“No puedo respirar”. Ninguna frase podría haber resumido mejor la situación que el proletariado en EE.UU. ha estado atravesando desde el comienzo de la pandemia. Pronunciada por George Floyd cuando un policía lo estaba asfixiando hasta la muerte, se convirtió en la expresión de una revuelta que se ha extendido por todo Estados Unidos en menos de una semana.
No hay indignación suficiente para abolir la policía. Ni caridad para acabar con el hambre. Ninguna ley puede poner fin a este orden social. Así que el movimiento no preguntó. Los insurgentes usaron la fuerza/ Los incontrolados usaron la fuerza. Quemaron la comisaría del policía asesino. Saquearon supermercados por todas partes. ¡Los medios de comunicación nos insultan –la gente dijo –, vamos a quemar la CNN! ¡La policía nos oprime, hagámosles huir!
Lo que ayer parecía impensable, hoy se ha convertido en posible. El fin del racismo, del dinero, del Estado. El fin del capital y de esta odiosa sociedad de clases, con toda la miseria y la opresión que conlleva. Las posibilidades son vertiginosas. Pero el miedo, también, puede empezar a arraigar. Miedo al caos, miedo a la guerra civil. Este miedo es un mal consejero. Este miedo es sobre el que se construye el poder/ el estado, lo que frena el primer reflejo de intervenir cuando un policía está al borde del asesinato. Y tiene sentido si estás solo.
Hoy es el turno de los propietarios de tener miedo. Míralos, jurando acabar con el racismo con las manos en el corazón. No tienen nada que vender más que una mentira liberal. La mentira del “justo” acceso al sueño americano: la libertad de enriquecerse a costa de otros. Para hacernos creer que merecemos ser perdedores, que es nuestra culpa si somos pobres. Y los trabajadores pierden sus vidas mientras que los pocos ricos ganan tiempo.
Así que tengamos cuidado. Este discurso, que ya escuchamos en los levantamientos de Chile, el Líbano o Irak, que dice ser “realista” y se limita a sí mismo pidiendo algunas reformas, cambios en la policía, más cupones de alimentos, mejor representación, supone la derrota. Derrota supone poner al movimiento al servicio de un político democrático. Derrota supone creer en las promesas vacías de estos bastardos que negocian y llaman a la calma, pretendiendo que se preocupan por nuestra comunidad lo primero. No podemos estar de acuerdo con los izquierdistas de EE.UU. que dicen que la lucha contra el racismo sólo concierne a los negros. El racismo ayuda a mantener la explotación y la división entre los oprimidos, y contribuye a la perpetuación del capitalismo. Los fascistas mienten cuando dicen defender a los “trabajadores blancos”: defienden a los propietarios.
Negro, marrón, blanco… Los proletarios de todos los orígenes tienen más en común entre ellos que con la burguesía, y lo demuestran codo con codo en las barricadas. Las maquinaciones políticas que dividen la lucha, para organizar negociaciones separadas y finalmente para aplastar a los proletarios, deben ser tomadas como lo que son: intentos desesperados de extinguir el levantamiento.
Pero otros han dejado de esperar en vano y están tomando medidas. Los que no tienen nada y luchan por todos. Manifestantes, alborotadores, saqueadores, todos a la vez o según el temperamento y la oportunidad, pero habiendo tomado el mismo lado, el de la unidad en la lucha. En la lucha esto es lo importante, más allá del papel que pueda jugar esta o aquella facción del movimiento.
La puesta en común de los frutos del saqueo es una crítica a este mundo de privación y explotación y, al mismo tiempo, la formulación de la posibilidad de una nueva relación social. El combate callejero no puede ser suficiente sin gente que lo apoye. Y este es el mundo del que hablábamos cuando alguien escribió que “lo que ayer era impensable ahora es posible”… Millones de personas han dejado de pagar el alquiler, las facturas, vendiendo su fuerza de trabajo por migajas. No pagar por nada, organizarse y defender estas prácticas: nada de esto es ajeno al movimiento.
Lo que queda es este monstruo para ser derribado. El Estado. La máquina de guerra global de los EE.UU., su policía, el ejército y las milicias, a la que combatir y neutralizar de un solo golpe.
Es un largo camino por recorrer, pero la revolución global es posible. Incluso, puede que estemos a punto de comenzarla.
FEVER es una herramienta en tus manos, un lugar de intercambio entre Chile, Hong Kong, Líbano, y cualquier otro lugar donde las llamas manden a los policías a correr. Queremos comprometernos con este movimiento en su cotidiano y proponemos algunas preguntas para reflexionar en los próximos días.
1. ¿Cómo han alimentado la crisis, el encierro y la política sanitaria las condiciones de descontento de la clase obrera local?
2. ¿Cuál es la conexión entre la ola de huelgas salvajes durante la pandemia y el levantamiento?
3. ¿Cómo relaciona la gente la lucha contra el racismo con la lucha como clase?
4. ¿Qué armas y tácticas han utilizado los manifestantes para tomar las calles y las tiendas frente a la policía?
5. ¿Por cuánto tiempo se pueden mantener los levantamientos a través de los supermercados locales, el sistema de logística y la producción de alimentos locales?
6. ¿Cuál es la relación entre el levantamiento y los trabajadores que hacen posible esta producción y distribución?
7. ¿Cómo hacen los trabajadores posibles los suministros militares, las armas y el transporte y qué poder tienen para frenar la intervención del ejército y la Guardia Nacional?
8. ¿Qué signos hay de negativas, divisiones y motines dentro de las fuerzas armadas?
9. Los trabajadores de las plataformas, como los conductores de Uber, han desaparecido de las calles. ¿Cuál es su relación con el levantamiento?
10. ¿Cuáles son las posibilidades de extender el levantamiento desde las calles a la economía capitalista, como por ejemplo con bloqueos, huelgas y otras formas de acción en el lugar de trabajo?
11. ¿Cuántos han sido arrestados? ¿Cuál es el nivel de apoyo a presos y cuáles son sus condiciones?
Animamos a la gente del movimiento a ponerse en contacto de forma anónima y confidencial para contribuir con FEVER y a ayudar a hacer circular las noticias y los análisis de la lucha mundial en el marco de COVID-19 enviándonos un correo electrónico a través del sitio web o un mensaje a través de nuestras cuentas de medios sociales.