15 de septiembre de 2014

La Primera Internacional y el debate Marx-Bakunin



Memoria: A 150 años de la Primera Internacional


A mediados del siglo XIX Europa era un hervidero. Un caldo de cultivo de revolucionarios y de ideas revolucionarias que fundaban grupos y periódicos, que batallaban en insurrecciones urbanas y que esbozaban la perspectiva del internacionalismo proletario. Este internacionalismo no era un simple capricho filosófico o un corolario natural del razonamiento humanista, era una realidad material que se iba asumiendo en la acción común, contraponiéndose a los diversos escollos existentes en aquella época.

Por un lado existía el problema del idioma, cuya dificultad principal residia en la relativa incapacidad que tenían los proletarios para traducir y difundir las posiciones revolucionarias de sus compañeros allende el mar o tras el simple arbitrio de la frontera. No podemos ser ajenos a las increíbles complicaciones que debían padecer los hijos del pueblo, que en muchos casos sólo superaban el analfabetismo ya adultos y que aun ante estas titánicas tareas de traducción no se acobardaban y entregaban su intelecto para bien de la clase toda.

A la vez, toda noticia y comentario sobre la realidad de otra región tenía un carácter distinto al que podemos percibir en la actualidad. La demora y las agudas diferencias regionales dificultaban la comprensión de fenómenos vertiginosos como huelgas o luchas urbanas, que además sólo eran relatados por la prensa burguesa, la única en su época. Afortunadamente los proletarios (y en muchos casos sin tanta fortuna, ante el padecer del exilio) trascendían las fronteras y confraternizaban más allá del idioma, vinculados tanto por su padecer como explotados como por su perspectiva como revolucionarios. Su rumbo, no obstante, era el de fortalecer esos lazos internacionales y conformar un proyecto unificado de perspectiva de revolución mundial. 

En los años de las revoluciones de 1848/49 y en los posteriores esto se vió con claridad. Iniciativas como la Liga de los Comunistas intentaron cristalizar los esfuerzos internacionales de una centena de compañeros en Alemania, Bélgica, Holanda, Francia, Suiza e Inglaterra entre otros. La antecesora de esta liga fue una organización llamada Liga de los Justos, que recibió inspiración de revolucionarios como Louis Auguste Blanqui, Pierre Joseph Proudhon y Flora Tristán, compañera que en su propuesta La unión obrera de 1840 pronunció por primera vez la histórica consigna «¡Proletarios del mundo, uníos!».

La Liga de los comunistas publicará en 1847, con redacción de Marx y Engels, el famoso Manifiesto del Partido Comunista, documento que trascenderí la propia organización y que se convertirá en una referencia para los luchadores de todo el mundo. Años más tarde y tras algunas derrotas y desaveniencias, la perspectiva de formar una fuerza proletaria volvería a darse en Inglaterra, principal destino de exiliados de la Europa continental.

Es así que en septiembre de 1864, luego de dos años de discusiones, se formaría la Asociación Internacional de los Trabajadores, más conocida como Primera Internacional. Impulsada en sus comienzos por militantes tradeunionistas y cartistas ingleses, tomaría un carácter más combativo al ingresar en ella militantes partidarios e identificados con las posiciones de pensadores como Proudhon, Marx, Bakunin y Blanqui.

En 1866 realizará su primer congreso en el cual expondrá y definirá sus premisas de desaparición de la condición salariada, abolición de la sociedad de clases, de la propiedad privada y de los ejércitos. Aunque fue un esfuerzo sin precedentes, la Internacional se mantuvo relativamente desconocida (sobre todo fuera de Europa) y recién pudo contar con una afiliación de millones luego de los sucesos de la Comuna de París en 1871.

Ya para ese entonces las tensiones internas dentro de la Internacional dificultaban su funcionamiento y generaban una situación de inestabilidad que iba a tener que ser resuelta. Son popularmente conocidas las diferencias entre los dos principales referentes proletarios de aquel entonces, Marx y Bakunin. Éstos polemizaban en torno a la función de la Internacional: si como polo unitario y dirección del movimiento proletario (Marx), o como nexo, difusor y coordinador de luchas regionales con carácter autónomo (Bakunin).

Estas discusiones no fueron por buen rumbo, ya que las debilidades formalistas de muchos de sus miembros (poner la Organización por sobre las tareas revolucionarias) sumado a las desviaciones politicistas y estatistas de Marx y muchos otros en el seno de la Internacional, así como las federalistas y antiautoritarias de Bakunin y otros tantos, hicieron estériles los debates sobre la organización internacional del proletariado.

Recordemos también, que otras tendencias menos conocidas formaban parte de la Internacional. El tradeunionismo británico (precursor del sindicalismo moderno), el movimiento cooperativista, los partidarios republicanos del politiquero Mazzini en Italia y muchas otras tendencias prefiguraban los aspectos más reformistas y débiles de la rebeldía proletaria.

En este marco, sumado a la expulsión de los partidarios de Bakunin de la Internacional en el V Congreso en 1872, se fue consumando lo que sería uno de los primeros grandes golpes al proletariado. En base a sucesivas bifurcaciones, el Marxismo y el Anarquismo continuaron desarrollándose en tanto que sagradas familias ideológicas, dificultando aún más la vieja perspectiva de un programa y una organización mundial, necesarios para destruir el reinado del Capital e imponer el comunismo anárquico. Finalmente en el VI Congreso en Filadelfia en 1876 se resolvería disolver la AIT.

Medio siglo después, en 1922, algunos sindicatos y federaciones de distintos países fundarían una organización cuyo nombre en español es igual al de la Primera Internacional, y que se considera continuadora de ésta. Lamentablemente, más allá del nombre es díficil reconocer una verdadera continuidad, ya que esta organización se sostiene en preceptos ideológicos (anarcosindicalismo o sindicalismo revolucionario) y no en base a una verdadera práctica y teoría revolucionarias e internacionalistas. Además, su internacionalismo sólo es tal en tanto que suma de nacionalismos particulares, es decir, falso internacionalismo.

Como parte de la otra gran familia de desviaciones, las subsecuentes Segunda, Tercera y Cuarta Internacional de la socialdemocracia dirigirían una contrarrevolución a nivel mundial que aún hoy pesa sobre nuestras cabezas y que falsificaría el espíritu internacionalista que estimuló la materialización de la AIT, defendiendo, entre otras cosas, la separación de las reivindicaciones en programa de mínima y máxima, el socialismo en un sólo país y el programa de transición.  

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Tomado de La Oveja Negra N° 20 (septiembre 2014)

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Debate entre Marx y Bakunin
(a propósito del libro de Bakunin Estatismo y Anarquía) 


- Bakunin: Ya hemos expresado repetidamente una muy viva aversión por la teoría de Lassalle y de Marx,que recomienda a los trabajadores, sino como ideal supremo por lo menos como objetivo esencial inmediato, la fundación de un Estado popular que, como ellos mismos han explicado, no sería más que “el proletariado organizado como clase dominante”. Y se preguntará: Si el proletariado pasa a ser la clase dominante, ¿a quién dominará? Seguirá pues habiendo aún una clase sometida a esta nueva autoridad, a este Estado nuevo.

- Marx: Ello quiere decir que, tanto tiempo como existan las demás clases, especialmente la clase capitalista, tanto tiempo como el proletariado luche con ésta (ya que pese a su poder gubernamental, ni sus enemigos ni la vieja organización de la sociedad habrán desaparecido aún), ha de emplear medios de fuerza, o sea medios de gobierno; es aún él mismo una clase, y las condiciones económicas sobre las que descansan la lucha de clases y la existencia de las clases no han desaparecido aún y han de ser suprimidas o transformadas mediante la fuerza; el proceso de su transformación ha de ser acelerado mediante la fuerza.

-Bakunin: Por ejemplo, la plebe de los campos que, como es sabido, no es favorecida por los marxistas y que, situada a más bajo nivel de la civilización, será probablemente dirigida por el proletariado de las ciudades y de las fábricas.

-Marx: Ello quiere decir que allí donde el campesino existe en masa como propietario privado, allí donde constituye incluso una mayoría más o menos considerable, como en todos los Estados del continente europeo occidental, donde no ha desaparecido y ha sido sustituido por jornaleros agrícolas como en Inglaterra, podrían presentarse los siguientes casos: o bien el campesino impide o hace abortar la revolución obrera, como lo ha hecho hasta el momento en Francia; o bien el proletariado (ya que el campesino propietario no pertenece al proletariado y cuando pertenece al mismo debido a su situación cree no pertenecerle) debe, en tanto que gobierno, tomar medidas que permitan al campesino mejorar inmediatamente su situación, ganándolo así para la revolución; medidas que, sin embargo, faciliten virtualmente la transición de la propiedad privada del suelo a la propiedad colectiva, de manera que el campesino la alcance espontáneamente en el plano económico. Pero el proletariado no debe contrariar frontalmente al campesino proclamando, por ejemplo, la abolición del derecho de herencia o la abolición de su propiedad; ello sólo es posible allí donde el granjero capitalista haya sustituido a los campesinos y donde el auténtico agricultor sea tan proletario asalariado como el trabajador urbano, que tenga pues directamente -y no indirectamente- los mismos intereses que él; y aún debería reforzarse la propiedad parcelaria engrandeciendo la parcela mediante la anexión de grandes extensiones ofrecidas a los campesinos, como sucede en la campaña revolucionaria de Bakunin.

-Bakunin: O bien, si se considera la cuestión desde el punto de vista nacional, digamos para los alemanes la cuestión de los eslavos, éstos se encontrarán, por idéntico motivo, en una sujeción de esclavo con respecto al proletariado alemán, idéntica a la de este proletariado con respecto a su burguesía.

-Marx: ¡Estúpido! Una revolución social radical está vinculada a ciertas condiciones históricas del desarrollo económico; éstas son lo previo de esta revolución, que sólo es pues posible allí donde, gracias a la producción capitalista, el proletariado industrial ocupa por lo menos una posición importante en la masa de pueblo. Y, para que tenga alguna oportunidad de vencer, es preciso que esté capacitada para hacer directamente, procediendo a los cambios necesarios, para los campesinos por lo menos tanto como la burguesía francesa hizo en su revolución para los campesinos franceses de la época. ¡Bonito hallazgo, la idea según la cual el reino del trabajo encierra la opresión del trabajo agrícola! He aquí donde Bakunin descubre su pensamiento íntimo. No comprende absolutamente nada de la revolución social, excepto la fraseología política al respecto. Las condiciones económicas no existen según él. Pero como hasta aquí todos los sistemas económicos, desarrollados o no, implicaban la sumisión del trabajador (fuera bajo el aspecto de obrero asalariado, de campesino, etc.), piensa que la revolución radical es posible de igual manera en todos los sistemas ¡Más aún! Pretende que la revolución social europea basada sobre la base económica de la revolución capitalista se realice al nivel de los pueblos agricultores y de pastores rusos o eslavos; pretende que no supere este nivel, aunque admite que la navegación marítima crea una diferencia entre estos hermanos, pero sólo la navegación marítima, la única diferencia conocida de todos los hombres políticos. No son las condiciones económicas, es la voluntad que es la base de la revolución social tal como la entiende.

-Bakunin: Quien dice Estado, dice necesariamente dominación y, en consecuencia, esclavitud; un Estado sin esclavitud, declarada u oculta, es inconcebible, he aquí porque somos enemigos del Estado. ¿Qué significa, el proletariado organizado en clase dominante?

-Marx: Significa que en vez de luchar mediante actos aislados contra las clases económicamente privilegiadas, el proletariado ha adquirido suficiente fuerza organizada para emplear contra ellas en la lucha unos medios generales de coacción; pero solamente puede emplear medios económicos que suprimen su propio carácter en tanto que salariat (en fr.), o sea en tanto que clase; asimismo, siendo total su victoria, se acaba su dominio y por tanto su carácter de clase.

-Bakunin: ¿Significa ello que el proletariado estará todo él a la cabeza del gobierno?

-Marx: En un sindicato, por ejemplo, ¿todos los miembros constituyen su comité ejecutivo? ¿En las fábricas va a detenerse la división del trabajo y las diversas funciones que de ella derivan? Y en la construcción “de abajo arriba” de Bakunin, ¿estarán todos “arriba”? No habrá pues un “abajo”.¿Todos los miembros de la Comuna administrarán simultáneamente los comunes intereses del distrito? Entonces, no va a haber diferencia entre Comuna y distrito.

-Bakunin: Se cuenta con unos 40 millones de alemanes. ¿Puede decirse que esos 40 millones forman parte del gobierno?

-Marx: ¡Seguro! Ya que la cuestión empieza con el autogobierno de la Comuna.

-Bakunin: Yal gobernar todo el pueblo, ¿no habrá ya gobernados?

-Marx: Cuando un hombre se domina a sí mismo, no se domina según este principio; ya que de hecho él es él mismo y no otro.

-Bakunin: Entonces, no habrá gobierno, no habrá Estado, pero si hay uno solo, habrá gobernados, habrá esclavos.

-Marx: Ello significa simplemente: cuando la dominación de las clases haya desaparecido y no haya Estado en el sentido actual.

-Bakunin: En la teoría de los marxistas, ese dilema es simplemente resuelto. Mediante el gobierno popular, ellos...

-Marx: (o sea Bakunin)

-Bakunin: entienden el gobierno del pueblo por medio de un reducido número de representantes elegidos por el pueblo.

-Marx: ¡Estúpido! ¡Galimatías democráticos, chocheces políticas! La elección es una forma política que se practica en la menor comuna rusa y en el artel. La naturaleza del escrutinio no procede de este nombre sino de la base económica, de los vínculos económicos de los electores; y tan pronto las funciones han cesado de ser políticas, 1) ya no existen funciones gubernamentales; 2) el reparto de las funciones generales ha pasado a ser cuestión de rutina que no confiere autoridad alguna; 3) el escrutinio no tiene nada del carácter político que tiene hoy.

-Bakunin: La elección por el conjunto del pueblo...

-Marx: El conjunto del pueblo, tal como se le entiende hoy, es algo meramente quimérico.

-Bakunin: de los representantes del pueblo y dirigentes del Estado -última palabra de los marxistas así como de la escuela demócrata- es un engaño que cubre el despotismo de la minoría dirigente, engaño tanto más peligroso que está presentado como la presunta voluntad del pueblo.

-Marx: Una vez establecida la propiedad colectiva, la llamada voluntad del pueblo desaparece para dar paso a la voluntad real de la cooperativa.

-Bakunin: Así... se llega al mismo resultado..: una minoría privilegiada asume la dirección de la inmensa mayoría de la masa del pueblo. Pero esta minoría, dicen los marxistas,

-Marx: ¿.Dónde?

-Bakunin: se compondrá de trabajadores. Sí, por cierto, de viejos trabajadores pero que, desde que habrán pasado a ser gobernantes o representantes del pueblo, cesarán de ser trabajadores.

-Marx: No más que un industrial cesa hoy de ser capitalista por convertirse en concejal.

-Bakunin: y se pondrán a mirar el mundo proletario desde arriba del Estado, no representando ya al pueblo sino a ellos mismos y sus pretensiones de gobernarlo. Quien lo dude, no conoce la naturaleza humana.

-Marx: Por poco que Bakunin hubiera estado familiarizado aunque sólo fuera con la posición de un manager en una cooperativa obrera de producción, sus divagaciones sobre la autoridad se irían a paseo. Debía haberse preguntado: ¿qué forma pueden revestir las funciones administrativas sobre la base de este Estado obrero, ya que quiere usar este término?

-Bakunin: Esos elegidos serán en contrapartida socialistas convencidos. Las palabras "socialista sabio".

-Marx: jamás utilizadas.

-Bakunin: -"socialista científico"

-Marx: utilizado sólo por oposición al socialismo utópico que querría hacer engullir al pueblo nuevas simplezas en vez de restringir su ciencia a la comprensión del movimiento social practicado por el propio pueblo; véase mi libro contra Proudhon.

-Bakunin: que vuelven sin cesar en los escritos y discursos de los lassallianos y marxistas, prueban por sí mismos que el autodenominado Estado popular no será más que la dirección despótica ejercida sobre las masas del pueblo por una nueva aristocracia poco numerosa de auténticos o presuntos sabios. El pueblo, al no ser sabio, será pues completamente liberado de las preocupaciones gubernamentales e integrado por completo en el rebaño de los gobernados. ¡Bella liberación! Los Marxistas se dan cuenta de esta (!) contradicción y, admitiendo que la dirección gubernamental es de los sabios.

-Marx: (Quelle rêverie!) (en fr.)

-Bakunin: la más pesada, la más vejatoria y la más despreciable que sea, será, pese a todas las formas democráticas, una verdadera dictadura, se consuelan con la idea de que esta dictadura será temporal y de corta duración.

-Marx: ¡Non, mon cher! (en fr.) -los marxistas se consuelan con la idea de que la dominación de clase de los trabajadores sobre las capas sociales del viejo mundo en lucha con ellos sólo podrá durar tan largo tiempo que no sea destruida la base económica de la existencia de las clases.

-Bakunin: Pretenden que su única preocupación y su único objetivo sea instruir y educar al pueblo.

-Marx: (¡Político de cabaret!)

-Bakunin: tanto económica como políticamente, a tal nivel que cualquier gobierno no tardará en volverse inútil; y el Estado, tras haber perdido su carácter político, o sea autoritario, se transformará por sí mismo en una organización completamente libre de los intereses económicos y de los comunes. Hay en ello una contradicción flagrante. Si su Estado es efectivamente un Estado popular, ¿porqué destruirlo? y si su destrucción es necesaria para la emancipación real del pueblo, ¿porqué se atreven a llamarlo popular?

-Marx: Sin referirnos al hecho de que Bakunin ensarta sin cesar la manía de Liebknecht llamada Volkstaat [Estado popular], que es una ineptitud dirigida contra el Manifiesto Comunista, etc., sólo hay una cosa que decir: dado que durante el período de lucha por el derrocamiento de la vieja sociedad el proletariado actúa aún sobre la base de la vieja sociedad y en consecuencia sólo se mueve aún en formas políticas que le eran más o menos propias, aún no ha alcanzado, durante ese período de lucha, su constitución definitiva y emplea medios para liberarse que serán caducos tras la liberación. El sr. Bakunin concluye pues de ello que sería preferible que el proletariado no hiciera nada... y que esperase el momento de la liquidación general, del Juicio final.

-Bakunin: Gracias a nuestra polémica...

-Marx: (Que evidentemente apareció antes que mi libro contra Proudhon y el Manifiesto comunista, e incluso antes que Saint-Simon).

-Bakunin: contra ellos.

-Marx: (Bello hýsteron próteron)

-Bakunin: nosotros les llevamos a reconocer que la libertad o la anarquía.

-Marx: (El sr. Bakunin no ha hecho más que traducir en tártaro confuso la anarquía de Proudhon y de Stirner)

-Bakunin: Es decir, la libre organización de las masas obreras de abajo arriba,…

-Marx: (¡Necedad!)

-Bakunin: Es el objetivo último de la evolución social y que todo Estado, sin exceptuar el Estado popular, es un yugo, lo que significa que, por una parte engendra el despotismo y, por la otra, la esclavitud. (Marx, op. cit., pp. 599-657; Bakunin, op. cit., pp. 7-280; traducción, pp. 203-347.)

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Tomado del libro Marx Anarquista de Maximilien Rubel y Louis Janover, el cual recomendamos y cuya presentación por parte de ETC dice lo siguiente:

"El título del presente libro no es ninguna provocación. La concepción marxiana del poder y del Estado a extinguir como objetivo final del proceso emancipador del proletariado, obliga a considerar a Marx como teórico del anarquismo. Sólo una polémica vacía de contenido sobre el Marx partidario del comunismo de Estado, y, sobre todo, el gran equívoco que es el marxismo, ideología dominante del siglo XX, han podido convertir al crítico del Estado –“el Estado y la esclavitud son inseparables” escribía Marx en 1844- en aval del mayor Estado, la Rusia llamada soviética, y al crítico del totalitarismo en cualquiera de sus formas (bonapartismo, prusianismo, y zarismo), en ideólogo de los regimenes y partidos más totalitarios.

El libro que ahora reeditamos, escrito en 1977 por Maximilien Rubel y Louis Janover, rastrea desde los primeros escritos de Marx de los años 1840 y 1850, hasta los de su actividad durante los ocho años de la AIT (de su fundación en 1864 a su disolución en el Congreso de la Haya en 1872), para ver dónde arraiga en Marx su posicionamiento anarquista, y para arrojar luz sobre una polémica alimentada por una ambigüedad original, la que se deriva de la posición de Marx respecto a la lucha a llevar a cabo por los trabajadores en vistas a su emancipación. Se trata del conflicto entre los fines y los medios de la lucha emancipadora del proletariado. Si es diáfana su crítica del poder político y del Estado, es también clara su posición en pro de la acción política como medio de conseguir la abolición del Estado. Antes de la abolición del poder político Marx contempla la etapa de la conquista de este mismo poder: la constitución del proletariado en clase dominante. De todas formas, esta ambigüedad originaria (la abolición del poder político y la conquista de este poder) no empaña lo diáfano del objetivo a conseguir.

En 1864, vista la derrota de la clase obrera en las revoluciones de 1848, la conquista del poder político aparece para Marx y para todos los fundadores de la Internacional como el principal deber de la clase obrera, y así queda reflejado en los estatutos de la AIT. En 1868, Bakunin funda la Alianza de la democracia socialista que se adhiere a la Internacional como secciones de la AIT, ya que su adhesión como tal Alianza, con programa y estatutos, había sido rechazada por el Consejo General (Marx era su portavoz oficioso). Empieza una polémica que no acabará hasta la destrucción de la Internacional. Marx y Bakunin coinciden sobre las cuestiones de principio: el objetivo de la lucha de la clase obrera es la destrucción del capital y del Estado; la emancipación económica de la clase obrera es el objetivo al que debe subordinarse todo el movimiento político como simple medio. Se oponen sobre el método a seguir. Para los partidarios del Consejo General, llamados los políticos, es preciso conquistar la democracia política como medio de abolir la política. Para los Aliancistas, llamados anti-políticos, son las asociaciones obreras, desde abajo, el medio para liquidar el poder político. La polémica no abordada y las cuestiones personales acabarán con la Internacional.

Siglo y medio después ¿tiene interés reeditar este texto? Cuando se editó por primera vez, en los años 1970,  estas cuestiones sobre los fines y los medios del movimiento social hacia su emancipación, corrían, formuladas de otra forma a tenor de las luchas en curso, por entre el movimiento asambleario en barrios, fábricas, universidades, prisiones. Años en los que bullían ideas en las cabezas aún redondas (tenemos las ideas redondas para que las ideas circulen, decía Picabia). Con la cuadratura del círculo (¿podría designarse así el mundo al revés que soportamos, donde cada palabra significa su contrario, donde el lugar de la verdad lo ocupa la mentira generalizada, donde se confía erradicar la pobreza a los que la generan, donde se confunde el progreso con el progreso de la destrucción...?) ¿queda hoy espacio para plantear estas cuestiones en su forma pertinente vistos los cambios operados en este siglo y medio? ¿Pensar el fin del capitalismo y del Estado? Viejas cuestiones quizás más nuevas que las que llenan las páginas del último periódico.

(Las citas de los libros a que se refieren los autores las dejamos tal y como ellos las citan según los respectivos originales.)"