N. del E.: Frente a la inhumana, sanguinaria y miserable
masacre proletaria que en estas últimas semanas y días está cometiendo el
Estado de israel -el brazo armado del capitalismo mundial en el medio oriente o
el gendarme de esa región del planeta- en palestina (¡dejando ya cerca de 1 900 muertxs y 9 500 heridxs hasta el momento, muchxs de ellxs niñxs y mujeres!), a continuación
publicamos dos textos al respecto. El primero es de Proletarios
Internacionalistas, "Masacre proletaria en Palestina", del
2012. Y el segundo es del Grupo Comunista Internacionalista, "¡Nosotros
no somos israelíes, ni palestinos, ni judíos, ni musulmanes... somos el
proletariado!", del 2003 (en realidad, hemos tomado un par de
extractos del texto completo).
Aunque ambos textos son de hace varios años atrás, y aunque algunos hechos y datos que mencionan obviamente no son los mismos que los de hoy en día, los publicamos de nuevo y los difundimos porque su contenido, además de clarificador y contundente, es completamente invariante, vigente y pertinente al respecto: la denuncia de la naturaleza capitalista y contrarrevolucionaria de la guerra, el nacionalismo y la religión (los encuadramientos nacionales y religiosos de la lucha de clases en esa región: tanto el sionismo como el yihadismo), así como también del pacifismo y el humanitarismo (hoy en día, las declaraciones de la ONU y las marchas por el "día mundial de solidaridad con palestina"); y, por el contrario, la afirmación de la lucha de clases, la autonomía y la ruptura proletarias, el derrotismo revolucionario, el internacionalismo y la revolución social mundial (conceptos éstos últimos que se explican en especial en el segundo texto).
Por lo expuesto, ¡Estamos en contra tanto de la masacre (carnicería, genocidio) del Estado israelí sionista-fascista como del Estado palestino islámico "libre"! ¡Lxs proletarixs no tenemos patrias! ¡Abajo todos los estados, naciones y religiones! ¡Contra la guerra imperialista, internacionalismo proletario y derrotismo revolucionario! Proletarixs de todos los países: ¡luchemos autónomamente contra "nuestros propios" estados, contra "nuestras propias" burguesías! ¡Generalicemos, profundicemos y unifiquemos estas luchas hasta que se transformen en revolución comunista y anárquica mundial! Porque ¡para acabar con las guerras (y todos sus horrores y sufrimientos), hay que abolir el capitalismo!
Aunque ambos textos son de hace varios años atrás, y aunque algunos hechos y datos que mencionan obviamente no son los mismos que los de hoy en día, los publicamos de nuevo y los difundimos porque su contenido, además de clarificador y contundente, es completamente invariante, vigente y pertinente al respecto: la denuncia de la naturaleza capitalista y contrarrevolucionaria de la guerra, el nacionalismo y la religión (los encuadramientos nacionales y religiosos de la lucha de clases en esa región: tanto el sionismo como el yihadismo), así como también del pacifismo y el humanitarismo (hoy en día, las declaraciones de la ONU y las marchas por el "día mundial de solidaridad con palestina"); y, por el contrario, la afirmación de la lucha de clases, la autonomía y la ruptura proletarias, el derrotismo revolucionario, el internacionalismo y la revolución social mundial (conceptos éstos últimos que se explican en especial en el segundo texto).
Por lo expuesto, ¡Estamos en contra tanto de la masacre (carnicería, genocidio) del Estado israelí sionista-fascista como del Estado palestino islámico "libre"! ¡Lxs proletarixs no tenemos patrias! ¡Abajo todos los estados, naciones y religiones! ¡Contra la guerra imperialista, internacionalismo proletario y derrotismo revolucionario! Proletarixs de todos los países: ¡luchemos autónomamente contra "nuestros propios" estados, contra "nuestras propias" burguesías! ¡Generalicemos, profundicemos y unifiquemos estas luchas hasta que se transformen en revolución comunista y anárquica mundial! Porque ¡para acabar con las guerras (y todos sus horrores y sufrimientos), hay que abolir el capitalismo!
***
MASACRE PROLETARIA EN PALESTINA
Bajo la mirada afligida de
millones de espectadores, convencidos de su imposibilidad de hacer algo más que
participar en alguna concentración o procesión ovejera, el Estado de Israel
vuelve a bombardear la franja de Gaza bajo la cobertura del antiterrorismo. Las
lágrimas de cocodrilo de las principales potencias capitalistas no esconden su
satisfacción por tener en Oriente Medio un tentáculo como el del Estado
Israelí, auténtico brazo armado del capitalismo mundial para mantener el orden
en la región. El proletariado que vive en Gaza, Cisjordania o Líbano conoce en
su pellejo esta realidad.
Políticos, periodistas,
oenegeros, sindicalistas, tertulianos y todo tipo de payasos del espectáculo,
nos dan toda un gama de explicaciones y soluciones que encierran el conflicto
en oriente medio dentro de los márgenes burgueses. Se limitan a crear una
demarcación entre quienes defienden a los palestinos y quienes defienden a los
israelíes, alineando a todo quisqui detrás de las banderas hediondas de cada
Estado nacional. Para ello construyen toda una fábula grotesca que encubre la
verdadera realidad social. Mezclan los intereses del Estado palestino con los
del proletariado que vive en esa tierra, amalgaman la lucha desplegada por los
proletarios con Hamas, ponen en un mismo saco al joven que tira piedras y a los
grandes comerciantes o banqueros palestinos, asimilan al proletario que vive en
Israel y lucha contra “su propia” burguesía (desertando, objetando…) con su
brutal negación en el ciudadano que vive en complicidad con el Estado. Eliminan
de esta forma toda la confrontación de clases, toda división social entre
explotados y explotadores, fomentando el mito del enfrentamiento entre países.
Sin romper y desenmascarar todo
este arsenal ideológico que enturbia la realidad, estaremos atados de pies y
manos imposibilitados para asumir la lucha contra la masacre en Oriente medio
como parte indisociable de la lucha contra la dictadura del capital. Es
imprescindible afirmar abiertamente que esa masacre es antes que nada una
expresión más del terrorismo que el capitalismo despliega en todo el mundo
contra nuestra clase, contra nuestra vidas. Que quienes caen bajo las bombas,
bajo las metralletas, bajo el terror capitalista son, en primer lugar, los
niños, hombres y mujeres que han sido condenados en esa región del mundo a ser
carne de cañón, a ser población superflua potencialmente peligrosa y que debe
ser exterminada de forma cotidiana. Todos los Estados del mundo participan de
una u otra manera en esta matanza. Los Estados occidentales, con el de Israel a
la cabeza, masacrando; Hamas, la autoridad nacional palestina y demás
organismos del Estado palestino, junto con los Estados propalestinos,
impidiendo la estructuración en fuerza autónoma de esa masa de subversión,
encuadrándola y dirigiéndola al matadero en actos suicidas, desarmándola,
pacificándola, reprimiéndola y apresando a los irreductibles.
Los grupos y militantes
revolucionarios de todo el mundo estamos obligados a subrayar y discutir como
propia la lucha del proletariado en Palestina, sus intentos de proyectarse en
fuerza autónoma, así como la represión que sufre. Destacar la tentativa de
autonomía que en numerosas ocasiones ha trazado la lucha, enfrentándose a todos
los Estados. Insistir en que la esencia de la lucha del proletariado en
Palestina es la misma que en el norte de África, que en Grecia, que en los
suburbios franceses, que en China, que en Irak, que en Oaxaca, que en Haití,
que en todos los lugares donde el proletariado se levanta: la contraposición entre
las necesidades humanas y las de la economía capitalista. Estamos obligados a
denunciar y a enfrentarnos a todos los aparatos del Estado palestino o israelí,
a todos los que son parte del organismo mundial del capital que nos masacra,
que nos arrastra por falsos caminos, a todos sus lacayos por el mundo, a todos
sus voceros y propagandistas. Y ante todo estamos obligados a luchar aquí y
ahora, contra “nuestro propio” Estado, contra “nuestro propio” país.
NO SOMOS NI JUDÍOS, NI ISRAELÍES, NI PALESTINOS ¡SOMOS
EL PROLETARIADO!
CONTRA LA PATRIA. CONTRA TODA UNIDAD NACIONAL. CONTRA EL TERROR BURGUÉS.
LUCHEMOS EN “NUESTRO PROPIO” PAÍS CONTRA “NUESTRO PROPIO” ESTADO.
CONTRA LA PATRIA. CONTRA TODA UNIDAD NACIONAL. CONTRA EL TERROR BURGUÉS.
LUCHEMOS EN “NUESTRO PROPIO” PAÍS CONTRA “NUESTRO PROPIO” ESTADO.
Proletarios Internacionalistas
http://www.proletariosinternacionalistas.org
proletariosinternacionalistas@yahoo.com
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proletariosinternacionalistas@yahoo.com
_____________________________________________________________________________________
¡NOSOTROS
NO SOMOS ISRAELÍES, NI PALESTINOS, NI JUDÍOS, NI MUSULMANES...
SOMOS EL
PROLETARIADO!
No hay, ni hubo, ni habrá jamás
capitalismo sin guerra. Si queremos impedir las guerras hay que abolir el
capitalismo. No existe otro camino para llegar a un mundo sin guerra.
Para destruir el capitalismo es
indispensable que la parte de esta sociedad que compone el ser explotado, y que
se manifiesta como la contradicción viva a la tiranía económica, se constituya
en una sola clase revolucionaria frente a la burguesía, en un solo partido,
estructurando su fuerza más allá de toda religión de toda ideología, de toda
nacionalidad.
El internacionalismo es la
respuesta proletaria frente a los esfuerzos desplegados por los diferentes
capitalistas en competencia para sujetar a los explotados a la economía
nacional y enviarlos a asesinarse detrás de las banderas de sus respectivas:
naciones, regiones, frentes de liberación nacional, países socialistas, frentes
antiimperialistas, pueblos oprimidos... El camino para salir de las
contradicciones con las que el capitalismo intenta aislar al proletariado en
paquetes, dividirlo en estados, se encuentra en el rechazo absoluto de todo
tipo de enrolamiento en un campo nacional. Los explotados del mundo entero no
tienen ningún interés común con quienes los explotan, y nada en las
contradicciones interimperialistas puede eliminar la agravación de su situación
de explotado. Nada en la pugna entre fuerzas interburguesas puede relativizar
su interés de combatir sin descanso a la clase capitalista.
Para atar al proletariado a los
valores patrióticos, la burguesía recurre sistemáticamente a artificios
ideológicos, que intentan dar consistencia a la ficción nacional y que la
burguesía vende a aquellos que domina. La investigación universitaria burguesa
inventa orígenes prehistóricos a la nación, "descubre" a los primeros
habitantes y rápidamente los transforma en un "pueblo" al que se trata
de definir a través de una comunidad de lengua, cultura y religión. Una vez
definidas esas "raíces", el historiador transforma ciertos
aspectos de la lucha de clases en luchas de "liberación",
enarbola héroes locales "muertos por la patria", santifica los
sufrimientos de los pretendidos mártires y así queda establecido el nacimiento
de la nación. La historia de las "constituciones nacionales" es así
jalonada de toda una serie de leyendas que pretenden justificar la mitificación
nacional, construir una unidad que tiene como única función la de ocultar
ideológicamente la constitución del capital en estado y permitir, al
capitalismo, la disposición de un proletariado dócil, domesticado, que acepta
su condición en nombre de la unión ficticia existente entre él y aquellos que
lo explotan.
Y en el juego de leyendas, cuanto
más los ideólogos nacionalistas logran presentar su creación patriótica, bajo
los rasgos de una pequeña víctima oprimida, clamando en alto y con fuerza las
vejaciones impuestas por algún poder rival, más logran, los agentes
capitalistas, inscribir las contradicciones sociales en la leyenda de la
ideología nacional y constituir en torno a dicha nación oprimida un consenso
nacional. "La opresión de un pueblo" es la puerta de entrada
ineludible tomada por los capitalistas locales para perpetuar sus crímenes y
encerrar al proletariado en la trampa de la defensa nacional.
En la realidad, no hay
"naciones oprimidas", ni "naciones opresoras": sólo hay
contradicciones capitalistas, que todas las fracciones burguesas intentan
ocultar para encubrir la explotación con la ficción nacional.
La "nación" se
transforma en una fuerza bien real y material cuando logra que toda la sociedad
civil, comprendido el proletariado, se deje embaucar y defienda su inmunda
bandera, en una especie de unión matrimonial entre proletarios y burgueses,
sórdida unión que permite a estos últimos enviar a los primeros al matadero en
nombre de la defensa de la patria. La unión patriótica, materialización más
clara e importante de la ideología nacional, es determinante para el
desencadenamiento de las guerras capitalistas.
Sea cual sea la fuerza material
de esta ficción nacional, en todos los casos tenemos que recordar que
concretamente el explotado permanece sometido a la represión policial, a los
impuestos, a la represión, a la cretinización, al trabajo, a la extorsión de la
plusvalía... sea cual sea la patria en la que se encuentra encuadrado. El
proletariado no tiene patria, su interés se encuentra en la unificación de sus
fuerzas más allá de las fronteras, fuera y en contra del terreno que las
diferentes fracciones burguesas erigen para llevar adelante sus batallas
capitalistas. La victoria del proyecto comunista [y anarquista], que la clase
revolucionaria porta en sus entrañas, depende directamente de su capacidad de
imponerse como partido internacional, como fuerza apátrida, a-nacional. Esta
verdad, que afirman los revolucionarios desde que existe el asalariado, jamás
tuvo más actualidad que hoy en día, y la dificultad de imponer esa perspectiva
conduce a situaciones cada vez más dramáticas.
Lo que sucede actualmente en
Oriente Próximo es un ejemplo espantoso de la invariable y podrida unidad entre
capitalismo y guerra y de las dificultades que encuentra el proletariado para
encontrar el camino, necesariamente internacionalista, de la lucha para
destruir las clases. Sin embargo, las violentas contradicciones, que provoca
esta situación de guerra generalizada, determina a los proletarios de los
campos en presencia a buscar otras vías que aquellas en las que se trata de
encerrarlos. Esas vías conducen a la lucha directa contra "su propio"
explotador, a la lucha contra "su propia" burguesía, a no tirar
contra sus hermanos de clase, a construir redes que permitan a los soldados de
ambos campos desertar, a organizar una resistencia frente a "sus
propios" oficiales, a "su propio" estado, al rechazo de toda
guerra. Es decir, a la organización del derrotismo revolucionario.
[…]
¡No somos israelíes, ni palestinos, ni judíos, ni
musulmanes,... somos el proletariado!
La consigna que ha servido de
título a este artículo, se inspira de la respuesta mordaz que huelguistas
británicos dieron a sus propios explotadores que, durante la llamada primera
guerra mundial, los acusaban de ser cómplices del enemigo: "¡no
somos ingleses, ni alemanes, somos el proletariado!". Esta precisión
política, remitida aquí con vigor y orgullo, a la jeta de los nacionalistas
británicos, implica en una situación de guerra imperialista, un salto de
calidad esencial para el desarrollo de la revolución. No solo porque se
desolidariza con la unión nacional, y por ello contiene el enfrentamiento con
"su propia" burguesía, sino también porque cuando rechazan la
identidad nacional, con la que nuestros enemigos pretenden encadenarnos, los
proletarios afirman simultáneamente los lazos naturales que los unen a los
proletarios de otras naciones.. He ahí la esencia fundamental del derrotismo
revolucionario. Denunciar a "su" burguesía como su enemigo directo, y
enfrentarse ("no somos ingleses..."), afirmándose como clase
revolucionaria ("somos el proletariado..."), es un estímulo fenomenal
para la generalización de la lucha de clases, inclusive en el campo llamado
adverso.
Es también el reto que estas
brechas podrían contener, es decir, desarrollarse en el interior de esa unidad
nacional tan indispensable para el estado de Israel para poder continuar
asumiendo su papel de gendarme en Próximo Oriente. No hay dudas de que esos
conscriptos que se niegan a servir al ejército le resultan abiertamente molestos
al estado, pero para que sean algo más que simples "objeciones de
conciencia", relativamente soportables y encuadradas por el estado, tienen
que armarse de una perspectiva social. Una perspectiva social que no sólo
resida en la extensión de los refuzniks [soldados que se niegan a
combatir y a matar a sus hermanxs de clase], sino principalmente en el hecho de
que estos proletarios definan abiertamente su rechazo al ejército como un
enfrentamiento contra el capitalismo, como un enfrentamiento no únicamente
contra los ministros "corruptos" y los "malos" generales,
sino contra todo el sistema que los produce, contra "sus propios"
burgueses, contra el estado en su totalidad.
"No somos
israelíes...": la explotación no tiene fronteras, no podemos defender fronteras
que dirigen nuestra explotación; no tenemos intereses comunes con los burgueses
que nos explotan y que nos envían a combatir; queremos la derrota de
"nuestros" explotadores, de "nuestros" burgueses, de
"nuestro país" para abolir toda explotación y toda frontera...
"Ni palestinos...":
provocando la derrota del capitalismo allí donde nos encontremos, fomentamos
prácticamente a que los proletarios del otro campo continúen e intensifiquen su
lucha; llamamos a nuestros hermanos de clase, sometidos en el campo nacional
adverso, a reconocerse como hermanos de clase, a asociarse en los filas de
aquellos a los que llaman refuzniks, a desobedecer a sus propios
oficiales, a utilizar nuestras redes para desertar, a fraternizar con nosotros,
a utilizar nuestros propios espacios para derrotar juntos a toda la
burguesía...
"¡Somos el
proletariado!"... Nuestra identidad no es nacional, sino social, pero
somos más que obreros de la construcción en Gaza o en Tel Aviv, más que
aquellos que lanzan piedras en Palestina o que los refuzniks israelíes;
mucho más que las categorías sociológicas en las que intentan encerrarnos... En
tanto que proletarios somos más que una masa de explotados, somos un proyecto
social revolucionario que tiende a abolir toda clase social, somos el comunismo
[y la anarquía].
Sin lugar a dudas el proletariado
en Israel no tiene aún la capacidad de desarrollar una práctica revolucionaria
que se articule entorno a estas audaces formulaciones (como tampoco en
Palestina o en el resto del mundo hoy en día), pero las rupturas que hemos
saludado en este texto, por más aisladas o confusas que sean, testimonian del
desarrollo ineluctable de la contraposición a los proyectos mórbidos y bárbaros
del estado capitalista, y se van enmarcando en ese camino.
Ya lo observamos, la fuerza de
estas rupturas es que surgen del interior, que se enfrentan prácticamente a su
propio ejército, a su propio estado, a sus propias ideologías..., y todo esto a
pesar de que la claridad programática aún está dramáticamente ausente, que las
formulaciones no solo no sean lúcidas, sino totalmente inadecuadas. La vía de
la lucha de clase está trazada por el mismo desarrollo de la catástrofe
capitalista, por la incapacidad del capitalismo a ofrecer otra cosa que una
agudización de la explotación y de las guerras, y son estas determinaciones las
que obligarán al proletariado a reconocerse más abiertamente como sujeto
revolucionario, y a afirmar plenamente la abolición del estado como
perspectiva.
Si aún socialmente no es el caso,
en la actualidad ya ciertas minorías intentan, en contra de la corriente,
defender ciertos aspectos de esta perspectiva. Así, por ejemplo, un volante
firmado "Judíos contra el sionismo", distribuido el 18 de mayo de
2002 en Londres, durante una manifestación izquierdista "por los derechos
de los Palestinos", en el que "judíos" denuncian los crímenes de
"su" estado, dentro de una perspectiva mucho más global que asocian a
la abolición de todo estado:
"El sionismo es un producto
intrínseco del nacionalismo mundial, del colonialismo y del estatismo. El
sionismo, que nace en el momento en el que mundo está a punto de ser dividido y
el sistema estado-nación europeo consolidado, es el cómplice de Occidente y una
calamidad para los palestinos. La alianza sionista, con el poder y la tiranía,
no hace de él, el protector de los judíos. Colabora permanentemente con los
racistas y los asesinos para continuar la colonización de Palestina. En
oposición a esto, nosotros apoyamos a todos aquellos que buscan derrocar a ‘sus
propios’ gobiernos, a ‘sus propios’ dirigentes. Nosotros apoyamos las luchas
que buscan derrotar al estado y al capitalismo [...]. Los fundadores del
sionismo rechazan la posibilidad de vencer el antisemitismo a través de la
lucha popular y la revolución social [...]. El racismo y la opresión, que
demuestra el estado de Israel, no tiene nada de extraordinario. Las traiciones
históricas del sionismo no tienen nada de excepcional: es el lote de toda forma
de nacionalismo. Nuestro antisionismo se basa en la oposición a todo estado, a
toda frontera, a toda nación; se basa en la oposición a los dominadores y a los
explotadores del mundo enero.
¡Por una intifada global
y por la abolición de toda
frontera!"
Los campos de batalla permanentes
que constituyen los estados israelí y palestino como espacio de vida, como
utilización macabra del martirologio para alimentar sus necesidades respectivas
de carne de cañón, propulsan, cada vez más, a los proletarios a romper con la religión
de cada estado respectivo, y a designar el enemigo común.
Enemigo común que en
toda época y sea cual sea "nuestra nacionalidad" es el capitalismo,
el estado que lo estructura, el ejército que lo defiende, la burguesía que lo
encarna.
Frente a todos aquellos que
intentan canalizar nuestras revueltas anticapitalistas en un terreno nacional,
reivindiquemos alto y fuerte la bandera de los sin patria, la lucha de los sin
grado, la perspectiva internacional de una sociedad sin clases.
Desarrollemos nuestras
organizaciones sin tener en cuenta "nuestras nacionalidades".
Luchemos por la fraternización, por tomar contacto a ambos lados de la frontera
y desarrollar los vínculos militantes que permitan a los proletarios de cada
lado escapar a los oficiales, a los mollah [sacerdotes musulmanes] o a los rabinos que pretenden
enrolarnos.
¡Desarrollemos juntos la lucha
contra "nuestra propia" burguesía! ¡Demos vuelta nuestras armas y
apuntemos contra quienes nos envían a masacrarnos! ¡Desarrollemos el derrotismo
revolucionario! […]
Ayer, hoy y mañana, frente a
todos aquellos que pretenderán dividirnos, distorsionar nuestras luchas,
encontrar "diferencias" de situación para justificar mejor la
pertenencia a un pueblo específico, sea éste el "elegido" o el
"mártir", repliquemos…: "¡los capitalistas se unen contra
nosotros, unámonos contra los capitalistas!".
Grupo Comunista Internacionalista
Revista Comunismo N° 50, marzo
2003
Leer el texto completo aquí
***
Leer también "No somos argentinos, ni israelíes, ni palestinos: somos proletarios". Boletín La Oveja Negra Nº 19, julio 2014.
***
Alentamos la difusión y discusión de estos materiales por todas partes.
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Informaciones actuales
N. del E. (31.07.2014): Publicamos a continuación algunas informaciones sobre lo que está ocurriendo en palestina/israel. Advertimos y aclaramos que no compartimos para nada la posición ni la terminología allí vertidas, básicamente porque su fuente principal es la prensa burguesa internacional y, por lo tanto, carecen de un análisis de clase, histórico-materialista, dialéctico y revolucionario de la realidad. Razón por la cual recomendamos leer dicha información muy críticamente. Pero, en cambio, registran hechos y datos concretos y actuales que muestran, entre otras cosas, que es falso que todxs lxs palestinos son unxs antisemitas pro-Hamas y que todxs lxs israelíes son unos antiárabes sionistas y, por tanto, que es falso que esta es una guerra por motivos religiosos o étnicos. Más aún, aunque estas fuentes no lo digan -nunca lo van a decir-, queda claro tanto el carácter capitalista o burgués de ambos estados (palestino e israelí... al igual que todo estado en el mundo), de sus alianzas y pugnas intestinas, y de su enfrentamiento bélico o militar (sin duda asimétrico, desproporcionado); así como también la lucha de clases realmente existente en ambos lados de la frontera, no solo contra esta guerra, sino contra los estados o las burguesías de ambas naciones, y no solo recientemente, sino desde hace años.
Ahora bien, esta guerra, como toda guerra, es "la prolongación de la política por otros medios"; en este caso, tanto la burguesía israelí como la burguesía palestina (y también otros
estados tanto occidentales -estados unidos, unión europea- como orientales -rusia,
china, irán, egipto, siria-) tratan de conseguir y/o asegurar, mediante la violencia y el terrorismo estatales, objetivos geo-políticos (y geo-económicos): territorio, recursos naturales (materias primas), poder... Pero sobre todo, dado el actual contexto de crisis capitalista mundial, su objetivo principal no declarado es, por un lado, reactivar la economía mediante la industria bélica (no en vano israel, a pesar de ser un estado pequeño, es una potencia militar en esa región... como dice un periodista israelí: "no es un estado con ejército, sino un ejército con estado"); y, por otro lado, eliminar físicamente fuerzas productivas para contrarrestar la caída de su tasa de ganancia, siendo la principal de ellas la fuerza de trabajo humana que hoy se encuentra forzosamente "ociosa", desempleada, excedente, sobrante, que no produce ni consume lo suficiente (que no valoriza al capital), sino que puede ser socialmente "peligrosa" para los intereses capitalistas de ambos estados-naciones: precisamente por eso es que tienen que matarla en masa a sangre fría (a los capitalistas nunca les ha importado ni les importará las vidas humanas, a las que reducen a simples números, sino sólo las cosas-mercancías, el dinero y el poder)... En una palabra, es una guerra contra el proletariado, como toda guerra en esta sociedad... ¡Eso mismo es el capitalismo!: un sistema inhumano y asesino que se sostiene gracias a la violencia de la economía y del Estado; un sistema que depreda, explota, oprime y mata para sobrevivir; un sistema de muerte.
Lxs proletarixs que "viven" en palestina y -en menor medida- en israel tienen que soportar a diario este infierno en carne propia, y por eso mismo es que algunxs de ellxs se oponen, resisten y luchan contra "sus propios" estados y contra esta guerra -no sin debilidades, limitaciones y contradicciones-, con acciones que van desde marchas, huelgas, pedradas e intifadas (en palestina) hasta objeciones, deserciones, redes de solidaridad y apoyo mutuo, plantones y boicots al ejército (en israel). Algunas de estas acciones, a pesar del encuadramiento y la represión tanto de Hamas como del Estado sionista-fascista, ya han desbordado y enfrentado a éstos últimos. En tal sentido, los hechos y datos concretos y actuales que se encontrarán más abajo muestran que las posiciones revolucionarias frente a la guerra, a saber: la autonomía y la ruptura proletarias, el derrotismo revolucionario y el internacionalismo proletario, son reales y vigentes. Así pues, las reafirmamos aquí y ahora de manera invariante e intransigente.
Por lo tanto, y ya para terminar, lxs proletarixs revolucionarixs y sin patria de todas partes nos solidarizamos única y exclusivamente con nuestrxs hermanxs de clase (y sus familias) que luchan tanto en palestina como en israel contra "sus propios" estados o burguesías: es una solidaridad de clase, internacionalista y revolucionaria. Mientras que, por el contrario, nos desolidarizamos y más bien denunciamos y combatimos, no sólo a todos los malditos estados y sus guerras, y a los pacifistas y humanitaristas, sino a todas las izquierdas del capital (incluidos algunos sectores "anarquistas") que claman "solidaridad (crítica) con el pueblo palestino" y a favor de una "palestina libre", o sea de un estado-nación capitalista y guerrerista libre.... para explotar, oprimir y matar proletarixs. Demostrando así de qué lado de la barricada están ó, en su defecto, lo terriblemente confundidos que están y el favor que le hacen a este sistema mundial de muerte que creen y dicen criticar y combatir.
¡Guerra a la guerra! ¡Ni una sola gota de sangre por la nación! ¡Guerra a todo estado y a todo nacionalismo! Mejor dicho: ¡Ninguna guerra sino la guerra de clases, hasta abolir el capitalismo y, con éste, toda guerra!