26 de octubre de 2021

[Ecuador] ¡Octubre vive, la lucha sigue!... Pero no cometamos los mismos errores del 2019. Aprendamos y apliquemos las lecciones de la historia

Dialogar y negociar con los explotadores y asesinos del proletariado −indígena y mestizo−, fue la derrota de la revuelta.
Confiar en “representantes y salvadores del pueblo”, aunque se vistan de rojo y se digan “compañeros”, pero que en realidad sólo velan por sus propios intereses de poder y de dinero, es una derrota.
Confiar en las instituciones, las elecciones, los gobiernos −tanto de derecha (ej. Moreno y Lasso) como de izquierda (ej. Correa)−, las leyes y las reformas de la clase dominante, es una derrota.
Luchar por migajas y no por todo el pastel (la riqueza social) que las y los trabajadores hacemos con nuestras propias manos y herramientas, es una derrota.
No protestar contra tanta miseria y opresión que sufrimos todos los días, es una derrota.
 
Proletarios:
Confiemos en nuestras fuerzas y sólo en nuestras fuerzas.
Confiemos en la organización autónoma y la acción directa de masas (desde ollas comunes y asambleas autoconvocadas hasta barricadas y enfrentamientos con las fuerzas represivas) para satisfacer nuestras necesidades y reivindicaciones inmediatas.
Confiemos en la inteligencia y la creatividad colectivas.
Confiemos en el apoyo mutuo y la solidaridad de clase.
Porque la emancipación de las y los proletarios −con trabajo y sin trabajo− será obra de nosotros mismos o no será obra de nadie.

Y entre nosotros, dejemos a un lado los egos, los resentimientos, las diferencias ideológicas, las apariencias, las jerarquías, el aislamiento y la competencia.
Construyamos nuevas relaciones humanas entre nosotros desde ya, basadas en la igualdad, la honestidad y el apoyo mutuo entre hermanas y hermanos de clase, sin que intermedie la mercancía ni la autoridad.
Construyamos un tejido comunitario fuerte, autónomo, horizontal y combativo de los nadies que lo queremos y lo merecemos todo.
Porque Todo es de Todos (las y los proletarios hemos producido todo lo que existe en este mundo, por lo tanto, todo debería pertenecernos en común).
Y porque, contra la explotación capitalista y la represión estatal, nuestras mejores armas son la autoorganización y la solidaridad.

Proletarios:
Luchemos juntos y sin jefes por recuperar y transformar radicalmente nuestras vidas.
Luchemos, no sólo contra la nueva ley de precarización y superexplotación laboral, el aumento del costo de la vida, la evasión empresarial de impuestos mediante paraísos fiscales, los proyectos mineros, y el actual estado de excepción y la impunidad de los aparatos de represión so pretexto de “combatir la delincuencia y el narcotráfico”, pero que en realidad es para combatir las protestas de los explotados y oprimidos; es decir, no sólo contra este gobierno de un banquero ladrón, empresarios políticos mafiosos y policías asesinos, y no sólo por lograr mejores condiciones de existencia, sino que luchemos contra toda la burguesía y su dictadura llamada democracia, aboliendo sus condiciones de explotación y dominación. Aboliendo la misma relación de clase.
Luchemos contra su derecha y su izquierda, ya que, a fin de cuentas, ambas terminan siendo la misma mierda cuando “toman el poder”, alternándose en la administración del Estado y la crisis capitalistas, con diferentes medidas y discursos. Sin embargo, de la izquierda actual que no está en el poder sólo han de interesarnos sus bases cuestionando y desbordando a sus dirigentes en situaciones de revuelta e insurrección. Sí, sólo han de interesarnos el desborde y la ruptura revolucionaria desde las bases de las organizaciones de masas.
Luchemos contra el capitalismo −la raíz de todos los problemas actuales−, el cual incluye a toda forma de explotación y dominación entre seres humanos y sobre la naturaleza.
Luchemos contra todo lo que nos hace esclavos miserables de la propiedad privada, el trabajo, el dinero, las mercancías y las apariencias, aunque creamos que no lo somos.
Luchemos contra todo lo que nos hace muertos vivientes en las calles, las oficinas, los locales, las aulas, los buses, las casas y detrás de unas máscaras y unas pantallas digitales, aunque creamos que no lo somos.
Destruyamos lo que nos destruye en todo sentido; ataquemos las causas sociales de nuestras enfermedades físicas y mentales, esas que negamos u ocultamos a todo mundo, pero que nos destruyen día tras día, a solas y en silencio.
Creemos embriones de un mundo nuevo dentro del cascarón de este viejo mundo que se está pudriendo; creemos nuevas relaciones entre los individuos, para preservar, sanar y cambiar nuestras vidas rotas.
Impongamos por la fuerza las necesidades humanas y de la naturaleza sobre las necesidades de las empresas y de los Estados. Usando todos los medios que estén a nuestro alcance para ello. Yendo a las raíces de los problemas que nos aquejan a diario, para así tener objetivos y métodos claros, radicales y contundentes, no a medias tintas, de modo que nuestras luchas no sean en vano ni hagan más fuerte a nuestro enemigo, como pasó con la revuelta del 2019 hasta la fecha.
Luchemos juntos y sin jefes por recuperar y transformar radicalmente nuestras vidas.

Desde esta semana, salgamos todos a las calles para sumarnos a las movilizaciones de la clase trabajadora del campo y la ciudad contra la clase capitalista, para que estas vayan en aumento y se intensifiquen; para que las protestas se conviertan en revuelta.
Durante este mes, en otros países (Chile, Brasil, EE.UU., Francia, Argelia, Líbano, Corea del Sur, Australia) nuestros hermanos proletarios también se están levantando nuevamente, porque la crisis capitalista, el malestar generalizado y la lucha de clases son mundiales.
Participemos, pues, en las protestas locales, desbordando a sus convocantes y sus pacificadores o bomberos. Sí, las bases desbordando a sus dirigentes y reconociéndose con otros nadies en la acción directa.
Confiando sólo en nuestras fuerzas como clase, sin representantes ni salvadores.
Perdiendo el miedo a la represión estatal y a la calumnia de propios y extraños. Al mismo tiempo que cuidándonos los unos a los otros para salir sanos y seguros de los combates en las calles.
Organizando en el acto y entre iguales la digna rabia proletaria contra tanta miseria y opresión diarias.
Desplegando e incrementando nuestra potencia común, así como nuestra rebeldía y alegría de vivir.
Interrumpiendo violentamente la violenta normalidad capitalista. Golpeando donde realmente le duele a este sistema. Reapropiándonos masivamente de los medios de producción y distribución, los servicios y los bienes de consumo. Imponiendo la gratuidad y la abundancia de todo para todos. Creando nuestros propios órganos asamblearios de poder revolucionario para tomar estas medidas comunizadoras. Creando nuevas relaciones no mercantiles ni jerárquicas entre las personas y con las cosas. En fin, usando la autoorganización y la solidaridad de clase como nuestras mejores armas para recuperar el control sobre nuestras luchas y vidas.
Porque esto es una guerra de clases y hay que asumirla como tal hasta las últimas consecuencias; es decir, no sólo hasta arrancharle a la burguesía y su Estado mejores condiciones de existencia para nosotros los desposeídos, explotados y oprimidos, sino hasta abolir la sociedad de clases e instaurar la comunidad humana real, aquí y en todas partes.
Aunque todo esto nos lleve varias generaciones, hay que empezar a hacerlo desde ya, antes de que la actual catástrofe y descomposición del capitalismo nos extinga como especie de la faz de la Tierra. 
 
¡Viva el paro nacional y la lucha proletaria internacional!
¡Por una nueva revuelta sin jefes ni medias tintas!
¡En comunidad y con organización, de la revuelta a la revolución!


Algunos proletarios desempleados y cabreados de la región ecuatoriana
Octubre del 2021

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*Se agradece difusión, traducción y discusión*