31 de octubre de 2021

Sobre la importancia fundamental de la Crítica de la Economía Política para la praxis revolucionaria

«La cuestión de las ZONAS GEOSOCIALES DE LA REVOLUCIÓN y los CICLOS HISTÓRICOS DE LUCHA PROLETARIA son DETERMINADOS en base a las FASES DE SUCESIÓN DE LOS ASPECTOS ECONÓMICOS Y POLÍTICOS DEL CAPITAL que, a su vez, permite ESTABLECER una posible SERIALIZACIÓN/PERIODIZACIÓN de la lucha de la especie humana por el comunismo. Toda esta labor teórica fue abordada por la Izquierda Comunista Italiana [Bordiga y compañía] desde la ORTODOXIA DETERMINISTA. Crearon un arsenal de categorías que es preciso comprender. La anatomía del hombre sigue permitiendo comprender la anatomía del mono y no al revés.» (Un compañero de la región mexicana, Octubre 2021)

Este arsenal de categorías es el de la Crítica de la Economía Política de Marx (fuerzas productivas, relaciones de producción, formas de propiedad, valor, mercancía, fetichismo de la mercancía, fuerza de trabajo, trabajo asalariado, plusvalía −absoluta y relativa−, subsunción −formal y real−, capital −variable y constante−, composición orgánica del capital, tasa de explotación, tasa de ganancia, acumulación de capital, valorización y desvalorización, crisis capitalista, miseria creciente, ejército industrial de reserva, mercado mundial, etc.), quien afirmaba que «toda la mierda de la economía política desemboca en la lucha de clases», puesto que las relaciones de producción y distribución son relaciones de explotación y antagonismo de clases. Por lo tanto, los ciclos económicos capitalistas y los ciclos de lucha proletaria no son independientes más que artificialmente, sino que en realidad son orgánicamente inseparables e indirectamente proporcionales, tal como la forma de doble hélice que posee el ADN humano o de dos curvas que se cruzan formando una cadena. De allí que, desde una perspectiva anticapitalista y antirreformista, no se puede comprender los unos ciclos (de crisis o de prosperidad y estabilidad económica) por separado de los otros ciclos (de alta o de baja intensidad de lucha de clases). Ambos conforman una unidad dialéctica viva. He aquí la base material de la correlación de fuerzas y, por tanto, del carácter (revolucionario, contrarrevolucionario, reformista, transicional, etc.) de las diferentes coyunturas o periodos históricos que se desarrollan y se suceden de manera desigual en las diferentes regiones del mundo. Y he aquí, sobre todo, la potencia revolucionaria de este arsenal de categorías o «armas de la crítica» (Marx) cuando se lo usa en la práctica: desde la investigación militante y el análisis de coyuntura hasta la autoorganización de clase y la agitación en las calles. De lo contrario, se cae ya sea en el objetivismo o materialismo vulgar ya sea en el subjetivismo o idealismo: ambos igual de impotentes y estorbosos para la revolución comunista, entendida como la transformación total y radical de las relaciones sociales capitalistas en relaciones sociales comunistas. 

La apropiación, restauración y perfeccionamiento de este arsenal teórico consiste, pues, en centrar la atención en la evolución histórico-mundial de la codeterminación fundamental entre economía y lucha de clases, y en cómo este conjunto de determinaciones y contradicciones en proceso −principalmente, la relación de subsunción e implicación recíproca entre el trabajo y el capital produce rupturas y saltos en contra y más allá de las relaciones capitalistas o, por el contrario, reestructuraciones de ellas. Todo esto es lo que, en última instancia, explica por qué todavía no ha triunfado la revolución comunista mundial sobre el capitalismo; pero también cuándo, dónde y cómo puede triunfar. Porque, como decía Bordiga, la Crítica de la Economía Política es, por un lado, «la necrología del Capital», lo que quiere decir la ciencia de su muerte violenta o el estudio de las determinaciones, leyes y contradicciones estructurales cuyo devenir lo conducen a la misma: «la economía marxista no se escuda en sutilezas sobre el análisis de la mercancía para hallar leyes inmutables e inmanentes del proceso económico (las pretendidas leyes “naturales” de la economía), sino con el fin de exponer con riguroso desarrollo la indagación científica sobre el devenir de la sociedad humana en toda su complejidad y en la sucesión histórica de sus vicisitudes, referida a épocas que se distinguen por una mecánica diferente del mundo económico»; y, por otro lado, también es «una descripción del comunismo», entendido como el movimiento real que anula y supera el orden capitalista: «en todas sus páginas [de El Capital], como en la obra ciclópea de Marx, se eleva tanto el grito de batalla de la clase obrera en la lucha por la destrucción del modo de producción burgués, cuyas infamias ocultas por la fachada democrática y su superestructura estatal denuncia, como la anticipada visión de la sociedad en la cual el género humano saldrá finalmente de su prehistoria y, reconciliándose idealmente en las primicias de una vida asociada comunitaria, basará todas las relaciones de producción y de convivencia humana sobre criterios no mercantilistas, no individualistas, no vulgarmente contingentes, sino humanos y racionales.» (Amadeo Bordiga, Elementos de la economía marxista, 1977)

¿Movimiento real de abolición y muerte violenta del capitalismo por parte de quién? El capitalismo y la lucha de clases producen su propio sepulturero: el proletariado que lucha por dejar de ser la clase del Trabajo/Capital. El proletariado que lucha por dejar de ser proletariado; es decir, por dejar de ser la gallina de los huevos de oro y el esclavo asalariado y ciudadanizado de la burguesía. El proletariado que lucha por dejar de ser una clase explotada, dominada y enajenada, para poder devenir una comunidad real de individuos libre y directamente asociados como tales, que poseen y controlan las condiciones materiales de su existencia plena. De manera que, así como la toda la mierda de la economía política desemboca en la lucha de clases, según Marx, toda la lucha de clases desemboca en la abolición de las clases, lucha revolucionaria del proletariado mediante, cuyas premisas materiales están dadas y desarrolladas, contradictoria y catastróficamente, por el propio capitalismo. El proletariado es, por tanto, el sujeto de la crítica (práctica y teórica) de la economía política y de la producción del comunismo, desde la época en que Marx escribió El Capital y de la Comuna de París hasta el ciclo de revueltas de los últimos años y los debates sobre la teoría de la comunización, pasando por los dos «asaltos históricos» del proletariado contra la sociedad de clases durante el siglo XX con sus respectivas armas crítico-prácticas (de las izquierdas comunistas a las teorías situacionista y operaísta).

En otras palabras, la lucha de clases es el motor de la sociedad capitalista: de su desarrollo, su reproducción, su crisis, su reestructuración y también de su posible destrucción y superación. La teoría que, mediante el método dialéctico-materialista y las categorías de la Crítica de la Economía Política, aprehende y expresa esta realidad histórico-social viva, esta codeterminación fundamental en movimiento contradictorio y en espiral, no desde la posición del Capital sino desde la posición del proletariado, también es una forma de lucha de clases, cuyo objetivo práctico es la abolición y superación de la sociedad de clases y de fetiches mercantiles o el comunismo. De allí que, en palabras de Bordiga, «el arco histórico del valor» es dialécticamente inseparable de «el arco histórico del comunismo». La teoría comunista tensa las cuerdas de este arco doble para cambiar el rumbo de la flecha de la historia de la especie humana.

Pero ¿por qué desde el determinismo? Dejemos que el mismo Bordiga nos responda y clarifique: «El determinismo no tiene, en su acepción más madura, nada que ver con la pasividad. Muestra sólo que el hombre actúa antes de haber querido actuar y quiere antes de saber el porqué quiere. Su cerebro es el menos seguro de sus órganos. Así, el mejor uso que un grupo de hombres pueden hacer de su cerebro es el de prever el momento histórico en que (nada que ver con la pasividad) serán catapultados en el torbellino de la acción y de la lucha, con la cabeza por delante por una vez [, y el de actuar en consecuencia].» (Amadeo Bordiga, Diálogo con los muertos, 1956)

Proletarios Cabreados

Quito, Octubre 2021


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Materiales recomendados:

 

1. Elementos de la economía marxista − Amadeo Bordiga (1977): http://www.mediafire.com/file/sfc2u33u4ue1ocg/Elementos+de+la+economía+marxista+.pdf/file

 

2.  Contribuciones a la crítica de la economía − Grupo Comunista Internacionalista (1986): https://www.mediafire.com/file/51gtyls5nv6p14w/Contribuciones+a+la+Cr%C3%ADtica+de+la+Econom%C3%ADa+-+GCI.pdf/file

27 de octubre de 2021

[Ecuador] Balance crítico de la jornada de protestas del 26 de Octubre del 2021

(Imágenes tomadas de la prensa burguesa)

Resultados de la actual correlación de fuerzas:
Violenta y absurda normalidad del Capital y el Estado: 10 – Protestas populares: 1
Realidad: 10 – Expectativas de las organizaciones de izquierdas: 0
Como goleada de barrio mismo.

Lo peor que se puede hacer al respecto es no ver las cosas tal como son o hacerse ilusiones con cabeza caliente, como lo suelen hacer en estas situaciones las izquierdas y las ultraizquierdas (nosotros incluidos).

Por más que las protestas de ayer sólo hayan sido el primer día de estas jornadas de movilización, y por más que haya nuevas protestas y hasta un verdadero paro nacional-popular contra el gobierno de Lasso, e incluso si este llegase a caer, el panorama de fondo no es muy alentador, porque la causa del actual malestar social no es tal o cual gobierno, sino el sistema capitalista que nos destruye a diario en todo sentido, pero que todavía no se lo critica en la práctica y de raíz.

Y, sobre todo, porque la clase proletaria −de todos los sectores, ocupaciones, "razas", sexos, generaciones, etc.−, que en su mayoría no está autoorganizada ni movilizada, brilla por su ausencia como fuerza antagonista y autónoma con capacidad para apropiarse de la producción social e imponer las necesidades humanas sobre las necesidades del Capital, así como su poder social sobre la dictadura de la burguesía y la mercancía llamada democracia. Por ejemplo, mediante una oleada ascendente de huelgas generales y salvajes que produzcan una situación realmente revolucionaria. No para afirmarse y perpetuarse como clase trabajadora, sino para negarse y abolirse como tal. No para "mejorar las condiciones de vida de los trabajadores" −demanda cuyo resultado real es lo contrario después de cada revuelta de los últimos años en todas partes−, sino para abolir y superar las condiciones que nos hacen ser una clase explotada y dominada −dado que se encuentra totalmente integrada e implicada recíprocamente con el Capital−.

Mientras tanto, las condiciones de trabajo y de vida de nuestra clase siguen y seguirán empeorando, con y sin protestas populares. Aquí concretamente, sólo por mencionar tres ejemplos inmediatos: el Estado burgués va a subir los pasajes y la luz eléctrica; va a imponer la "ley de oportunidades" (mayor precarización y superexplotación laboral); y va a mantener el estado de excepción, la represión y la criminalización de la protesta. Si esta democracia no es una dictadura burguesa, ¿qué es? Si esto no es una contrarrevolución, ¿qué es? (Preguntas retóricas, obviamente.)

Ahora bien, ¿por qué el proletariado aún brilla por su ausencia como fuerza revolucionaria real? ¿Y por qué sigue predominando el interclasismo, el populismo y el reformismo de izquierda en las luchas contemporáneas? (Preguntas serias) 1) Porque la gran mayoría de nuestra clase está trabajando de lo que haya, comprando y vendiendo mercancías, delinquiendo y/o matándose entre sí. En otras palabras, sobreviviendo de manera alienada y autodestruyéndose. Porque el proletariado, que en su mayoría ya no es fabril sino de servicios y excedentario, no está militando para la revolución y ni siquiera para la revuelta, sino que es un ejército en activo y de reserva para la reproducción de las relaciones capitalistas y sus diferentes mafias empresariales con sus pugnas interburguesas, en Ecuador y en todo el mundo. Las recientes masacres en las cárceles y la violencia entre bandas de los suburbios de Guayaquil son el ejemplo más brutal de ello.

Y 2) porque las organizaciones y dirigencias que hegemonizan las protestas actuales, en última instancia, representan los intereses materiales de una pequeña burguesía rural y urbana que ha sido golpeada por la crisis y teme ser más golpeada. Lo mismo aplica para las burocracias sindicales que pelean por no perder sus privilegios como tales. Por eso es que las protestas actuales de la masa interclasista llamada "pueblo" se posicionan a favor de una fracción y forma del Capital-Estado ("las empresas públicas", "los derechos constitucionales", etc.) en contra de otra ("las privatizaciones", "el paquetazo neoliberal", etc.), pero no en contra y más allá de su totalidad profunda.

La relación de clase en la vida cotidiana es lo realmente determinante en esta sociedad. Su reproducción o su ruptura es, por tanto, lo realmente determinante en la lucha de clases y la correlación de fuerzas. Lo demás es andarse por las ramas y las nubes, incluido el culto a la legítima violencia de algunos jóvenes proletarios contra la brutal represión de los policías. Porque esto no es una cuestión de forma (la violencia) sino de contenido (la relación de clase): de hecho, la represión estatal sólo es una forma violenta para mantener a raya la reproducción de la fuerza de trabajo y el orden mercantil. No sólo la teoría comunista, sino principalmente la realidad social de la misma calle es la que se encarga de bajarnos a golpes de esas alturas. Un ejemplo concreto del día de ayer en Quito que pudimos observar con nuestros propios ojos después de recibir bombas lacrimógenas de la policía: la abismal y simultánea diferencia entre la marcha del Centro Histórico y la normalidad mercantil de La Marín y del resto de la ciudad. En otras partes del país, también hubo marchas y cierre de carreteras. Hoy día también. Y tal vez los próximos días también. Pero la producción y la circulación de mercancías, de plusvalía y de capital continuaron, continúan y continuarán su curso normal. No es ni será la primera vez que esto ocurra, excepto hasta que la relación de clase y la normalidad capitalista sean subvertidas por los proletarios en sus propios lugares de trabajo y de vida cotidiana. Excepto hasta que, como dijimos anteriormente, el proletariado se apropie de la producción social y ejerza su poder social sobre la dictadura social y cotidiana del Capital y su Estado. Sólo entonces temblarán de terror los burgueses, sus políticos, sus sicarios uniformados, sus medios de desinformación masiva y sus lacayos de "clase media" que despotrican en redes sociales contra las protestas de "los vagos" y "los violentos", cuando en realidad violencia es tener que elegir entre el pasaje y el pan o entre el arriendo y la comida. La burguesía lo sabe. Ya es hora de que el proletariado también lo sepa.

Si bien como ínfima minoría de proletarios anticapitalistas tenemos más preguntas incómodas que respuestas (auto)complacientes, mismas que sólo se pueden responder con el tiempo y la praxis de clase y no de grupúsculos políticos, no nos queda más que seguir luchando por sobrevivir y apoyándonos mutuamente entre los más cercanos, al igual que todos los desposeídos y explotados, al igual que todos los nadies... hasta que la realidad sea tan insoportable para la mayoría de la gente de a pie que no tenga otra opción real que luchar, de manera organizada y consciente con cabeza y mano propias, por transformarlo todo de raíz por la necesidad concreta de vivir de verdad. Pero para ello, para vencer a la contrarrevolución vigente, aún falta mucho: aún faltan muchas crisis, golpes, luchas, derrotas y lecciones que aprender en la práctica.

A pesar del malestar social y las protestas, el putrefacto orden capitalista reina en la mitad del mundo.

Algunos proletarios desempleados y cabreados de la región ecuatoriana
27 de Octubre del 2021
 
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