15 de marzo de 2024

¡ODIO Y LUCHA DE CLASE CONTRA EL EXPLOTADOR NOBOA!

[Ecuador] El gobierno de la burguesía agroexportadora decreta el aumento del IVA del 12 al 15% desde abril y, encima más, dice que hay que “trabajar duro”
 
  
Video cortesía de Indymedia Ecuador

Esta medida, de por sí, va a aumentar el costo de la vida y reducir el salario real: todo va a subir, menos los salarios. Para colmo, en una entrevista televisiva de hace tres semanas, el presidente Daniel Noboa la defendió diciendo literalmente: "Los invito a trabajar igual de duro que estamos trabajando en el Gobierno, la misma cantidad de horas, y estoy seguro de que se van a comprar varios platos de comida: entrada, plato fuerte y postre."

“Trabajar duro” significa trabajar más para supuestamente “comprar varios platos de comida”. Pero, la realidad en cifras oficiales (INEC) es que 3 de cada 10 ecuatorianos tienen un “empleo adecuado”. Los 7 restantes tienen un “empleo inadecuado” o, de plano, están subempleados y desempleados. Algunos tienen hasta 2 trabajos o “empleos inadecuados” para poder sobrevivir. Otros se la pasan trabajando todo el día de lo que sea —en el subempleo— y no les alcanza para llegar a fin de mes. Porque el salario básico está en $460 vs. la canasta básica que está en $789. Mientras que el ingreso mensual promedio de los subempleados —la mayoría de la clase trabajadora ecuatoriana— es de $306; es decir, no llegan ni al salario básico. Por su parte, el 26% de los ecuatorianos vive con $90 al mes o $3 al día; y, el 37.3% de quienes están en la pobreza no tienen acceso a servicios básicos.

Por si el aumento del IVA al 15% —que sí va a encarecer la canasta básica desde abril— fuera poco, este gobierno del empresariado está empujando una reforma laboral de contrato por horas, en forma de última pregunta de la "Consulta Popular" asimismo para abril del presente año. Concretamente: que el valor de la hora-trabajo en Ecuador llegue a ser de $5 a $6, según los “cálculos” del Ministerio de Trabajo. Por eso el presidente Daniel Noboa “invita a trabajar duro”; esto es, a trabajar más horas dentro de las precarias condiciones antes expuestas.

No es una contradicción. Es una medida acorde con los intereses de la burguesía en tiempos de crisis: aumentar la tasa de explotación del proletariado para compensar la caída de la tasa de ganancia del capital. Más claro: en un polo de la sociedad, mayor explotación/precariedad laboral y peores condiciones materiales de existencia para la clase trabajadora; y, en otro polo de la sociedad, mayores ganancias y lujos para la clase patronal o empresarial, que es la única que en realidad puede comer “entrada, plato fuerte y postre”, estudiar en universidades de élite, heredar haciendas y empresas familiares, irse de vacaciones al extranjero, exportar —y consumir— banano y cocaína, evadir impuestos, hacer caridad y lavado de imagen, dedicarse a la alta política y convertirse en presidente de la nación.

Para esto mismo fue que el mafioso gobierno actual hizo todo el show de terror el 9 de enero, “conflicto armado interno” y estado de excepción. Subir el IVA y encima decir “trabajen duro” no sólo es una burla y un insulto. Es un ataque. Es terrorismo económico y patronal contra la ya explotada y empobrecida clase trabajadora. Por lo tanto, para nosotros como proletarios es inevitable, necesario y legítimo exclamar:

¡ODIO Y LUCHA DE CLASE CONTRA EL EXPLOTADOR NOBOA!
¡SOLIDARIDAD Y AUTOORGANIZACIÓN ENTRE EXPLOTADOS!

Esperemos que, a pesar del estado de excepción, la rabia se acumule y las protestas en los centros de trabajo y en las calles no se hagan esperar durante los próximos meses…

25 de febrero de 2024

Propuesta internacional de lucha proletaria contra el narcotráfico y el canibalismo social


 
Suscribimos a esta propuesta internacional de 6 puntos —que va desde la transformación y mejora de las condiciones materiales de existencia hasta la atención comunitaria de la salud mental y el dejar de consumir drogas, pasando por la organización territorial—, que ha surgido de la experiencia colectiva de lucha en barrios proletarios de otros países (Grecia, Chile, etc.) contra las mafias tanto del narcotráfico como del Estado. Mafias que, en realidad, no son más que dos tentáculos del mismo pulpo capitalista.

El desafío es adaptarla a la realidad particular de la región ecuatoriana hoy en día y, sobre todo, materializarla. Pasar de la reflexión y la discusión a la acción.

Sabemos bien que un pequeño colectivo de agitación teórica como el nuestro no puede hacerlo por sí solo ni de inmediato. Se requiere mucha gente y mucha fuerza.

Por lo cual, llamamos a otros colectivos e individualidades de aquí que realmente estén contra el Capital, el Estado, el reformismo y el oportunismo en todas sus variantes, a sumar voluntades, esfuerzos, iniciativas y recursos para ello. Anteponiendo principios a personalidades y lo que nos une a lo que nos separa. Porque en la guerra social contra el enemigo común, nuestras mejores armas como proletarios son el apoyo mutuo, la autoorganización y la acción directa.

¡Contra la guerra entre patrones, redes de solidaridad proletaria!: hagamos de esta consigna una realidad.

¿Seremos capaces de lograrlo en el período histórico actual que, en todos los aspectos y para todos sin excepción, es contrarrevolucionario? Sólo la práctica de la lucha de clases responderá esta y otras preguntas. Mientras tanto, no podemos quedarnos de brazos cruzados ni guardar un silencio indiferente y cómplice frente a la barbarie capitalista en marcha. «Si luchamos, podemos perder. Pero si no luchamos, estamos perdidos.» Por lo pronto, al menos, dejaremos sembrada esta idea para que, en condiciones más favorables, otr@s herman@s de clase la hagan germinar y florecer en estas tierras. 

Proletarios Hartos De Serlo
https://linktr.ee/proletarioshartosdeserlo
Quito, febrero de 2024

Se agradece difusión y discusión para la acción. Contáctanos.

(Tomado de @boina.anarquista)
 
Ver análisis y propuesta completos en La Rebelión del Matico (2023). Prólogo en Pensamiento y Batalla (comp.) (2023). Anarquistas y radicales contra el canibalismo social en Grecia. Santiago de Chile, pp. 13-18. Disponible aquí [libro en PDF] y aquí [artículo en línea].

13 de enero de 2024

[Ecuador] CONTRA LA GUERRA ENTRE PATRONES, REDES DE SOLIDARIDAD PROLETARIA

Análisis y posicionamiento comunista sobre la jornada de terror del 9 de enero de 2024

Se agradece difusión 

 

Ecuador, 9 de enero de 2024: continuación y agudización de la guerra interburguesa o entre patrones, usando como carne de cañón a proletarios sobrantes y a la población civil en general, a fin de aterrorizar, disciplinar y explotar con mayor facilidad y “legitimidad” a la clase trabajadora por parte del Estado capitalista y su gobierno de turno. Para los explotados y oprimidos, la salida de esta situación sólo puede ser colectiva… y combativa:  la solidaridad de clase… contra clase.  


Hoy en día, el contexto histórico y mundial es de crisis, descomposición y guerra; de catástrofe y contrarrevolución. El narcoterrorismo en países capitalistas subdesarrollados como el Ecuador es su rostro más visible y monstruoso. Pero no es una “anomalía”: eso mismo es el capitalismo y el Estado. 


El capitalismo es un modo de producción y reproducción social que se basa en la violencia: la depredación sistemática de la naturaleza y de la humanidad proletarizada para producir mercancías y obtener ganancia. La explotación asalariada es violencia. La acumulación de riqueza en un polo social (ej. Samborondón) y de miseria en otro polo social (ej. El Guasmo) es violencia. La represión de la protesta contra esta desigualdad estructural es violencia. El Estado es el monopolio “legítimo” de toda esa violencia. El Estado no es “neutral”: es el guardián del Capital. 

 

El capitalismo se basa también en la competencia. Con sus empresas y sus Estados, los capitalistas de todo el mundo compiten entre sí de manera permanente por más capital, territorio y poder, tal cual lo hacen las mafias. Y, en ciertas situaciones, dicha competencia adquiere una forma armada llamada guerra. Esto es la guerra intercapitalista, la guerra interburguesa o la guerra entre patrones, donde el Estado es el patrón de patrones y la mafia de las mafias. 


Mientras que las mafias del narcotráfico en realidad son empresas transnacionales (carteles mexicanos, colombianos, albaneses, etc.) con sucursales locales (empresas de lavado de dinero, bandas delictivas, etc.). Esta es la lumpenburguesía. Su fuerza de trabajo (traficantes) y, al mismo tiempo, su fuerza de choque (sicarios) es el lumpenproletariado o el proletariado sobrante ─sin trabajo, sin techo, sin estudios, sin futuro─ que reclutan a la fuerza desde niños y adolescentes en los suburbios. 


¿Por qué ahora estas mafias tienen más poder que antes? Porque son un síntoma de la crisis y descomposición del capitalismo que mencionamos al principio. Teniendo presente que las crisis son momentos de verdad; es decir, el capitalismo es mafioso por naturaleza y desde sus orígenes, sólo que hoy en día aquello es más brutal y escandaloso que antes. Y no se olvide: el Estado es la mafia mayor de cuello blanco. 


Por lo tanto, los hechos violentos del 9 de enero en Ecuador son un episodio más, pero también más fuerte, de la guerra entre la mafia de la burguesía agroexportadora ─personificada por Noboa y su gobierno─ que ahora está de nuevo en el poder estatal y la mafia de la lumpenburguesía ─personificada por “Fito” y su banda─ que ha ganado cada vez más poder en la sociedad. Esto es lo que realmente significa el “conflicto armado interno” del que habla el gobierno ─y la prensa burguesa. También habla de “actores no estatales beligerantes”, “crimen organizado transnacional” y “terroristas”. Pero este refinado e hipócrita discurso liberal no resiste un análisis crítico de clase. 


Por un lado, los narcopolicías, narcomilitares, narcojueces, narcopolíticos y narcoempresarios tanto del caso “Metástasis” como del caso “El gran Padrino”: toda esa “élite” burguesa mafiosa es el Estado capitalista crudo y duro, sin máscaras ni maquillajes, aquí y ahora. Por otro lado, las bandas del narcotráfico en realidad son “la hipertrofia del poder estatal” ─como bien dicen unos compañeros anarquistas─, porque ejercen funciones estatales en los suburbios y las cárceles: administración de negocios, control territorial, represión y asistencialismo al mismo tiempo. 


Por lo tanto, ese lloriqueo socialdemócrata de “el abandono del Estado” o de “el Estado ausente” es falso. Al contrario, eso mismo es el Estado: una gran pandilla de hombres armados que administra la acumulación de capital y de poder en los territorios, ya que las condiciones materiales y las relaciones sociales vigentes lo hacen posible. El Capital-Estado es el verdadero crimen organizado, y es un pulpo con diferentes tentáculos: el tentáculo legal y “bueno” está conformado por todos los empresarios, políticos, jueces, militares y policías (de Ecuador, México, EE.UU. y otros países) con quienes los narcos hacen negocios y pactos bajo la mesa; mientras que el tentáculo ilegal y “malo” está conformado por las bandas ecuatorianas y sus verdaderos jefes, los carteles mexicanos. Ese es el Capital-Estado real aquí y ahora, que explota y somete a la mayoría de la población usando todo su poder (militar, político, legal, económico, social, cultural y mediático). 


En la política ─y en su continuación que es la guerra─ ciertamente existen conspiraciones y espectáculos. De hecho, la jornada de terror del 9 de enero en Ecuador fue la ejecución de un plan orquestado entre el Estado y las bandas. El torpe secuestro de TC Televisión por parte de miembros muy jóvenes de una banda y su fácil rescate por parte de la policía es el más claro ejemplo de ello, y no sólo una televisada demostración de fuerza; así como también, los videos que circularon en redes sociales de los guías penitenciarios secuestrados y supuestamente “ejecutados” dentro de las cárceles. ¿“Política de shock” y de show? Sí, pero esa no es la causa que explica lo sucedido… 


La causa estructural es la necesidad de la clase dominante de gestionar la crisis capitalista (caída de la tasa de ganancia, desvalorización y sobreproducción de drogas y de mercancías en general) y la contrarrevolución preventiva (prevenir una nueva insurrección de los explotados y oprimidos como en octubre de 2019 y junio de 2022) de manera cada vez más violenta o sangrienta. Durante los últimos años en el Ecuador, este ya es un patrón que se repite y se agudiza cada vez más. La causa estructural es, pues, la necesidad del Capital de usar la violencia estatal y paraestatal tanto para deshacerse de proletarios sobrantes o “antisociales” porque ya no producen valor o no son “productivos” como para disciplinar y reproducir la fuerza de trabajo en activo, su única fuente de valor y ganancia. En fin, es una violenta vuelta de tuerca del capitalismo. 


El resultado logrado por la clase dominante es sembrar el miedo en la población y crear un consenso social reaccionario de “más seguridad” y, peor aún, de “darles bala”, para así justificar y legitimar, por un lado, el terrorismo de Estado: toque de queda o estado de excepción; militarización de las calles; impunidad para los militares y policías que humillen, torturen y asesinen a jóvenes empobrecidos y racializados de los suburbios; Decreto 111; “Plan Fénix” (o Noboa imitando a Bukele); y posiblemente, “Plan Ecuador” (nueva versión criolla del “Plan Colombia”, bajo la tutela de EE.UU.). Por otro lado, justificar y legitimar el “paquetazo” de medidas económicas de este gobierno de la burguesía agroexportadora contra el proletariado de todos los sectores (aumento del IVA del 12 al 15%, condonación de deuda tributaria a grandes grupos económicos, privatizaciones, zonas francas, flexibilización laboral, etc.), como si todo el país fuese su hacienda bananera… y su puerto de cocaína. En suma: aterrorizar para disciplinar y explotar con mayor facilidad y “legitimidad” a la heterogénea clase trabajadora que habita la región ecuatoriana. Y, por supuesto, beneficiar a toda la clase de los capitalistas criollos y extranjeros, más allá de sus conflictos internos.   


Por todo ello, el problema no es “el país”, “el gobierno”, “el narcoestado”, “el neoliberalismo” ni “la fascistización social”. El problema es el capitalismo, que es un sistema mundial de explotación y muerte. Y los proletarios no tenemos patria. De manera que rechazamos todos los llamados a la “unidad nacional” y la “defensa de la democracia”, vengan de quien vengan, porque la nación o la patria es una hacienda con shopping y cárcel; y la democracia, la dictadura invisibilizada y normalizada de la burguesía ─legal e ilegal─ con sus sicarios ─uniformados y no uniformados─, en la cual tienen lugar estas guerras entre patrones donde los muertos nunca son ellos, sino los proletarios sobrantes, los nadies. Mismos que, desgraciadamente, en lugar de militar para la guerra de clases y la revolución, hoy militan y sacrifican sus vidas para la guerra interburguesa y la contrarrevolución. Hijos bastardos de estos tiempos. 


Frente a toda esta catástrofe, nuestra propuesta como comunistas no es “más Estado” ─que en este caso sería pedir más ejército y policía en las calles o más violencia y control sobre la población con unas migajas de “gasto social”─ ni más activismo ciudadano y caritativo ─porque fuera de un contexto de lucha de clases, la “solidaridad” termina siendo caridad o asistencialismo, venga de quien venga─. Nuestra propuesta como comunistas es crear, desarrollar y fortalecer comunidades de lucha y de vida o redes de solidaridad, resistencia, apoyo mutuo y cuidado en los territorios. Redes que sean independientes de todas las fracciones (legales e ilegales, estatales y narcos, gubernamentales y no gubernamentales) del Capital y del Estado. En una palabra: practicar la solidaridad de clase, que es autónoma y combativa o no es. Porque en la guerra social, la solidaridad es nuestra mejor arma, proletarios. 


Apoyarnos mutuamente y cuidarnos entre explotados, oprimidos y excluidos contra el terror, el aislamiento y la desesperanza que nos imponen los explotadores y opresores junto con sus sicarios uniformados y no uniformados. Apoyarnos mutuamente y cuidarnos desde el alimento y el techo hasta la salud mental y las adicciones, en los lugares donde habitemos o donde nos movamos y con quienes tengamos diferentes vínculos. Incluso llegar a disputar, controlar y transformar los territorios, con la solidaridad proletaria y la legítima autodefensa como nuestras mejores armas. Tal como ya lo han hecho y/o lo hacen nuestros hermanos de clase en otros países (Chile, Grecia, Argentina, País Vasco, etc.).


En el actual contexto de contrarrevolución preventiva y sangrienta, sin duda está lejos la revuelta… y peor aún la revolución, que sería la única solución radical o de fondo para toda esta catástrofe. A pesar de ello, es necesario mantener encendida la llama de la lucha proletaria con independencia y solidaridad de clase. El desafío es construir una alternativa revolucionaria real codo a codo entre explotados, oprimidos y excluidos, en especial entre el proletariado juvenil, más que como un proyecto histórico y político, como una cuestión de vida o muerte aquí y ahora. Lo uno es inseparable de lo otro. Y es mundial, porque la lucha y la solidaridad de clase no tienen fronteras. 


Proletarios Hartos de Serlo

https://linktr.ee/proletarioshartosdeserlo

Quito, enero de 2024

 

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Agradecemos a los compañeros de Indymedia Ecuador y de La Peste (Chile) por reproducir nuestro comunicado en sus páginas web.

 

Agradecemos a los compañeros de Iene Anarchiste su gesto internacionalista de traducir nuestro comunicado al italiano. 

31 de diciembre de 2023

[Libro] Teoría revolucionaria y ciclos históricos

Jean-Yves Bériou. Lazo Ediciones (mayo de 2023)
 
«Teoría y práctica, marxismo y anarquismo, socialismo revolucionario y anarco-comunismo, socialdemocracia, programa comunista, revolución y contrarrevolución.

Tópicos fundamentales y por demás abordados, pero aquí el autor ofrece un enfoque a contracorriente: el de la teoría revolucionaria en estricta vinculación a los ciclos históricos del capital, los cuales son, al mismo tiempo, ciclos de formas particulares de acumulación y de lucha del proletariado.

De este modo, adentrarnos en el pasado significa una vez más preguntarnos por el presente. Se trata de la producción de la teoría comunista como autocomprensión del movimiento proletario.

Escrito en 1973, este texto propone una reconstrucción de la lucha del proletariado desde sus orígenes, elaborada desde la perspectiva teórica de la «autonegación del proletariado», la cual tomó impulso en aquella década y cuya crítica forma parte del surgimiento de la teoría de la comunización.»
(Lazo Ediciones, 2023)

Excelente y potente libro para cerrar con broche de oro este año. Lectura más que recomendada para la autoformación política en el ABC de la historia y la teoría comunistas, entendidas como herramientas prácticas para la producción de la ruptura revolucionaria, en manos de las nuevas –y no tan nuevas– generaciones proletarias de todas partes, a contracorriente del actual contexto contrarrevolucionario. 

Contenido:
 
 
 
Algunos fragmentos:

«El movimiento comunista nació con el establecimiento oficial de la sociedad civil burguesa. Forjó sus primeras armas en el curso de la revolución burguesa, y enunció su primera afirmación desde el inicio de la sociedad capitalista. El capitalismo estuvo preñado del comunismo desde su fundación histórica, y el movimiento comunista –producido por la dinámica del valor– impuso al capital y a la burguesía la necesidad de organizar la contrarrevolución a partir de su propia revolución. La primera derrota del proletariado tuvo lugar en el curso de la propia revolución burguesa (los Enragés, los sans‐culottes, Babeuf, etc.). Esto significa que el programa comunista está inscrito en las entrañas mismas del desarrollo capitalista, y que lo acompaña como un doble hostil, como una sombra enemiga. Por tanto, el movimiento comunista existe durante toda la época capitalista, desde el principio hasta el final; pasa por ciclos revolucionarios y ciclos contrarrevolucionarios, que son la expresión de la contradicción fundamental del capital, y que no hace sino desarrollarse. Sin embargo, el movimiento real del proletariado, el movimiento revolucionario, sólo se produce durante los ciclos revolucionarios, determinados por la crisis económica que coincide con la crisis constante del valor, que la reproduce hasta la crisis final y es reproducida cíclicamente por ella. Tras la derrota de cada asalto revolucionario, la contrarrevolución que se instaura liquida un poco más las mediaciones entre el movimiento comunista y el programa comunista. La teoría comunista puede reconstituirse así en el transcurso del asalto posterior, integrando el programa y el movimiento real, fecundándolos, impulsada por la práctica de la clase revolucionaria. La distinción: programa/teoría, por tanto, es muy importante para captar el vínculo práctico entre los momentos de ruptura. […]

Los momentos de reanudación revolucionaria suscitan la reanudación de la teorización revolucionaria. La reaparición del movimiento comunista como movimiento social, y ya no sólo como movimiento objetivo del valor (creación de las condiciones mismas del asalto revolucionario), permite que la teoría se convierta en teoría del movimiento social, en teoría de la práctica de las rupturas de clase. «Se trata del paso de la “teoría del objetivo final” –que en cierta medida reificaba el futuro al abstraer el objetivo (el comunismo) de su movimiento, el cual carecía así de realidad efectiva– a la teoría comunista desarrollada como teoría de un movimiento social, de una tendencia real de la sociedad hacia el comunismo.» (Bulletin communiste, «Proletarios y comunistas»)
No se trata, por tanto, de un paso a la acción, de una realización terrenal de la teoría, que habría sido conservada como reliquia durante todo el ciclo contrarrevolucionario, y que habría que aplicar ahora a las posibilidades reales. Se trata de la apropiación generalizada de la teoría por los comunistas, es decir, de la producción de la propia teoría del movimiento real, de la producción de la teoría por el movimiento real bajo el apremio de la crisis. Esta apropiación/producción de la teoría del comunismo como movimiento revolucionario se elabora a la vez contra el programa comunista transmitido en forma de «principios» fosilizados –porque este programa ha sido deformado y petrificado a su vez, convertido en parcial y abstractamente doctrinario como consecuencia de la contrarrevolución y el fracaso del último asalto revolucionario– pero también se elabora a partir de él, mediante su ingestión/digestión crítica bajo la presión de los acontecimientos. Los revolucionarios rectifican, completan y ultiman el programa a la luz de las posibilidades reales del movimiento social, al igual que, a la inversa, también asocian el programa a la comprensión del movimiento, a sus momentos de ruptura y a su dirección orgánica.
La teoría del proletariado, la teoría comunista, por tanto, es transmisión del programa, al igual que es apropiación de la comprensión teórica, síntesis de la teoría y la práctica en la praxis.
La reanudación revolucionaria significa: «el fin de la actividad teórica como práctica separada debido a la imperiosa necesidad de apropiación práctica de la teoría por parte del proletariado». (
«Proletarios y comunistas») […]

En períodos contrarrevolucionarios, el acervo de la revolución anterior, del programa y de la teoría comunista, se dispersa en el seno de grupos, núcleos o sectas que se convierten así en el vínculo físico y espiritual entre los asaltos revolucionarios. La ausencia de una lucha realmente comunista del proletariado transforma la teoría en dogmas, principios, programas, preguntas, hipótesis, etc., tan numerosos como sean los grupos, los núcleos o las sectas. No obstante, la teoría comunista es conservada de esta manera por gente que intenta resistir a la época, no participar en ella. La exclusión de la «vida pública» es la condición sine qua non de la posibilidad de transmitir la teoría y el programa comunistas a las siguientes generaciones. Incluso es porque están aislados, separados de la vida pública, de la actividad histórica, que en ese momento es contrarrevolucionaria, por lo que los revolucionarios pueden continuar el curso programático del movimiento.
Por supuesto, no hay que creer que es posible excluirse del mundo real. El idealismo, que consiste en creer en la posibilidad de mantener el programa comunista durante todo un ciclo contrarrevolucionario sin desviaciones, degeneración ni amputaciones, sólo puede ir de la mano de una concepción intemporal del revolucionario eterno, «battilochio» [“jefe genial”] de la teoría. La teoría, que es siempre teoría de un movimiento histórico, si este movimiento histórico es inmediatamente contrarrevolucionario, no puede ser revolucionaria sino es a través de una serie de mediaciones e ideologizaciones. No vive por la gracia de la historia, fuera del alcance de la realidad contrarrevolucionaria, sino que llega a expresarla en ciertos aspectos; como superviviente del ciclo contrarrevolucionario, se convierte en la expresión de la contrarrevolución durante la reanudación revolucionaria: así, el bordiguismo o el consejismo son expresiones contrarrevolucionarias del movimiento real actual y pronto serán partícipes activos en la contrarrevolución práctica [tal como lo fueron el marxismo y la socialdemocracia después de la Primera Internacional y durante la Segunda Internacional, y tal como lo fue el bolchevismo –fracción radical de la socialdemocracia– después de la derrota de la revolución rusa y la revolución alemana].
Ahora bien, la teoría comunista sobrevive a las derrotas de los asaltos revolucionarios porque es la teoría de un movimiento que atraviesa todo el período capitalista, a través de todos sus ciclos. No es una producción inmediata. Siempre está –y esta es su característica fundamental– un paso por delante del momento histórico porque expresa su sentido, su dirección, sus posibilidades y sus necesidades. No sólo es inmanente a todo el ciclo capitalista, es decir, que se forma como programa básico desde el principio del ciclo, sino que también es profecía en cada momento. La concepción inmediatista de la teoría es una puerta tras la que pululan los empirismos «teorizados».
Esto no impide al movimiento comunista sobrevivir en períodos contrarrevolucionarios bajo diversas apariencias, idiomas, trajes y máscaras (por ejemplo, el anarquismo entre 1875 y 1905, las sectas bordiguistas, consejistas, surrealistas, etc. después de 1921, y hasta mayo de 1968). El movimiento es tan poderoso, tan fuerte, que incluso a veces obliga a la contrarrevolución a hablar en su nombre, a través de la voz de sus propias agencias (ejemplos de Rassinier, Rossi, etc.). Pero es inevitable que esas diversas máscaras se le peguen a la piel y lo transformen irremediablemente, incrustándose en él. En un período contrarrevolucionario, la teoría tiene un carácter dispar: se centra en aspectos parciales de la totalidad (la crítica del estalinismo, por ejemplo, o la crítica del trabajo en nombre del juego, otro ejemplo) sin captar todos sus aspectos. Por lo general, no entiende el ciclo en el que se encuentra como contrarrevolucionario, y todo incidente social o racionalización del sistema se convierte en la inminencia de la revolución comunista (anarquista) o de la guerra mundial (Socialisme ou Barbarie). El movimiento cae en el activismo (Programme Communiste) al mismo tiempo que construye de cabo a rabo una historia personal en la que siempre defendió a capa y espada una doctrina pura y dura. Es incapaz de hacer un balance, y esta es una de sus características. No existe ninguna teoría del movimiento real que le permita captarse a sí mismo como un momento particular. Se teoriza el Consejo, al igual que se teoriza el Partido, pero no se capta su contenido histórico. En resumen, el movimiento, en los períodos contrarrevolucionarios, no está saturado de teoría comunista sino de retazos y aproximaciones. Además, hay tantos sistemas como pretensiones de comprender las razones de la derrota pasada.
De hecho, en los períodos contrarrevolucionarios la teorización sigue cuatro ejes principales:
a) la incapacidad de sacar la lección de la revolución‐derrota, de extraer de ella un balance teórico que no sea parcial. […]
b) el predominio del trabajo teórico consistente en precisar y completar la formulación y definición del «programa» comunista. […]
c) la visión y descripción de los «nuevos» fenómenos de la sociedad que aparecieron con el desarrollo del capital durante el ciclo contrarrevolucionario. […]
d) la crítica de la sociedad contrarrevolucionaria, es decir, sobre todo, la crítica de lo que unifica, expresa y simboliza a esta sociedad. […]

Si unos revolucionarios consiguen conservar los principios del comunismo cuando todo contribuye a su olvido, si lo hacen contra viento y marea, deformándolos y entregándolos a las siguientes generaciones, sin entregarles otra cosa que principios, tejiendo de este modo el hilo del tiempo, no hay que hacerse ilusiones. Aparte de que el hilo sea rojo –por el considerable número de sufrimientos, deserciones, suicidios y caídas en la locura padecidas para tejerlo, lo que se corresponde con la tragedia del comunismo (su imposible realización, su falta de base social real) durante este período– hay que darse cuenta de que los revolucionarios que así subsisten no se encarnaron por voluntad propia, sino que también fueron producidos por la historia. No hay contrarrevolución tan total que no tenga que luchar continuamente contra revueltas (sin porvenir), resistencias (a la racionalización del capital) y luchas proletarias (sin dirección orgánica). Además, algunas zonas geográficas experimentan el desarrollo del proceso revolucionario con retraso (caso de Nieuwenhuis y de Holanda) o, por el contrario, se adelantan a la reanudación, etc. Incluso podría decirse que ese es el precio al que subsisten los revolucionarios. Realmente no existe escapatoria alguna.» (Jean-Yves Bériou, 1973) 
 
 ***
 
 
«[...] fue preciso que la crisis de 2008 hiciera aparecer en el plano internacional una «corriente comunizadora» ya claramente delimitada de la antigua ultraizquierda francesa de los años ’70, que fue quien rescató del olvido a sus antepasados y precursores. Y es esto lo que explica, a su vez, que un texto como Teoría revolucionaria y ciclos históricos —una de cuyas principales tesis es precisamente la suerte que corren las teorías revolucionarias en función del período histórico en que se encuentran— vea ahora la luz en castellano

A estas alturas debería ser un lugar común decir que todo gran paso adelante del movimiento real, además de valer más que una docena de programas, permite ver con ojos nuevos tanto el presente como el pasado. La explicación es sencilla: todo período de reanudación revolucionaria se caracteriza, por fugazmente que sea, por el dominio del presente sobre el pasado, del trabajo vivo sobre el trabajo muerto. Mucho menos conocido parece, en cambio, el hecho de que también suscita siempre un vigoroso retorno de lo reprimido, a saber, la resurrección —en sí misma tan legítima como inevitable— de los «mejores momentos» del ciclo revolucionario inmediatamente anterior, cuyos apoderados a menudo tienen más ganas de impartir las lecciones y enseñanzas correspondientes que de ser ellos quienes escuchen y aprendan algo del nuevo movimiento que comienza. 
 
Si, además —como hasta ahora ha sido la regla—, la reanudación revolucionaria se estanca o se salda con la derrota y, en consecuencia, el «trabajo pretérito» vuelve a contraponerse «de manera autónoma y avasallante al trabajo vivo» [Marx, El Capital III] ese retorno de lo reprimido tenderá irresistiblemente a convertirse en una fuerza de represión de la conciencia, digna heredera de esa «tradición de las generaciones muertas» que «oprime el cerebro de los vivos» evocada por Marx al comienzo de El 18 de Brumario de Luis Napoleón Bonaparte. [...]

En efecto, como veremos a continuación, a pesar de todas sus contribuciones pasadas y de los arduos esfuerzos que hicieron para «actualizarse» tras el ’68, tampoco los representantes de la nueva ideología «autónoma» y «autogestionaria» ni los usufructuarios más o menos bordiguizantes del legado de las izquierdas comunistas del período 1917-1923 lograron sustraerse a los efectos de esa «ley» de inercia histórica de las contrarrevoluciones, lo que les condujo, a la vez que a engañarse a sí mismos acerca del significado histórico real de su actividad, a combatir enérgicamente todas y cada una de las inquietantes novedades suscitadas por la reanudación revolucionaria sesentayochista.
» (Federico Corriente, 2023)