es también pensar que el capitalismo, en todas sus esferas tendrá la solución a todas las problemáticas y que dentro de ella hay oportunidad para todos. Esa “libertad del trabajo” de la que tanto nos hablan, es la libertad que no queremos. [...]
Lo mismo da trabajar para el patrón, para el Estado o para el sindicato, ser de izquierda o de derecha, cada uno de ellos será tu jefe y dependerá de tus horas para mantenerse, ellos quieres que despiertes a un horario, que se te ofrezca como premio lo que ellos dictan y después que estés contento con la vida que se te da en referencia al trabajo, ser servil es el mejor esclavo, igual da si te llaman “trabajador ejemplar”. [...]
El trabajo, a diferencia como se le percibe en la actualidad, no es una actividad natural, es una relación que ha aparecido en la historia a partir de las relaciones sociales específicas... Muchas sociedades antiguas, como las cazadoras-recolectoras no diferenciaban la actividad de trabajar con la de otra actividad. Cazar no era un trabajo, no imponía ni tiempo, ni obligación, simplemente una necesidad. Se conoce que las sociedades antiguas solamente dedicaban una muy corta parte del tiempo a realizar actividades que sustentaran necesidades básicas como alimento, ropa, etc. Es aquí cuando toda actividad era parte de la vida material y espiritual, no parte de una categoría específica del capitalismo... Es un juego difícil en la estructura teórica, pero retomando la parte histórica podremos comprender la no-naturaleza de lo que hoy en día llamamos sin rechiste trabajar. No trabajábamos, se nos obligó a trabajar. [...]
Criticar el trabajo es solo una parte teórica que tiene que desenvolverse dentro de las relaciones sociales existentes. Como ya se ha repetido hasta el cansancio, abolir el trabajo no será solo sentarse a ver que ocurra un cambio, sino que será la completa realización de la vida viviéndola. Dejar de trabajar será crear en comunidad, satisfacer la necesidad, abandonar la autodisciplina del sujeto moderno, romper con el hombre económico, abandonar la producción de mercancías, el dinero, el valor, etc. Liberar el trabajo como premisa revolucionaria del siglo XIX no es suficiente, hay que desmantelarlo: no sabemos si dejaremos de mencionar la palabra trabajo, pero podemos derrumbar sus características existentes.»