Para el día de hoy están convocadas protestas en todo el país por parte de trabajadores, docentes y estudiantes contra las medidas de austeridad del gobierno de Moreno y Romo, principalmente contra la última ola de despidos, el desempleo, la pobreza, el recorte presupuestario a la educación y a la salud. Mas en el fondo, la protesta proletaria siempre es contra la miseria y la violencia capitalistas del día a día.
Frente a lo cual, el gobierno, las cámaras empresariales, la policía, los grupos fascistas y los emergentes grupos paramilitares de ultraderecha (exmilitares, católicos y socialcristianos) están alerta y generando una guerra psicológica y mediática para intimidar y amenazar a los manifestantes, sobre todo a las “organizaciones antagónicas y violentas”, “infiltrados” y hasta “terroristas de izquierda”.
Rechazamos estas hipócritas calumnias y amenazas por parte de los burgueses y sus secuaces. Rechazamos el terrorismo del Estado capitalista y su violenta normalidad o cotidianeidad. Sabemos que hacen esto porque tienen miedo de que acontezca una nueva revuelta proletaria como la que hubo aquí en Octubre de 2019 o como las violentas protestas de los últimos días en Chile por parte de nuestros anónimos hermanos de clase en esa región. Temen que “las hordas comunistas y anarquistas” ataquen su sacrosanta propiedad privada, mercancía, democracia, paz social, ciudadanía, policía, iglesia y nación.
Rechazamos también el papel de mendigos y bomberos por parte de los sindicatos, ya que éstos siempre le piden migajas al Estado capitalista (“no más despidos”, “no privatización de la seguridad social”, “inconstitucionalidad de tal o cual ley”, “renuncia de tal o cual ministro”, etc.). Cuidando sus intereses particulares y sus puestos vitalicios. Haciendo cálculos electorales y económicos que les beneficien a ellos. Comportándose como buenos ciudadanos que marchan pacíficamente para que los amos, patrones y sus perros guardianes no se molesten. Denunciando también a los “extremistas”, “vándalos” e “infiltrados”. Sindicatos: rancia izquierda del Capital y del Estado. Cómplices de su explotación y dominación sobre el proletariado. Sarta de reformistas, oportunistas y falsos revolucionarios.
Muy por el contrario, como unos proletarios cabreados más les decimos al resto de proletarios y proletarias que no nos dejemos intimidar y que salgamos a las calles a protestar, claro está, cuidándonos y tomando las medidas de seguridad del caso. Que cuanto más masivas y contundentes sean las protestas, tanto mejor. Que hay que dejar de pedirle migajas al Estado y luchar por recuperar todo lo que hemos producido pero que no todos disfrutamos. Que hay que dejar de creer en representantes y líderes, para luchar con autoorganización, solidaridad y antagonismo de clase. Y que hay que desbordar las marchas borreguiles y ciudadanas, con la acción directa cargada de rabia lúcida. Transformar las protestas en revuelta, para empezar a sacudirnos y retomar el control sobre nuestras vidas. Dejando de actuar como víctimas que necesitan defensores y salvadores, para dejar de ser oprimidos y explotados.
También les decimos que esto no es una lucha entre “correístas” y “morenistas” (según el analfabeto imaginario político ecuatoriano), ni tampoco una lucha entre “fascistas” y “antifascistas” (como creen y afirman algunos sectores tanto de derecha como de izquierda). Esta es una lucha de clases o, en palabras más sencillas, una lucha entre ricos y pobres. Y los ricos lo saben, así como también sus sicarios de uniforme y sus medios de desinformación masiva. Por eso hacen lo que hacen y dicen lo que dicen. Entonces veamos qué pasa el día de hoy en las calles, y veamos qué pasa de ahora en adelante. Es posible −tan sólo posible− que se reactive la protesta social hasta convertirse en revuelta, latigueada por la austeridad, la miseria y la represión. La lucha de clases real es la que tiene la última palabra.
Proletarios Cabreados
Quito, 22 de Octubre de 2020