El mundo del arte se ha creído tanto sus propios sueños de superioridad moral que
se comporta como si su planeta arte fuera el mejor de los mundos posibles,
algo que dista mucho de la realidad.
Santiago Sierra
Capítulo 1: Introducción. Escisión entre vida y creatividad
Tendemos a pensar que
el mundo del arte es un lugar especial, místico o donde las cosas tienen
un sentido más puro, con sentidos profundos, difícil de descifrar. Pero
realmente está vacío. Cada artista busca una manera especial de ver e
interpretar el mundo para posteriormente vender esta interpretación como
obra de arte. Así, la obra deja de tener interés por su contenido y es
simplemente un medio de cambio para obtener dinero. Por mucho que el
arte quiera esconderse no deja de ser una mercancía.
Como ejemplo de idealización del mundo de arte, tenemos el libro De la obra de arte a la mercancía
de Hans Heinz Holz. En él, se hace un recorrido histórico del proceso
de abstracción al que se ve sometido aquello a lo que hoy llamamos arte,
hasta llegar a ser pura mercancía, proceso que se agrava
progresivamente conforme la comunidad humada se disgrega cada vez más.
El problema es que para
Holz los primeros objetos rituales y otras formas primitivas son “obras
de arte”. Nada más lejos de la realidad: estas manifestaciones formaban
parte intrínseca de la vida de las personas. Las actividades no se
diferenciaban, formaban parte de un todo y es por eso que en ese
entonces el “arte” no existía, ya que no había esta separación que
vivimos en el capitalismo. La historia burguesa intenta hacernos creer
que las separaciones en las que vivimos en la época contemporánea
siempre han estado allí, desde la prehistoria hasta nuestros días, es
por eso que llaman a esas primeras manifestaciones “obras de arte”.
El arte nace con la
separación, la separación de la creatividad del resto de actividades: es
un ámbito escindido del resto de la vida, donde canalizamos todo lo que
nos parece que es la creatividad, el GCI habla de esta manera:
Capítulo 2: Un mundo dominado por la mercancía1El desarrollo del cambio ha operado facturas y separaciones cada vez más importantes en el seno de la actividad humana, y consecutivamente colocado cada uno de estos aspectos de la actividad bajo el dominio cada vez más omnipotente de la Ley del valor. El capital, al subsumir cada parcela de la praxis humana y al apropiarse y desviar toda la actividad creativa del hombre para la realización de sus propias necesidades de acumulación ha culminado dicho proceso. Al separar definitivamente la creatividad del resto de la actividad humana el capital definió el Arte como el único campo de la expresión y de la creación, como el lugar y el momento de todas las significaciones posibles, precisamente porque la vida ha perdido toda significación. El arte funciona, así, como exutorio, como guetto, como herida abierta del sistema capitalista por donde supura su podredumbre. El capital impulsa a escribir, a decir, a dibujar cualquier cosa, mientras esos productos artísticos queden en el dominio de la representación de lo vivido, del espectáculo, sin que superen las fronteras hacia la transformación de la vida. Dentro de esos límites, dichos productos no son otra cosa que mercancías como todas las otras.Grupo Comunista Internacionalista. Tesis #42.
La teoría del valor nos
dice que vivimos en una sociedad que desdobla los objetos en: valor de
uso y valor. El valor de uso es el valor que tiene el objeto en sí, por
ser ese objeto (y no otro) y por servir para lo que sirve (es un valor cualitativo).
Por otro lado, el valor es una propiedad social que se le da al objeto
para ser intercambiado, este valor no es intrínseco al objeto (no es
natural, como podría ser su peso o su color) y es cuantitativo.
Se materializa en la forma dinero y es el unificador por excelencia de
todas las mercancías, ya que todo puede ser intercambiado por una
cantidad de este. Esto conlleva un proceso de abstracción en el que las
cualidades del objeto dejan de importar e importa más la rentabilidad
del mismo. De esta manera el dinero juega un papel de abstracción de los
objetos, cosificándolos, no porque sean cosas, sino porque se les vacía
del contenido real que tienen; el dinero es el equivalente general,
para mediar y medir todas las cosas.
La obra de arte convertida en mercancía participa ahora de todas las propiedades o características del comercio: se instituye un mercado del arte que depende del juego de la oferta y la demanda, en el cual los hábitos de la venta básicamente no son otros que aquellos que rigen en el mercado de bienes de consumo. Solamente que aquí la estrategia de venta tiene que tener en cuenta que los géneros que ofrece no poseen ningún provecho de uso inmediato, sino que representan para el mediador un mero valor ideal (aunque a menudo bastante sólido).Hans Heinz Holz
No importa si la obra
de arte se trata de un objeto, una acción, un proceso o una
investigación; como tal puede ser vendido y subastado al mejor postor,
porque en el capitalismo todo se puede vender y comprar. El dinero es el
Dios que lo puede todo, el cientifismo, que lo reduce todo a cuestiones
matemáticas, se encargó que matar todo lo mágico o místico que existía
en el mundo y en los objetos, el aura, la esencia. Permitiendo de esta
manera convertirnos en máquinas racionales. Así, el dinero es la tabula
rasa de todo sobre la faz de la tierra (ciudades y selvas son arrasadas
por su poder, incluso el futuro está en venta), todo se cosifica. Y, sin
embargo, el dinero no es una cosa, un demonio terrible, sino una
materialización de la relación social capitalista.
Por esto toda obra de arte es mercancía.
Capítulo 3: Un mundo dominado por la separación o por qué el arte nunca podrá ser la expresión máxima de la vida
El arte en la
modernidad capitalista es representación como resultado de la separación
entre teoría y praxis, entre forma y materia. No importa si este arte
es un objeto, una acción o una investigación, el arte vive de esa
separación. Esto se verá claramente en el período de las vanguardias
artísticas, cuando el arte desea aproximarse a la vida y por tanto
superar esta separación se hace explícito. Sin embargo el arte es en sí
separado en la medida en que es una actividad productora de mercancías.
Es el capitalismo el que separa la creatividad humana de la vida para
convertirlo en un trabajo que debe venderse. Así el arte, al desear
superar la contradicción, cae en la misma una y otra vez por no entender
dónde radica su parcialidad. La separación sujeto-objeto es tal que no
les queda más remedio que asumir la eterna tensión entre aquello que
debe ser y aquello que se es.
El arte que pretende
ser subversivo es incapaz de ir más allá, de romper las barreras de la
representación, por lo que se somete a un limbo nihilista.
La crisis del arte se
da cuando los artistas ya no les basta con representar cosas y quieren
ir más allá, quieren alcanzar la vida misma. Los intentos de reformular
el arte para ir más allá son constantes, pero no se cuestiona el
carácter mismo de la obra de arte: todos los aspectos de nuestras vidas
están mediados por la mercancía y en ese sentido, la expresión artística
lo estará también. El arte se cosifica. No existe la autonomía de lo
estético, esta inevitablemente subsumido a este mundo, obviar este hecho
implica reproducir la separación.
Muchas personas creen que si no vendes lo que produces entonces estos productos no son mercancía. Por ejemplo, es sintomático el discurso que mantiene por ejemplo el Colectivo Desface sobre la obra de arte: intentan hacer que el arte sea algo distinto a la mercancía, idealizando el arte como esfera separada del resto de las actividades humanas. Creen que al no ponerle precio a las obras esta pierde su función mercantil, como si el capitalismo no fuera una relación social total que todo lo subsume, si no que se puede escapar de ello sin destruir la propiedad privada y la mercancía. Como bien expresa Santiago Sierra:
Mi desencuentro con las corrientes que ligan el arte y la vida como binomio inseparable se basa en el hecho de que quien tiene aquí más que perder es la propia vida podríamos aceptar esta postura, pero habría entonces que sustituir vida por trabajo. Los términos casarían perfectamente.
Sí, arte y vida se
corresponderían en tanto y cuando ambas están igual de mutiladas. Como
decíamos antes el discurso que mantiene el Colectivo Desface muestra una
falta de entendimiento de cuál es la sustancia social que mueve el
capitalismo. Este último no existe exclusivamente en las relaciones
donde se intercambia dinero por objetos. Por el contrario, el
capitalismo es una relación social que subsume casi todos los aspectos
de nuestra vida, a través de la disección de la vida en diferentes
fracciones, de lo cual el valor es un ejemplo palpable. De ahí que la
crítica realizada por la Internacional Situacionista en torno al ocio y
cómo este está subsumido por la mercancía sea tan acertada.
El arte, per se, es una actividad alienada, porque se realiza de manera separada de la comunidad humana, porque reproduce la separación. Si el arte se mantuviese fuera de la circulación de mercancías. En primer lugar, este arte se realizará con objetos que fueron comprados a partir de la venta de la fuerza de trabajo. En segundo lugar, se realizará en el tiempo de ocio del trabajador, limitado por el tiempo que dicta el trabajo. Esto reproduce la separación público/privado, porque el capitalismo no te permite eliminar la separación estructural que existe en nuestras vidas: las separaciones vida privada/vida pública, producción/reproducción, trabajo/ocio, ciudad/campo, propio/ajeno, etc. Todo esto elimina cualquier posibilidad de la existencia de una comunidad orgánica, por lo cual toda actividad artística está sujeta a las leyes del capital y no existe tal arte verdadero desligado de la mercancía, como querría el colectivo Desface. En el hipotético caso de que una persona realizara obras de arte en su casa que no venda, esta unión arte y vida es ficticia porque esa “vida” de la que se habla estará sujeta al tiempo dictado por el capital, estará encerrada y encapsulada por el tiempo de ocio de esa persona. De esta manera estará fragmentada del resto de la “vida”. El arte es una metamorfosis del capital porque es producto de las separaciones que éste implica como relación social y sólo puede vivir dentro de ellas.
Sin embargo, el arte
tiene un valor de uso particular que lo distingue del resto de
mercancías: como no responde a cuestiones utilitaristas, su valor de uso
es ser en sí mismo y este aspecto es fundamental porque es la
característica que permite que cualquier cosa se convierta en obra de
arte. El objeto es en sí mismo cuando el artista dice que algo es arte.
En la democracia del valor cualquier cosa puede convertirse en un objeto
artístico, desde las concepciones más tradicionales, hasta llegar a
todas las nuevas manifestaciones de arte postmoderno.
Capítulo 4: Después de la muerte del arte
El arte, como la economía, como sector separado ha llegado con la burguesía a su máximo desarrollo. El problema es que cuando ha empezado la descomposición del objeto arte, de este ámbito separado, no se da la liquidación del capitalismo y entonces esta descomposición sigue durando en el tiempo, se eterniza. Este es el problema; el arte ya ha muerto, pero nadie se ha encargado de enterrarlo.(Anábasis, Radio QK #67: La sociedad del espectáculo)
De esta manera se
perpetúa la existencia de las dos formas representativas: el reformismo o
exaltación y el nihilismo o subversión.
Respecto a al arte de reformismo o exaltación poco hay que decir ya que veneran el sistema o hacen como si no existiera, brindando evasiones de la realidad o cosas parecidas. Por otro lado, el arte que apela al nihilismo o a la subversión “Todos vuelven a poner en escena una repugnancia dadaísta ante la vida contemporánea, pero su revuelta, por así llamarla, es puramente pasiva, teatral estética, desprovista de la furia apasionada, el horror o la desesperación que conducirían a una praxis realmente destructiva.” (Sección inglesa de la Internacional Situacionista, La revolución del arte moderno y el moderno arte de la revolución)
La única manera de
romper son las separaciones y que la vida sea una, orgánicamente, es
destruyendo el capitalismo que nos obliga a mantener una vida
fragmentada. La lucha contra el capitalismo debe darse en todos los
aspectos, no se puede hacer desde el arte. Debe ser una lucha total
contra la mercancía, el trabajo y el estado.
El arte dejará de
existir porque la creatividad dejará de estar sujeta por el marco de la
mercancía, expresándose así en cualquier ámbito. Dejará de ser una
especialización laboral para estar integrada en cada una de las
actividades que se realicen socialmente.
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1
En este capítulo pretendemos explicar el proceso por el cual los
objetos han dejado de serlo y se han convertido en mercancía. Creemos
que este es un proceso complejo y extenso de explicar, por lo que para
ahondar en este tema recomendamos los textos de Cuadernos de negación 9,
10 y 11 (disponibles en su página web).