1 de mayo de 2021

1° de Mayo: Materiales Contra el Trabajo

 

«ABOLICIÓN DEL TRABAJO (asalariado) no quiere decir abolición de la actividad humana social productiva, o sea que no hagamos nada, la holgazanería absoluta, etc. No. Esto sería imposible y absurdo, suicida inclusive, porque simplemente nos moriríamos, no sólo de hambre, sino de inactividad. Abolir el trabajo significa abolir la relación social e histórica de separación, alienación, explotación y dominio bajo la que se halla enjaulada actualmente la actividad humana productiva, a fin de liberarla, transformarla y reivindicarla como tal, es decir como actividad o praxis humana total, unitaria, integral y común: que la actividad productiva ya no esté separada de –ni aliene ni domine a– la actividad de decidir, alimentarse, crear, conocer, jugar, divertirse, cuidarse, quererse, etc. (Dauvé). Para lo cual, por supuesto, hay que abolir de modo revolucionario o comunista las condiciones que hacen posible el trabajo asalariado o la explotación: la propiedad privada, la división social del trabajo, la mercancía, el valor, el dinero, el capital…

Sobre esta base (la "comunidad de bienes", al decir de los comunistas de antaño), los seres humanos, asociados libre y comunitariamente, tendríamos control consciente y colectivo sobre las condiciones y medios materiales de vida, y por lo tanto decidiríamos qué y cómo producir según nuestras necesidades humanas para vivir (y vivir bien, no en escasez, sino en abundancia). “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. (Marx) El trabajo ya no sería trabajo, al menos no como hoy lo conocemos, y se reduciría al mínimo necesario [2], pero sobre todo no sería alienado ni explotado ni estaría separado o disociado de las demás formas de actividad y expresión humanas. El tiempo libre, la actividad creadora y las relaciones humanas serían nuestra mayor riqueza. Tal sería una comunidad humana real, donde "nuestra actividad real humana —tanto comer, habitar, como crear, disfrutar, sufrir, en definitiva, vivir— jamás vuelva a organizarse como trabajo, como subordinación de la existencia a la ganancia". [3] Y ahí sí, como decía Marx, “dejaríamos de sufrir como bestias y empezaríamos a sufrir (y gozar) como seres humanos”, y ya “no habría pintores, sino hombres que, entre otras cosas, se dedicarían a pintar” (La ideología alemana)…Por cierto, y lo decimos de una vez, éste sería el significado o contenido de las dos últimas consignas de la volante: “¡por la actividad humana libre, cooperativa, creativa, placentera y liberadora!” y “¡por un mundo sin trabajo, clases ni estado, pero con pan, tiempo libre, comunidad y felicidad reales!”...

¿Utópico? Al contrario. El comunismo, como escribió Kurz, "no se trata ni del paraíso en la tierra ni de la construcción de un nuevo ser humano, sino de la superación de las exigencias capitalistas hechas al ser humano, del fin de las catástrofes sociales producidas por el capitalismo. Ni más ni menos. [...] Incluso después del capitalismo, seguirá habiendo enfermedad y muerte, envidia e individuos despreciables. Sólo que no ya no existirá una paradójica pobreza masiva, producida por la producción abstracta de riqueza; ya no existirá un sistema autonomizado de relaciones fetichistas ni formas sociales dogmáticas. El objetivo es grande, justamente porque, medido por la exaltación utópica, se muestra relativamente modesto, y no promete nada más que liberar de sufrimientos completamente innecesarios." (Las lecturas de Marx en el siglo XXI, 2001.) Siendo precisamente el tripalium (tortura) o el trabajo el primero y el principal de tales sufrimientos.»

Nuestra (auto)crítica del trabajo - Proletarios Revolucionarios

Proletario: ¡el trabajo no te dignifica, te esclaviza! - Grupo de Desempleados Cabreados

¿De dónde proviene la palabra "Trabajo"? - Proletarios Cabreados

1° de Mayo: ¡Nada que Celebrar! ¡Abajo el Trabajo! - Comunismo o Barbarie

Fragmento de La ideología alemana - Marx y Engels

Fragmento de El Capital III - Marx

El derecho a la pereza - Paul Lafargue

El trabajo es un crimen - Herman Shuurman

La abolición del trabajo - Bob Black

Los obreros contra el trabajo - Michael Seidman

El proletariado como destructor del trabajo - Grupo Négation

Abajo el proletariado, viva el comunismo - Les Amis du Potlatch

Primero de mayo contra el trabajo - Miguel Amorós

Manifiesto Contra el Trabajo - Grupo Krisis

Lo que el trabajo nos roba. Día de robar algo en el trabajo 2021 - ChrimethInc.

1° de Mayo: Producimos nuestra ruina, arruinemos su producción - Vamos hacia la Vida 

1 de mayo: el trabajo nos enferma - Biblioteca La Caldera  (+ audiovisual)

1° de mayo: memoria y perspectivas - La Oveja Negra

«El presente

Hoy podemos estar seguros de algo que los compañeros en 1886 no podían estarlo tanto. La lucha por las ocho horas fue una lucha por la reducción de la jornada laboral en una situación en la que el capitalista ganaba más haciendo trabajar más tiempo a sus empleados. Los avances tecnológicos y organizativos hicieron que se pueda producir cada vez más en menos horas. Nos indignamos por la situación de aquellos que trabajaban y aún hoy trabajan más de ocho horas, pero no nos sensibiliza de igual forma que alguien trabaje menos de ocho horas bajo modalidades que destruyen cualquier cuerpo humano.

Si bien las categorías básicas del Capital permanecen –valor, trabajo, salario, mercancía, propiedad privada, Estado– mucha agua ha pasado bajo el puente. Las fábricas ya no son el centro de la sociabilidad capitalista, la composición de la clase proletaria no es la misma que antaño, el patrón dólar-oro ya no existe y las culturas proletaria y burguesa se encuentran prácticamente indiferenciadas.

El fin de los “años dorados” supuso la transformación del proletariado en general y una crisis del movimiento obrero en particular. La centralidad del trabajo en la industria y el lugar de la fábrica fue puesta en cuestión e implicó que el obrero industrial ya no fuera visto como el principal protagonista, ni mucho menos como la vanguardia de su clase. Esto significó que toda la experiencia acumulada en base a unas condiciones de trabajo que hacían posible la proliferación de grandes huelgas en los lugares de trabajo, prácticas de sabotaje, rompimiento de máquinas o herramientas, organizaciones de grandes contingentes de hombres y mujeres que compartían la cotidianeidad laboral en el mismo espacio, a veces incluso la vida en el mismo barrio obrero, no sea reproducible bajo las nuevas condiciones.

Evidentemente, estas dieron pie a nuevas formas: cortes de rutas para impedir la circulación de mercancías cuando miles de desocupados ya no pueden impedir la producción, por ejemplo. Por otra parte, y coincidentemente, a partir de ese momento la industria y el progreso capitalista dejaron más que nunca en evidencia la devastación que suponían para el planeta y para quienes lo habitamos. Comenzaron a gestarse cada vez más movimientos contra los efectos nocivos de la producción hacia la salud y el ambiente. Pero el abordaje de nuevas problemáticas o, mejor dicho, el abordaje de problemáticas históricas como novedad no necesariamente desembocan en la crítica y la lucha anticapitalista. Si bien las reivindicaciones salen masivamente de la esfera del trabajo para poner en cuestión diferentes aspectos de la reproducción social en su conjunto, se ha mantenido en la mayoría de los casos una perspectiva que parte de los niveles de la integración de antaño.

El retorno a los inicios del movimiento obrero o del Estado de bienestar no es deseable ni posible. Las luchas del pasado nos inspiran de cara al futuro, pero debemos quitarnos el lastre de la nostalgia progresista.

Hoy el Capital continúa pauperizando nuestras condiciones de vida. La extensión de la informática a cada vez más esferas del trabajo y de la sociabilidad en su totalidad junto a las medidas de aislamiento, profundizan la difícil situación a la que tenemos que hacer frente los proletarios y proletarias en nuestro día a día, y que debemos analizar a la hora de organizarnos si queremos transformar la realidad.

¿Cómo llevar a cabo la resistencia, incluso el más mínimo sabotaje, cuando todas las herramientas son nuestras y el lugar de trabajo es donde vivimos, cuando los niveles de desocupación crecen día a día, cuando no nos podemos encontrar con nuestras compañeras de trabajo más que a través de una pantalla, cuando las horas del día no parecen tener fronteras entre trabajo y no-trabajo, cuando la represión en las calles está legitimada por el discurso del “cuidarnos”? Son algunas de las preguntas que nos hacemos este primero de mayo.

La reestructuración capitalista produce el declive de la identidad obrera y la explosión de múltiples identidades, algunas de ellas vinculadas a las nuevas formas de lucha proletaria.

Las revueltas desatadas en diferentes partes del mundo en las últimas décadas, así como los “nuevos movimientos sociales”, a pesar del carácter interclasista y ciudadanista que observamos en muchas ocasiones, dejan en claro la persistencia de la lucha de clases. Al mismo tiempo nos advierten del carácter diverso que el proletariado tiene y ha tenido. La centralidad de la reproducción social en las luchas nos recuerda que la revolución debe implicar bastante más que la certeza de tener techo y comida. Debe atender, no solo como punto de llegada sino de partida, la denominada cuestión de género, lo racial, la sexualidad, la familia, la naturaleza de la cual formamos parte.

En las revueltas de nuestro tiempo, hoy atravesadas por la declaración mundial de pandemia, está muy claro que no hay una perspectiva de gestionar el objeto de las protestas. Solo los civilizadores progresistas proponen nacionalización, gestión obrera, referéndum, cambios en la administración capitalista. Pero no hay un mismo proyecto que tanto proletariado como burguesía deberíamos defender, gestionándolo de diferentes maneras. No se trata de una guerra de un bando contra otro para administrar y gestionar esta sociedad, sino de luchar contra el Capital en tanto que sociedad, que relación social.

El capitalismo, por sus propias contradicciones internas, no puede mejorar nuestras condiciones de vida. Por otra parte, esta conflictividad social tiende además a sincronizarse porque las medidas de austeridad en épocas de crisis son globales, porque el aumento de la explotación y el empeoramiento de las condiciones de vida no son un problema nacional o de políticas neoliberales. Ni los burgueses eligen este escenario ni los proletarios en lucha elegimos el nuestro. Las fuerzas ciegas de la economía nos han traído hasta acá. Ahora es importante saber qué hacemos, no de cara al futuro ¡sino lo que ya estamos haciendo!

Cada contexto produce condiciones diferentes para la revolución y genera contradicciones (materiales, no morales; sociales, no individuales) particulares. Estas pueden hacernos importantes señalamientos acerca de la sociedad capitalista y su superación, pero la revolución finalmente dependerá de lo que podamos hacer en tanto clase. La lucha es inevitable y necesaria, nos transforma y buscamos transformarla en una definitiva. Nuestra preocupación es que la lucha de clases sea capaz de producir algo más que su propia continuación.

Por esto confiamos en que es tan importante no solo participar sino también comprender, estudiar y debatir el desarrollo de las luchas del presente. Porque en las posibilidades y condiciones de estas luchas, en sus críticas y rupturas, se delinea el horizonte revolucionario del presente

Acto 1° de mayo 2021 anticapitalista, internacionalista, revolucionario (audio) - Biblioteca Alberto Ghiraldo

26 de abril de 2021

La abolición del valor como base o fundamento del comunismo vs. el capitalismo de Estado llamado "socialismo"

 
El comunismo no sólo radica en la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y de la plusvalía, como plantea el marxismo tradicional y como supuestamente lo "logró" esa producción cooperativa de mercancías y capitalismo de Estado llamado "socialismo" (URSS, China, Yugoslavia, Corea del Norte, Cuba, etc.)

El comunismo radica fundamentalmente en la abolición del valor, entendido como relación social enajenada, cosificada, mercantilizada y de clase. En otras palabras, el hecho de que la actividad social humana adopte la forma alienada/alienante de trabajo (abstracto) y de mercancía (cuyo equivalente general es el dinero), y de que estas relaciones entre personas adopten la forma alienada/alienante de relaciones entre cosas, como si estas tuviesen vida y poder propios (lo que Marx denomina fetichismo de la mercancía). La explotación asalariada o la extracción de plusvalía, que la produce sin paga el proletariado y se la apropia gratuitamente la burguesía, en realidad es consecuencia y parte de esta relación histórica y social llamada valor. Relación de clase cuya abolición es la clave del comunismo, entendido como nueva y superior forma de relación social que emerge de las entrañas de la forma social e histórica capitalista, mediante su propio desarrollo contradictorio que es inseparable de la lucha de clases.

Por eso Marx empieza El Capital con el análisis crítico de la mercancía y del valor. Y por eso dijo que tal obra fue un proyectil lanzado directo a la cabeza de la burguesía del cual no podría recuperarse jamás. Por su parte y por el contrario, la mayoría de marxistas -salvo honrosas excepciones desde Rubin hasta Kurz- siempre "olvidaron" e incluso despreciaron olímpicamente el Capítulo I de El Capital

Sin embargo, debido a determinadas condiciones históricas y materiales que hoy en día ya están maduras y hasta en descomposición (desarrollo de las fuerzas productivas, de la socialización capitalista y del mercado mundial; subsunción o dominación total del Capital sobre el trabajo y la vida cotidiana;
crisis del trabajo y crisis ecológica; autoorganización de los trabajadores; rechazo del trabajo, del mercado y del Estado, etc.), las revoluciones proletarias del siglo XIX y del siglo XX no realizaron a cabalidad el comunismo, es decir no abolieron el valor. Por eso sigue en pie la sociedad de clases, la burguesía y su Estado, a pesar de su catástrofe y su putrefacción. El "socialismo realmente existente" y el marxismo-leninismo fueron copartícipes "desde la izquierda" de este desarrollo catastrófico y "modernización reparadora" del capitalismo histórico-mundial, y no de la revolución comunista mundial.

He aquí, por tanto, la principal tarea pendiente de las revoluciones proletarias del siglo XXI: la abolición del valor... y de toda la civilización que se ha edificado sobre tal base.
 
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13 de abril de 2021

Breve psicología de masas del triunfo electoral del banquero Lasso en la hacienda Ecuador

Tomado de Locura Proletaria, Quito, abril 2021

El banquero ladrón del feriado bancario de 1999 y apoyador de la brutal represión estatal de la revuelta de octubre de 2019, Guillermo Lasso, fue elegido democráticamente como nuevo presidente de esta hacienda  capitalista llamada Ecuador, este domingo 11 de abril del 2021. Si bien el porcentaje del ausentismo electoral y del voto nulo fueron "récord"[*] y el porcentaje de Arauz fue considerable, las masas votaron mayoritariamente por Lasso el banquero, el burgués, el explotador, el enemigo de clase, más por trauma y odio al correísmo (gobierno explotador, corrupto y represor, igual que todo gobierno) que por el programa político del candidato de la derecha empresarial tradicional. Las masas de este país, pues, sufren -¿o gozan?- de amnesia histórica (tanto del feriado bancario de 1999 como de la revuelta de octubre de 2019); quieren trabajar y trabajar para consumir hasta morir (aunque hacer esto ahora sea objetivamente más difícil, dado el alto índice de desempleo y subempleo existente); odian a su antiguo amo, patrón y padre autoritario (Correa, el "socialista del siglo XXI" igual de ladrón, mentiroso y represor que cualquier otro capitalista en el poder), pero en cambio quieren un nuevo amo, patrón y padre autoritario (Lasso, el banquero ladrón, socio de la mafia socialcristiana, neoliberal y proimperialista); y también quieren ser como él o al menos parecérsele, porque es "trabajador, emprendedor y exitoso" y porque busca "la paz social y el progreso". En fin, dado que el Estado es el resumen institucional oficial de la sociedad y no un ente separado de ella, psicosocialmente hablando el triunfo de Lasso en estas tierras representa el lado esquizofrénico y masoquista del deseo gregario en un contexto predominantemente contrarrevolucionario y, más concretamente, de crisis, pandemia y contra-revuelta. (Este tipo de contexto es, de hecho, la base material que explica el porqué de este tipo de psicología de masas.) O también, representa los azotes de la dictadura burguesa llamada democracia resonando sobre las espaldas de la clase trabajadora derrotada y ciudadanizada, domesticada, con patriótico y religioso autoflagelo incluido, tal como en una procesión de semana santa. Por cierto, en las masas está incluida -aunque lo niegue- la mal llamada "clase media", que en realidad es clase trabajadora con título profesional, con empleo pero que vive a punta de crédito y deudas, imbuida de arribismo, conservadurismo, esquizofrenia tapiñada y siglos de colonialidad. Así de enferma se encuentra la sociedad capitalista en esta parcela del planeta: la democracia en la cual las masas este domingo acaban de elegir como su presidente a un banquero que ya les robó y les dejó en la calle años atrás, es la misma democracia en la cual hace apenas más de un mes se dio la masacre dentro de las cárceles (lumpenproletarios matándose entre sí por orden de sus lumpenburgueses) y sus videos gore circulando en redes sociales junto con comentarios fascistas por parte de ciudadanos de bien (quienes de seguro también votaron por Lasso).

 ¿Será que las masas reaccionan con una nueva revuelta cuando el banquero las haga más mierda otra vez, a punta de privatizaciones, flexibilizaciones, paquetazos y hasta con nuevo feriado bancario y nueva oleada migratoria al extranjero? ¿A punta de terror de Estado cuando estallen nuevas protestas en las calles? (¿O será que desearán incluso algo peor, como una dictadura militar, tal como hace dos años lo desearon las masas en Brasil, por lo cual -entre otras razones- ganó democráticamente Bolsonaro? Cuidado con el lado perverso del deseo gregario...) Medidas antiproletarias todas éstas que no dependen de la ideología y la política económica de tal o cual gobierno en particular, sino que es lo que la actual crisis capitalista internacional le exige hacer a todo gobierno en general (si hubiese ganado Arauz, tarde o temprano tendría que hacer lo mismo, como lo hizo Correa). Pero la respuesta proletaria contra tales medidas también existe, como lo demostraron las revueltas del 2019. Y el FMI prevé una nueva oleada internacional de estallidos sociales para el 2022. Entonces ¿Octubre volverá, y recargado? Hasta que eso pase -si es que pasa-, a las masas nos toca seguir sobreviviendo en cada vez peores condiciones, tanto material como psíquicamente hablando. (Esto es más realista que una "ofensiva popular contra el neoliberalismo", como salieron a decir algunas organizaciones de izquierda no electoral el mismo domingo.) Pero aun así, este domingo las masas votaron por el banquero Lasso, como diciendo "te odio Correa y me vengo de tí simbólicamente votando por Lasso" y, al mismo tiempo, "pegue no más, patroncito", mejor dicho, "robe no más, banquerito" (los bancos nos roban todos los días en cada transacción), siga no más robando y gobernando (Lasso ha sido parte del gobierno de Mahuad y de Moreno), como si les “valiera verga” la vida o como si quisieran morirse de una vez (de coronavirus, de depresión o de hambre, pero morirse) o en, su defecto, creyendo que un banquero puede ser “Papá Noel” o “Jesucristo, Nuestro Salvador”… Asesinato simbólico del padre, síndrome de abandono, complejo de Electra, síndrome de Estocolmo, esquizofrenia, masoquismo, pulsión de muerte, deseo enajenado, idealización y paternalismo/clientelismo en un solo acto masivo, mejor dicho, de rebaño... Siga no más robando y pegando estos cuatro años siguientes, “taita amo patrón” Lasso, hasta que, como cuando se vira la tortilla, después de que el presidente banquero haya robado millones y millones de dólares a costa del trabajo ajeno y el sufrimiento de millones y millones de trabajadores y sus familias -creer que no lo va a hacer es como pedirle a la araña que no se coma a las moscas-, la misma gente ya no lo soporte en su bolsillo, su barriga, su garganta y su cabeza. Porque algún rato la explotación y la opresión es algo que se siente en el cuerpo (social) y éste reacciona. La historia reciente -feriado bancario de 1999 y revuelta proletaria del 2000- nos dice que ese es un escenario posible, por aquello de que "la historia se repite dos veces: una como tragedia y otra como farsa" (Marx, El 18 Brumario), o viceversa. Al parecer, "la pedagogía de la praxis" de las masas también incluye aquello de que "la letra con sangre entra", y en varios "rounds" o ciclos históricos. Así como también incluye la necesaria autocrítica despiadada, como el presente texto.

 No idealicemos, romanticemos, infantilicemos ni victimicemos al proletariado o al "pueblo". Las masas también se equivocan y aprenden de los errores, en carne propia y con cabeza propia, así sea después de muchos años o varias generaciones. Se equivocaron al sentarse a negociar en la revuelta de octubre de 2019 y se equivocaron al participar en elecciones presidenciales este año. Y esto es algo que hay que asumirlo y "trabajarlo", criticarlo y superarlo, asimismo en carne propia y con cabeza propia. Negarlo sólo reproduce y prolonga el problema de fondo: la capacidad de autoemancipación de las masas proletarias -que no en vano son la aplastante mayoría de la sociedad- boicoteada por su propia capacidad de autoenajenación y auto-opresión, en determinadas condiciones materiales históricas y sociales. Problema cuyas condiciones son detentadas y ejercidas por la burguesía en tanto clase dominante, porque debajo de sí tiene una clase dominada que le permite ser tal. Como en toda relación de poder, si hay un dominante es porque hay un dominado. Si hay un explotador es porque hay un explotado. Por eso mismo, donde hay dominación hay resistencia, donde hay explotación hay conflicto, donde hay miseria hay rebelión. Los dos polos de esta conflictiva relación de clase se implican, se reproducen y dependen mutuamente. Capital y Trabajo, y sus personificaciones sociales: burguesía y proletariado, conforman una unidad o totalidad social concreta, histórica y cotidiana, como en la relación amo-esclavo. (Relación que, políticamente y sobre todo en coyunturas electorales, se traduce en una bidireccional e insana relación paternalista/clientelar. Ejemplo concreto: el banquero Lasso ofreciendo trabajo y regalando alimentos en barrios populares y comunidades indígenas, a cambio de votos. Así como también hubo unos pocos barrios y comunidades que lo rechazaron incluso a piedrazos.) Por lo tanto, no se puede abolir el uno sin abolir el otro y, más concretamente, no se trata de "liberar al Trabajo" sino de liberarse del Trabajo para liberarse del Capital y del Estado. Por lo tanto, la revolución social no consiste en "la toma del poder" ni en "la autogestión" de la sociedad capitalista por parte del proletariado o la clase trabajadora, sino, por el contrario, en la autoabolición del proletariado, entendido como la contradicción viviente que sostiene y motoriza a toda esta sociedad burguesa. Porque la lucha de clases es el motor dialéctico del desarrollo, la crisis, la reestructuración y también de la posible destrucción/superación revolucionaria del capitalismo. Y, sobre todo, porque abolido el esclavo -el proletariado-, abolido el amo -la burguesía-; es decir, porque así quedaría abolida la relación de clase y, sobre esta base pero de manera inseparable, quedaría abolida también toda otra forma de opresión y explotación actual (de sexo, género, "raza", nacionalidad, edad, especie, etc.). Lo cual implica y exige necesariamente -junto con la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción y distribución, de la producción mercantil y del Estado- la autocrítica y autotransformación integral de la humanidad proletarizada en el sinuoso y tortuoso camino de la lucha por sus necesidades materiales y vitales contra las necesidades fetichistas y psicópatas de explotación y acumulación por parte del Capital y su Estado; esto es, la autocrítica y la autotransformacion del -heterogéneo y dividido- proletariado al calor de la misma lucha de clases y la revolución social. Sin lo cual, no es posible su autoemancipación y su autoabolición, es decir no es posible la revolución. Este tipo de autocrítica es, de hecho, parte de no idealizar y no victimizar al proletariado, sino de recordarnos que somos responsables y capaces de nuestra propia emancipación, así esto nos "cueste" generaciones.

 Entonces, que el catastrófico desarrollo del capitalismo y la lucha de clases real hagan lo que tengan que hacer, para ver si así las masas proletarias dejan de pelear por los intereses de sus patrones y amos de derecha y de izquierda por igual, dejando a la par de creer en salvadores y representantes de todo tipo; y empiezan de nuevo a confiar sólo en sus propias fuerzas para producir y controlar sus propias vidas, sin necesidad de Estado ni de mercado, de jefes ni de intermediarios económicos ni políticos, mediante su autoorganización asamblearia y territorial que se haga cargo de, y transforme en la marcha, todos los asuntos de la vida cotidiana de las masas. Las revueltas, insurrecciones y comunas proletarias de hace dos años en todas partes demostraron que esto sí es posible. Reiteramos: sólo el mismo desarrollo catastrófico del capitalismo y la lucha de clases real pueden producir tales condiciones y situaciones. Porque, histórica y estructuralmente hablando, el capitalismo contiene contradicciones mortales y produce su propio sepulturero. Y porque el comunismo no es una ideología ni una utopía, mucho menos ese capitalismo de Estado que fue la URSS y China, sino "el movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual" (Marx, La Ideología Alemana), el movimiento práctico que tensiona y subvierte las condiciones existentes. La "conciencia de clase", actuando como fuerza material social, es consecuencia y no causa de ello, contrario a lo que piensan, dicen y hacen las variopintas vanguardias iluminadas y "concientizadoras" de izquierdas, que en realidad también luchan por ser los nuevos representantes, organizadores y jefes de sus "liberados". Por su parte y por el contrario, la autodeterminación y la autorregulación colectiva e individual son características de un organismo social sano -entendiendo por sano lo desalienado o lo libre de alienación-: la comunidad material de los individuos libremente asociados o el comunismo en anarquía; más aún si proviene espontánea, caótica, contradictoria e impuramente del antagonismo, la ruptura y la autoliberación de un organismo social vivo pero putrefacto como lo es este sistema de enajenación, explotación, dominación y muerte. La nueva sociedad sin clases ni Estados sólo puede ser el resultado de este movimiento social de carácter contradictorio e impuro, histórico e internacional, impersonal y anónimo. Decimos impersonal y anónimo, ya que el movimiento revolucionario del proletariado es el movimiento de los nadies y los sin nada que perder que lo queremos todo para disfrutarlo en común porque, a fin de cuentas, "todo es de todos": sí, el proletariado ha producido todo lo que existe y, por tanto, todo debería pertenecerle y ser para su disfrute... Sin duda, todavía estamos lejos de la revolución social que acabe con el capitalismo y la sociedad de clases. Pero, al mismo tiempo y dialécticamente, sólo la lucha de clases real y su devenir es el camino para ello y quien tiene la última palabra. Sí, el proceso y el devenir de la lucha de clases real es lo esencial y lo determinante en la historia. Hasta entonces, a las masas nos toca seguir luchando por la sobrevivencia diaria en cada vez peores condiciones. Lo cual, desde luego, es y será una bomba psicosocial de tiempo cuyo desenlace es incierto.

Nota bene: La única manera de realmente comprender y transformar la realidad es aceptarla tal cual es y no como creemos ni como quisiéramos que fuera. El principio de realidad o de inmanencia es revolucionario, por más que sorprenda, perturbe, escandalice, incomode, moleste, choque y/o duela. (Dos ejemplos: el lado perverso y la fuerza material del deseo gregario, así como también la capacidad de autoemancipación integral de las masas y los individuos.) En este último caso, es un dolor que libera del autoengaño. La psicología de masas, iniciada por el psicoanalista anarquista Otto Gross y el freudomarxista Wilhelm Reich, forma parte de este horizonte-camino revolucionario y, por lo mismo, marginal y a contracorriente, más aún en estos tiempos y en estas tierras. Lo cual, sin embargo, no impide que unos proletarios lo reivindiquemos, lo sostengamos y lo comuniquemos al resto de proletarios -de esta y de nuevas generaciones- para su reflexión, discusión y acción autoemancipatoria. 


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[*]  Sobre el porcentaje "récord" del voto nulo y del ausentismo en las recientes elecciones presidenciales de la hacienda Ecuador, huelga decir que, si bien es un síntoma de malestar frente a la farsa electoral e incluso frente al orden establecido, no es garantía de que ese malestar se esté (auto)politizando en una dirección revolucionaria, es decir en una dirección comunista y anárquica de masas. Ni siquiera en la revuelta de octubre de 2019 fue así. Peor ahora. Para nada. Las masas siguen luchando a diario por su sobrevivencia material y psíquica en cada vez peores condiciones; pero, al mismo tiempo, siguen creyendo en representantes y salvadores de todo tipo, es decir siguen engordando a su autoenajenación y su auto-opresión en beneficio de la clase dominante. 
Algunos conocidos de izquierdas dicen, con ingenuidad y optimismo, que es decidor, positivo y esperanzador que "un tercio de la población" de esta hacienda capitalista no haya votado por Lasso ni por Arauz... pero igual votó. Incluso dicen que esto es un "rechazo de las elecciones burguesas" y que "el voto nulo se está organizando en los sectores populares". Falso. El voto, aunque sea nulo, sigue siendo voto, el acto democrático y ciudadano por excelencia. El voto nulo no rompe ni desborda las reglas de juego de la dictadura de la burguesía y su Estado llamada democracia; al contrario, las reproduce, en este caso, "desde abajo y a la izquierda". Con y sin voto nulo, con y sin elecciones, el Estado democrático burgués sigue siendo el monopolio de la decisión y la dictadura de los ricos sobre los pobres. 
La realidad aquí y ahora es que, en un contexto de crisis, pandemia y contra-revuelta, el proletariado está derrotado, ciudadanizado, domesticado y sigue brillando por su ausencia en tanto sujeto autónomo, antagonista y revolucionario, por más que haya organizaciones-vanguardias de izquierda que "se saquen la madre" haciendo "trabajo de base" y de "concientización", para llegar a ser sus nuevos "libertadores" y opresores de izquierda, imitando ese capitalismo de Estado del siglo XX mal llamado "comunismo". Porque no se trata de cambiar de amo, sino de dejar de tenerlo, recuperando el control sobre nuestras vidas y las condiciones que las hacen posibles. La emancipación de los trabajadores -mediante la autoorganización, la acción directa, la solidaridad, la insurrección y la comunización- será obra de los propios trabajadores o no será obra de nadie. 
Por lo tanto, no hay que hacerse falsas expectativas con ese "tercio de la población" que democrática y ciudadanamente votó nulo y que no votó, ni mucho menos con los otros dos tercios de la población que democrática y ciudadanamente votaron por el correísta Arauz y por el banquero Lasso -ahora presidente-, por más que choque y duela admitir esta cruda y adversa realidad. Las masas están luchando a diario por la sobrevivencia alienada, no por la revuelta ni menos por la revolución (no en vano Lasso representa al "empleador" que "nos va a dar trabajo"). La revolución está en otra parte y todavía está lejos, por más que hoy sea más necesaria que nunca. Desgarradora contradicción de este período histórico.
Sin embargo, el mismo desarrollo catastrófico del capitalismo y la lucha de clases real harán lo suyo para que ya no lo esté o, al menos, no tanto. En la historia se ha visto situaciones en que los látigos de la contrarrevolución hacen andar a los caballos de la revolución. Una dictadura democrática empresarial como la de Lasso sin duda será contrarrevolucionaria a tope. Y el FMI prevé una nueva oleada internacional de estallidos sociales para el 2022. Pero sólo la lucha de clases tiene la última palabra y, más concretamente, lo que la clase proletaria haga o no por su propia emancipación en tales situaciones.

12 de marzo de 2021

Contra la dictadura democrática de la burguesía, el oportunismo electoralista-reformista y más allá del voto nulo

Análisis y posicionamiento comunista-anárquico sobre la coyuntura electoral actual en la región ecuatoriana

Contenido:
  • La izquierda indígena del Capital participa en la pugna política interburguesa y refuerza el Estado capitalista blanco-mestizo
  • La clase trabajadora de la ciudad y del campo: entre la sobrevivencia diaria, la desmovilización social, el "mal menor" y retomar las protestas contra toda la catastrófica situación actual
  • ¿"Defender la democracia"?
  • Más allá del voto nulo, las elecciones, la democracia, el Estado y el capitalismo: revuelta e insurrección proletaria, asambleas territoriales, "autogobierno" antimercantil de masas y comunización
Resumen:

«En este escenario electoral antecedido por las protestas sociales en plena pandemia del año pasado y la revuelta de octubre del 2019, la izquierda juega el papel de bombero o apagafuegos, como siempre: de allí que es la izquierda del Capital o el brazo izquierdo del Estado capitalista. En efecto, en esta coyuntura, Conaie-Pachakutik está participando de una pugna política interburguesa bajo el paraguas de “luchar contra el fraude electoral” y de “defender la democracia y el voto popular”. Por lo que, en términos estructurales, Conaie-Pachakutik está defendiendo y reforzando la dictadura democrática de la burguesía y el Estado capitalista: el enemigo mortal de siempre del proletariado, tanto mestizo como indígena, aquí y en todas partes. Esta es -vale recalcar- la izquierda del Capital siendo la izquierda del Capital, aunque se vista de poncho rojo o de wipala, aunque sea indigenista de partido leninista o pachamamista de ONG o de algún GAD, aquí y ahora, en la hacienda Ecuador o Absurdistán Ecuatorial del siglo XXI. Denunciarla y rechazarla como tal es lo mínimo que algunos proletarios en lucha sin partido de esta región podemos hacer. [...]

A pesar de esta situación de temporal reflujo de la lucha de clases, y de que seamos minoría a contracorriente, una fracción del proletariado de estas tierras tenemos claro que para luchar realmente contra el sistema no se trata de luchar “contra el fraude electoral”, sino de luchar contra toda la farsa electoral, contra las elecciones. ¿Por qué? Porque las elecciones son un show político (y mediático) donde la gente de a pie en realidad no elige ni decide ni cambia nada de lo fundamental: gane el candidato que gane (en este caso, Lasso o Arauz), los proletarios siempre perdemos, porque seguimos estando jodidos, seguimos siendo pobres, explotados y oprimidos, sin poseer el control real sobre nuestras propias vidas. Después de “elegir al nuevo presidente” y después de los cuatro años que dura el “nuevo gobierno”, por más de izquierda que sea, seguimos siendo esclavos asalariados y ciudadanizados, más precarizados, endeudados, enfermos y violentados que antes, pero aún creyendo que somos libres e iguales que los burgueses; mientras éstos, sus políticos y sus sicarios uniformados siguen gobernando la sociedad y burlándose de nosotros por seguir reproduciendo material e ideológicamente en la vida cotidiana su dictadura burguesa, mercantil y espectacular llamada democracia, de abajo arriba y de arriba abajo, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda por igual. 

Por lo tanto, para luchar realmente contra el sistema, no se trata de luchar por el “mal menor” ni por cambiar de amo (incluso si es de izquierda e indígena); es decir, no se trata de derrocar un gobierno para poner otro gobierno, como ya ha pasado en este y otros países en las últimas décadas. Al contrario y más allá de ello, se trata de luchar por no tener ningún gobierno y por recuperar el poder, no sobre el Estado -al cual hay que destruirlo-, sino sobre nuestras vidas, reapropiándonos de los medios de producción y de decisión de las mismas, y construyendo nuevas relaciones sociales y formas de vida. 

Lo cual, sin lugar a dudas, no se consigue mediante las urnas, las elecciones, los partidos, los representantes y los gobernantes, por más de izquierda que sean. (Tampoco se trata de reivindicar la lucha armada por la lucha armada, como hacen algunas organizaciones de “extrema izquierda”, ya que no es más que la otra vía hacia el mismo objetivo reformista de “tomar el Estado y redistribuir la riqueza”. La necesaria violencia revolucionaria es otra cosa y otro tema.) La recuperación del poder sobre nuestras vidas sólo se consigue mediante la acción directa y la autoorganización asamblearia de las masas, a fin de asumir y resolver todos los problemas de nuestra vida cotidiana, sin intermediación mercantil ni estatal, sobre la base de la propiedad, la decisión, la producción y la distribución comunes de todo para todos (desde la comida, la vivienda, los cuidados, la salud, la educación, la comunicación y la autodefensa hasta el tiempo libre, las relaciones amorosas, la ética, el arte y la ecología… la vida). [...]

Después de todo lo hasta aquí dicho, está claro que defender la democracia es defender la dictadura de los ricos y poderosos sobre nosotros los explotados y oprimidos de la ciudad y el campo. Sí: la democracia es la dictadura de la propiedad privada, la mercancía, el dinero, la explotación asalariada, el terrorismo patronal y el terrorismo de Estado, el patriotismo, la guerra y la paz de los cementerios, los hospitales y las cárceles, al mismo tiempo que de los centros comerciales, la publicidad y las “redes sociales”. [...]

 
Por lo tanto, quien defiende la democracia, como lo está haciendo Conaie-Pachakutik, defiende todo este sistema capitalista putrefacto pero reinante, que hoy más que nunca es un infierno y un mierdero. Y no se trata de cambiarle de apellido a la democracia (“democracia directa, obrera, socialista”, “revolución de nueva democracia”, etc.). Porque mientras no se destruya y no se supere las estructuras económicas, sociales, políticas e ideológicas capitalistas, la democracia sólo es y puede ser capitalista; sólo es y puede ser la dictadura del Capital y el Estado sobre el proletariado.  
 
En consecuencia, la lucha contra el capitalismo y el Estado implica la lucha contra la democracia. La anarquía o, lo que es lo mismo, la acracia comunizadora de las masas (ver abajo) no sólo es un fin, sino también un medio o método de lucha del proletariado para su autoemancipación. Método y objetivo que no nos acabamos de “inventar”, sino que realmente ha existido como hecho histórico en situaciones revolucionarias, y que hoy en día reaparece como posibilidad histórica al calor de las últimas revueltas. [...] 

Una manifestación a corto plazo de esto [la autonomía o independencia de clase] puede ser el voto nulo masivo. Pero sería una manifestación que todavía se encuentra encerrada en la lógica electoral, democrática, ciudadana o burguesa, además de todavía ser pasiva y dispersa (por cierto, la Conaie, en una nueva maniobra oportunista, dado que su candidato no pasó a segunda vuelta, acaba de declarar que va a “impulsar el voto nulo ideológico para la segunda vuelta electoral”). Por lo tanto, hay que ir más allá del voto nulo, masivamente también, aunque al inicio esto sólo comience por parte de unas minorías o fracciones de los oprimidos y explotados. ¿Cómo? Reactivando la agitación, la autoorganización y la acción directa tanto dentro del mismo proletariado como contra la burguesía y el Estado, contra sus medidas económico-políticas que atentan contra nuestras vidas, mediante protestas que a su vez sean el germen de un nuevo estallido social, de una nueva revuelta, y que ésta, a su vez, devenga insurrección y revolución. Autoagitación como clase para la autoorganización de las luchas contra el enemigo de clase hasta desbordarlo y derrumbarlo. 

Decir autoorganización no es poca cosa y no es sólo un principio abstracto. “La autoorganización es el primer paso de la revolución”. Porque la autoorganización rompe con la lógica de fondo de las elecciones, la democracia, los sindicatos, los partidos y los gobiernos, que es la lógica de la representación y la enajenación del propio poder sobre nuestras vidas y nuestras luchas. Practicar la autoorganización de clase, entonces, sería un paso hacia adelante para romper con las intermediaciones y representaciones de todo tipo (incluidas las de izquierda); para fortalecer la independencia de clase y su acción directa; y, en última instancia, para recuperar el poder sobre nuestras vidas, suprimiendo y superando nuestra condición misma de gobernados y explotados. 

El reto está, pues, en romper la desmovilización, la desorganización y la representación actuales, autoorganizándonos o autoasociándonos como proletarios, en nuestros espacios cotidianos concretos, para luchar por nuestras necesidades vitales. Y luego, en pasar de una autoorganización defensiva a una autoorganización ofensiva que dé un salto dialéctico en la lucha de clases y la revolución social, para poder detener la catástrofe capitalista en curso: la autoorganización proletaria -en forma de comunas, soviets, consejos o asambleas- para la autoabolición del proletariado y la sociedad de clases.

Claro está, todo esto sólo tiene lugar en situaciones de revuelta, insurrección y revolución. Por eso mismo hay que “preparar” la revuelta y la revolución, practicando desde ya la autoorganización en las luchas defensivas o reivindicativas frente al terror económico, sanitario y policial de la clase patronal y su Estado. Cuestionando, desbordando, rompiendo y superando todo lo que sea necesario cuestionar, desbordar, romper y superar en el camino, tanto del enemigo de clase como dentro de nuestra propia clase. [...]

“Defender la democracia” es defender la dictadura
de los ricos y poderosos sobre los explotados y oprimidos.
Defendamos la revuelta proletaria de octubre frente a la cooptación
oportunista, electoralista y reformista.
Combatamos la farsa electoral y vamos más allá del voto nulo.
Luchemos por recuperar el poder sobre nuestras vidas
mediante la autoorganización, la acción directa y el apoyo mutuo.
Por la reactivación de las protestas y el regreso de la revuelta,
la insurrección y la autoorganización asamblearia de masas
en contra y más allá de la democracia, el Estado y el capitalismo.»
 
Proletarios Cabreados
Quito, marzo 2021

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Leer Primera Parte: Contra las elecciones y más allá del voto nulo. Algunas reflexiones teóricas sobre por qué y cómo insurreccionarlo y comunizarlo todo