Humanaesfera. Brasil, marzo de 2018: http://humanaesfera.blogspot.com/2018/03/propriedade-privada-capital.html
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Tenemos capacidades y necesidades.
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Sin una separación entre nuestras capacidades y
nuestras necesidades, es imposible comprar y vender.
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Comprar y vender presupone la privación de los
medios por los que nuestras capacidades satisfacen nuestras necesidades. Esta
privación es propiedad privada, lo que nos convierte en proletarios.
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La propiedad privada asegura (gracias a la fuerza
represiva del Estado) una situación de escasez continua, de tal manera que la
compra y venta se da de forma continua y sin fin.
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La separación entre nuestras capacidades y
nuestras necesidades se convierte en una relación en la que solo podemos vender
lo único que nos queda -nuestra capacidad de pensar y actuar, la fuerza de
trabajo- a los dueños de propiedad privada si queremos recibir dinero para
pagar cosas que necesitamos para sobrevivir (salario). Pero no todo es tan
desolador, ya que la propiedad privada también ofrece la libertad de elegir otra
opción: convertirse en mendigo, vivir en la calle, morir de hambre, ir a la
cárcel...
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Cuando vendemos nuestras capacidades (es decir,
cuando nos vendemos en el mercado laboral), el trabajo y todo lo que producimos
con nuestro trabajo pertenece a la propiedad privada. Cuanto más trabajamos,
más aumentamos la propiedad privada, es decir, cuanto mayor es la brecha entre
nuestras capacidades y nuestras necesidades, más se nos priva de los medios de
vida y más estamos sujetos al poder de los propietarios.
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A medida que trabajamos, transformamos cada vez
más todos los aspectos del mundo en propiedad privada. Cada vez más privados
del mundo mismo en el que vivimos, cuanto más somos expulsados de este mundo,
utilizados y arrojados a la calle, a la cuneta, solo para ser consumidos de
nuevo, descartados de nuevo, etc., somos el proletariado, la abrumadora mayoría
de la población de mundo. La propiedad privada que gracias a nuestro propio
trabajo se acumula cada vez más como un poder hostil cada vez más poderoso e
inhumano contra nosotros, se llama capital.
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Consumidos, usados, agotados, estresados, irritados,
mutilados, ansiosos, deprimidos, viviendo siempre de un hilo, estamos
continuamente en oposición existencial y material al capital, sin importar
nuestra voluntad, opinión o conciencia. Estar privado de propiedad, ser
proletario, no es una condición que elijamos, es una condición que impone la
existencia de la propiedad privada, de las mercancías, del capital, del Estado.
Esta continua oposición existencial al capital es el conflicto que está en el
corazón de la sociedad capitalista en todo el mundo: la lucha de clases.
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La clase dominante (empresa privada o estatal,
burócratas, directivos ...) lucha por desviar y canalizar las insatisfacciones
de los proletarios dirigiéndolos contra otros proletarios (ya sean compañeros
de trabajo, desempleados, vecinos, proletarios de otra empresa, de otro país),
otro barrio, otro color de piel, opinión, forma de nariz, sexo, costumbres,
género, lengua, gusto, equipo de fútbol...), por lo que estos, como chivos
expiatorios, son la causa de sus sufrimientos (estrés, agotamiento, irritación,
miedo a ser descartado en la competencia, hambre, depresión, violencia,
esclavitud, desamparo), sufrimientos que en realidad son provocados por la
existencia de la propiedad privada, el trabajo, el capital. En la competencia
entre proletarios por someterse a la propiedad privada (es decir, la clase
dominante y el Estado) a cambio de supervivencia, encuentran a los otros
proletarios como enemigos de facto, competidores reales que obstaculizan su
difícil esfuerzo por sobrevivir en el perro mundo de la propiedad privada.
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Como la clase dominante ha salido victoriosa en la
lucha de clases hasta el día de hoy (de lo contrario, la sociedad capitalista,
el trabajo, la propiedad privada y el Estado ya se habrían superado), la
situación antes descrita es la situación "normal" que necesariamente
predomina con escándalo mientras la sociedad capitalista se perpetúa, una
situación en la que no hay clases, sino sólo "ciudadanos" en una
competencia infernal por la supervivencia, por las propiedades y por el
capital. Sin embargo, esta es solo la apariencia más superficial: en realidad, los proletarios, independientemente de su
voluntad, conciencia u opinión, luchan sin cesar para trabajar lo menos posible
y para que todo lo que necesitan sea lo más libre [gratis] posible, en
oposición directa a los dueños de la propiedad privada, que luchan (también
independientemente de su voluntad u opinión) para que los proletarios trabajen
al máximo (aumentando la propiedad privada, es decir, la privación de la
propiedad, del capital y de su poder de clase dominante) y para que todo sea lo
más caro posible pagándoles el salario mínimo que puedan. Este conflicto,
la lucha de clases, constituye el núcleo esencial de la sociedad capitalista en
todo el mundo, un conflicto que el capital se esfuerza por poner fin en todos
los sentidos (desde el "Estado de Bienestar" hasta la masacre) pero
no puede.
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Esta lucha que los proletarios ya están librando
continuamente contra el capital en todas partes de la sociedad capitalista sólo
puede triunfar si ellos, en su praxis concreta, logran destruir lo que separa sus
capacidades de sus necesidades, es decir, si abolen la propiedad privada de los
medios de vida y de producción, suprimiendo el trabajo, las mercancías, el Estado
y el capital. Para eso, es necesario que se comuniquen y actúen asociativamente
a escala mundial, confraternizando entre sí contra "sus" clases
dominantes en todas partes, suprimiendo rápida y simultáneamente todas las
fronteras, propiedades privadas, empresas, empleos, desempleos, Estados,
naciones, identidades (que no son más que estereotipos), en fin, que destruyan
todas las condiciones que los coaccionan, contra sí mismos, a unirse con
propiedades privadas y Estados, los cuales siempre están en competencia y
guerra entre sí para que los explotados puedan sacrificarse y sacrificarse unos
a otros para defender a sus propios explotadores.
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Tal confraternización y asociación sin fronteras
de los explotados que destruye simultáneamente la sociedad de clases en todo el
mundo es imposible y sin sentido si no es al mismo tiempo la apasionada creación
universal (es decir, cosmopolita) de las condiciones materiales en las que la
afirmación práctica de las necesidades y capacidades de cada uno, es decir, la
libertad de cada uno, ya no se coacciona para limitar o privar la libertad de
los demás (y de uno mismo) como ocurre bajo la propiedad privada (por eso
siempre es sinónimo de Estado, policía ...), sino, por el contrario, donde la
libertad de cada uno se multiplica cuanto mayor es la afirmación práctica de
las capacidades y necesidades de todos los demás, mayor es la libertad de todos
los demás, la inmensa riqueza que es la existencia de toda la humanidad, es
decir, de la comunidad humana mundial. El movimiento mundial en el que el
proletariado afirma libremente las necesidades y capacidades humanas, imponiéndolas
dictatorialmente contra la dictadura del capital, el dinero, la propiedad
privada y el Estado, es el comunismo.