El proletariado como clase revolucionaria y antagónica al capital
"Estamos por la lucha del proletariado (desde nuestra condición de proletarios)
por su emancipación y auto-supresión como clase."
Compañerxs:[1]
Nosotros no entendemos las luchas
separadas ni las promovemos, no creemos en los sectores, como si estos
fueran ajenos en torno a intereses entre unos y otros, no entendemos el
empecinamiento de otros compañeros de enfrascarse en tal o cual lucha
sectorial, haciéndonos creer que es la “LUCHA”, por ejemplo: los
activistas del movimiento estudiantil, los proto-sindicalistas, los
militantes de grupos ideológicos como los “anarquistas” y por supuesto,
los “marxistas”, sin olvidar a los amantes del movimiento indígena, etc.
¿Entonces, qué entendemos?
Nosotros entendemos que más allá de estas
falsas identificaciones sectoriales, estas falsas comunidades que se
desarrollan dentro del Capital, este falso parcelamiento social entre
los explotados, existe un “sujeto” de la negación a todo los existente,
bien real y concreto que se desarrolla en la sociedad capitalista en la
que vivimos, como resultado de las condiciones y funcionamiento de esta
sociedad de explotación del hombre por el hombre, y este “sujeto” al
cual nosotros reconocemos no es otro más que el Proletariado.
Muchos nos dirán que este “proletariado”
es un sector más en esta lucha, que no es la única, que debemos apoyar
todas las luchas, las de las “amas de casa”, los “indígenas”, los
“estudiantes”, etc. Y es aquí cuando verificamos este tremendo error: el
hecho de identificar a toda costa al proletariado como sinónimo de
“obrero industrial”. Justamente si lo vemos desde esa perspectiva
mistificada y fetichizada, sería lógico pensar de esta manera, lo cual
muchos grupos izquierdistas así lo retoman y lo reproducen.
¿Pero entendamos, qué realmente es el Proletariado?
El proletariado no es una identidad más
dentro de ese mundillo de las identidades “subversivas”
(punks-hippies-antifas-estudiantes-obreros-feministas-ecologistas-indigenistas…),
el proletariado no es sólo un “sector” dentro de la sociedad burguesa,
así como hay tantos otros “sectores” en los cuales los sociólogos al
servicio del poder se han dedicado de estratificar y sub-estratificar
con el beneplácito de sus amos. El Proletariado no es la “clase baja”,
no es sólo “los obreros de la industria”, o los que “trabajan”. El
Proletariado del cual nosotros hablamos no es una categoría sociológica
ni mucho menos va estar definido en un patético diccionario, antes que
todo, el proletariado es un “sujeto” histórico devenido de una relación
social bien concreta como lo es el capitalismo, este proletariado no lo
caracterizamos dentro de alguna posición al interior del trabajo
dividido y subdividido del capitalismo contemporáneo (es por eso que
estamos en contra de la identificación proletario=obrero industrial o
“clase obrera”). El proletariado desde su definición originaria es todo
aquel que no posee los medios de producción (Capital), y por esto se ve
en la necesidad de mercar con lo único que posee, su “fuerza de
trabajo”, o sea su inteligencia y su músculo y ofrecerlo al servicio de
cualquier propietario del Capital, o en su defecto morir de hambre o
dedicarse a cosas “alternativas”, como subsistir de limosnas,
auto-emplearse, robar, etc. Es esta condición de desposesión
frente al Capital que caracteriza al proletariado, y aún más, es la
condición de nula capacidad de decisión sobre el mundo y sobre su propia
vida lo cual también lo define.
Por lo tanto, en este capitalismo que ha cambiado “mucho”-como dicen todos los posmos-
desde aquellas épocas de la primera revolución industrial en
Inglaterra, sí, que ha cambiado “mucho” en su intensidad, ramos de
explotación y su forma externa de gestión, pero que se mantiene
totalmente invariante en su real condición: la de extracción de valor
para generar más valor valiéndose de la industria, de los servicios, del
mercado, del turismo, de la industria agropecuaria, etc., mediante la
única forma que ha tenido a la mano, que es la extracción del
“plusvalor” de los desgraciados que se mantienen trabajando en la
condición de asalariados. Todo esto, como en aquellos primeros años de
la génesis de las relaciones capitalistas, genera una división de la
sociedad entre los que poseen medios de producción, que poseen el
Capital, y por otro lado los que no poseen nada más que la desgracia de
tener que trabajar para los que sí poseen el Capital -y a su vez
acrecentar el Capital de los poseedores de éste-, o morir de hambre o
dedicarse a la subsistencia. Burguesía y Proletariado, es así como se
divide la sociedad en el capitalismo, y aún todos esos estratos y clases
supervivientes de las antiguas formas de producción: campesinos,
artesanos, etc., no quedan fuera de esas relaciones y por tanto,
mientras más el Capital se expande y se arraiga en todas las latitudes
del globo, ese tipo de “clases” anteriores tienden cada vez más a su
disolución, a entrar en las relaciones capitalistas, ya sea como
propietarios de Capital o como desposeídos de éste.
En este sentido nos preguntamos, ¿Cuáles son los intereses de los proletarios?
Estaremos de acuerdo que estos intereses
están contrapuestos a los de la burguesía, porque entre más enriquece
ésta, más “prospera”, se arraiga y se empodera, el proletariado más se
empobrece, se ve obligado a más trabajo -en algunos casos-, o a la
ausencia de éste, su “flexibilización”, más carestía, y mucho menos
capacidad de decisión sobre su vida y lo que sucede alrededor. Entonces,
si este proyecto de la burguesía, que lo niega como ser humano y lo
reduce a mero operario de la maquinaria de generación de valor y de
instauración del mundo generalizado de la mercancía; lo destruye, ¿qué
interés tiene el proletario en que continúe esta realidad del
capitalismo? Es por eso que el proletariado, cuando reconoce con cierta
claridad esta realidad, es el más interesado en que este estado de cosas
llegue a su fin.
Cuando el proletariado, o sea todos esos desposeídos y arrojados al trabajo asalariado, a la vagancia, a la subsistencia, al sin-futuro,
reconoce su estado miserable de existencia, sea de forma velada o
consciente, tiende a oponerse de varias maneras en contra de lo que
ellos se percatan los está explotando y subsumiendo y no les permite
vivir una vida como se supone deberían vivir por “derecho”. Es por ello
que históricamente la clase proletaria se rebela según sus medios y
alcances intelectuales, desde los antiguos incendios y destrucción de
máquinas, pasando por la formación de sindicatos y cooperativas,
negándose a trabajar, indisciplinándose o llenamente siendo participe de
insurrecciones, huelgas salvajes, sabotajes, expropiaciones, actos de
disturbios, etc.; demostrándonos claramente que no hay intereses comunes
con sus explotadores, sumado a que la lucha entre clases es inevitable,
que desemboca de las relaciones de explotación y no por mero capricho
inventado por unos ideólogos.
Es por todo ello que hablamos de la
“lucha del proletariado” en oposición a todas las luchas sectoriales,
porque entendemos a la clase en su verdadera dimensión, en su amplitud,
en su historia y sus contradicciones inevitables, no porque la
idealicemos y queramos dotarle una cierta capacidad cuasi-mística para
la liberación de la humanidad. No, sino que a pesar de su pasividad y
alienación crónicas o temporales, el proletariado en su condición frente
al Capital, es la total negación de esta sociedad, y que en la
práctica, en su cotidianeidad con este mundo, cada vez que le es más
presionado, más embaucado y más reprimido lo demuestra, muy a pesar de
todos los sesgos nacionalistas, burgueses y religiosos con los cuales se
le busca contener.
La lucha de los estudiantes de Ayotzinapa, no es “la lucha de los estudiantes de Ayotzinapa”,
sino la misma lucha del proletariado en contraposición a la actual
sociedad de muerte y miseria; la lucha de los obreros de alguna empresa,
no es “la lucha de los obreros de la empresa tal”, es la lucha
del proletariado contra las condiciones de existencia que genera el
Capital; la lucha de los pobladores de regiones donde el gran Capital
asedia la naturaleza, no es “la lucha de “tal” pueblo contra la constructora “tal” que construirá “tal” infraestructura”, sino la lucha de los proletarios en contra de la depredación y el progreso del Capital[2]; la lucha de los presos, no es “la lucha de los presos”,
es la lucha del proletariado en contra de la contención y la
reproducción sistemática de la represión, masacre y encarcelamiento de
los proletarios en lucha. Sabemos de antemano que ninguna lucha está
exenta de debilidades, en tanto que luchas parciales, en tanto que
herederas de posicionamientos tímidos e impulsadas de ideologías sin
ruptura con el Capital y el Estado, pero esto no quiere decir que en su
esencia y en sus momentos más lúcidos, más esclarecedores, no posean
todo el contenido a desarrollar por nuestra clase, que es la negación
total de esta sociedad. En tanto el proletariado se articula y se
clarifica se denota a toda luz este contenido y su práctica subversiva
es consecuencia de ello, cuando ya no habla de luchas nacionales, ya no
muestra su apoyo a la burguesía ni la pequeña burguesía en sus problemas
de gestión, cuando se niega a enrolarse al ejército cuando hay una
guerra, cuando se indisciplina contra la democracia y decide no
participar en el circo electoral, cuando golpea y escupe en las calles a
los políticos y empresarios, cuando deja de ver la tv y leer los
periódicos que le dicen que se porte bien y no se rebele, cuando señala a
los burgueses y gobiernos de ser cómplices del narcotráfico, cuando
lucha por la VIDA en vez de luchar por una “mejor” vida para sí mismo[3].
Por lo tanto, cuando se sigue declarando y
siendo adepto de la parcelación, de las variadas “luchas” separadas
pero “solidarias” unas entre otras, no es más que caer de nuevo, en la
falsa subdivisión de esas luchas como ajenas a la lucha del
proletariado, y falsear lo que realmente son: variadas formas en las que
el proletariado expone su negación a esta sociedad, que al final de
cuentas son causa de la putrefacción de las condiciones impuestas por la
hegemonía del Capital y su Estado defensor, donde los actores de estas
luchas no son para nada diferentes unos de otros, pues de lo contrario,
en lo que acabaríamos sería dividir, sectorizar en base a estéticas,
niveles ideológicos, estratos económicos, nacionales, sexuales y
ocupacionales a los que en la práctica concreta y dentro de las
relaciones de producción capitalistas están y comparten la misma
posición de desposesión, explotación y dominación.
Por todo esto no estamos “por una u otra”
lucha de los llamados “sectores de la sociedad”, porque entendemos que
cada una de estas luchas, las que promueven los proletarios contra las
condiciones de existencia y en contraposición de los intereses del
Capital, son una misma, más allá de si las encabezan “estudiantes”,
“obreros”, “mujeres” o “desempleados”.
No convergemos con las supuestas parcelaciones sociológicas, ni su reproducción ideológica ni en el discurso ni en la práctica.
Estamos por la lucha del proletariado (desde nuestra condición de proletarios) por su emancipación y auto-supresión como clase.
Por el comunismo y la anarquía.
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[1]
Si bien aquí utilizamos la “x” para resumir la integración de género,
dentro del texto se prescinde de éste, de las “@” y de las adhesiones
“-os-as-es” no por una cuestión machista, sino para no crear una sopa de
“x”,”@”, etc., que ocasionen una falta de legibilidad, congruencia y
claridad en la lectura, por eso utilizaremos el plural común en la
lengua castellana, que de antemano en el uso corriente se comprende que
se abarca a los dos sexos.
[2]
Y aquí no harán falta los críticos que dirán que estas luchas son de
los pueblos indígenas, campesinos, etc., y que el término “proletario” a
estos sectores ni les queda bien, si proletario lo entendemos por
“obrero industrial y citadino”, claro que no les queda, pero si
aclaramos que la condición de ser del proletariado es la desposesión de
los medios de producción de valor, de Capital, y por ende su
enfrentamiento ante esta realidad, ya sea trabajando asalariadamente en
las variadas ramas como la industrial, la de servicios, la agropecuaria,
etc., ya sea subsistiendo, mendigando o autoexplotándose por no tener
capacidad para que el Capital lo utilice como fuerza de trabajo;
entonces toda esta gente, como unos dicen “campesina” -aunque ni
propietarios sean-, “indígena” -como si realmente importara la
extracción sociocultural y racial-, no son más que proletarios del
campo, muchos de ellos trabajando de jornaleros, sin propiedad, o con la
mínima para autoalimentarse y sobrevivir, o a lo mucho propietarios
comunales. Y los pocos que todavía tienen el honor de poseer un buen
pedazo de tierra y/o ganado no tardarán en, -uno-convertirse en
terrateniente-ganadero o venderle su terruño a una corporación
agropecuaria u otro propietario, -o dos-, caer en la pobreza, dejarlas
sin trabajar, abaratar su tierra y/o ganado, perderla por extorsión o
deudas y terminar en una condición auténtica de proletarización.
[3] Mejor vida en cuanto a los cánones capitalistas, (mejor nivel económico, una mejor casa, más grande, un auto, etc.)
[3] Mejor vida en cuanto a los cánones capitalistas, (mejor nivel económico, una mejor casa, más grande, un auto, etc.)
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¡A los caídos, despertad es hora de levantarnos!
Proletarios y proletarias
“La calma del momento contiene en potencia la insurrección del mañana. La revolución es la consecuencia lógica de los mil hechos que han constituido el despotismo que ahora vemos en agonía. Ella tiene que venir indefectiblemente, fatalmente, con la puntualidad con la que aparece de nuevo el sol para desvanecer la angustia de la noche. Y vais a ser vosotros, obreros, la fuerza de esa revolución.” Ricardo Flores Magón.
Vecina, vecino, tú que te levantas a
diario para ir a trabajar, tú que pasas tanto tiempo en el trasporte
público, tú qué sabes que cada día alcanza menos el salario, ya de por
sí miserable, te preguntas por qué a pesar de tantos sacrificios,
limitaciones, deudas, ahorros… todo sigue igual o peor y no le vemos
salida a este mundo de humillación, donde nuestra dignidad está cada vez
más pisoteada y nuestra vida cada vez más devaluada.
La respuesta, la causa de nuestros males
es el Capitalismo, que domina al mundo en nuestros tiempos… pero ¿Dónde
está? ¿Quién es? ¿Qué es el capitalismo? No es un señor vestido de
traje, no es el presidente de una república, ni mucho menos… el
capitalismo está con nosotros todos los días, cerca, en nuestras
relaciones sociales mercantilizadas, en el poder que le permitimos tener
a los dueños del Capital (burgueses), en cuestiones de dominación que
aparentan ser muy simples como el mecanismo de compra-venta….
Nuestro mundo se basa en la sagrada mercancía,
en el hecho de que todas nuestras relaciones están objetivadas a partir
del hecho de comprar y pagar, de obtener dinero para poder sobrevivir:
desde que nacemos hay que pagar el parto, los chequeos, la ropa, los
pañales, la leche, todo, y así durante toda nuestra vida, -y si no tenemos para pagar todo ello nos queda la mendicidad, la vagancia, la miseria o la muerte-
es entonces y hasta que morimos que pagamos nuestro funeral, la tumba,
el cementerio, las flores, etc… Y esto es importante saberlo porque es a
partir de nuestra necesidad de obtener dinero para sobrevivir que los
que carecemos de la propiedad del capital-medios de producción no tenemos más opción que vender la única mercancía que tenemos -nuestra fuerza de trabajo- a los dueños del Capital, los adinerados, los patrones, la burguesía. Y es ésta, nuestra condición de asalariados y explotados la que nos condiciona como la clase proletaria.
En otros tiempos los regímenes
monárquicos y los Estados despóticos administraban la esclavitud de los
hombres, en nuestros tiempos este papel lo ha tomado el Estado
democrático, cuya labor es legitimar a la clase que nos explota. La
democracia es el sistema de leyes que avalan que haya ricos y pobres,
patrones y empleados, la democracia es la dictadura del rico
capitalista, y las instituciones del Estado son las encargadas para que
estas leyes se cumplan. La democracia nos convierte en dóciles-maleables
y mansos “ciudadanos”. Es por todo ello que ningún político nos dará
las condiciones para reapropiarnos de nuestras vidas, ya que todo
político sea de partidos de derecha o de izquierda, “todos” son
empleados de la clase privilegiada, ellos sólo son perros lacayos
sedientos de poder, dispuestos a todo para mantener las cosas como
están, es decir, conservar las relaciones entre oprimidos y opresores.
Negar la democracia es negar nuestra
condición de ciudadanos, de sumisos al poder y negar nuestra
credibilidad a todo “politicucho” que se burla de nosotros con sus leyes
que nos hacen más miserables. Es negar también la dictadura del
capitalismo, sistema que exprime nuestras vidas y que mediante nuestro
trabajo nos esclaviza a costa del enriquecimiento de unos cuantos
patrones y empresarios burgueses.
Compañero, compañera proletaria, no
votes, tu voto es la muestra que ellos necesitan para seguir
oprimiéndonos, para continuar con el orden actual del capitalismo y la mercantilización
de nuestras vidas. Todos prometen y prometen, años y años de democracia
y ningún cambio, siempre ricos y pobres. Incluso en los países más
democráticos como en Estados Unidos o Inglaterra existe la miseria,
existe la explotación y la humillación a nuestros hermanos y hermanas de
clase. Mientras continúe el capitalismo como poder totalitario, seguirá
destruyendo el mundo, seguirá quitándole las tierras a los campesinos,
seguirá asesinando estudiantes, en síntesis los explotados, masacrados,
desplazados y encarcelados seguiremos siendo los mismos.
¿Pero acaso entonces ya no hay solución?
Sí, si la hay, pero no es mediante sus instituciones ni mediante
“políticos héroes”, la única posibilidad para acabar con la explotación y
miseria, es la toma de consciencia primero y la puesta en práctica de
esa conciencia, organizados, trabajando entre nosotros de manera
autónoma, sin ninguna representación, sin ningún líder. Sólo nosotros de
manera organizada y enmarcados en la lucha contra todo lo que nos
explota, es decir no sólo contra los políticos corruptos o las malas
administraciones, sino que también saboteando su lógica democrática,
aboliendo nuestra condición de trabajadores esclavizados, sólo así
podemos acabar con estas condiciones, enterrando y destruyendo lo que
nos destruye.
Es hora compañero, compañera de pasar al
frente, asumiéndonos como revolucionarios, entonces acabaremos de una
vez y para siempre con la sociedad de clases y todas las formas que nos
explotan.
¡Ni políticos ni patrones! ¡Ni dictadura ni democracia!
¡Revolución social! ¡Por el comunismo, por la anarquía!
Proletarios Sembrando Rebelión, México 2014
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A todxs:
Los días 5 y 6 de noviembre en el
contexto de la movilización y la protesta de distintos sectores del
proletariado(obreros, estudiantes, desempleados) fueron detenidos y
procesados penalmente por el democrático sistema judicial mexicano, al
menos una decena de compañeros, en el transcurso de las mismas a través
de la solidaridad, se consiguió la liberación de los mismos, exceptuando
al compañero Luis Fernando Sotelo, detenido en las inmediaciones de
insurgentes sur, mientras se llevaba adelante un acto de sabotaje que
está completamente inserto en la dinámica general de la lucha de clases,
y al que se le imputa la responsabilidad integral de los actos,
presentando, entre otros, cargos por ataques a la paz pública, ataques a
las vías de comunicación con agravantes, por lo que en estos momentos
se encuentra en el juzgado 52 de lo penal en el Reclusorio Sur con la
sentencia ratificada del auto de formal prisión.
En prácticas y ejercicios que van de la
espontaneidad a la organización (como unidad, y mutuamente determinados)
se dieron esfuerzos por recuperar y afirmar formas de lucha que no le
son nada ajenos a nuestra clase, como el sabotaje y el boicot atentando
directamente a los intereses materiales de nuestros enemigos de clase, a
nuestros explotadores y el conjunto de administradores de esta
violencia (políticos, empresarios, y los perros que materializan el
terror democrático del capital: jueces y policías). Por toda la
geografía del país, sectores del proletariado, llevan adelante este tipo
de acciones, así en Guerrero, como en Oaxaca, Puebla o el Estado de
México: el enfrentamiento con los esbirros del estado, se prende fuego a
comisarias, municipalidades y palacios de gobierno, se efectúan
piquetes carreteros, se abre paso la expropiación y se boicotean los
grandes centros comerciales, ahora en un cínico e hipócrita gesto de un
amplio espectro grupuscular del izquierdismo se busca aislar y marginar
las acciones que algunos compañeros han llevado adelante en la ciudad de
México.
Como sabemos la represión y el
terrorismo del estado-capital, se abre paso desde los aparatos
ideológicos de estado, jugando un papel esencial los medios masivos de
comunicación, desde los explícitamente reaccionarios e imbéciles, como
los noticieros televisivos, hasta los denominados medios ciudadanos,
democráticos y progresistas (Jornada, Aristegui, Proceso) que se
apresuran a generar el consenso de los límites de la protesta pacífica y
ciudadana y lo que ignorante y tendenciosamente denominan acciones
aisladas de vándalos e infiltrados en la protesta.
La represión del estado nunca espera, es
sistemática y estratégicamente desplegada, desde a legislación
jurídica, terrorismo que se desenvuelve desde juzgados, tribunales,
cárceles, y las muestras explicitas y concretas de violencia del
ejército y la policía, tortura, desaparición, asesinato. Esta violencia,
es común a todos los explotados, a sangre y fuego, se mantiene la
explotación de los trabajadores, se mantiene la libre circulación de
mercancías, el estado no necesita que “lo motiven” a reprimir, no busca
excusas su carácter es la violencia y el terror.
Los discursos ciudadanos y democráticos
contribuyen a la confusión generalizada, al rechazo de nuestra clase que
comienza a movilizarse y que es presa de los embates ideológicos
nuestros enemigos, que es controlada y diezmada por las ideologías de
estos hipócritas grupos de la izquierda del capital, que no cesan de
llamar y trabajar por el aislamiento de los compañeros que llevan
adelante acciones autónomas. El raquítico análisis de estos grupos, o
bien el descarado papel de clase que juegan, a favor de la democracia y
la pasividad, se ampara en un pseudodiscurso de realismo político y
organizacional, insiste en separar estas acciones como cuestiones
voluntaristas, ciegas, desesperadas, apuntalando su perspectiva
gremialista, gradualista del desarrollo del conflicto de clases, lo que
confirma el terreno de clase en el que se mueven estos grupos, el del
estado y el capital.
Pero también afirmamos que el trayecto
hacia la constitución de un bloque autónomo del proletariado en lucha no
se limita a lo que muchos denominan “acciones contundentes” llevadas
adelante por compas que de forma consciente o no apelan a la auto
marginación y la autosatisfacción, pero que pese a que no lo conciba sus
elucubraciones están insertos en una dinámica general de la lucha de
clases. El sabotaje y el boicot, el atentado contra la materialización
del dominio de la mercancía, forman parte del abanico de manifestaciones
de la lucha del proletariado, pero es un error suponer que es
únicamente a partir de estas que puede concretarse la agudización y la
generalización de la guerra de clases, y afirmarse la autonomía del
proletariado en contra y por fuera de todas las estructuras del estado y
el capital.
La lucha del proletariado contra el
estado-capital nunca será apegada a la democracia, no será legal, ni
ciudadana, por el contrario tendrá que romper tajantemente con estas
ideologías de la contrarrevolución democrática del capital; no es
gremial, ni gradualista como imponen las mistificaciones del
izquierdismo recalcitrante, y para nada se limita a las acciones
aisladas de modernos o viejos vanguardistas y especialistas en las armas
o “la organización”. La violencia de clase, tanto como la creación de
estructuras organizacionales donde fluye el debate y la comunicación
donde los proletarios se reconozcan y puedan barrer anquilosadas
burocracias, delegaciones y mediaciones, donde desfilan lidersuchos que
el día de mañana estarán vendiendo nuestro pellejo como líderes
sindicales, o parasitando como democráticos diputados, forman parte de
una unidad.
Hacemos un llamado a los compañeros que
sinceramente busquen cristalizar una oposición real a lo que hoy nos
plantea la lucha de clases, afirmamos que espontaneidad y organización,
no son antagónicos, son elementos que van de la mano correspondiéndose
dialécticamente. Llamamos a todos los compañeros movilizados y a toda
nuestra clase a no bajar la guardia en la guerra de clases, a establecer
una estrategia contundente contra la represión y el terrorismo
generalizado del estado-capital, que no puede ser otra que la búsqueda
por la generalización y agudización del conflicto en el tiempo y el
espacio, que la única justicia que puede existir para los compas
masacrados en Iguala, para los presos y procesados en el estado de
México, Puebla, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, o la ciudad de México, como
el más reciente situación de nuestro compa Luis Fernando, es la que
podemos hacer combatiendo con todos los medios a nuestro alcance al
estado, transcendiendo todo tipo de banderas coyunturales, así como
formalismos y estructuras, que nos conducen hacia el desfiladero de la
democracia y el ciudadanismo, en contra de los corrales que nos impone
la izquierda del capital que buscara inmovilizarnos introduciéndonos el
miedo, buscando la dispersión y el aislamiento, desmoralizarnos con
todos sus discursos, con su realismo político y sus salidas negociadas.
¡Solidaridad con Luis Fernando Sotelo y todos los presos y procesados de la lucha de clases!
¡Por la continuidad, profundización y generalización de la guerra de clases!
¡Por la autonomía del proletariado, en contra y por fuera de todas las estructuras del estado capital!
Algunas compas
8/11/14