1 de mayo de 2016

[Ecuador] ¡YA SALIÓ RUPTURA PROLETARIA NRO. 0!


RUPTURA PROLETARIA
Periódico de agitación comunista anárquico |
Territorio dominado por el Estado ecuatoriano |
Nro. 0 | Mayo 2016 


Contenido:

  • ¿Por qué Ruptura Proletaria?
  • 1º de Mayo contra los ataques del Capital-Estado. Sobre la reforma laboral en Ecuador 
  • 1º de Mayo: el proletariado mundial contra el trabajo asalariado
  • De la sala de clases a la lucha de clases
  • Terremoto en Ecuador: catástrofe social capitalista
  • Reforma laboral y disturbios en Francia
  • Sus guerras. Nuestras muertes
  • Carteles contra el sindicalismo y el trabajo asalariado
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1° DE MAYO CONTRA LOS ATAQUES DEL CAPITAL-ESTADO
 Sobre la reforma laboral en Ecuador
E

l gobierno progresista y ciudadanista de Correa ya no puede ocultar la existencia de la crisis capitalista ni evitar tomar medidas de “ajuste de cinturones” contra la clase trabajadora. Así, el 17 de marzo del presente año aprobó la “ley orgánica para la optimización de la jornada laboral y seguro de desempleo”, cuyo eje central es que las empresas que demuestren tener pérdidas van a poder reducir la jornada de trabajo de 8 a 6 horas diarias (de 40 a 30 horas semanales), pero asimismo el salario al valor de esas 6 horas; manteniendo, además, el aporte de los trabajadores al seguro social (al Estado) proporcional a 8 horas de trabajo, entre otras disposiciones del mismo calibre que tienen que ver con el “seguro de desempleo”, el “empleo juvenil” y la licencia de maternidad. Ese mismo día, hubo una protesta a las afueras de la Asamblea Nacional -blindada por la Policía Nacional- y, horas más tarde, una masiva marcha de los sindicatos de trabajadores -“sin incidentes”.

Esto acontece dentro de un contexto internacional y local marcado por la recesión económica y el aumento del desempleo y la inflación. Concretamente en el Ecuador, el PIB para este año crecerá sólo 0.1%, el presupuesto estatal se redujo 17%, la tasa de desempleo actual se ubica en 5.7% de la PEA, la de “empleo inadecuado” (subempleo, etc.) en 53.9%, y la de inflación en 4,05%, según el propio INEC. En resumidas cuentas, en este país hay cada vez más gente desempleada (incluyendo quienes escribimos esto), subempleada (sobre todo en la informalidad) y, para rematar, cada vez se hace más alto el costo de la vida.

Por lo tanto, esta reforma laboral es una medida estatal de austeridad que, para gestionar la crisis capitalista, ataca y deteriora aún más las actuales condiciones de trabajo y existencia de nuestra clase. Reducir la jornada laboral y el salario, y encima aumentar los precios de la canasta básica, implica aumentar la presión e intensidad del trabajo durante esa nueva jornada de 6 horas diarias, a la vez que depreciar el salario por debajo de su valor real; es decir, implica súper-explotar o aumentar la tasa de explotación de la clase proletaria para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia de la clase patronal. Mejor dicho, para los trabajadores asalariados-as esta medida significa más trabajo y menos dinero para poder sobrevivir, mientras que para los empresarios significa hacernos pagar su crisis y seguir enriqueciéndose a costa nuestra. Sin duda, se trata de un ataque histórico del Capital-Estado contra el proletariado que vive en este territorio. Demostrando que los verdaderos ladrones y violentos son ellos: los capitalistas; en este caso, con su terrorismo económico y legal, democrático.


No conformes con ello, el gobierno y los empresarios nos mienten con el discurso de la “protección del empleo digno” y del “evitar despidos y cierres”. Mientras que los sindicatos le oponen el iluso y reformista discurso de la “estabilidad laboral” y la “contratación colectiva” en tiempos de crisis, frente a esta nueva “precarización laboral”. En realidad, el “trabajo digno” y el “trabajo precario” no existen, porque el trabajo asalariado es precario o inestable por naturaleza y, fundamentalmente, porque es trabajo explotado y la explotación del hombre por el hombre no es digna más que para los explotadores y sus ideólogos variopintos. Tampoco es cierto que se va a evitar despidos, porque esta ha sido –y con fuerza- la tendencia real desde fines del 2015 hasta la presente fecha; y, sobre todo, porque el desempleo no es “circunstancial” ni mucho menos “por la nueva ley de aumento de impuestos” a ciertas empresas, sino que es estructural o necesario para este modo de producción, puesto que le permite aumentar la tasa de explotación de los trabajadores no despedidos y, en consecuencia, la tasa de ganancia empresarial. Sin desempleo no hay capitalismo, y viceversa.[1]

Entonces, frente a tal ataque burgués-estatal y a su falsa oposición socialdemócrata-sindical ¿qué hacer? Contraatacar como clase. Responder. Protestar, considerando y superando las limitaciones y contradicciones de una protesta como la del mismo 17 de marzo. No ponerse, pues, a negociar migajas a la patronal y su Estado (como las “13 propuestas alternativas” o la “demanda de inconstitucionalidad” de la ley por parte de los sindicatos). No luchar en su terreno, sino en nuestro propio terreno de clase. Así pues, más que defender los inestables puestos de trabajo y nuestras ya deterioradas condiciones de existencia (lo que, por sobrevivencia, se hace forzosamente necesario, pero no es ni debe ser lo único), se trata de defender nuestra fuerza de trabajo (ej.: nuestra salud), su valor real (que no nos paguen menos ni nos suban más los precios) y, principalmente, defender nuestras necesidades humanas (ej.: alimentación y vivienda) contra las necesidades de la economía capitalista, la cual no se merece ningún sacrificio de nuestra parte.

Estas reivindicaciones de clase hay que pelearlas de manera colectiva, organizada y en las calles, pero ya sin intermediarios o representantes: afuera y en contra no sólo de las instituciones capitalistas y estatales, sino también de los partidos y sindicatos de izquierda, porque las primeras nos explotan y los segundos negocian nuestra explotación. Luchar de manera autónoma y antagonista, de la mano con generalizar y radicalizar el conflicto. Las fuertes protestas y disturbios por parte de miles de proletarios-as en contra de la actual reforma laboral en Francia, son un buen ejemplo concreto de ello.

Asimismo vale pelear por mejores condiciones de vida para nosotros-as y nuestra prole, a presente y a futuro; pero teniendo claro, por un lado, que en el sistema capitalista el trabajo es la única forma socialmente impuesta que tenemos los proletarios de subvenir a nuestras necesidades y, en ese sentido, no tener trabajo significa simplemente reventar de hambre… Por lo tanto hay que comprender la exigencia de un empleo por parte del trabajador como la exigencia de la necesidad humana de alimentarse, de vestirse y de reproducirse, él y su familia.[2] Pero, por otro lado, la consigna de “trabajo para todos” (o de “trabajo digno” o “empleo adecuado”, da lo mismo) es utópica, prueba evidente de lo cual es que si el capital no ha conseguido realizar el “pleno empleo” a escala mundial en período de prosperidad, es imposible que lo haga en período de crisis. Tal consigna es reaccionaria… porque es la idealización y la negación de la naturaleza contradictoria del capital, que sólo puede desarrollar el trabajo desarrollando simultáneamente el desempleo y la miseria… Por eso, en lugar de la consigna reformista: «Un salario justo por una jornada de trabajo justa», Marx nos hablaba ya de enarbolar la consigna revolucionaria: «¡Abolición del trabajo asalariado!»

Verdadero contenido éste de aquel histórico y universal 1º de Mayo de 1886 que hoy conmemoramos luchando. La abolición del trabajo asalariado, empero, no significa que vayamos a dejar de producir o a no hacer nada, sino que, sobre la base material de la comunidad de bienes y la cooperación entre iguales, produzcamos para satisfacer solamente nuestras necesidades y deseos humanos y ya nunca más para la valorización del inhumano y vampiresco Capital; esto es, una sociedad sin explotadores ni explotados.



[1] Ahora bien, si esta reforma y quienes la disputan se preocupan tanto por el alto desempleo juvenil existente en este país (14.75%), y en cambio quieren “promover el empleo juvenil”, más que por obvias razones económicas, es porque en el fondo les aterra que a la larga ese proletariado juvenil sobrante para el aparato productivo pueda convertirse en una amenaza para la paz social burguesa y ciudadana.   
[2] Sólo los pequeñoburgueses mantenidos e ideologizados, hechos los lumpen y los “puros”, no comprenden y se dan el lujo adolescente de “rechazar” este hecho.

[Leer los otros artículos en el PDF]

 ¡SE AGRADECE LA DIFUSIÓN!

30 de abril de 2016

Terremoto en Ecuador: catástrofe social capitalista


TERREMOTO EN ECUADOR: CATÁSTROFE SOCIAL CAPITALISTA
“Lo verdaderamente catastrófico no fue la escala de magnitud del terremoto... Es vivir en una sociedad que permite que miles de personas vivan abandonadas a su suerte frente a este tipo de sucesos.La catástrofe no es nunca “natural”. La catástrofe es siempre social.”
                                                                                                           Metiendo Ruido. 8 tesis críticas sobre las últimas catástrofes en Chile. 2014


Más allá del bombardeo mediático de información sobre el devastador terremoto ocurrido el 16 de abril del 2016 en la Costa norte ecuatoriana (magnitud de 7.8 grados Richter; cientos de muertos, miles de heridos y damnificados/refugiados internos; carreteras, edificios, casas y servicios caídos o rotos; pueblos casi desaparecidos y ciudades parcialmente destruidas; rebrote de algunas pandemias físicas y psicológicas; escenas dantescas y desgarradoras; cientos de réplicas –unas más fuertes y alarmantes que otras- que no cesan, etc.), escribir sobre el trauma masivo y personal vivido durante y después del mismo es muy duro e incluso inenarrable. Pero hay que hacerlo, porque la vida es lucha y continúa, y porque es necesario desmentir que se trata de una “catástrofe natural” cuando en realidad es una catástrofe social capitalista.

Sí: esta catástrofe en particular no es tal a causa de “la naturaleza” ni mucho menos de “la voluntad de dios”, sino a causa del maldito y mil veces maldito capitalismo. Y no porque seamos conspiranoicos (sería absurdo y ridículo creer que ciertas élites secretas de ricos y poderosos conspiraron para provocar este terremoto y/o sus efectos, así como que es una “venganza” de la naturaleza), sino por el modo tan desigual, injusto, caótico y hasta absurdo en que está organizada esta sociedad y su espacio, desde siempre y en todas partes: según las necesidades de la producción y circulación de mercancías-cosas, y no según las necesidades humanas y de la naturaleza. De allí que estos poderosos movimientos de la Tierra que por siglos han moldeado su geografía, en la actual sociedad del Capital azoten siempre y en su absoluta mayoría a los “pobres”, desposeídos y explotados: a los proletarios, por el hecho de que habitan en los peores lugares, en las viviendas de la peor calidad, son los que más prole o hijos/as pero menos recursos tienen; por ello pierden sus miserables posesiones y, sobre todo, pierden sus vidas y las de sus seres queridos; son los que “ponen los muertos” o, si sobreviven, son los “damnificados”, los que si ya eran miserables ahora lo son más. Este tipo de eventos naturales y situaciones sociales resultantes, entonces, no hacen sino destapar y exacerbar la catástrofe diaria que es el capitalismo para nosotros los proletarios –en especial los sin trabajo ni seguro de desempleo-, los “damnificados” permanentes de este sistema inhumano y antropófago.

Si bien es cierto que la solidaridad “de todo un pueblo” no se hizo esperar y que realmente es ésta la que ha permitido paliar algunos efectos del terremoto en ciertas poblaciones afectadas, el problema al respecto está en que se hace pasar caridad (que es vertical o dar sobras de lo que se tiene) por solidaridad (que es horizontal o entre iguales). Y no sólo porque sea una sociedad cristiana, sino porque es una sociedad mercantil generalizada que, además, se encuentra en crisis, misma que, después del terremoto, se va a agravar. De allí que algunas grandes empresas locales (ej.: Tía y Fybeca) no dejen de lucrar con sus “kits del damnificado” o sus “donaciones solidarias”, y que algunas otras –junto con sus contactos en prefecturas y municipios- ya estén haciendo planes y números con la “reconstrucción” de carreteras, viviendas, servicios, etc., es decir reconstruir la infraestructura del Capital, mientras los proletarios rurales y urbanos de Manabí y Esmeraldas están cada vez más miserables y mendicantes. No sólo sentimos “dolor infinito” por toda esta situación infernal, sino infinita rabia de clase.

Pero sin duda lo más infame de este “estado de excepción” es que el gobierno de Correa aprovecha que la sensibilidad colectiva está a flor de piel y el rancio sentimiento nacionalista (“todos somos Ecuador”) para imponer casi sin contestación nuevas medidas de austeridad; en este caso, la “ley solidaria” que consiste en reducir un día de salario a cierta parte de la población trabajadora y aumentar el IVA (impuesto al valor agregado), que es el que se grava a los productos de la canasta básica y no a los de lujo, de 12 a 14%. ¿Y los capitalistas? Bien gracias, porque evidentemente este “paquetazo” por parte de su Estado los beneficia a ellos. A todo lo cual se suman los banqueros y políticos de derecha que se “solidarizan” pero como parte de su campaña electoral para el próximo año; los noticieros y programas de farándula que hacen show y rating con la tragedia ajena; los voluntarios de clase mierda que van de turismo-rescate e incluso a tomarse “selfies” para el facebook; las sectas religiosas llevando su caridad y su “palabra”; y, como siempre, los militares y policías reestableciendo y resguardando la “normalidad” o el orden de la propiedad privada y la mercancía.

A propósito de esto último, los “damnificados” obviamente reciben las donaciones vengan de quien vengan pero, como éstas no alcanzan, en algunos casos roban y saquean, ya no sólo por necesidad sino por desesperación. Mucha gente se escandaliza por esto, pero no se escandaliza de que los mayores ladrones son aquellos comerciantes que ponen precios inaccesibles a los víveres de primera necesidad en las mismas poblaciones afectadas y, sobre todo, las grandes empresas y este gobierno que nos imponen medidas dizque “solidarias” a los proletarios para sanear su propia crisis de valorización o tasa de ganancia.

Terremoto devastador, crisis económica, inundaciones, aumento del número de muertos y damnificados, volcanes activos, aumento del desempleo y la miseria, medidas de austeridad y represión, muy bajo nivel o intensidad de la lucha de clases, vísperas de año electoral en que talvez gane la derecha (o el gobierno actual de nuevo, da igual)… El panorama en “la mitad del mundo” es realmente desolador y desalentador. Sinceramente no sabemos a ciencia cierta lo que vaya a pasar a futuro, más que la impune sobrevivencia de este sistema genocida y ecocida. La pregunta es ¿hasta cuándo? como diciendo ¡ya basta! Sólo sabemos entonces que, a pesar de todo y así tengan que pasar varias generaciones proletarias, hay que mantener la perspectiva de que cada vez se hará más necesario que nuestra clase se harte de sufrir y morir tanto. Que comprenda en carne propia que para dejar de sobrevivir como subhumanos o como cosas medibles y desechables, deberá matar a lo que la mata: esta gran catástrofe social y cotidiana llamada capitalismo. Que la verdadera opción vital para la humanidad y el planeta es y será la revolución social, total y radical, aquí y en todo el mundo.

Mientras tanto, sólo la solidaridad directa, horizontal y autónoma (por fuera de las lógicas del mercado, el Estado, la iglesia y la nación) entre los “damnificados” de este sistema de muerte, entre proletarios-as, nos mantendrá en pie de lucha por la vida; no sólo para superar este desastre, sino por una vida en que la humanidad ya no esté separada o peleada consigo misma ni con la naturaleza: por una comunidad humana-natural, no idílica o perfecta, pero sí real.


“El capital encuentra siempre algunos defensores y/o administradores que nos dirán que él no es responsable de las catástrofes, que ellas son “natura­les”, o que “Dios las envió”... pero ¿al proletariado le basta con creer en los dogmas del capital para salvarse?... El capital es una catástrofe permanente para la humanidad, pero su sociedad de trabajo y de sumisión es transitoria. A todos los niveles de organización de esta sociedad, la ganancia se define como el objetivo de la actividad humana. Cada instante de la subvida mercantil nos muestra que el capital ya ha vivido demasiado y que al mismo tiempo que ha concentrado en el seno de los explotados toda la inhumanidad de su sistema, ha concentrado también su propia negación revolucionaria, el proletariado… quien se encuentra determinado históricamente a despertarse, atormentado por las miserias cotidianas, por las muertes “accidentales” ocasionadas por la explotación “accidental” que realizan nuestros patrones, por el aire sofocante, la comida insípida, el agua contaminada y los ritmos de trabajo que no cesan de aumentar… ¡Destruyamos lo que nos destruye cotidianamente! ¡Destruyamos el capitalismo!”

Grupo Comunista Internacionalista. A propósito de una catástrofe “natural”. 2000

29 de abril de 2016

[Folleto] 1º de Mayo: contra los festejos burgueses...

Recibimos, publicamos y alentamos su difusión:

[Folleto] 1° de Mayo: 

Contra los festejos burgueses…

DESCARGAR PDF

Recibimos desde México esta publicación internacionalista con textos, panfletos y gráfica de compañeros de ese país, Chile, Argentina, Ecuador y otras regiones del planeta.

La crítica radical y la agitación anticapitalista recorren el mundo entero, pese a las fronteras que imponen los Estados. Y poder contribuir a ello nos alegra enormemente.

¡Por la revolución proletaria mundial!

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Contenido:

  • Presentación (región mexicana)
  • 1º de mayo anticapitalista, internacionalista, revolucionario (región argentina)
  • Proletario: ¡el trabajo no te dignifica, te esclaviza!... (región ecuatoriana)
  • 1º de mayo: más de 100 años después (región chilena)
  • 1º de mayo: ¡contra los festejos burgueses, retomemos el combate de clase!... (Proletarios Internacionalistas)
  • El trabajo no dignifica (región argentina)
  • ¡Viva la revolución social! (región argentina)
  • Gráficas de Agitación (región mexicana)

14 de abril de 2016

[Francia] Reforma laboral y disturbios


REFORMA LABORAL Y DISTURBIOS EN FRANCIA*
















La crisis capitalista, las medidas de austeridad, la lucha de clases y la represión estatal son mundiales. A fines de marzo de este año, el gobierno socialista de Hollande en Francia aprueba una agresiva reforma laboral propia del siglo XIX: mantener formalmente la jornada de trabajo de ese país, que es de 35 horas semanales, pero permitir a las empresas -cuando lo consideren oportuno- “flexibilizarla” a más de 45 horas semanales, sin pagar horas extras e incluso rebajar los salarios; a la par de una mayor “flexibilidad” para despedir a los trabajadores menores de 26 años de edad (lo cual, por cierto, aumentaría el ya elevado índice de desempleo juvenil allí existente: 24%) y, para colmo, reducir las indemnizaciones o liquidaciones por despidos en general. Todo esto, a fin de evitar que las empresas pierdan “productividad” y “competitividad”… en realidad, sus ganancias, que es lo único que les interesa a los capitalistas y sus políticos de cualquier pelaje.

Las protestas y disturbios en contra de este ataque del Capital-Estado francés no se hicieron esperar: desde marchas, tomas de plazas públicas y huelgas hasta enfrentamientos con la policía, barricadas, bloqueos de calles y vías férreas, ocupaciones de instalaciones universitarias, ataques incendiarios a edificios estatales y bancarios, saqueos a grandes tiendas comerciales. Así ha transcurrido ya más de un mes de protestas continuas, primero en París y luego en decenas de ciudades francesas (Nantes, Rennes, Burdeos, Toulouse, Lyon, etc.), con centenares de miles de proletarios –empleados y desempleados, adultos y muchos jóvenes- lanzados a las calles a defender sus necesidades humanas contra las inhumanas necesidades de la economía. 

A pesar y en contra de la fuerte presencia de la izquierda del capital (sindical, estudiantil y ciudadana) y de la brutal represión policial, no pocas de esas protestas han sido acciones directas, sin intermediaciones. Y lo más importante: no sólo rechazando esta ley o reforma laboral, sino incluso el trabajo asalariado (“¡ni ley ni trabajo!”, gritaban algunos), al mismo tiempo que practicando la organización, la solidaridad y la violencia de los de abajo contra los de arriba. Es decir, una respuesta como clase cada vez más fuerte por ser cada vez más generalizada, autónoma y radicalizada. La patronal y el gobierno se encuentran asustados y ya han comenzando a retroceder. Sin duda, este es un ejemplo a seguir por los trabajadores-as de todo el mundo en estos duros momentos de crisis y ajustes, porque la lucha proletaria en Francia también es nuestra lucha.


* Este breve artículo forma parte de un material de próxima aparición, junto con un artículo sobre la reforma laboral en Ecuador, que está en construcción. 

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Más información:

"Ni ley ni trabajo": bloqueos y enfrentamientos

Levantamientos contra la Ley Trabajo - disturbios, saqueos, bloqueos y sabotajes

"La noche es para follar, no para trabajar"

¿A quién perjudica la reforma laboral en Francia? (prensa burguesa)

Por qué Francia se ha echado a la calle contra Hollande (prensa burguesa)

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[Video] Burn-out general contra la "ley trabajo" en París (05/04/2016):

 
Ver más de estos interesantísimos videos aquí

13 de abril de 2016

[Colombia y Ecuador] "Fenómeno del Niño": catástrofe social, no natural

N. del E.: El artículo que publicamos a continuación, titulado "Fenómeno del Niño sin eufemismos: ¡Ecocidio capitalista!", proviene de una página libertaria de Colombia. A pesar de que no compartimos su dejo conspiranoico sesgado en la acción de tales y cuales empresas y en cierto "modo de consumo", ni su terminología académica e izquierdista latinoamericana ("países pobres", "capital extranjero", "oligarquía nacional", "neoliberalismo", etc.), el texto acierta en señalar que este fenómeno es parte de la crisis ecológica global y que ésta, a su vez, es parte de la crisis de la civilización capitalista. Es más, y lo subrayamos, deja claro que "la crisis ambiental de nuestro tiempo ha sido producida por el modo de producción capitalista, esencialmente debido a su carácter mercantil encaminado a producir no para satisfacer necesidades [humanas y ecológicas] sino para incrementar la ganancia individual." Así como también que "la depredación medioambiental también posee un claro sello de clase... sus efectos devastadores se ensañan con particular crudeza contra campesinos, indígenas, trabajadores asalariados, y en general, todos los que por la fuerza se han convertido en la paria del capitalismo". Por lo que, en síntesis, "nos encontramos en medio de un verdadero ecocidio capitalista que subsume todo a los designios del dios dinero, incluida, la posibilidad de vivir." (Con todo lo cual, dicho sea de paso, este artículo da para reflexionar más allá de este fenómeno concreto y particular.)

Por otro lado, lo publicamos porque el "fenómeno del Niño" también está ocurriendo en estos momentos en Ecuador, con la diferencia de que no en forma de grandes sequías como en Colombia, sino de torrenciales lluvias de horas y horas e incluso de inundaciones, que obviamente afectan la vida cotidiana de la gente tanto en el campo como en la ciudad. Ya se han registrado no sólo pérdidas materiales o económicas, sino también pérdidas humanas y animales (por ahogamientos, etc.). Además, con el fuerte invernal proliferan aquellos mosquitos portadores del virus "zika", principalmente en la región Costa. Los más perjudicados, como siempre: los "pobres", los desposeídos, los proletarios -urbanos y rurales-, dado que, en este tipo de situaciones, son los que más pierden sus miserables pertenencias e incluso sus vidas. Por su parte, el gobierno de la "revolución ciudadana" ya ha tomado medidas para "gestionar los riesgos" de este "desastre natural". Hace poco, decretó "alerta naranja" en todo el territorio nacional. Pero no sólo para "ayudar a los damnificados", sino principalmente para salvar y/o reconstruir la infraestructura del Capital (carreteras, puentes, hidroeléctricas, grandes plantaciones, etc.), a través de empresas públicas y privadas, escoltadas por el ejército. Demostrando de tal manera que este fenómeno no se trata de una "catástrofe natural" sino social o de clase, mejor dicho, que la verdadera catástrofe es esta sociedad capitalista que sólo puede "vivir" a costa de administrar la destrucción y la muerte de la humanidad proletarizada y la naturaleza.

Por lo tanto, más que de "integrar de manera transversal a nuestras apuestas el problema ecológico como vector nodal junto a las contradicciones de clase, género y etnia", como se propone al final del artículo, se trata de comprender y atacar la totalidad capitalista y la sociedad de clases como tales, hasta su completa y definitiva abolición. De lo contrario, si la lucha se parcializa y luego se "integra" lo parcializado o separado (que es lo que hace la socialdemocracia posmoderna, en este caso ecologista), se seguirá cayendo en la lógica de este sistema que se quiere combatir y, por tanto, cayendo en simples reformas parciales sólo que de apariencia "radical". Y si bien es cierto que "la lucha por la vida es la afirmación de la vida misma", es fundamental tener bien claro que, en contra de este sistema de muerte que es el fetichista mundo del Capital -cuya personificación y agente social principal es la burguesía mundial-, la única vida que merece ser así llamada es aquella que se prefigura en la lucha revolucionaria del proletariado -de todos los géneros, etnias, edades y lugares- por dejar de ser tal para devenir comunidad humana-natural real. Dicho de otra forma, si el capitalismo es y será muerte, entonces sólo la lucha proletaria por la revolución comunista anárquica mundial es y será vida.

(PD. Por si acaso, que quede claro que no estamos diciendo que hasta las lluvias y las sequías son culpa del capitalismo, no, pues eso sería caer en la ideología conspiranoica que criticamos y algo simplemente absurdo. El problema de fondo es cómo esta sociedad mercantil-estatal de clases enfrenta estas fuertes adversidades que presenta la naturaleza, considerando además que ésta se encuentra separada de y agredida permanentemente por aquélla (esto, por cierto, no significa que "la naturaleza se está vengando de los humanos", otro absurdo idealista-animista). Una manera no sólo "injusta" e "indignante", sino y principalmente catastrófica, porque a lo sumo palia ciertos efectos, pero jamás las causas estructurales del desastre, lo que es como cerrar un hueco abriendo otro... cada vez más grande e insanable. Al fin y al cabo, así mismo es la infernal espiral de la catástrofe del progreso capitalista. 
No estamos diciendo tampoco que en una sociedad comunista o anarquista no existirían estas fuertes adversidades naturales, que de hecho han existido mucho antes que el capitalismo, desde que la especie humana habita este planeta. Ni tampoco que no habría enfermedades y muertes. Pero se enfrentarían de una manera radicalmente distinta, sobre otras bases materiales y humanas en general -no mercantiles y comunitarias-, porque tal sociedad ya no estaría dividida en clases ni tampoco estaría dividida o separada de la naturaleza. No habría, por tanto, explotación humana ni devastación natural. Al contrario, sería una comunidad humana-natural real, no perfecta ni idílica, pero real. Y, sobre todo, ya no estaría gobernada por algo inhumano, genocida y ecocida: el fetiche activo del Capital ni, por ende, su Estado. Por el contrario, la producción, el consumo y todas las actividades se determinarían y realizarían por las necesidades humanas y de la naturaleza, ya no más por la ganancia -abolida para entonces. Es decir, históricamente dejaría de existir esta gran catástrofe social y cotidiana llamada capitalismo. Ni más ni menos.)

 
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 FENÓMENO DEL NIÑO SIN EUFEMISMOS: ¡ECOCIDIO CAPITALISTA!



 
 
 
 
No saben lo que valen estas orquídeas bárbaras,
muriéndose
ante el televisor de pantalla inmensa,
la videocasetera de lujo
el celular y los discos ópticos,
el kitsch irredento
en las altivas fotos familiares
de quienes conquistaron este mundo
destruyendo con su ganado y su ganancia
la misma selva condenada a morir
que hizo posibles las orquídeas.[1]

La situación climática que atraviesa actualmente Colombia es explicada de manera simplista y generalizada -especialmente desde las grandes cadenas de (des)información masiva- a partir de lo que se conoce como el “fenómeno del niño”. Este último, es definido por la UNGRD (Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres) como “un evento climático que se genera cada cierto numero de años por el calentamiento del océano Pacífico”[2], desde esta concepción agenciada por el binomio medios/institucionalidad, se promueve un código común que lleva a pensar que dicho fenómeno responde únicamente a los avatares de la naturaleza en los que la intervención humana nada tendría que ver, o en el peor de los casos, solo de manera parcial y moderada.

No debería extrañarnos que una explicación tan aparentemente ingenua – por no decir solapada – sea la punta de lanza de quienes desde las altas esferas del poder formulan los paliativos para enfrentar el fenómeno dejando intactos los intereses de quienes se benefician de la imposición de los modelos mineroenergético, de desarrollo urbanístico, entre otros; los cuales tienen enormes responsabilidades en las mutaciones climáticas de los últimos meses. Sin embargo, lo que si logra causar sorpresa es el progresivo abandono de amplios sectores de la izquierda de aquellas ideas y categorías en sus discursos que contribuyen a dimensionar las consecuencias de la crisis ecológica que atravesamos, asumiendo en la mayoría de los casos, posturas que escasamente condenan la negligencia institucional pero poco o nada dicen de la correlación sistémica entre la degradación ambiental y el esquizofrénico modelo de consumo capitalista imperante.

De tal manera que consideramos fundamental retomar el concepto de crisis civilizatoria[3] como punto de partida para leer el contexto en el que nos desenvolvemos, ya que solamente bajo una mirada amplia y radical podemos acércanos a entender la complejidad del problema que nos atañe, y a partir de allí, buscar las salidas que nos permitan superar el atolladero en el que nos encontramos. En ese sentido, la importancia de acudir a esta noción no aparece como capricho apocalíptico como suelen sugerir los promotores del desarrollo sostenible entre otros crápulas defensores del status quo, por el contrario, son los mismos acontecimientos como la contaminación de las fuentes hídricas, la crisis alimenticia, la producción de energías eventualmente peligrosas como lo es la nuclear, la depredación de bosques y reservas naturales, la destrucción de la capa de ozono manifiesta en el cambio climático, y en definitiva, una larga lista de conductas supremamente nocivas que caracterizan en la actualidad la forma de relacionarse de los seres humanos con su entorno. Ello es producto de un paradigma social que hace culto de manera vulgar a la razón instrumental, el mito del progreso y el fetichismo de la mercancía, es decir, que podríamos hablar de una razonamiento que parte de la lógica del capital, acercándonos cada vez más, a un punto de no retorno en el que se encuentra en juego las posibilidades de vida en nuestro planeta.

Visto de esta manera, es posible señalar que:

la crisis ambiental de nuestro tiempo ha sido producida por el modo de producción capitalista, esencialmente debido a su carácter mercantil encaminado a producir no para satisfacer necesidades sino para incrementar la ganancia individual. Este hecho, aparentemente elemental, que rige el funcionamiento del capitalismo constituye la base del agotamiento de los recursos naturales, expoliados hasta un ritmo nunca antes visto en la historia de la humanidad, al mismo tiempo que produce desechos y contaminación de manera incontrolable. Desde este punto de vista el capitalismo tiene dos características claramente antiecológicas: la pretensión de producir de manera ilimitada en un mundo donde los recursos y la energía son limitados; y originar desechos materiales que no pueden ser eliminados – cosa imposible en concordancia con las leyes físicas – y que deben ir a alguna parte, lo cual supone exportarlos a los países más pobres de la Tierra.[4]

Sobre este último aspecto es necesario hacer hincapié que la depredación medioambiental también posee un claro sello de clase. En consecuencia, si bien es cierto que la crisis civilizatoria amenaza a todas las formas de vida, igualmente lo es, que sus efectos devastadores se ensañan con particular crudeza contra campesinos, indígenas, trabajadores asalariados, y en general, todas las que por la fuerza se han convertido en la paria del capitalismo; siempre vilipendiados, siempre explotados, serán los ninguneados de los que se referirá Eduardo Galeano[5]. Por tal motivo, mientras son los principales receptores de los efectos negativos del actual modelo de consumo, son a su vez, el blanco de todos los cuestionamientos ya que según el discurso de la tecnocracia ambiental, son los pobres los culpables del deterioro del entorno, y por ende, los llamados a cambiar sus hábitos de vida , ¡como si fueran las personas de a pie las que gastan toneladas de agua en la extracción de minerales, talan indiscriminadamente miles de hectáreas para el negocio de los monocultivos o fuesen responsables de las desproporcionadas emisiones de los gases de efecto invernadero!.

Cabe resaltar a su vez que lo señalado anteriormente también se reproduce a nivel micro y cotidiano. Así pues, evidenciamos como se promueve un consumo desaforado entre los sectores populares de la población que ante la arremetida mediática les arrincona frente a unos valores y prácticas mercantiles, haciendo que en muchas ocasiones, prefieran disponer de un gran televisor de última tecnología, antes que mitigar un problema real como lo puede ser la vivienda, la alimentación o el estudio de sus familias.

Semejante chapucería empieza a caer por su propio peso haciendo mella dentro de la institucionalidad como se puede ratificar con la reciente renuncia del que era ministro de Minas y Energías, Tomás González, quien declinó de su cargo asumiendo la responsabilidad ante los desatines para afrontar la actual crisis energética[6] – aunque nada de raro sería que los verdaderos motivos de su renuncia tengan que ver con la investigación que le involucra junto a su esposa[7]-. Sea cual fuere el motivo, lo cierto es que esta jugada política resultó ser el típico lavamanos del sicario presidencial Juan Manuel Santos, que con los balbuceos demagógicos que le caracterizan, declaró ante los medios la necesidad profundizar las medidas frente al fenómeno del niño, ya que según datos del IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia) la reserva de agua del país en sus embalses oscila entre el 28% de su capacidad total[8]. El anuncio del presidente estuvo acompañado de una fotografía publicada en su cuenta de Twitter en la que se aprecia a funcionarios en la casa de Nariño trabajando con las luces apagadas acompañados únicamente del destello de una vela como muestra de su compromiso inquebrantable con la salud medioambiental. ¡Cuando la oligarquía se compromete con el cinismo se lleva todas las medallas!.

Como un patético festín tendríamos que describir la actual situación del país si tenemos en cuenta que los bombos y platillos con los que hace unas semanas se promocionaba el milagro benéfico que acarrearía la venta de Isagen a precio irrisorio, fueron acallados ante la paradoja de los hechos cuando se hizo pública la decisión del gobierno nacional de comprar energía a su homólogo ecuatoriano[9] como parte de las medidas para afrontar los efectos del fenómeno del niño. Paralelamente, las noticias que llegan desde otros puntos de la geografía nacional son igualmente desoladores: “Más de 15.000 personas están sin agua en Carepa, Antioquia”[10], “Declaran calamidad pública en 17 municipios de Santander”[11], “Zambrano, un pueblo bañado por el río Magdalena, se muere de sed”[12], entre otros titulares, que dejan en evidencia la envergadura de la crisis que abordamos.

Sin embargo pese a lo que podría llegar a pensar, ni los grandes centros urbanos escapan a los efectos del accionar medio ambientalmente irresponsable de la estupidez tecnocrática. Vale la pena recordar entonces que el mes pasado se vivió una verdadera tragedia ecológica con el incendio forestal en los cerros orientales de la ciudad de Bogotá dejando una gran cantidad de hectáreas afectadas y el sin sabor ante la posibilidad de que las fuerzas militares fueran las presuntas responsables de estos hechos[13]. Entre tanto, el tontuelo y poco agraciado cultor del concreto, el alcalde Enrique Peñalosa, no podía pasar impune ante el feriado del desastre ambiental. Este paladín del neoliberalismo – el mismo de “transmilenio hace lo mismo que un metro”[14] y “es falso que no se pueda construir sobre humedales”[15]en tan solo un par de meses nos ha demostrado hasta donde puede llegar su compromiso con el ramplón desarrollismo urbano en clara oposición a la más elemental noción ecológica. Gran revuelo causó entonces su propuesta de edificar sobre la reserva Van Der Hammen a la que prácticamente describió como un potrero improductivo, cuestión que a la postre, recibió toda serie de críticas desde diversos sectores que se han opuesto a lo que sería un acto claramente criminal en contra de la naturaleza. Las gracias del señor de los bolardos se inscriben en el marco de un Plan de Desarrollo Territorial que relaciona de manera badulaque el concreto con calidad de vida en una ciudad atajada en su periferia por los nocivos impactos de la minería, la segregación espacial, entre otras, a la par que su “visionario” mandatario sueña con equipararla con París o cualquier otro referente europeo sólo que enclavado en el centro de esta república tropical.

A partir de todo lo expuesto, no resulta exagerado señalar que nos encontramos en medio de un verdadero ecocidio capitalista que subsume todo a los designios del dios dinero, incluida, la posibilidad de vivir. Ello es constatable en distintos fenómenos de orden mundial como ya se señaló, pero que para no ir tan lejos, tienen sus correspondientes en nuestro país principalmente en manos de la oligarquía nacional y el capital extranjero. Así pues, ningún estupor debe causar la soberbia con la que operan los gobernantes de turno quienes insisten en culpar a las mayorías explotadas de la degradación ambiental como mecanismo para ocultar las verdaderas raíces del asunto. En ese sentido, los diversos sectores en resistencia tenemos la tarea de integrar de manera transversal a nuestras apuestas el problema ecológico como vector nodal junto a las contradicciones de clase, género y etnia. Si no empezamos asumir desde el discurso y la práctica la radicalidad del problema que tenemos por delante, difícilmente podremos encontrar soluciones radicalmente distintas al modelo imperante.

La lucha por la vida es la afirmación de la vida misma.

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[1]    PACHECO,José Emilio. Orquídeas
[2]    Ver al respecto: Unidad de para la Gestión del Riesgo de Desastres . Qué es el fenómeno del niño. En : http://portal.gestiondelriesgo.gov.co/Paginas/Fenomeno-del-Nino-en-Colombia.aspx
[3]    Autores como Michael Lowy, Edgardo Lander, entre otros, han desarrollado este concepto.
[4]    VEGA,Renán. Un mundo incierto, un mundo para aprender y enseñar. Vol 2. Capitalismo, tecnociencia y ecocidio planetario. Bogotá.Colombia. (2011). P 330
[5]    Ver el poema titulado “Los nadie” del autor en mención.
[6]    Diario El Colombiano. Crisis energética le costó el puesto al ministro de minas. http://www.elcolombiano.com/colombia/ministro-de-minas-y-energia-renuncio-al-cargo-AB3715222
[7]    Blue Radio. Los motivos por los que la procuraduría investiga al exministro. http://www.bluradio.com/125687/los-motivos-por-los-que-la-procuraduria-investiga-al-exministro-tomas-gonzalez
[8]    Información suministrada en emisión de Noticias Caracol (7:00 pm) . 07/03/2016.
[9]    Diario El Espectador. Colombia importará energía desde Ecuador. http://www.elespectador.com/noticias/economia/colombia-importara-energia-ecuador-articulo-618768
[10]  http://www.elespectador.com/noticias/nacional/mas-de-15000-personas-estan-sin-agua-carepa-antioquia-articulo-616327
[11]  http://www.elespectador.com/noticias/nacional/declaran-calamidad-publica-17-municipios-de-santander-articulo-616116
[12]  http://www.elespectador.com/noticias/nacional/zambrano-un-pueblo-banado-el-rio-magdalena-se-muere-de-articulo-619490
[13]  Contagio Radio. Prácticas militares habrían provocado incendio en cerros orientales de Bogotá. http://www.contagioradio.com/practicas-militares-habrian-provocado-incendio-en-cerros-orientales-de-bogota-articulo-19976/
[14]  http://www.elespectador.com/noticias/bogota/transmilenio-practica-hace-mismo-un-metro-penalosa-articulo-609448
[15]  Las2orillas. El antropocentrismo moderno de Peñalosa. http://www.las2orillas.co/el-antropocentrismo-moderno-de-penalosa/
[Extraído de Subversión]