28 de diciembre de 2021

[Video] El proletariado es también su propia destrucción

libcom. Inglaterra, 2009

«Creer que los proletarios son sólo los obreros fabriles o los pobres [o “el pueblo”], es no reconocer el aspecto subversivo de la condición proletaria.

El proletariado es la negación de esta sociedad. El proletariado es la disolución de la sociedad actual. Porque esta sociedad lo priva de casi todos sus aspectos positivos. Así, el proletariado es también su propia destrucción.

Nuestra irrupción como proletariado no se explica porque seamos trabajadores mal pagados, sino porque estamos separados y alienados, sin control sobre nuestras propias vidas ni sobre lo que hacemos para subsistir.»

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6 de diciembre de 2021

Revueltas, Comunas, Revolución y Comunización en el Siglo XXI

Revuelta en Oaxaca-México 2006

«Las rebeliones en Oaxaca y Atenas ponen en evidencia desplazamientos centrales, tanto en la teoría como en la práctica que permiten pensar en algo fundamental: la revolución actualmente no se produce históricamente como parte de la política tradicional; tampoco como el resultado del transcurso acumulativo de un proletariado unificado y fortalecido por su condición de clase (movimiento obrero). La lucha de Oaxaca y Atenas, que surge a partir de la condición fragmentada y desordenada en la que se encuentra hoy día el proletariado, indica su alejamiento de una forma programática como horizonte de la revolución y del comunismo. Más bien, camina en contra de la propia condición proletaria, en contra del proletariado como clase en el capital y como presuposición de su reproducción (Astarian, 2011; Théorie Communiste, 2009; Dauvé y Martin, 2002; Simon, 2011). Los acontecimientos de Oaxaca y Atenas son productos sociales de su propia época. Se inscriben en la tradición de la lucha de clases precisamente porque rompen con lo existente, con su propia historia. A partir de esta visión debemos considerar su relación con la recomposición de la dominación y las formas de la contrarrevolución después de su fin; bajo la luz de sus consecuencias incalculables, bajo la perspectiva que se revela por una de las consignas en las jornadas del diciembre: “Las rebeliones de hoy abren caminos de lucha mañana”. […]

[L]a  corriente  del  Marxismo  Abierto [79] plantea la lucha en términos de negatividad, como luchas-contra  (del  capital)  en  vez  de  luchas-por  (la  democracia).  Esto  es, que la lucha es contra todo lo que suprime, reduce, calcula, programa la creatividad-actividad humana. La relación capital es vista como una contradicción-en-movimiento y la categoría de la clase y la lucha de clases son aquí el corazón del argumento […] [L]a clase trabajadora (proletariado) “es la negación y crisis del capitalismo y, por lo tanto, la negación y crisis de sí misma” (Holloway, 2007: 91).  El  movimiento  negativo  y  antiidentitario es  la  base  de  una  revolución  sin  definición,  sin  nombre;  es decir, una revolución que tiene como contenido la creatividad y actividad humana en condiciones irrestrictas. La potencia de lo común aquí es vista, básicamente, en términos negativos, como flujo de rebeldía-contra. Según John Holloway (2013:13):

El comunizar es el movimiento contra aquello que se interpone en el camino hacia la autodeterminación social de nuestras vidas. Los obstáculos  que  debemos  afrontar  no  son  solo  nuestra  separación  de  los  medios  de  producción,  sino  todas  aquellas  formas  sociales  que proclaman su propia identidad, que niegan su propia existencia como formas y, simplemente dicen: somos.

El concepto de la revolución es entendido esencialmente como rechazo “aquí y ahora” a formas organizativas de lucha que institucionalizan y congelan el flujo de comunizar (al vanguardismo revolucionario, el estadocentrismo izquierdista); es decir, como destotalización de las formas capitalistas (Tischler, 2013).

Desde otra perspectiva, la aproximación del grupo francés Théorie Communiste [80] (y de otros grupos que mantienen cierta afinidad con su análisis, como los Endnotes, Blaumachen, riff-raff, etc.) tiene como su eje central la idea de que la revolución no se puede plantear en términos de organización. A diferencia de la propuesta del autonomismo italiano, la revolución se vuelve una posibilidad cuando  se  produce  en términos  de  un  movimiento  de  comunización.  Aceptan  que  a  través  de  las luchas  sociales  aparecen prefiguraciones negativas que indican los límites de la lucha y potencialmente nuevos modos de ataque por parte del proletariado. De acuerdo con los Endnotes (2010c):

Los que desarrollaron la teoría de la comunización [81] rechazaron poner la revolución en términos de formas de organización; en cambio tuvieron  por  objetivo  comprender  la  revolución  en  términos  de  su  contenido. Comunización implicaba un rechazo a la visión de la revolución como un evento en el que los trabajadores tomen el poder seguido por un periodo de transición: en vez de eso se veía como un movimiento caracterizado por medidas comunistas inmediatas (tales como la distribución gratuita de los bienes), tanto por su propio mérito y como una manera de destruir la base material de la contrarrevolución. Si, después de una revolución, la burguesía es expropiada pero los trabajadores siguen siendo trabajadores produciendo en empresas  separadas,  dependiendo  de  la  relación  con  ese  lugar  de trabajo para su subsistencia e intercambiando con otras empresas, pues significa muy poco si ese cambio es autoorganizado por los trabajadores o tiene una dirección central por un “Estado obrero”: el contenido capitalista sigue existiendo y, tarde o temprano, el papel o la función distintivos capitalistas se reafirmará. Por el contrario, la evolución  como  un  movimiento  de  comunización  destruiría  —dejando de constituir y reproducir— todas las categorías capitalistas: intercambio, dinero, mercancías, la existencia de empresas independientes, el Estado y —más fundamentalmente— el trabajo asalariado y la propia clase obrera.

El  argumento  central  de  los  Théorie  Communiste  (2009,  2010), acerca de la crisis actual, es que para el proletariado se vuelve cada vez más difícil seguir afirmando su posición como clase en el  capitalismo.  Plantean  que  las  prácticas  insurreccionales  no  han llegado a transformarse en algo más que, básicamente, indicar los límites de la propia acción del proletariado como clase. Esta perspectiva, negando el marxismo humanista (acerca de la naturaleza  revolucionaria  de  la  clase  trabajadora),  sugiere  que, mientras las reformas y demandas laborales ya se vuelven inútiles, hay un empuje hacia un momento histórico en el presente donde se abre como posibilidad una ruptura interna en cuanto la acción proletaria pone en disputa su propia condición como clase explotada en el capitalismo. Este es el momento donde se produce lo que ellos llaman divergencia dentro del proletariado acerca de su identidad de clase, es decir, la fragmentación o desaparición de la identidad laboral que determinaba las formas de las luchas anteriores. […]

Revuelta en Atenas-Grecia 2008

Dicha realidad se refleja en las luchas actuales en tres niveles:  a)  Las  luchas  en  la  esfera  de  la  reproducción  aparecen ahora con mayor fuerza en relación con las luchas en los lugares de  trabajo,  b)  las  luchas  sociales  no  surgen  como  luchas  de  un  movimiento obrero masivo, c) los proletarios no definen sus protestas según un programa político revolucionario. El horizonte de la lucha de clases contemporánea no prefigura la victoria de la clase obrera sobre el capital. Lo que recorre a estas luchas no es la aspiración de victoria del movimiento obrero como un contrapeso al desarrollo capitalista; ni el sujeto que lucha emerge como sujeto  revolucionario  homogeneizado.  En  las  ciudades,  hay  una  dinámica  creciente,  producida  fuera  de  la  actividad  productiva, fuera de los ámbitos laborales: luchas a nivel de barrio y contra la represión  estatal,  prácticas  de  autoreducción [84],  movimientos  de  acción  directa  (contra  el  racismo-nacionalismo),  grupos  urbanos  contra  la  segregación  y  guetización,  organizaciones  de  desempleados,  luchas  contra  las  privatizaciones,  cooperativismos,  etc.  La expansión de la condición proletaria, junto con la desconexión del proletariado al empleo, van de la mano con la represión y el control asfixiante del espacio público. Para la gentuza (racaille)[85] de  los  suburbios-guetos  parisinos  que  inició  los  disturbios  en  2005,  para  la  gente  en  las  barricadas  de  Oaxaca,  para  quienes  defendieron al parque Gezi en Turquía, los que se movilizaron en Grecia, España, Nueva York y en muchos más lugares del mundo recientemente, la represión estatal frente a la ocupación del espacio público significaba exactamente esto: “... el espacio público, aunque supuestamente pertenece a todos, en realidad no les pertenece,  nadie  puede  pretender  que  lo  va  a  ocupar.  La  única  autoridad que tiene el derecho de circundarlo es la policía. El espacio  público  es  un  territorio  estatal”  (Aléssi  Dell’Umbria,  2008: 35). La esfera de la reproducción, de los espacios y tiempos fuera del trabajo tienden a ser violentamente controlados y, por lo tanto, crecientemente peligrosos.

En este sentido, mientras hay una multiplicidad de experiencias sociales, en la esfera reproductiva, que están subordinadas  a  la  lógica  capitalista,  la  explosión  de  la  rabia  contra el capital ya no se contiene en los límites de los lugares de producción ni demarca formas sistematizadas de reivindicación, basadas en la experiencia de una clase obrera unificada; como son  las  huelgas  o  las  luchas-basadas-en-demandas  laborales.  En  una  época  en  la  que  el  desempleo  y  la  precarización  del  canon laboral anterior constituyen ya el núcleo de dicha forma; en una época en la que la trabajadora ilegal, “furtiva” es determinante en la condición de la fuerza laboral; las luchas por el salario ya no representan la dinámica del propio conflicto. En este sentido, las “derrotas” del movimiento obrero dentro de la fábrica, es decir, la “derrota” para destruir la máquina capitalista dentro  del  mismo  lugar  de  trabajo  durante  el  periodo  anterior,  indican  que  la  forma  obrerista  de  lucha  fue  esencialmente  una afirmación de la clase que reproduce el capital (clase obrera), negando  al  mismo  tiempo  toda  perspectiva  de  autonomía.  Si  el  movimiento  obrero  fue  el  movimiento  del  trabajo  abstracto  contra el capital (Holloway, 2011: 208), su disputa es en realidad la disputa del trabajo abstracto. Los procesos de rebeldía, como son  las  luchas  de  desempleados,  estudiantes,  mujeres,  contra  el despojo, los disturbios sin demandas, etc., abarcan múltiples condiciones y aspectos de vida que ya están bajo el dominio del capital; demuestran de manera más evidente que la negación del estatus quo supera la esfera de la producción y muchas veces aparece como un movimiento que subvierte la disciplina social en las modalidades capitalistas con una multiplicidad de prácticas sociales. El proletariado está desplegando sus múltiples negaciones “no solo como un sujeto que su trabajo fue explorado sino como enemigo mortal de la dominación en todas las dimensiones espacio-temporales del mundo capitalista” (Trabajadores de la Negatividad, 2005).»

Notas

[79] Ver  los  libros  del  Marxismo  Abierto  I  y  II (2005, 2007) y el libro Negatividad  y  Revolución (2007).

[80] Ver  textos  disponibles  en  la  red  en  su  página  (en  francés):  https://sites.google.com/site/theoriecommuniste/home; además en: http://libcom.org/library/theorie-communiste

[81] La teoría de la comunización, que varía mucho a lo largo de su trayectoria histórica, emerge como tal después de la crisis y la revuelta del mayo de 1968, básicamente por  grupos  franceses  de  izquierda  extrema [izquierda comunista]. El fundamento  teórico  en  las  diferentes aproximaciones consiste en la percepción de la revolución como producción del comunismo sin la mediación de un periodo transitorio (dictadura del proletariado, sociedad obrera); es decir, como revolución dentro de la revolución. El colectivo Troploin insiste en una perspectiva hacia la autoemancipación del proletariado y la centralidad del proletariado como sujeto potencialmente crítico del mundo capitalista. Sin embargo, toma clara distancia del operaísmo italiano, el cual enfatizó más el “ser” revolucionario del proletariado, reduciendo el contenido de la revolución a la autonomía entendida como forma de organización política. Por otra parte, para la revista Tiqqun y El Comité Invisible, la comunización implica un “aquí y ahora”. A través de su principal texto, La insurrección que llega (2007), hacen una llamada a la deserción y al abandono de la sociedad  capitalista  con  el  objetivo  de  que  la  gente  construya redes y lugares como comunas. Para ellos, este punto de partida es el que posibilita la reconstitución del comunismo  dentro  del  capitalismo:  el  commoning,  las  nuevas formas de vida, ya pueden existir desde ahora. […]

[84] Se trata de la negación a pagar todo o parte del precio de gastos públicos (transporte, electricidad) o rentas, préstamos, cuotas, etc. Son prácticas correspondientes a las surgidas en Italia durante los setenta.

[85] Caracterización que utilizó Sarkozy para los habitantes de los suburbios franceses (Le Monde, 11.11.2005).

 

Katerina Nasioka (2017). Ciudades en insurrección. Oaxaca 2006 / Atenas 2008 Leer / descargar libro completo: http://comunizar.com.ar/wp-content/uploads/Ciudades-en-insurrecioi%CC%80n_WEB.pdf

 

P.D. A la memoria de Alexis Grigoropoulos, joven anarquista que fue asesinado por la policía el 6 de diciembre de 2008. Hecho que detonó la revuelta proletaria en Atenas y otras ciudades griegas.

15 de noviembre de 2021

[Memoria Crítica] Diferencias y continuidades históricas alrededor del 15 de Noviembre de 1922 en Ecuador

Postal del 15 de Noviembre de 1922 (Diario El Telégrafo, 15/11/2021)

Diferencias:

1) La principal diferencia histórica es que las condiciones materiales y sociales de hace casi un siglo ya no son exactamente las mismas que las de hoy en día, fundamentalmente la relación Trabajo/Capital y la composición de la clase trabajadora, lo cual determina la lucha de clases. El trabajo hoy se encuentra, ya no formal y parcialmente, sino real y totalmente subsumido al Capital. La proletarización de la mayoría de la población se ha impuesto a lo largo y ancho de toda la sociedad en múltiples formas. Y la plusvalía relativa tiene predominio sobre la plusvalía absoluta, también en múltiples formas y combinaciones. Al mismo tiempo, existe una crisis del trabajo y del valor que se expresa en los altos índices de desempleo, precariedad e informalidad actuales, paradójicamente junto a la existencia de tecnologías y comunicaciones de punta: la llamada "uberización de la clase trabajadora". En consecuencia, la mayoría del proletariado local, y por tanto de sus luchas, ya no es artesanal ni fabril como lo era hace casi un siglo, sino que es excedentario y de servicios. Para muestra dos botones: la nueva masacre entre proletarios sobrantes lumpenizados durante este fin de semana dentro de las cárceles, y el nuevo paro de repartidores de apps −entre los cuales muchos son trabajadores/as migrantes de otro país− en Quito y Guayaquil los días de ayer y de hoy.

2) La situación concreta actual destruye y supera en los hechos a la nostalgia ideológica (en este caso, anarquista y consejista) por el pasado. Por lo tanto, de nada sirve o en nada aporta hacer memoria histórica de luchas pasadas, ni mucho menos romantizar a sus mártires, sino se hacen balances críticos −no académicos y socialdemócratas sino militantes y radicales− de las mismas para aprender las respectivas lecciones desde y para las condiciones y las luchas concretas del presente, descritas brevemente arriba. Queda pendiente de nuestra parte, entonces, hacer un nuevo balance crítico más amplio y profundo sobre las Jornadas de Noviembre de 1922 −uno diferente, autocrítico y superador del que hicimos hace unos años (http://proletariosrevolucionarios.blogspot.com/2017/12/breve-balance-critico-de-las-jornadas.html)− sobre la base de nuevas fuentes y de un nuevo enfoque, apenas le podamos sacar tiempo para ello a la sobrevivencia alienada y precaria que nos impone nuestra condición proletaria. 

Continuidades:

1) El Consejo Obrero o Soviet de Guayaquil en Noviembre de 1922, bajo el nombre de Gran Asamblea de Trabajadores (GAT) y cuya columna vertebral fue la Federación de Trabajadores Regional del Ecuador (FTRE), fue la máxima expresión concreta de la autoorganización de la clase trabajadora y de su poder social para paralizar, apropiarse y subvertir la producción y circulación de mercancías, durante aquellas semanas de Huelga General. Además, en su seno hubo minorías revolucionarias activas (p. ej. los grupos que daban vida a periódicos como "El Cacahuero" y "El Proletario") que agitaban por la destrucción del capitalismo y la instauración de la sociedad sin clases ni Estado, es decir por el verdadero comunismo. Toda esta potencia revolucionaria del proletariado es lo que realmente le aterró a la burguesía, y por eso respondió con su terrorismo de Estado. Cometiendo la masacre de cientos de obreros −incluyendo a mujeres y niños− el 15 de noviembre de 1922, día de "el bautizo de sangre del proletariado ecuatoriano", como escribió uno de sus protagonistas revolucionarios, Alejo Capelo. Casi un siglo después, la autoorganización de clase en el terreno de la producción social y la perspectiva comunista como arma teórico-práctica siguen siendo fundamentales e imprescindibles para la lucha de clases revolucionaria hoy en día. 

Mapa mundi de la oleada revolucionaria 1917-1923 (Boletín Anarquía & Comunismo N° 10. Santiago de Chile. Octubre 2017)

2) El Soviet de Guayaquil de 1922 no fue un hecho local aislado, sino que fue un punto geográfico más de la oleada revolucionaria internacional 1917-1923 (ver Mapa) o del "primer asalto histórico" del proletariado contra la sociedad de clases. Casi un siglo después, el plano histórico-mundial de la lucha de clases sigue siendo el punto de partida y de llegada de todo análisis y acción de nuestra clase, más aún en la actual fase de mundialización y catástrofe capitalista. El "segundo asalto" proletario fue la oleada revolucionaria internacional 1968-1982. Las fuertes pero efímeras revueltas del siglo XXI son un prefacio del "tercer asalto", del tercer y esperemos que del definitivo asalto histórico del proletariado. No para luchar por menos explotación laboral y más derechos democráticos (como lo fue mayoritariamente en las Jornadas de Noviembre de 1922), sino para abolir toda forma de explotación y la dictadura del Capital llamada democracia. No para afirmar y perpetuar a la clase proletaria en el poder, ya sea desde arriba o desde abajo, sino para abolirla y sustituirla por la comunidad humana material y mundial en equilibrio con la naturaleza y la tecnología. Entendiendo a esta como la alternativa radical y masiva para no extinguirnos como especie a estas alturas de la historia.

Proletarios Cabreados

Quito, 15 de Noviembre de 2021