7 de junio de 2015

[Chile] El día que el centro de la capital fue iluminado por las llamas del proletariado (esto no es una crónica)

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Sábado 30 de mayo de 2015

Como todos los escritos publicados por nac, estos corresponden a esbozos elaborados al calor de los acontecimientos sin la rigurosidad de un artículo acabado. Esto que puede ser una debilidad puede ser su fortaleza para los objetivos de esta web. Y es que hablamos de reflexiones en torno a situaciones concretas que pretenden aportar a la reflexión colectiva, gestar aperturas y no conclusiones. Aquí ofrecemos esbozos que aporten a la crítica unitaria al capitalismo, al mundo de las mercancías, pero que solo lo son en tanto sujetas a crítica o acopladas a una praxis, genere un despliegue de la misma en términos de profundizar el pensamiento revolucionario (el pensar como sensibilidad, acción y racionalidad).

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Algunas categorías para que se entiendan desde su movimiento histórico y dialectico dentro de la totalidad capitalista y no petrificadas como ideología:


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“todo ardía…saqueaban todo…era HERMOSO”
Alguien que estuvo ahí.

* Este jueves el centro de Santiago fue derrotado por las fuerzas del proletariado. Ardió, fue saqueado, la policía superada. El ser humano enfrento el mundo de las mercancías y lo hizo añicos. Eso es solo una muestra de lo que somos capaces…

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Nuevamente el proletariado estudiantil sale a las calles. Las reivindicaciones suelen ser las de siempre aunque mezcladas con algunas problemáticas contingentes. Como hemos dicho en otras ocasiones, los momentos de revuelta callejera han de comprenderse como parte de un movimiento que no es aleatorio, sino parte de un proceso global de subversión que no obedece a leyes de acumulación de fuerzas ni otras cuestiones por el estilo. Son pequeñas dislocaciones en el entramado capitalista que nunca han dejado de estar en estado de potencia y por lo mismo, las reestructuraciones en el actuar de las policías y el ámbito jurídico es parte de la estrategia del Estado para contener los constantes embates del proletariado cada cierto tiempo. Embates que ahora se hacen más visibles pero siempre han estado ahí.

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Hemos de aclarar que los acontecimientos que se dan en las calles requieren ser tomadas en su aspecto concreto de alteración de la normalidad, de desestructuración del sentido común que ve como el paisaje del espectáculo se resquebraja. Es ahí donde resulta extremadamente útil un personaje que apareció en algún noticiario, apelando a su normalidad que se veía alterada, a lo normal que este era. Ese es precisamente el sentido común que se ve transgredido…su fundamento material. Como dijera por ahí un escritor borracho, para algunos lo normal es levantarse temprano, tomar desayuno a la fuerza, lavarse los dientes apurado y entrar en un tráfico enorme para trabajar y enriquecer a otro…y además, dar las gracias por aquello. Recordar: Si actúan como policías, deben ser tratados como tales.

La crítica practica

Más allá de todo eslogan que es enunciado al momento de la alteración de las relaciones mercantiles, la crítica práctica o lucha callejera hemos de comprenderla más allá de lo que cada cual piensa de la misma. Y es que en un mundo donde la práctica cotidiana (productiva, ociosa, etc.) está separada del control de cada ser humano, donde la producción de la realidad no es el horizonte en el cual nos asociamos libremente y abrimos la posibilidad para realizarnos sin determinación de algún aspecto separado de nuestro control, sino que es una realidad que no nos pertenece y solo contemplamos. Contemplamos nuestra propia actividad abstraída de nuestra voluntad y reunida en una representación mistificada que hace de nuestras capacidades físicas e intelectuales ahí reunidas, un mero objeto que forma parte de la configuración de este pseudomundo que nos vuelve también un objeto que tiene un precio…un salario… Es la pérdida total del control sobre nuestras existencias.
La irrupción en este mundo a través de la destrucción u otras actividades que actúan sobre los fundamentos materiales y significados que se han interiorizado hasta hacernos esclavos voluntarios que adhieren al orden y hasta lo defienden (el caso de los dos jóvenes asesinados en Valparaíso) es una verdadera afrenta al bien más preciado del capital: la cotidianidad. Es ahí donde la pasividad reina y el principio de no intervención es ley. Es en la cotidianidad donde más se puede apreciar nuestra cosificación: simples cosas que circulan como autómatas de un lugar a otro a hacer lo que deben hacer para luego descansar y volver a hacer eso que hacen y nos dicen debemos hacer. Espectadores de nuestra vida objetivada en un mundo sobre el cual no tenemos control. Miserables ciudadanos que requieren de una rutina al incapacitarnos la posibilidad de producir nuestra vida en común, con los otros y sin injerencia externa.
La crítica al espectáculo es práctica, es la acción que se rehúsa a ser reunida en una representación mistificadora. Es tan simple como la destrucción de un paradero, un saqueo…un taller, una publicación subversiva…cualquier elemento que potencia las fuerzas del proletariado en su negación de las condiciones que lo hacen ser proletario.
Las revueltas del pasado jueves nos recuerdan que la llama del proletariado en lucha no se apaga. Es la expresión de la superioridad del ser humano sobre el dominio de las cosas. Es la crítica a la expropiación de nuestras energías en la creación de una realidad orientada al sometimiento de muchos para engordar un poder que no vemos pues ese poder, el capital, son la totalidad de las relaciones sociales no sancionadas. Cada acto, gesto, palabra que cuestiona este mundo es neutralizada, tiene un castigo. Y lo sabemos. Y probablemente el Estado ejercerá su fuerza con el beneplácito y la legitimidad que le da la prensa, otro de nuestros enemigos que requiere ser expulsado de los lugares en donde estemos, y ahí tendremos que estar preparados. Porque la cobraran, como lo han hecho siempre. Porque las contradicciones entre la vida y el capital, entre el ser humano y la expropiación de sus fuerzas para cosificarlas se vuelve visible en una reforma de ley, en un noticiario, en un golpe de la policía, en la cotidianidad del trabajo o el simple caminar siendo observado por una cámara.

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Movilización más allá del slogan…

No importa la razón que se diga motiva la movilización, importa la potenciación que logremos hacer de los actos que subvierten la normalidad. No como acumulación, que quede claro. Si no como vinculo que se extiende cual virus, instalándose subterráneamente una vez vuelta la normalidad para emerger en el momento más inesperado. Solo podemos apoyar las acciones que tienden a dicha subversión, pero sabiendo que han de integrarse con otras…la insurrección requiere una fuerza que ataque la totalidad del mundo de las mercancías. La destrucción es un momento que si se petrifica es recuperado por el capital. Ha de intensificarse y no dejar ser capturado, ha de multiplicarse de diversas formas SABIENDO que las bombas, la lucha callejera y quizás luego una toma de liceo o alguna publicación serán sancionadas. Es ahí donde debemos prepararnos. El estado lo está. Solo espera el momento adecuado para su golpe como es su costumbre. Es ahí donde debemos saber, no temer, que este enemigo cuenta con apoyos externos dispuestos a matar e institucionales. Ellos están en guerra contra todo aquel que ponga en tensión su pseudomundo en el cual somos la energía que lo nutre. Y debemos estar atentos, instruidos, armados. La revuelta ha de generalizarse, ya sea en su aspecto más visible como aquel oculto. Ya sea con bombas, barricadas y saqueos, como teorización y análisis de cómo se ejerce la dominación, de lo que somos capaces y cómo podemos acabar con toda esta mierda.

* Las calles son nuestras y debemos quemarlas *

Pero también ocuparlas desde las relaciones que somos capaces de auto producir. Hemos de seguir potenciando nuestras fuerzas para transformarlas en pasto seco. Y mientras ese pasto seco se esparce por cada lugar de la urbe capitalista, las contradicciones que nos vuelven una cosa al servicio de otros, encontraran su terreno para quemarse rápidamente. Sin acumular nada, sin poder popular ni esas mierdas. Simplemente el proletariado en lucha, en su auto actividad desencadena la insurrección. Y para aquello seguimos potenciando esa mecha. De diversas formas, claro está. En este momento la cuestión está en la calle, en la normalidad y su alteración, en la cotidianidad y la destrucción de todo lo que la adorna.
Este jueves el centro de Santiago fue derrotado por las fuerzas del proletariado. Ardió, fue saqueado, la policía superada. El ser humano enfrento el mundo de las mercancías y lo hizo añicos. Eso es solo una muestra de lo que somos capaces…

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“Hay que interpretar la célebre máxima: ‘sin teoría revolucionaria no hay acción revolucionaria’, del modo más amplio posible, y darle su verdadero significado. Lo que distingue al movimiento proletario de todos los movimientos políticos anteriores, por importantes que éstos hayan sido, es que es el primero claramente consciente de sus objetivos y de sus medios. En ese sentido, no sólo es para él la elaboración teórica uno de los aspectos de la actividad revolucionaria: es inseparable de esa actividad. La elaboración teórica ni precede ni sigue a la acción revolucionaria práctica: las dos son simultáneas, y se condicionan mutuamente (…). La teoría revolucionaria sólo puede conservar su validez si se desarrolla constantemente, si se enriquece incorporándose todas las conquistas del pensamiento científico y del pensamiento humano en general, y en particular sabe asimilar la experiencia del movimiento revolucionario, si se somete, cuantas veces sea necesario, a todas las modificaciones y revoluciones internas que la realidad le imponga. La máxima clásica sólo tiene por lo tanto sentido si se interpreta así: ‘sin desarrollo de la teoría revolucionaria, no hay desarrollo de la acción revolucionaria’”(Presentación de la revista Socialisme ou Barbarie, 1949).

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