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22 de agosto de 2025

De Gaza al conflicto global: guerra capitalista y solidaridad internacionalista

Asamblea Internacionalista Contra la Guerra. Región griega. Agosto de 2025
Traducido por y tomado de Biblioteca Autónoma Laín Díez. Región chilena
 
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Contra el “campismo”: una respuesta de clase internacionalista a la guerra capitalista

Si no resistimos ahora por todos los medios posibles a esta escalada bélica, pronto nos encontraremos entre la espada y la pared. Desde la perspectiva de los intereses proletarios, no existen guerras “justas” o “defensivas”. Tales distinciones son una mistificación que oculta el conflicto entre capitales nacionales y bloques imperialistas por el control de los mercados de capitales y materias primas, esferas de influencia y mano de obra barata. Cada parte envuelta en una guerra presenta su propio papel como “defensivo” y “justo”. Una victoria del Estado más débil lo hace más fuerte, reiniciando de nuevo el círculo vicioso, como lo ha demostrado la experiencia histórica. La derrota de un poder estatal más fuerte implica necesariamente el fortalecimiento del Estado-nación oponente y la movilización de la población en torno a él. Cualquier resistencia de clase debe ser aplastada para imponer la paz social y la unidad nacional.

En el pasado, el apoyo a los nacionalismos “débiles” y a sus respectivos Estados se disimulaba tras el fortalecimiento del llamado campo socialista. Hoy, ausente incluso esta pretensión, se abandona la crítica al capitalismo en favor de las distinciones culturales entre Occidente y Oriente o Norte y Sur, proclamadas por la ideología “anticolonial” y las políticas identitarias contemporáneas. Esta distinción es claramente irracional, mítica y reaccionaria, ya que el capitalismo es un sistema universal y global: “[ha] convertido todo el planeta en su campo de operaciones”, aunque la opresión religiosa, étnica y nacional obviamente sigue existiendo y no es “privilegio” de Estados específicos. La antigua y espectacular pseudo dicotomía, capitalismo versus “socialismo”, ha sido reemplazada por una nueva, desprovista de toda pretensión de emancipación social, como lo ejemplifica el apoyo “antiimperialista” a Irán, Rusia o China, salvo por la invocación de una hueca “teoría de las etapas”.

El apoyo a un campo imperialista, o campismo, es inherente a la ideología antiimperialista porque proporciona un análisis de arriba hacia abajo enfocado en los conflictos entre Estados, en lugar de una perspectiva proletaria arraigada en el conflicto global entre el capital y el proletariado. El apoyo a las fuerzas del “otro bando” y a los movimientos de liberación nacional asociados a ellas ni siquiera puede provocar el derrocamiento del imperialismo, que es inherente al capitalismo. Objetivamente, la posición política de apoyar a un bando imperialista allana el camino para la militarización más amplia de la sociedad y la guerra capitalista. Los antiimperialistas llegan incluso a apoyar los programas nucleares de supuestos “Estados débiles”, lo que puede conducir a la culminación de la guerra capitalista y a la destrucción total.

La única salida a la espiral bélica es la acción proletaria internacionalista con un claro carácter anticapitalista. Nos negamos a ser cómplices de cualquier ejército y de cualquier Estado. No apoyaremos a ninguno de los bandos en guerra. La única solución frente a la guerra es la organización autónoma de clase que lucha contra el capital y el Estado en nuestro propio país y el apoyo práctico a los que se niegan a hacer el servicio militar. También implica el apoyo a los desertores y objetores de conciencia del “otro bando”, así como la solidaridad práctica con los colectivos políticos y sociales que luchan contra la guerra capitalista en Rusia, Ucrania, Israel, Palestina, Irán y en todas partes. En lugar de esta práctica, que es la condición mínima necesaria para no convertirnos en carne de cañón del capital, presenciamos calumnias inaceptables sobre el “colaboracionismo” y la “traición nacional” contra los camaradas anarquistas y comunistas y, más ampliamente, contra los colectivos de la clase trabajadora (por ejemplo, en Irán).

Precisamente en este contexto, debemos expresar nuestra solidaridad con los —ciertamente escasos— objetores de conciencia en Israel, así como con aquellas fuerzas dentro de Israel que se resisten al genocidio que se está llevando a cabo en Gaza. La identificación de toda la población con su Estado es falsa, como demuestra el hecho de que 100.000 reservistas no se presentaran a filas tras la ruptura del alto el fuego por parte del Estado israelí. Hay que confrontar los incidentes de odio nacionalista israelí cuando ocurran. La lógica de los ataques indiscriminados contra turistas israelíes es racista, ya que atribuye la responsabilidad colectiva a toda la población, a la vez que debilita la ya débil corriente de oposición a la guerra dentro de Israel.

Estamos en contra de la guerra capitalista y de cualquier implicación del Estado griego en ella, en contra de la militarización de la sociedad y del aumento del gasto militar que se produce a expensas del salario social. Luchamos por la creación de un movimiento proletario internacionalista que no se someta a los intereses nacionales, al Estado y al capital, expresando solidaridad práctica con los colectivos proletarios y políticos —comunistas y anarquistas— que luchan en los países devastados por la guerra. Nuestro objetivo es construir lazos y comunicación con los proletarios internacionalistas. Sólo a través de la unidad global del proletariado podremos derrocar esta barbarie impuesta por los Estados y el capital. No debemos dejarnos arrinconar, sino acabar con la guerra capitalista luchando contra quienes la provocan. Nuestra guerra no es nacional ni religiosa. Es una guerra de clases social y antiestatal.

Leer texto completo

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Relacionados:

Israel/Palestina/Irán y otros lugares: ¡enemigos de la patria! ¡Siempre por traición a la patria! - Panopticon. Región alemana. Agosto de 2025

De Vinnytsia a Berlín. Contra los “anarco”-militaristas y su propaganda bélica - Konvulsismo y sus amigos. Región alemana. Agosto de 2025

31 de diciembre de 2022

¿¡Guerra y Revolución!?

Grupo Guerra de Clases / Tridni Valka
Boletín # 14, Región checa, Diciembre de 2022

Contenido:
  • [Presentación]
  • A veces todo tiene que cambiar para que todo siga igual…
  • ¡No pagaremos por su crisis!
  • ¡No sólo arde Colombia!
  • No va más, el juego (aún no) ha terminado…
  • ¿Qué perspectiva revolucionaria?
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[Presentación]


Parece que fue ayer cuando por fin salimos de la “crisis pandémica de Covid-19” (aunque algunos dicen que nunca saldremos de ella) y ya hay una nueva “crisis”. Según la narrativa burguesa dominante, la guerra en Ucrania es una nueva razón para que el proletariado deje de lado la satisfacción de sus necesidades. En su lugar, debemos unirnos al frente unido con las fuerzas de “nuestra” burguesía y sacrificarnos por un “bien mayor” de “defensa de la integridad territorial de Ucrania” o su “desnazificación” – dependiendo de donde vivamos.

Nos obligan a convertirnos en carne de cañón en la “defensa de la nación”, lo que significa sufrir y morir por los intereses de uno u otro bando burgués – como está ocurriendo ahora con los proletarios “rusos” y “ucranianos”. O nos obligan a hacer sacrificios en el “frente interno”: aceptar el aumento de los precios de los productos básicos que permiten nuestra supervivencia cotidiana como la alimentación, la vivienda, la salud, la energía, el transporte, etc.; aceptar el aumento de la represión y la vigilancia; aceptar la militarización del trabajo y el aumento brutal de la tasa de nuestra explotación.

La guerra es, por supuesto, parte integrante de la propia lógica de funcionamiento del capitalismo. Es la expresión de una necesidad de las facciones rivales del Capital de conquistar mutuamente sus mercados para realizar sus beneficios. En este sentido la guerra capitalista y la paz capitalista no son más que dos caras de la misma moneda y cualquier guerra no es más que una continuación de esta competición por medios militares.

La guerra de 2022 en Ucrania (que es más bien una nueva fase abierta de la guerra que comenzó en 2014) no es una excepción. En las últimas décadas nos arrastraron a otras guerras increíblemente sangrientas, algunas de las cuales aún continúan: en Somalia, en la antigua Yugoslavia, en Afganistán, en Irak, en la región africana de los Grandes Lagos, en la región del Cáucaso, en Siria, en Yemen… o recientemente en Etiopía… Todos esos conflictos nacieron de la competencia entre facciones burguesas locales, pero al mismo tiempo representaron guerras territoriales por poderes entre “las grandes potencias” y en todos ellos (como siempre) fueron los proletarios los masacrados.

A pesar de ser tan brutales como lo es la guerra que actualmente asola Ucrania, estas guerras no permitieron a la burguesía movilizar al proletariado en apoyo de los intereses capitalistas a un nivel tan global. La razón principal es que esta vez la formación de los superbloques capitalistas capaces de una confrontación global está mucho más cerca y el choque de sus intereses faccionales opuestos es mucho más obvio y directo. Por lo tanto, es fácil para los ideólogos burgueses de ambos bandos fingir que se trata de “una guerra santa” del “Bien contra el Mal”. Una vez más nos empujan hacia los campos de exterminio en nombre de la paz, esta vez hacia la guerra que puede acabar con toda la vida en este planeta.

Frente a la realidad de la movilización, la militarización de nuestras vidas, la propaganda nacionalista y la horrible carnicería de proletarios, la posición comunista siempre ha sido el rechazo revolucionario derrotista de ambos campos del conflicto burgués a favor del “tercer campo”, ¡el campo de la revolución comunista global! Hemos abordado esto recientemente en nuestro folleto: ¡Proletarios en Rusia y en Ucrania! En el frente de producción y en el frente militar… ¡Camaradas! así como en una segunda contribución: Manifiesto internacionalista contra la guerra y la paz capitalista en Ucrania (ambos textos se encuentran en los anexos de este boletín).

De forma similar a la “crisis de Covid-19”, nosotros como comunistas rechazamos todas las falsificaciones burguesas de la realidad, ya que todas sirven al mismo propósito de mantener a nuestra clase subyugada a los intereses de la clase dominante e impedirle la realización de sus propios intereses de clase, es decir, abolir la sociedad basada en la explotación del trabajo humano. Tanto si la narrativa que intentan imponernos se basa en la ciencia y la medicina “sagradas” oficiales (que pretenden ser objetivas e imparciales) y en las estadísticas gubernamentales, como si se basa en la ciencia “disidente y prohibida” que el “Nuevo Orden Mundial no quiere que veáis” (y que, sin embargo, de alguna manera está por todo YouTube), nuestra única respuesta a esto es reafirmar la posición de subjetividad proletaria militante, es decir, analizar siempre la realidad material basándonos en el criterio de lo que hace avanzar u obstaculiza la lucha por nuestros intereses de clase. Y desde esta posición, y en confrontación con todas las falsificaciones mencionadas, intentamos descubrir siempre la corriente proletaria en toda esta agitación.

Al igual que la anterior “crisis de los Covid-19”, también se afirma que la guerra en Ucrania es la raíz de la aparente “crisis económica” y la justificación de la escasez y/o el aumento de los precios de muchos productos básicos. En realidad, ambas crisis simplemente desenmascararon la crisis subyacente de valorización.

No existe tal cosa en este planeta como la escasez de alimentos o energía. Es la lógica del capital la que crea la “escasez”, ya que la única razón por la que se producen las mercancías en el capitalismo es para venderlas con el fin de obtener beneficios. Su valor de uso como alimentos, ropa, combustible, etc. sólo tiene sentido para el Capital como medio para este fin. Por lo tanto, es lógico dejar que la comida se pudra o quemar el combustible en lugar de dárselo a aquellos que no pueden pagarlo. Por tanto, el trigo de Ucrania o Rusia no se transportará por otras rutas ni se sustituirá por trigo u otro producto comestible de otros lugares para alimentar a los proletarios hambrientos de Egipto o Líbano o Sri Lanka, a menos que se pueda hacer rentable.

En las siguientes páginas intentamos analizar los movimientos proletarios que han estado sacudiendo el mundo a pesar del Covid-19 y los cierres relacionados y la guerra en Ucrania, contra la miseria de la vida en la sociedad capitalista y en oposición a los esfuerzos de movilización interclasista del Estado. Este texto no pretende ser una cronología de estos movimientos proletarios ni una relación exhaustiva y detallada de la actividad militante y organizativa cotidiana “sobre el terreno”. Hay otros militantes, con una conexión más directa con estos movimientos que la nuestra, que han asumido bien estas tareas. Nos centramos en los movimientos que, según nosotros, representan el apogeo de la militancia proletaria reciente, manteniendo al mismo tiempo la continuidad militante, reapareciendo bajo otra forma después de haber sido reprimidos por el Estado, dando nacimiento a minorías militantes o dinamizando las ya existentes y creando potencialmente el espacio para las rupturas programáticas.

Mencionemos aquí que planeamos cubrir las acciones revolucionarias derrotistas del proletariado en el territorio de Rusia y Ucrania contra la guerra capitalista (deserciones y motines en ambos bandos, ataques a los centros de reclutamiento, sabotaje de los esfuerzos de guerra, subversión de la reciente movilización en Rusia, etc.) en un material aparte. También tenemos que mencionar aquí los disturbios de enero en Kazajstán desencadenados por los altos precios del combustible, aunque no hablamos de ello en detalle en el siguiente texto. Fue una erupción muy fuerte de ira proletaria y contenía algunos momentos insurreccionales que llevaron a la burguesía local a pedir refuerzos de Rusia y otros países de la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) para aplastarla y evitar que se convirtiera en una insurrección proletaria a gran escala. Hemos publicado en nuestro blog una colección de materiales militantes de varios grupos que informan sobre el movimiento en Kazajstán.
 
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¿Qué perspectiva revolucionaria?

Mientras parece que estamos en la bisagra de una nueva época dentro del modo de producción capitalista, o al menos que se nos impone un nuevo paradigma para reproducir siempre la totalidad de la dictadura de la mercancía sobre nuestras existencias, podemos afirmar, sin negar la preeminencia global de la paz social dominante y el peso de los muertos sobre los vivos, que la situación global de los últimos años se caracteriza por:

  • el ataque global a las condiciones de vida del proletariado – encarecimiento de los productos de primera necesidad, inflación, control del Estado, pérdida de empleos, militarización de la vida, etc., a un nivel sin precedentes desde hace al menos medio siglo,
  • el movimiento proletario expresándose en muchas partes del mundo en protestas, disturbios y huelgas y a veces casi insurrecciones,
  • una continuidad militante que comienza a formarse entre estas erupciones y vínculos militantes que comienzan a forjarse entre las minorías radicales de estas luchas en diferentes países,
  • las fuerzas de la socialdemocracia histórica y de la reacción luchan por cooptar y sofocar estos movimientos,
  • campos militares burgueses opuestos formándose en una cadena de innumerables conflictos locales y el peligro real de que este proceso cristalice en Ucrania en una guerra global y posiblemente nuclear…

Las minorías comunistas, para cumplir su papel histórico – como la parte del proletariado más preparada programática y tácticamente – para participar en el desarrollo de la dirección revolucionaria de la lucha de nuestra clase, tienen que comprender las condiciones materiales de nuestro tiempo y actuar en consecuencia. Especialmente como respuesta a lo que el Estado de los capitalistas está preparando para nosotros en el contexto de la extensión de su guerra permanente emprendida contra nuestra clase, y el fortalecimiento de nuestras luchas contra la degradación generalizada de nuestras condiciones de supervivencia, tenemos que desarrollar más que nunca medios (organizativos, tácticos, técnicos) para protegernos a nosotros mismos y nuestras actividades: ¡del espionaje y control del Estado, de las enfermedades y su propagación, de la guerra y la militarización de la sociedad!

No negamos que la situación actual y los múltiples movimientos de nuestra clase en todo el mundo conllevan muchas contradicciones, tendencias contradictorias, por lo tanto debilidades. Pero a diferencia de los idealistas que etiquetan las luchas que no contienen una soñada cualidad absolutamente revolucionaria en el mejor de los casos como “luchas dentro del capital” y en el peor de los casos como “luchas por la democracia”, “por el consumismo”, “por el poder adquisitivo” (siguiendo completamente la propaganda burguesa) etc., nosotros vemos en nuestro análisis la existencia colectiva y la práctica dentro del movimiento proletario independientemente de las banderas o de la “conciencia” individual de los participantes, porque son exactamente estas luchas las que cambian las condiciones de producción y reproducción de la vida real.

Está claro que la conciencia social refleja el equilibrio de fuerzas en las relaciones sociales de clase existentes. Por lo tanto, es evidente que las luchas proletarias llevan en su seno diferentes debilidades que son producto de la dominación ideológica burguesa, así como un reflejo de la reproducción de la vida social bajo la tiranía del valor. Incluso durante la revolución proletaria, la conciencia burguesa dominará a las masas del proletariado y las dominará mientras esta conciencia refleje la división de clases existente en la sociedad.

Son las propias luchas las que cambian las condiciones, la relación de fuerzas. En estas luchas el proletariado deja de ser una categoría sociológica, una clase “abstracta” dispersa en la mezcolanza de ciudadanos aislados, para convertirse de nuevo en la clase que perturba la lógica de la dominación capitalista y crea condiciones para la reproducción de necesidades de vida antagónicas a esta sociedad y, a nivel consciente, en la clase que crea en este proceso la crítica revolucionaria.

Los idealistas, por el contrario, esperan un 100% de conciencia revolucionaria en un conflicto de clases desde el principio. En su planteamiento se pierde la relación mutua entre existencia y conciencia, así como el movimiento, es decir, se pierde el proceso de ruptura con la dominación de la ideología burguesa y la realidad cotidiana de la reproducción social capitalista.

A pesar de todas estas teorías, la situación revolucionaria no surgirá de la nada. Se producirá por un enorme conflicto de clases, muchas luchas y derrotas y su reflejo, una serie de rupturas con el actual estado de cosas, la participación activa de las masas del proletariado y sus minorías más radicales y conscientes, el comunismo como programa constituyéndose orgánicamente contra la dictadura del capital.

Como siempre, tenemos que ayudar a forjar los lazos militantes entre las expresiones más avanzadas del movimiento de clase en todo el mundo, a plantear directamente la perspectiva revolucionaria internacionalista contra todas las falsificaciones y separaciones burguesas, ¡a desvelar la naturaleza proletaria de la lucha de clases en las diferentes partes del mundo!

Contra la guerra capitalista y la paz capitalista, contra todas las formas de nacionalismo, de “mal menor”, de “liberación nacional”, de “guerra defensiva”, etc., ¡tenemos que oponernos al derrotismo revolucionario intransigente!

Por último, nos gustaría hacernos eco aquí de las palabras de expresiones militantes en Perú cuando las calles estaban en llamas la primavera pasada:

Como un incendio va la clase trabajadora, el incendio que lleva enarbolado, con un furor, un ímpetu supremo. Cabalgan sus hogueras, trota su lumbre arrolladoramente, arroja sus flotantes y cálidas banderas, sus victoriosas llamas sobre el triste continente. Purifica, penetra en las ciudades, alumbra, sopla, da en los rascacielos, empuja las estatuas, muerde, avienta: arden inmensidades de edificios podridos como leves pañuelos, cesa la noche, el día se acrecienta. Es como un sol que eclipsa las tinieblas lunares, es como un corazón que se extiende y absorbe, que se despliega igual que el coral de los mares en bandadas de sangre a todo el orbe.

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Cartel Internacionalista Contra la Guerra Imperialista (Enero de 2023)
 
Ver más aquí

30 de agosto de 2022

Manifiesto internacionalista contra la guerra y la paz capitalista en Ucrania…

Guerra de Clases/Tridni Valka, región checa, 31 de julio de 2022

 

“¡Sus guerras! ¡Nuestros muertos!”. Bajo esta bandera, los proletarios radicales se distanciaron de las marchas pacifistas organizadas en marzo de 2004 en las calles de España tras los atentados de la masacre de Madrid que dejaron más de 200 muertos. Fue esta consigna derrotista la que plantearon en respuesta al compromiso militar de España en Irak y a la “guerra contra el terrorismo” impuesta por el Estado capitalista mundial y su rama española, haciéndose así eco de las muchas manifestaciones históricas del derrotismo revolucionario que marcan el desarrollo de las sociedades de clase y, por tanto, de la lucha de clases, de la guerra de clases.

Como proletarios social-revolucionarios, comunistas, anarquistas…, no tenemos absolutamente ningún interés material en ponernos del lado del Estado capitalista y su democracia, sea cual sea, de nuestros enemigos de clase, de nuestros explotadores, de aquellos que, con la bayoneta en la mano, siempre nos han devuelto “plomo, metralla, cárcel” cuando luchamos y salimos a la calle a reivindicar nuestra humanidad. Y esto es cierto independientemente de la naturaleza y la orientación política del régimen de la patria A o de la patria B, que luchan en un conflicto interestatal por sus propios intereses de conquista y poder. Jamás nos solidarizaremos con ninguno de nuestros explotadores.

¡Sus intereses! ¡Nuestros muertos! No nos posicionamos a favor de ninguno de los estados en conflicto, ya sea que uno sea categorizado según la moral política burguesa dominante como “el agresor” y el otro como “el agredido” o viceversa. Sus respectivos intereses en juego son exclusivamente suyos y están en total oposición a los de la clase explotada, es decir, nosotros, los proletarios; por eso, fuera y en contra de todo nacionalismo, de todo patriotismo, de todo regionalismo, de todo localismo, de todo particularismo, ¡afirmamos alto y claro nuestro internacionalismo!

El proletariado, como clase revolucionaria, no muestra ninguna neutralidad hacia ninguno de sus explotadores que se enfrentan en la redistribución de sus cuotas de mercado, sino que, por el contrario, los envía de vuelta como si fueran las dos caras de una misma realidad, el mundo de la explotación de una clase por otra, y expresa su profunda solidaridad con todos los sectores de nuestra clase que sufren los asaltos multiplicados de uno u otro de sus enemigos históricos. Pero seamos claros, nunca jamás negaremos a los proletarios la necesidad imperiosa de defenderse de cualquier agresión, represión, tortura, masacre…

Y aquí, en este caso, los proletarios de Ucrania ya no tienen delante sólo a su enemigo habitual y cotidiano, es decir, el “atacado” Estado ucraniano y sus burgueses locales (llamados “oligarcas” para ocultar mejor su verdadera naturaleza de clase, como si fueran diferentes de todos los demás capitalistas del mundo), ya no sólo tienen que sufrir los ataques de su propia burguesía (con recortes salariales, despidos, economía de guerra, represión de los movimientos huelguísticos que se suceden), sino que desde el 24 de febrero de este año, también tienen que enfrentarse a la ofensiva militar del estado “agresor” de los capitalistas rusos con su ejército, sus bombardeos, sus misiles, sus masacres diarias…

¡Sus naciones! ¡Nuestros muertos! Y a todos los belicistas de la izquierda y de la extrema izquierda del Capital que acusarán una vez más a los revolucionarios de ser “neutrales” y de no “tomar partido”, les contestamos que es todo lo contrario lo que proponemos en este manifiesto y en nuestra actividad militante en general: tomamos partido sin fisuras por el partido del proletariado y la defensa de sus intereses históricos e inmediatos, tomamos partido por su acción de subversión de este mundo de guerra y de miseria, tomamos partido por el desarrollo, la generalización, la coordinación y la centralización de los actos de confraternización, de deserción, de motín ya existentes a ambos lados del frente, contra los dos beligerantes, contra los dos estados, contra las dos naciones, contra las dos fracciones locales de la burguesía mundial… Apoyamos la extensión de estas luchas y su vinculación orgánica como momentos de una totalidad con todas las luchas que se llevan a cabo desde hace varios meses, en todas partes bajo el sol negro de la dictadura social del Capital, ya sea en Sri Lanka, Perú, Irán, Ecuador o Libia…

Tomamos partido por el desarrollo del tercer campo, el único que defiende los intereses globales del proletariado en su lucha inmediata e histórica contra la explotación, el trabajo asalariado, la miseria y la guerra. Este tercer campo es el del proletariado revolucionario internacionalista que se opone a todos los campos belicistas burgueses presentes, es el campo de nuestros hermanos de clase que luchan por sus propios intereses, que son antagónicos a los intereses de todos aquellos que defienden la propiedad privada, el dinero y el orden social que lo acompaña…

¡Su paz! ¡Nuestra explotación! Si rechazamos categóricamente todas las guerras burguesas, en las que el proletariado sólo sirve de carne de cañón, sea cual sea el bando al que se incorpore, rechazamos igualmente y con la misma fuerza la “paz”, que nunca es más que el momento invertido pero complementario de la “guerra”. La paz es sólo un momento de reconstrucción entre dos guerras, porque la guerra es necesaria para que el Capital resuelva temporalmente las crisis inherentes a su modo de producción. Pero la guerra es también el momento supremo de la paz social, y ésta no es más que la materialización de la guerra permanente que se libra contra nuestra clase mediante la explotación de nuestra fuerza de trabajo, la mercantilización de nuestras vidas y la alienación de nuestras existencias.

Volviendo a Ucrania, queremos subrayar aquí que si nos oponemos firmemente al apoyo de cualquier bando en la guerra actual, que no es más que una guerra interestatal, si nos negamos a tomar partido por cualquiera de los beligerantes burgueses, tanto el “agredido” ucraniano “ocupado” como el “agresor” ruso “ocupante”, nuestro juicio es diferente e incluso antagónico a la hora de analizar los acontecimientos que tuvieron lugar pocas semanas antes del inicio de la guerra en Ucrania. Nos referimos a la represión militar en Kazajistán y a la “ocupación” de este país por parte de las tropas de élite del ejército ruso: ¡una “ocupación” no equivale necesariamente a otra!

¡Nuestras revueltas! ¡Nuestras muertes! Evidentemente, nadie se escandalizó, o muy pocos lo hicieron, por la represión de la revuelta obrera en Kazajistán el pasado mes de enero, y con razón. Ni siquiera en Occidente, donde finalmente los capitalistas comprendieron muy rápidamente que la burguesía rusa, al “invadir” Kazajstán, que se había vuelto socialmente incontrolable, al aplastar al proletariado en revuelta, al restablecer por el terror el orden de los buenos negocios, el orden de los negocios internacionales, estaba de hecho trabajando objetivamente para los intereses de todos los capitalistas, y por lo tanto también de las multinacionales que tienen su sede en Occidente. Aquí radica toda la diferencia de naturaleza entre, por un lado, la “ocupación” de Kazajistán para reprimir un movimiento social que ponía parcialmente en peligro el actual orden de cosas, el orden capitalista, y, por otro lado, la “ocupación” de una parte de Ucrania en un conflicto que responde a intereses geoestratégicos entre distintas fracciones del mismo Capital mundial.

Todo el mundo comprenderá fácilmente que el enfoque proletario de estos dos tipos de ocupación, y la forma de tomar partido, será totalmente diferente. En el caso, como en Ucrania, de que haya dos actores burgueses que se enfrenten, tomar posición y comprometerse contra uno, contra el “agresor” (aquí en este caso, el Estado ruso), pero no contra el otro, el “agredido” (el Estado ucraniano), equivale objetivamente, y sobre todo de manera eminentemente práctica, a quererlo o no, a pesar de su propia voluntad, a pesar de lo que se afirma, para comprometerse y apoyar a este último, y esto tanto más en ausencia de una verdadera dinámica de autonomía frente a las estructuras militares, las estructuras de abastecimiento, que enmarcan este compromiso. Porque no nos engañemos, no había antes del estallido de la guerra, y no hay por el momento, ningún movimiento revolucionario fuerte en Ucrania, suficientemente antagónico para que pueda afirmar el poder social de nuestra clase y defender sus intereses inmediatos, así como los históricos.

En cambio, en el caso de un levantamiento proletario en una región determinada que la burguesía se ve obligada a reprimir mediante la aportación de una fuerza de intervención “externa” (debido al derrotismo que mina las fuerzas locales de represión), la “ocupación” resultante adquiere un carácter completamente diferente. Nuestro enemigo es nuestra propia burguesía, por supuesto, pero es sobre todo la burguesía que tenemos directamente enfrente, la que nos reprime, la que nos bombardea, la que nos masacra, la que ocupa el lugar de la fracción burguesa que inicialmente nos explotaba, la que se sustituye por ella. Por supuesto, entendemos que ante la “agresión”, ante la “ocupación”, ante las masacres y la represión, los proletarios quieran resistir, tomar las armas, defenderse… Pero tanto como en Kazajstán esta resistencia armada tendría por objetivo defender el levantamiento social, defender un embrión de dinámica revolucionaria, tanto en Ucrania la resistencia de los proletarios, una vez más si ésta se dirige a uno solo de los protagonistas del enfrentamiento bélico, corre el riesgo de ser rápidamente aniquilada en los brazos del Estado ucraniano, de sus aliados y de sus intereses burgueses. Esto es al menos lo que la historia de las luchas de nuestra clase nos ha mostrado siempre, hasta que se demuestre lo contrario… y el ejemplo histórico de España 1936-37 es revelador al respecto ya que allí se sacrificó la revolución en nombre de un “mal menor” a defender, la república burguesa, el frente popular antifascista, frente a lo que se representaba como “el mal absoluto”, el fascismo.

Tanto en España ayer como en Rojava y Ucrania hoy, “el pueblo en armas” no es, ni mucho menos, el proletariado armado; armado con las armas de la crítica que permiten el desarrollo de la crítica real por las armas…

Por lo tanto, sólo podemos saludar a los proletarios que se niegan a situarse en uno u otro de los campos burgueses presentes y que, por el contrario, afirman su internacionalismo y se organizan para oponerse a los dos hermanos enemigos. Como en los años 80 del siglo pasado cuando los desertores “iraquíes” se organizaron con los desertores “iraníes” durante la terrible carnicería que duró ocho largos años y cuando se unieron para luchar juntos contra los dos ejércitos burgueses.

Saludamos a las mujeres proletarias de Ucrania, tanto en la región occidental de Transcarpacia (por tanto, bajo administración militar ucraniana) como en el Donbass, en las “provincias orientales” (por tanto, bajo administración militar rusa), que salieron a la calle para expresar su desprecio por la “defensa de la patria” y exigir el regreso de sus hijos, de sus hermanos, de sus familiares enviados a cualquiera de los frentes para defender intereses que no son los suyos.

Saludamos a los proletarios de Ucrania que acogen clandestinamente a los soldados rusos que han desertado, por su cuenta y riesgo, porque cuando son detenidos, ya sea por las autoridades militares rusas o por las ucranianas, se les hace comprender dónde está la fuerza legal en este asqueroso mundo, qué bando y qué patria deben defender y que no se tolerará ninguna confraternización.

Saludamos a los proletarios de Ucrania, que a pesar del reclutamiento obligatorio, huyen de su incorporación a las unidades militares por todos los medios a su alcance, legales o no, y se niegan así a sacrificarse y a servir bajo los pliegues del trapo nacional ucraniano.

Saludamos a los soldados rusos que, desde el inicio de las “operaciones especiales” en Ucrania, huyen de la guerra y de sus masacres, abandonando tanques y vehículos blindados en condiciones de uso, y buscando su salvación en la huida, a través de redes de solidaridad con desertores de ambos ejércitos.

Saludamos también (¡aunque la información sobre este tema es menos segura, debido a la guerra de comunicados y propaganda militar!) a los 600 soldados de la Infantería de Marina rusa que se negaron a desembarcar al principio del conflicto, frustrando así una operación anfibia en la región de Odessa.

Saludamos también (con las mismas reservas) a los soldados rusos que supuestamente se amotinaron y se negaron a asaltar Kharkov, también al principio del conflicto.

Saludamos a los soldados del ejército de la “República Popular de Donetsk”, incorporados a la fuerza y enviados al frente de Mariupol, que se negaron a seguir luchando, a servir de “carne de cañón” (¡según su propia expresión!), aunque esta vez fueron enviados a defender la vecina “República Popular” de Lugansk

Saludamos a los rebeldes y saboteadores que en la Federación Rusa ya han quemado decenas de oficinas de reclutamiento militar y otras oficinas de cerdos en todo el país.

Saludamos a los trabajadores ferroviarios de Bielorrusia que han saboteado repetidamente las vías férreas que son esenciales para mantener las líneas de suministro del ejército ruso desplegado en Ucrania.

Saludamos a los proletarios de Ucrania que tan pronto como los primeros bombardeos comenzaron a organizar saqueos colectivos de tiendas abandonadas por sus propietarios, supermercados y centros comerciales como se informó en Melitopol, Mariupol, Kherson e incluso Kharkov, planteando así la satisfacción de sus necesidades elementales de supervivencia en contra de todas las leyes y la moral que protegen la propiedad privada.

Saludamos a todos los proletarios, en el frente, que organizan huelgas y se niegan a ofrecer su trabajo y sudor a la economía de guerra, a la economía de la paz social y, por tanto, a la economía en general, sean conscientes de ello o no.

Por último, saludamos a los proletarios, a los ferroviarios, a los estibadores… en Europa, en Grecia, en Inglaterra… que se niegan a transportar material militar para la OTAN a Ucrania.

Saludamos a todos los que se niegan a sacrificarse en el altar de la guerra, la miseria y la patria.

Y el día, que esperamos esté muy cerca, en que los proletarios salgan a las calles de Moscú y Kiev, y de todas las grandes zonas urbanas de Rusia y Ucrania, coreando a una sola voz “¡Putin y Zelenski, fuera!”, entonces responderemos a nuestra vez, haciendo referencia a los compañeros que blandían en las calles de Argentina hace unos veinte años la consigna “¡Que Se Vayan Todos!” Los Biden, los Johnson, los Macron, los Scholz, los Sánchez, los von der Leyen, los Michel, los Stoltenberg… todos estos hacedores de guerras y miserias… ¡y todos aquellos, absolutamente todos, que llegan a la puerta de la alternancia política!

Pero seamos claros: sólo son intermediarios en este sistema de prostitución generalizada que es el trabajo asalariado, la venta obligatoria de nuestra fuerza de trabajo. Más allá de todas las personas que encarnan la dictadura social del Capital, es sobre todo una relación social impersonal que puede ser, es y ha sido reproducida por cualquier elemento, burgués o proletario, cooptado para ello. Así pues, aunque compartamos plenamente la alegría de los proletarios de Sri Lanka que, tras derrocar al presidente en funciones hace unos días, invadieron su palacio presidencial y se zambulleron en su piscina de lujo, la pregunta que debemos hacernos es: cómo llevar la dinámica revolucionaria hasta sus últimas consecuencias, cómo expropiar a la clase poseedora y reapropiarse de nuestros medios de existencia… ¡y sobre todo cómo no volver atrás! Aquí es donde comienza la verdadera aventura humana…

6 de marzo de 2022

Sobre el derrotismo revolucionario y el internacionalismo proletario en la actual guerra entre Rusia y Ucrania/OTAN

“La lucha de clases del proletariado internacional contra el genocidio imperialista internacional
es el mandato socialista de la hora.
¡El enemigo principal de cada uno de los pueblos está en su propio país! [...]
¡Que termine el genocidio!
Proletarios de todos los países... ¡únanse a la lucha de clases internacional
contra la conspiración de la diplomacia secreta, contra el imperialismo,
contra la guerra, por la paz, en el espíritu del socialismo!”

−Karl Liebknecht (mayo de 1915). El enemigo principal está en casa

Introducción

Para empezar y dejar claro el terreno en el que se desarrollan los hechos y el presente artículo, hay que responder la pregunta ¿para qué Rusia invade Ucrania? Para apoderarse de su posición geopolíticamente estratégica, sus recursos naturales, su infraestructura industrial-comercial y su fuerza de trabajo colectiva. Para expandir su mercado y su poder como potencia imperialista decadente en el plano del capitalismo mundial, teniendo a EE.UU./OTAN como principal adversario y a China como principal aliado. (Sí, Rusia es capitalista e imperialista… desde tiempos de la URSS hasta la fecha.) Para reactivar su economía en crisis o compensar la caída de su tasa de ganancia mediante la industria de la guerra, explotando trabajadores o extrayéndoles plusvalía en el frente de la producción y deshaciéndose asesinamente de proletarios sobrantes en el frente militar. De hecho, la repartición del mundo durante una guerra imperialista en el fondo es la repartición de la plusvalía mundial entre burguesías nacionales y regionales en este caso, euroasiáticas y occidentales mediante la explotación y la masacre de la clase trabajadora mundial. (Aunque, por otro lado, toda guerra es muy costosa y no se puede mantener por mucho tiempo.) Y, sobre todo, para prevenir nuevas revueltas e insurrecciones de los explotados y oprimidos en los territorios que domina: junto con la administración estatal represiva de la crisis sanitaria, esta guerra es una pieza clave de la contrarrevolución preventiva en curso, sobre todo después de la revuelta mundial del 2019. En síntesis: no hay capitalismo sin imperialismo, sin crisis y sin guerra; y toda guerra imperialista es siempre una guerra contra el proletariado.

Dicho esto, ahora sí se puede aterrizar la anterior cita del compañero histórico Liebknecht a la actual coyuntura mundial: significa que la manera más contundente y efectiva de combatir y vencer "desde abajo" la guerra imperialista entre Rusia y Ucrania/OTAN es la lucha de los proletarios de la región rusa contra la propia burguesía rusa y la lucha de los proletarios de la región ucraniana contra la propia burguesía ucraniana. Como dice un compañero de la región mexicana, “proletarios marchando contra Kiev y Moscú por igual”.

Lo cual incluye en primera línea a los proletarios con uniforme o soldados de ambos países en guerra: que dejen de disparar y matar a sus hermanos de clase "del otro lado" de la frontera nacional impuesta por la clase capitalista, que desobedezcan las órdenes de sus oficiales y generales burgueses, y que más bien apunten sus armas contra éstos últimos para defender sus vidas. Si lo decimos, es porque ya ha acontecido anteriormente en este tipo de coyunturas históricas (guerras mundiales y guerras civiles).

Yendo más allá todavía, significa que los proletarios con uniforme de ambos países fraternicen y se unan entre sí, deserten de las filas militares, entreguen armas a los proletarios sin uniforme en las calles, y participen juntos en una oleada de protestas y huelgas generales autoorganizadas mediante asambleas y consejos de trabajadores que ataquen, paralicen y subviertan las relaciones sociales capitalistas en todos los frentes (desde el frente de la producción hasta el frente militar); o sea, que hagan una insurrección que, autoempoderada de esa manera, tienda a la comunización de la vida en esos territorios.

Considerando las últimas revueltas, huelgas y protestas en dicha región del planeta (p. ej. Kazajstán en este año, Donbass en el 2021, Bielorrusia en el 2020, la misma Ucrania en el 2014, etc.), eso es lo que en el fondo temen los gobernantes burgueses tanto de Rusia como de Ucrania, y por eso hacen la guerra.

O, en su defecto, significa manifestaciones masivas contra la guerra y el reclutamiento para la misma, como las que de hecho ya están teniendo lugar y siendo reprimidas en ambos países. Así como también, las muestras de solidaridad internacionalista de clase que también han ido apareciendo contra esta guerra.

Sea como fuere, todo esto es, en la práctica, lo que se conoce como derrotismo revolucionario, que es la posición histórica e invariante de los comunistas y anarquistas internacionalistas frente a la guerra imperialista, como producto de la dura experiencia de millones de proletarios en las dos Guerras Mundiales. 

El derrotismo revolucionario en contra y más allá de todo nacionalismo y militarismo. Teoría y práctica

¿Por qué derrotismo? Porque está a favor de la derrota de ambos Estados nacionales en guerra. ¿Por qué revolucionario? Porque está a favor de la revolución proletaria internacional. Entonces, ni Rusia ni Ucrania/OTAN: derrotismo revolucionario.

Eso es lo que significa concretamente ahora la consigna "ni guerra entre pueblos ni paz entre clases". Aunque en el contexto histórico actual sea más complejo que en el contexto histórico en el que fue formulada, también significa “transformar la guerra imperialista en guerra de clases”… para abolir las clases sociales: dialécticamente hablando, sólo así, mediante la inevitable violencia revolucionaria contra la violencia capitalista y su cómplice que es el pacifismo ciudadanista, podrá existir paz real entre los seres humanos, una vez abolida la violenta sociedad de clases y mundialmente instaurada la comunidad humana real. Esta es la paz por la que luchamos los socialistas, comunistas o anarquistas revolucionarios.

¿Contradictorio? Sí, porque la realidad capitalista y de la lucha de clases es contradictoria. Contradicciones que hay que asumir para resolverlas o superarlas de modo revolucionario, puesto que el mismo desarrollo capitalista y la misma lucha de clases producen los elementos y las tendencias de la abolición de la sociedad de clases y de la gestación de la comunidad humana real. Elementos y tendencias que permanecen latentes durante la mayoría del tiempo histórico, pero que se hacen visibles en las excepcionales y decisivas situaciones revolucionarias.

Ahora bien, de entrada, hay que reconocer la debilidad en la que se encuentra nuestra clase proletaria como movimiento real autónomo y antagonista frente al Capital-Estado en todo el mundo y, por tanto, en las regiones rusa y ucraniana. Debilidad que hace inevitable que los proletarios con uniforme de las regiones mencionadas se maten entre sí, y que los proletarios sin uniforme no posean todavía la fuerza social real como para derrotar la guerra desde adentro. Porque, bajo el efecto de la droga del nacionalismo o patriotismo y, sobre todo, por su debilidad actual como clase autónoma y antagonista, apoyan a sus respectivas burguesías nacionales, es decir a sus patrones y verdugos de clase.

Pero no por esta situación temporal en contra hay que renunciar ni mucho menos traicionar a nuestras posiciones fundamentales contra la guerra imperialista, como son el derrotismo revolucionario y el internacionalismo proletario posiciones que, a su vez, son producto de la experiencia histórica e internacional de lucha de nuestra misma clase, en nombre de un falso realismo y urgencias “tácticas” que en realidad sólo benefician a nuestro enemigo de clase, la burguesía internacional, aunque éste se disfrace de “aliado contra el fascismo y el imperialismo”.

Lo que entonces hay que tener claro son, al menos, dos cosas. Una, que en este este tipo de situaciones adversas dichas posiciones revolucionarias adoptan un carácter defensivo de las condiciones de vida inmediata de los proletarios, esto es de sus vidas mismas contra la máquina de muerte que es la guerra. Y dos, que la historia demuestra que los ataques y las guerras de la clase capitalista pueden producir inesperados o sorpresivos contrataques de la clase proletaria, los cuales incluso pueden devenir revolución o, al menos, revuelta. En ambos casos, se trata de cientos de miles de proletarios defendiendo y transformando materialmente sus vidas sin intermediarios ni representantes de ningún tipo.

Dicho de otra forma, por más defensivos que les toque ser en circunstancias adversas, si el internacionalismo proletario y el derrotismo revolucionario no se traducen en acciones autónomas de clase con capacidad de alterar la correlación de fuerzas real, entonces no son nada más que consignas abstractas e incluso delirantes (como las de cierto personaje izquierdista caribeño que ve “insurrecciones proletarias” en todas partes y emite “instructivos militares revolucionarios” a cada rato).

Lo cual, empero, no depende de la voluntad y ni siquiera de la actividad de las organizaciones y los militantes revolucionarios, sino de las actuales condiciones materiales de explotación, división, desorganización, represión y alienación capitalista en las que nos encontramos los proletarios como clase en todo el mundo. Por lo tanto, sólo el devenir de la misma catástrofe capitalista en curso y de la lucha de clases real puede alterar la correlación de fuerzas actual o crear las condiciones objetivas y subjetivas para una situación revolucionaria... o no.  

A pesar de todo ello, a las minorías revolucionarias del proletariado nos corresponde mantener y agitar nuestras posiciones fundamentales a contracorriente, en donde y como podamos, a modo de memoria y consciencia viva de que nuestras necesidades inmediatas como explotados y oprimidos en el fondo son inseparables de nuestra necesidad de revolución social como especie humana, no sólo para vivir una vida que merezca ese nombre al contrario de la guerra diaria y la muerte en vida que tenemos bajo el capitalismo, sino para salvar el pellejo o dejar de morir tal como estamos muriendo en esta época. Sí, porque es la vida de nuestra especie y de nuestro planeta lo que está en juego. Y esto aplica tanto para el presente como para futuros conflictos bélicos.

Por consiguiente, sí tienen sentido y utilidad los llamamientos internacionalistas y derrotistas revolucionarios contra la guerra. Pero más sentido y utilidad tienen las acciones directas de los proletarios de las regiones rusa y ucraniana contra la guerra.

Entonces, hay que estar atentos a las acciones de esta naturaleza y su devenir por parte de los proletarios que habitan ambos países. Acciones que ya se están dando (protestas contra la guerra) y que probablemente se darán (deserciones de filas militares, fraternización y lucha conjunta de proletarios con y sin uniforme, etc.), no sólo por la agitación contra la guerra imperialista por parte de las minorías comunistas y anarquistas activas en esas regiones, sino principalmente para salvar sus vidas y las de los suyos, es decir por sus necesidades materiales inmediatas, ya que cada día que pasa la guerra los está masacrando sin piedad alguna (las noticias e imágenes al respecto son de terror gore).

Como revolucionarios de otros países, insistimos, hay que estar atentos y solidarizarse con tales acciones en caso de que se den, no sólo traduciéndolas, difundiéndolas y visibilizándolas, sino también luchando contra las burguesías de "nuestros propios" países; es decir, internacionalizando la lucha proletaria contra la guerra imperialista, porque el aislamiento de tales acciones las va a llevar inevitablemente a la derrota, y porque las burguesías de todos los países siempre toman partido a favor de uno u otro bloque imperialista en guerra, no sólo mediante declaraciones públicas, sino enviando soldados de sus países a ese gran matadero, tal como ha ocurrido durante este siglo en Irak, Siria, Haití, etc. En ese caso, también habría que luchar contra el apoyo de "nuestros propios" Estados a esta guerra, denunciándolo, boicoteándolo y saboteándolo como sea posible. Esto es lo que implicaría, en la práctica, el internacionalismo proletario y el derrotismo revolucionario en la actual coyuntura mundial por parte de los anticapitalistas de otros países.

Y si no es por ese lado, será por el lado de la inflación mundial o del aumento de precios de los productos básicos que produce la guerra, el cual afectará inmediata y directamente a los bolsillos y los estómagos de los proletarios de todas partes. Así pues, “si globalizan la miseria, globalizamos la resistencia”: si globalizan el hambre, globalizamos la protesta. Sólo la lucha del proletariado internacional puede derrotar el genocidio imperialista internacional.

En pocas palabras: esta es una lucha de clases mundial y no de naciones; por lo tanto, desde la perspectiva anticapitalista e internacionalista, contra la barbarie de las guerras del capitalismo la clave está en practicar la solidaridad de clase en todas partes y en todos los frentes o, dicho de otra forma, en autoconstituir comunidades proletarias de lucha al calor de la misma contra todos los Estados, los mercados, las patrias y las otras falsas comunidades (nacionales, étnicas, culturales, identitarias, políticas, religiosas, etc.) del Capital mundial, no por tal o cual ideología izquierdista o ultraizquierdista, sino por necesidad vital concreta.


El internacionalismo proletario en contra y más allá de los falsos antagonismos del antifascismo y del antiimperialismo. Teoría y práctica

“Democracia y fascismo no se oponen, sino que se complementan, ya sea de forma alternativa o al unísono. […] 
se trata de someter al proletariado a la alternativa entre fascismo o antifascismo, obstruyendo cualquier vía revolucionaria y anticapitalista. […]
La función de la socialdemocracia… es la de desviar las luchas del proletariado de su objetivo revolucionario y anticapitalista, 
para llevarlas a la defensa de la democracia burguesa.
Es necesario preparar el altar de la sagrada unidad [nacional] antifascista, para proceder a efectuar todos los sacrificios necesarios […]
El antifascismo es la consecuencia más grave del fascismo. Sustituye la ALTERNATIVA revolucionaria CAPITALISMO/COMUNISMO, 
por la opción (siempre burguesa) DEMOCRACIA/FASCISMO. […]
Socialdemócratas, reformistas, populistas, nacionalistas de todas las patrias y estatistas de todo pelaje vendrán a implorarnos y defender 
que abandonemos nuestras luchas, que hagamos dejación de principios, que olvidemos nuestras reivindicaciones, 
que aceptemos nuestra derrota antes de que empiece el combate. 
E intentarán ponerse a la cabeza de cualquier movimiento que pueda surgir, para desviarlo, desnaturalizarlo y derrotarlo. […]
La alternativa no es fascismo o antifascismo, porque ambos defienden el sistema capitalista, mientras nos engañan con un falso enfrentamiento.”

−Agustín Guillamón (diciembre de 2018). Fascismo y antifascismo

Otra implicación del internacionalismo proletario en la práctica es no entramparse en el falso antagonismo "democracia vs. fascismo" que, a su vez, es parte del falso antagonismo “Rusia antifascista vs. imperialismo yanqui”, y que es propio de la burguesía progresista y la socialdemocracia histórica, es decir propio de la izquierda del Capital. Falso antagonismo que, por cierto, es el que está manipulando discursivamente el capitalista-imperialista-belicista Putin y con el que están delirando los estalinistas e incluso algunos “anarquistas” pro-rusos contra "el nazifascismo ucraniano" y “el imperialismo yanqui”, desde las "Repúblicas Populares" de Donetsk y Lugansk (Donbass) hasta las organizaciones marxistas-leninistas y antifascistas de Chile y Ecuador.

Mas no es el único bloque internacional de poder que lo hace. Tal como en ese meme de varios Spidermans acusándose entre sí, la prensa burguesa estadounidense y sus corifeos internacionales, en consonancia con los separatistas-populistas del Donbass y algunos “anarquistas” ucranianos, como buenos demócratas que son también acusan al régimen de Putin de “fascista”, lo asocian con Hitler y hasta le están llamando “Putler”.

En suma, tanto uno como otro bloque capitalista-imperialista actualmente en guerra presume ser “el salvador de la democracia” y acusa a su contrincante de ser “un monstruo fascista”. Justificando así su guerrerismo y delirando con repetir sus “glorias” de la Segunda Guerra Mundial. Suficiente como para darse cuenta de que “democracia vs. fascismo” es un falso antagonismo o, mejor dicho, una guerra interburguesa e interimperialista donde los proletarios no son más que carne de cañón.

¿Por qué es y siempre ha sido un falso antagonismo? Porque fascismo y democracia son las dos caras de la misma moneda: el capitalismo. Por un lado, en tanto sistema sociopolítico basado en la libertad y la igualdad mercantiles entre propietarios-ciudadanos, la democracia es y sólo puede ser capitalista (decir “democracia obrera, socialista, directa, etc.” es como decir abuelita virgen o café descafeinado), la sociedad capitalista es la sociedad mercantil generalizada y, por tanto, democrática. Además, en democracia el Estado burgués persigue, reprime, encarcela, tortura y asesina a los proletarios rebeldes. Por otro lado, el fascismo también es y sólo puede ser capitalista, porque es la forma histórico-política más autoritaria, brutal y despiadada de defender el Capital-Estado o cuando la dictadura de clase de la burguesía simplemente se quita la máscara y se muestra como lo que realmente es.

Históricamente, cuando a la burguesía le dejó de funcionar la democracia para combatir el avance de la lucha del proletariado, entonces recurrió al fascismo… y viceversa. Lógicamente, si bien no son iguales en la forma ni en la intensidad de la violencia ejercida por el Estado de los ricos y poderosos sobre los explotados y oprimidos, en esencia sí son lo mismo o, para usar una expresión gráfica, democracia y fascismo son dos tentáculos del mismo pulpo: la dictadura social del Capital sobre la humanidad proletarizada en todo el mundo. Por eso, al igual que izquierda y derecha, democracia y fascismo no son contrarias, son complementarias.

Cabe mencionar además que el fascismo sólo existió como régimen político específico, financiado por el capital industrial y bancario, durante la primera mitad del siglo XX en Europa; mientras que hoy en día, aunque sobrevive internacionalmente como corriente de ultraderecha del Capital, dicho término es usado a la ligera y hasta como fetiche político por los izquierdistas de todas partes, en especial por los antifascistas. Cosa que lo banaliza, pero que no es nada inocente: la izquierda del Capital se opone al fascismo y no a la democracia porque defiende a ésta última, es demócrata; mejor dicho, porque es social-demócrata o reformista, incluso si se autodenomina “marxista” (leninistas varios) o “anarquista” (anarquistas liberales).

Muy por el contrario, los comunistas y anarquistas revolucionarios siempre hemos denunciado y combatido a la dictadura de la burguesía llamada democracia (ser anticapitalista implica, pues, ser antidemocrático), así como también a su otra cara que es el fascismo. Teniendo siempre claro que el enemigo es el capitalismo en cualesquiera de sus formas o variantes, no el fascismo. Combatimos con intransigencia tanto a los fascistas como a los demócratas porque ambos son capitalistas. Por eso sólo los socialdemócratas de cualquier pelaje nos rebuznan “le hacen el juego al fascismo” o de plano nos calumnian de “fascistas” a los comunistas y anarquistas radicales. Y por eso mismo son falsos críticos del capitalismo, a los cuales también hay que denunciarlos y combatirlos como tales.

Lo mismo aplica para el antiimperialismo que, generalmente, es sólo contra el imperialismo de EE.UU. su fetiche político−, pero no contra el imperialismo de otras potencias como Rusia o China, a las que termina subordinándose, so pretexto de que éstas son “socialistas”, lo cual es completamente falso porque fueron y son capitalistas. Otro falso antagonismo. El punto es que el antiimperialismo en cuanto tal sólo lucha contra el imperialismo yanqui, por la “liberación nacional” y la “autodeterminación de los pueblos oprimidos” del “Tercer Mundo”; es decir, lucha por un nuevo Estado-nación capitalista con máscara “socialista”, para así explotar y dominar “en mejores condiciones” al proletariado puertas adentro y competir “en mejores condiciones” con otros Estados-nación igual de capitalistas. Por tal razón, el antiimperialismo y el liberacionismo nacional no sólo son reformistas, sino contrarrevolucionarios.

Muy por el contrario, los comunistas y anarquistas revolucionarios entendemos que el imperialismo no es la “fase superior del capitalismo”, sino una de sus características inherentes y permanentes en tanto sistema histórico-mundial; que todo Estado-nación es imperialista, pero que existen jerarquías o diferentes niveles de poder imperialista entre los Estados; que la guerra imperialista es una competencia bélica entre Estados capitalistas con mayor nivel de poder imperialista y, sobre todo, una guerra de la burguesía internacional contra el proletariado internacional; que el enemigo no es el imperialismo, sino el capitalismo mundial; y, que la posición de los comunistas y anarquistas revolucionarios frente a toda guerra imperialista no es el antiimperialismo y la “liberación nacional”, sino el derrotismo revolucionario, el internacionalismo proletario y la revolución social mundial.  

Por lo tanto, luchar "contra el fascismo" y "por la democracia" de una u otra potencia/bloque imperialista en competencia bélica, así como también luchar por "la liberación nacional" y "la autodeterminación de los pueblos oprimidos", no sólo es luchar por "el mal menor", sino que en realidad es luchar por los intereses materiales de una burguesía nacional o regional contra otra (acumulación de más territorio, recursos naturales y población trabajadora que explotar para así acumular más capital y poder mundial); y, sobre todo, es luchar contra el proletariado que no tiene patria, sí, porque los proletarios no tenemos patria: gane el Estado-nación que gane en esta guerra, sea por la vía militar sea por la vía diplomática, los proletarios de ambos países seguirán siendo oprimidos y explotados si no hacen la revolución social internacional.

En síntesis: la guerra “democracia vs. fascismo” es y siempre ha sido una pieza clave de la guerra imperialista y, por tanto, una guerra interburguesa que usa a proletarios combativos como carne de cañón, a fin de conservar y desarrollar las relaciones sociales capitalistas en todo el mundo, incluso con membretes no capitalistas o "socialistas". Esto es lo que pasó en la “guerra civil española” y es lo que está pasando en la guerra entre Rusia y Ucrania en este momento: una vez más en la historia, el antifascismo está demostrando su naturaleza social-demócrata, nacionalista, militarista y contrarrevolucionaria.

Muy por el contrario, mientras en el largo plazo y en última instancia el internacionalismo proletario significa luchar por la revolución comunista mundial, en coyunturas desfavorables como la actual el internacionalismo proletario significa luchar de manera autónoma o directa, es decir sin intermediarios ni representantes, por defender los intereses materiales de nuestra clase (salvar la vida, alimentación, vivienda o al menos refugio, salud física y mental, educación, paz real, libertad real) en contra y más allá de cualquier interés nacional-estatal, por más democrático y antifascista que diga ser, como en este caso concreto lo son las "Repúblicas Populares" de Lugansk y Donetsk.

"Repúblicas Populares" que en realidad son patrocinadas y anexionadas por el capitalismo-imperialismo ruso a través de bandas armadas separatistas, en las cuales participan como compañeros de armas desde grupos ultraderechistas o nazis, eurasianistas y nacional-bolcheviques hasta, lastimosamente, combatientes proletarios de ideología antifascista. Decimos lastimosamente porque, por más que estos hermanos de clase crean y digan lo contrario, en realidad terminan siendo carne de cañón de esta guerra interburguesa e interimperialista. (La misma película con otros actores pasa en Kurdistán, porque éste también forma parte de las telarañas imperialistas del capitalismo histórico-mundial hoy en día, bajo la mistificación del antifascismo democrático y antiimperialista.)

Guerra que, además y hoy por hoy, es una “guerra híbrida”, es decir una guerra que usa ejércitos estatales regulares y ejércitos no estatales irregulares como lo son estas milicias policlasistas y populistas donde participan los antifascistas, así como también presiones económicas (sanciones, especulaciones financieras, etc.) y ataques informáticos, mediáticos y psicológicos, no sólo contra el otro Estado, sino contra la población civil desarmada.

El colmo de esta enfermedad militarista es decir que el asesinato de civiles desarmados es un “daño colateral” o un “sacrificio necesario” de “la guerra popular contra el fascismo y el imperialismo”. Cosa que rebuznan, no sólo los militares de ambos ejércitos, sino también algunos milicianos antifascistas, y no sólo en este momento, sino desde tiempos de la URSS y la 2da Guerra Mundial. Una constante nefasta del nacionalismo y el militarismo capitalistas, ya sea de derecha o de izquierda.

A modo de conclusión. Algunas claridades revolucionarias en contra y más allá del confusionismo izquierdista frente a la guerra

Aquí, pues, cabe recordar ¿para qué Rusia invade Ucrania? Para apoderarse de su posición geopolíticamente estratégica, sus recursos naturales, su infraestructura industrial-comercial y su fuerza de trabajo colectiva. Para expandir su mercado y su poder como potencia imperialista decadente en el plano del capitalismo mundial, teniendo a EE.UU./OTAN como principal adversario y a China como principal aliado. (Sí, Rusia es capitalista e imperialista… desde tiempos de la URSS hasta la fecha.) Para reactivar su economía en crisis o compensar la caída de su tasa de ganancia mediante la industria de la guerra, explotando trabajadores o extrayéndoles plusvalía en el frente de la producción y deshaciéndose asesinamente de proletarios sobrantes en el frente militar. De hecho, la repartición del mundo durante una guerra imperialista en el fondo es la repartición de la plusvalía mundial entre burguesías nacionales y regionales en este caso, euroasiáticas y occidentales mediante la explotación y la masacre de la clase trabajadora mundial. (Aunque, por otro lado, toda guerra es muy costosa y no se puede mantener por mucho tiempo.) Y, sobre todo, para prevenir nuevas revueltas e insurrecciones de los explotados y oprimidos en los territorios que domina: junto con la administración estatal represiva de la crisis sanitaria, esta guerra es una pieza clave de la contrarrevolución preventiva en curso, sobre todo después de la revuelta mundial del 2019. En síntesis: no hay capitalismo sin imperialismo, sin crisis y sin guerra; y toda guerra imperialista es siempre una guerra contra el proletariado.

Por su parte, el Estado ucraniano no es "mejor", "menos malo", ni más ni menos "fascista" o democrático que el Estado ruso, ya que no se diferencia cualitativamente sino sólo cuantitativamente de éste último, al ser más pequeño y con menos poder imperialista, pero igual de burgués y antiproletario; y ya que los mercenarios “nazifascistas”, financiados y armados tanto por el régimen de Putin como por la OTAN, están de ambos lados de la frontera ruso-ucraniana. Lo mismo aplica para las “Repúblicas Populares” o los mini-Estados burgueses emergentes de Donetsk y Lugansk.

Tanto el Estado burgués ruso como el Estado burgués ucraniano explotan y masacran brutalmente a los proletarios de ambos territorios bajo su dominio como si fuesen ganado que hoy llevan al matadero de la guerra, para luego imponer “la paz de los cementerios”. Por consiguiente, defender a uno u otro Estado en competencia bélica, incluso bajo las banderas del antiimperialismo y del antifascismo, es defender a sus verdugos de clase. En la guerra, los proletarios no tienen nada que ganar: por el contrario, van a morir por millares y su sangre sólo alimentará al Capital mundial. “El enemigo principal está en el propio país”, es de clase, y esta realidad es común a todas las naciones del planeta, porque el capitalismo es un sistema mundial y una relación social impersonal que nos aliena, explota, oprime y asesina a los proletarios de todas partes día tras día.

Entonces, una vez más afirmamos: ni Rusia ni Ucrania/OTAN: internacionalismo proletario y derrotismo revolucionario contra la guerra imperialista. Ni fascismo ni democracia: autonomía proletaria contra todo tipo de Estado capitalista. Para acabar con la guerra hay que acabar con el capitalismo y la sociedad de clases, haciendo la revolución comunista mundial, no la “guerra antifascista y antiimperialista”. Contra todas las falsas comunidades del Capital mundial (nacionales, étnicas, culturales, identitarias, políticas, religiosas, etc.), autoconstituir comunidades de lucha, apoyo mutuo y solidaridad de clase en todas partes. Aunque parezcan abstractas y lejanas, por todo lo expuesto anteriormente estas son claridades revolucionarias concretas e inmediatas en la actual coyuntura mundial, puesto que las guerras simplifican y clarifican en los hechos los antagonismos sociales reales. “La lucha de clases del proletariado internacional contra el genocidio imperialista internacional es el mandato socialista de la hora.”

El confusionismo que reina actualmente en las izquierdas frente a la guerra en Ucrania es consecuencia, entre otras razones, de la falta de tales claridades, no sólo por falta de formación en teoría revolucionaria o como consecuencia de una deformación ideológica izquierdista (leninista, antifascista, anarquista-liberal y/o postmoderna), sino principalmente por falta de experiencia de lucha en situaciones de guerra y revolución o, en su defecto, de revuelta. Y esto se debe, a su vez, a que las condiciones materiales del desarrollo capitalista y de la lucha de clases todavía no las han hecho situaciones fácticas y aleccionadoras para tales organizaciones e individuos de izquierdas. En resumen, el confusionismo izquierdista frente a esta guerra es consecuencia y síntoma del actual periodo histórico contrarrevolucionario.

El punto es que en tales coyunturas o situaciones-límite es cuando lo abstracto deviene nuevamente concreto y cuando se clarifican en los hechos las posiciones de clase que, en esta sociedad capitalista y de clases, son y sólo pueden ser dos: del lado de la burguesía internacional o del lado del proletariado internacional, del lado del capitalismo o del lado del comunismo y la anarquía, del lado de la contrarrevolución o del lado de la revolución. No hay ni puede haber medias tintas ni relativismos al respecto. Por lo tanto, así como el pacifismo ciudadanista termina siendo cómplice del guerrerismo capitalista, así también el negacionismo postmoderno de la lucha de clases termina siendo cómplice de la dominación de clase burguesa y, en esta coyuntura, de la guerra imperialista. Lo mismo aplica para el anti-imperialismo (ruso y yanqui) y el anti-fascismo (ucraniano y ruso).

El problema es que, dentro de este confusionismo izquierdista, el falso antagonismo “democracia vs. fascismo”, que a su vez es parte del falso antagonismo “Rusia antifascista vs. imperialismo yanqui”, funciona efectivamente como chantaje ideológico-político y emocional (“si apoyas a Ucrania, facho”, “si apoyas a Rusia, facho”, “si estás contra las dos, intelectual purista… ni chicha ni limonada”, etc.) para muchos proletarios de todas partes que se oponen a la guerra imperialista por sentido común o por instinto de clase, pero sin posiciones revolucionarias claras y firmes como son el internacionalismo proletario y el derrotismo revolucionario. De tal suerte que estos hermanos de clase terminan siendo repetidores acríticos de la opinión pública o, en el peor de los casos, carne de cañón en los campos de guerra. Otra consecuencia y síntoma del actual periodo histórico contrarrevolucionario.

Finalmente, decir que la guerra Rusia vs. Ucrania/OTAN no es la Tercera Guerra Mundial como tal, pero se podría decir que sí es el preludio de la misma o, como dice la prensa burguesa alemana, "el comienzo de una nueva y peligrosa época en la política mundial" en la que "si los europeos quieren sobrevivir en él, tienen que contraatacar": no olvidemos, entre otras cosas, que Alemania, Francia e Italia le compran combustible a Rusia, y que el combustible es la sangre de la economía. Por su parte, EE.UU. y China, las dos superpotencias mundiales, miran, opinan y hacen "lobby" desde la ventana para cuando les toque bajarse de ahí y ser los protagonistas de un nuevo y más grande enfrentamiento militar. Además, no es la única región del planeta que está en guerra: también lo están Siria, Palestina, Yemen, Mozambique, Camerún. Países en los cuales es sabido que EE.UU. y la OTAN tienen injerencia, pero nada o muy poco dice la opinión pública al respecto. Y, sobre todo, no olvidemos que EE.UU. enfrenta una fuerte lucha de clases interna o una guerra social puertas adentro durante los últimos años. Igual que China.

Como vemos, no hay capitalismo sin guerra, más aún en tiempos de crisis, con lo cual este sistema desenmascara una vez más su naturaleza violenta y catastrófica. Además, en el contexto de la crisis capitalista actual, es posible una Tercera Guerra Mundial. La que, por cierto, no sería la guerra de tipo clásico, sino una guerra de nuevo tipo: “híbrida”, fragmentada, escalonada y, lo peor de todo, nuclear y devastadora. A lo que se suma la crisis ecológica global en curso. Poniendo así en serio riesgo de extinción a nuestra especie.

Por tales razones de tremendo peso, las consignas transformar la guerra imperialista en guerra de clases y comunismo o extinción ya no serían abstractas, sino concretas y urgentes para defender y regenerar la vida de la humanidad proletarizada que habita el planeta Tierra.

Decir también y sobre todo que, debido a la desfavorable correlación de fuerzas para nuestra clase en este momento o debido a su derrota después de la revuelta mundial del 2019 hasta la fecha, actualmente las posiciones de internacionalismo proletario y de derrotismo revolucionario no pueden ser ofensivas, esto es capaces de plantear como alternativa real y llevar a cabo la revolución proletaria mundial, pero sí defensivas. ¿Defensivas de qué? No de principios abstractos, sino de las vidas de carne y hueso de cientos de miles de proletarios de esas regiones en guerra. Vidas a ser defendidas por esos mismos proletarios, sin intermediarios ni representantes de ningún tipo.

Sin embargo, la historia contemporánea de la lucha de clases demuestra que la guerra imperialista puede ser un detonante de la revolución proletaria mundial, y que ésta es la única fuerza capaz de derrotar a aquélla. Los látigos de la contrarrevolución pueden hacer levantar y andar a los corceles de la revolución…

El capitalismo produce su propio sepulturero, porque la mayoría de la gente no quiere morir como ganado en el matadero de la guerra y porque, tarde o temprano, cuando hay explotación hay conflicto y cuando hay miseria hay rebelión, allá y en todas partes.

Lo cual obviamente es un proceso y no un suceso. Un proceso de desarrollo desigual, contradictorio, conflictivo e incierto. Sólo el devenir de la lucha de clases real, allá "donde las papas queman" y en todo el mundo, tiene la última palabra. La misma naturaleza de la guerra le hace imposible sostenerse por mucho tiempo antes de que el descontento social y la revuelta comiencen a hervir dentro de los países en conflicto. Y la globalización de la inflación y el hambre producida por la guerra, también globalizará la protesta social en su contra.

Pase lo que pase, hay que estar atentos y preparados como proletarios revolucionarios de todos los países frente a este contexto de catástrofe generalizada y descomposición acelerada del capitalismo que nos ha tocado vivir en el siglo XXI. Asimismo, la lucha de clases es y será la encargada de realizar dicha preparación revolucionaria, donde nuestras mejores armas, como siempre, son y serán el apoyo mutuo y la solidaridad de clase: en una palabra, la comunidad real. Aunque, siendo crudamente realistas, todavía faltan más guerras, catástrofes, revueltas e insurrecciones para ello.

Teniendo siempre claro que, en una situación de guerra como la presente, la verdadera lucha es de clases y no de naciones, por lo tanto, se trata de luchar de manera autónoma por defender nuestros intereses materiales de clase en contra y más allá de cualquier interés nacional; que, tanto para la ofensiva como para la resistencia proletaria, la clave está en autoconstituir comunidades de lucha al calor de la misma contra todos los Estados, los mercados, las patrias y las otras falsas comunidades del Capital mundial; que, en última instancia, para acabar con la guerra hay que acabar con el capitalismo y la sociedad de clases, haciendo la revolución social mundial, no “la guerra popular contra el fascismo y el imperialismo, por la liberación nacional y la autodeterminación de los pueblos”, ya que ésta no es más que otra guerra interburguesa e interimperialista; y, que la revolución social no radica en "coger los fierros y matar a todos los burgueses, los policías y los fascistas", sino en un proceso de comunización de la vida que consiste en destruir y superar las relaciones sociales capitalistas (propiedad privada, mercancía, valor, trabajo asalariado, división del trabajo, clases sociales, Estados, mercados, naciones, “razas”, géneros…) por completo y desde la raíz, sustituyéndolas por relaciones de solidaridad y libertad reales entre los individuos de todas partes... sí, de todas partes, porque la revolución comunista y anárquica será mundial o no será.

Unos proletarios internacionalistas de la región ecuatoriana

Quito, 6 de marzo de 2022

|Versión Folleto en PDF|

*Agradecemos su lectura, discusión, difusión y traducción*

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Traducciones de nuestro texto a otros idiomas [Actualización 30/8/2022]:

Al francés por Los Amigos de la Guerra de Clases (Tridni Valka)

Al alemán por Soligruppe für Gefangene (Grupo de Solidaridad con los Presos Políticos)

Al inglés por Malcontent Editions y Tridni Valka

Al checo por Tridni Valka

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Apéndice (en el Folleto):

Ninguna Guerra Salvo la Guerra de Clases. Un Llamado a la Acción Tendencia Comunista Internacionalista (TCI, abril de 2022)

Debate sobre este Llamado al interior de algunas expresiones de la Izquierda Comunista Internacional (abril de 2022):

¿Qué decir? ¿Qué hacer en el presente? Pantópolis 

La guerra en Ucrania: ¿Y ahora qué? Left Wing Communism / Inter-Rev

Guerra de Ucrania: materiales recibidos en respuesta a "¿Y ahora qué?" Left Wing Communism / Inter-Rev (incluye una Evaluación y crítica del texto de la TCI "Ninguna guerra salvo la guerra de clases - Un llamado a la acción", así como también una Crítica a la "Declaración conjunta de los grupos de la Izquierda Comunista Internacional sobre la guerra en Ucrania" de la CCI y compañía, entre otros)

El llamamiento a la acción de la TCI. Dos tipos de críticas A Free Retriever's Digest

Comentario sobre "El llamamiento a la acción de la TCI. Dos tipos de críticas" Left Wing Communism / Inter-Rev

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Otros análisis y posicionamientos anticapitalistas e internacionalistas sobre esta guerra en curso, que sirvieron como insumos para la elaboración de nuestro artículo (aparte de las noticias oficiales y no oficiales al respecto): 

La guerra de descomposición del capitalismo ruso − Pablo Jiménez

Invasión a Ucrania, opiniones sueltas − Pablo Jiménez

Guerra en Ucrania. Informe de telereunión del 1 de marzo de 2022 − n +1

Guerra híbrida en Ucrania. Informe de telereunión del 22 de febrero de 2022 − n +1

¡Proletarios en Rusia y en Ucrania! En el frente de producción y en el frente militar... ¡Camaradas! − Grupo Guerra de Clases / Tridni Valka

¡El enemigo principal está en el propio país! Esclavo Asalariado Internacionalista

Ucrania, Rusia y la importancia de las preguntas − Barbaria 

Guerra en Ucrania: el ratón y el gato − Barbaria

Algunas posiciones fundamentales del internacionalismo proletario − Barbaria 

La guerra económica, la guerra que ya es − Barbaria

Ucrania: ¡Ni la OTAN ni Putin! ¡Ninguna guerra salvo la guerra de clases! − Tendencia Comunista Internacionalista 

Guerra en Ucrania: Rivalidad imperialista en una crisis económica mundial − Tendencia Comunista Internacionalista

La guerra capitalista es siempre contra el proletariado − Materiales Críticos 

El imperialismo ruso, en el choque con el imperialismo estadounidense y los imperialismos europeos, mueve sus tropas a la reconquista territorial de las áreas estratégicas de Ucrania: ¿después de Crimea, Donbass y luego Odessa? − Partido Comunista Internacionalista (El Proletario)

Comunicado ante la guerra de Ucrania − La Antorcha / Communia

¿Socialismo o Barbarie? Contra la guerra del capital, organización de la clase trabajadora − Editorial Ande

La guerra ha comenzado − KRAS-AIT (Sección de la Asociación Internacional de Trabajadores de la Región de Rusia)   

Declaración contra la guerra − Food Not Bombs Moscú

Contra el Militarismo y la Guerra. Por las Luchas Autogestionadas y la Revolución Social − Declaración Anarco-Comunista Internacional 

Antifascismo y extrema derecha, compañeros de armas en el Donbass − Xavier Casals

"Anarquistas" ucranianos apoyan la guerra interburguesa-interimperialista bajo la bandera del antifascismo − Proletarios Cabreados

Ucrania y Rusia: ¿Nazis contra el fascismo? − Julio Cortés

Sobre la utilidad (o inutilidad) no de los llamamientos internacionalistas contra la guerra en Ucrania − Anónimo

Otros panfletos, comunicados y contrainformaciones sobre la guerra de Ucrania en Panfletos Subversivos, Valladolor y Materiales X La Emancipación

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[Actualización 27/4/2022] Nuevos textos (y audios) compañeros sobre la guerra en Ucrania que han salido después de nuestro texto:

Ucrania 2022 Roland Simon/Théorie Communiste (traducido al español por Vamos hacia la vida)

 

¡Contra la Guerra, Guerra de Clases! – A$AP Révolution (traducido al español por Materiales X la Emancipación)

Lo que significa realmente el derrotismo internacionalista revolucionario en la guerra "ucraniana" − Aníbal (Inter-Rev) y Fredo Corvo (Left-dis)

Invarianza de la posición de los revolucionarios frente a la guerra. Significado de la consigna de siempre de “derrotismo revolucionario” – Grupo Comunista Internacionalista (GCI)/Revista Comunismo nro. 44 (septiembre de 1999)

[Actualización 16/3/2022]

Reflexiones a propósito de la carnicería capitalista en curso (Rusia-Ucrania) − Vamos hacia la vida

¡Contra la guerra capitalista! − Boletín La Oveja Negra nro. 81 

[Audio] Guerra capitalista en Ucrania − Temperamento Radio nro. 58

[Audio] Ucrania, Rusia y la importancia de las preguntas − Grupo Barbaria

Escenarios y modelos de guerra. Informe de telereunión del 8 de marzo de 2022 − n +1

No hay ningún "nosotros" − Des Nouvelles Du Front

Tesis sobre el significado y las consecuencias de la guerra imperialista en Ucrania − Grupo Internacional de la Izquierda Comunista 

Guerra y derrotismo revolucionario (textos históricos del Fomento Obrero Revolucionario-FOR de Munis) − Emancipación/Communia

[Entrevista] KRAS AIT sobre la guerra en Ucrania − Grupo Moiras 

¡NI GUERRA ENTRE PUEBLOS NI PAZ ENTRE CLASES!