[Libro] EL CAPITAL. LIBRO I. CAPÍTULO VI (INÉDITO). RESULTADOS DEL PROCESO INMEDIATO DE PRODUCCIÓN | Karl Marx. Londres, 1863-1864. Siglo XXI Editores. 2da edición corregida y traducida por Pedro Scaron. Buenos Aires-Argentina, 1972 | PDF
PRESENTACIÓN POR JOSÉ ARICO
«Basta una simple lectura de los “Resultados…” para comprender que su ausencia en el libro I de “El Capital” resta bastante coherencia a la obra, tal como fue publicada por el autor. Y eso debía comprenderlo el propio Marx al escribirla. ¿Por qué decidió no publicarla? Quizás tenga razón el traductor de la edición italiana, Bruno Maffi [bordiguista italiano], al señalar que le hubiera sido imposible a Marx conseguir un editor burgués que aceptara sacar el libro con ese final políticamente tan comprometedor. Porque es claro que en este capítulo VI convergen el conjunto de problemas abordados a veces de manera abstrusa y de difícil lectura a todo lo largo del primer tomo. El texto muestra claramente el sentido que Marx quería dar a su obra y las razones que tenía para pensar que con ella asestaba a la burguesía un golpe del que jamás podría recuperarse. “El Capital” y el “Manifiesto Comunista” aparecen ahora absolutamente soldados y toda idea [althusseriana] de una “ruptura” del pensamiento de Marx entre una etapa de “juventud” y otra de “madurez”, resulta seriamente quebrantada. La “condena”, más que moral histórica, del modo de producción capitalista y de la sociedad burguesa aparece no ya de manera ocasional, muchas veces en notas a pie de página, como ocurre en “El Capital”, sino en un único texto de valor teórico y político.
La importancia de este manuscrito reside, pues, en que al mostrar que el modo de producción capitalista no es sólo producción de mercancías sino fundamentalmente producción de plusvalía, y por tanto de capital, es imposible que dicho sistema se modifique, o se “reforme”. Que está condenado a “producir y reproducir toda la relación a escala ampliada”, es decir al conjunto de las relaciones históricas y sociales de una sociedad que condena a los hombres a la creación de bienes que les son cada vez más ajenos [y enajenantes]. Esta sociedad debe ser abatida por las fuerzas que engendran sus contradicciones internas. Marx, en los “Resultados del proceso inmediato de producción”, demuestra cómo surgen dentro del propio capitalismo esas fuerzas sociales destinadas a sepultarlo.»
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EXTRACTOS DEL CAPÍTULO VI INÉDITO DE EL CAPITAL DE MARX
«En
realidad, la dominación de los capitalistas sobre los obreros es solamente el
dominio sobre éstos de las condiciones de trabajo […], condiciones de trabajo
que se han vuelto autónomas, y precisamente frente al obrero. […] Las funciones
que ejerce el capitalista no son otra cosa que las funciones del capital mismo
–del valor que se valoriza succionando trabajo vivo– ejercidas con conciencia y
voluntad. El capitalista sólo funciona en cuanto capital personificado, es el
capital en cuanto persona; del mismo modo el obrero funciona únicamente como
trabajo personificado, que a él le pertenece como suplicio, como esfuerzo, pero
que pertenece al capitalista como sustancia creadora y acrecedora de riqueza.
Ese trabajo, en cuanto tal, se presenta de hecho como un elemento incorporado
al capital en el proceso de producción, como su factor vivo, variable. La
dominación del capitalista sobre el obrero es, por consiguiente, la de la cosa
sobre el hombre, la del trabajo muerto sobre el trabajo vivo, la del producto
sobre el productor, ya que en realidad las mercancías, que se convierten en
medios de dominación sobre los obreros (pero sólo como medios de la dominación
del capital mismo), no son sino meros resultados del proceso de producción, los
productos del mismo. En la producción material, en el verdadero proceso de la
vida social –pues esto es el proceso de producción– se da exactamente la misma
relación que en el terreno ideológico se presenta en la religión: la conversión
del sujeto en el objeto y viceversa. Considerada históricamente, esta
conversión aparece como el momento de transición necesario para imponer por la
violencia, y a expensas de la mayoría, la creación de la riqueza en cuanto tal,
es decir, el desarrollo inexorable de las fuerzas productivas del trabajo
social, que es lo único que puede constituir la base material de una sociedad
humana libre [el comunismo]. Es necesario pasar a través de esta forma
antitética, así como en un principio el hombre debe atribuir una forma
religiosa a sus facultades intelectuales, como poderes independientes que se le
enfrentan. Se trata del proceso de enajenación de su propio trabajo. Aquí el
obrero está desde un principio en un plano superior al del capitalista, por
cuanto éste último ha echado raíces en ese proceso de enajenación y encuentra
en él su satisfacción absoluta, mientras que por el contrario el obrero, en su
condición de víctima del proceso, se halla de entrada en una situación de
rebeldía y lo siente como un proceso de avasallamiento. […]
Para que aparezca la relación capitalista en general, están presupuestos un nivel histórico y una forma de la producción social. Es menester que se hayan desarrollado, en el marco de un modo de producción precedente, medios de circulación y de producción, así como necesidades, que acucien a superar las antiguas relaciones de producción y a transformarlas en la relación capitalista. Sólo necesitan, empero, estar tan desarrolladas como para que se opere la subsunción del trabajo en el capital. Fundándose en esta relación modificada se desarrolla, sin embargo, un modo de producción específicamente transformado que por un lado genera nuevas fuerzas productivas materiales, y por otro no se desarrolla si no es sobre la base de éstas, con lo cual crea de hecho nuevas condiciones reales. Se inicia así una revolución económica total, que por un parte produce por vez primera las condiciones reales para la hegemonía del capital sobre el trabajo, las perfecciona y les da una forma adecuada, y por la otra genera, en las fuerzas productivas del trabajo, en las condiciones de producción y relaciones de circulación desarrolladas por ella en oposición al obrero, las condiciones reales de un nuevo modo de producción que elimine la forma antagónica del modo capitalista de producción, y echa de esta suerte la base material de un proceso de la vida social conformado de manera nueva y, con ello, de una formación social nueva [el comunismo].
Es ésta una concepción esencialmente diferente de la sostenida por los economistas burgueses, enredados en las ideas capitalistas, quienes ven, sin duda, cómo se produce dentro de la relación capitalista, pero no cómo se produce esta relación misma ni cómo, al mismo tiempo, se producen en ella las condiciones materiales de su disolución [el comunismo], con lo cual se suprime su justificación histórica como forma necesaria del desarrollo económico, de la producción de la riqueza social.
Nosotros hemos visto, por el contrario, no sólo cómo produce el capital, sino cómo es producido él mismo y cómo cuando surge del proceso productivo es esencialmente diferente de cuando entró a éste. Por una parte, el capital le da forma al modo de producción; por la otra, esta forma modificada del modo de producción y cierto nivel de desarrollo de las fuerzas productivas materiales constituyen la base y la condición –la premisa– de su propio desenvolvimiento. [y disolución]»