Nota de Un Proletario a modo de breve balance tardío de la autodisolución de Proletarios Revolucionarios en mayo de 2016 (Quito, enero de 2018):
Al leer el texto de Klinamen que sigue a continuación, pensé en cinco cosas:
1. La autodisolución sorpresiva y sin balance de Proletarios Revolucionarios que, en realidad, fue un abandono de militancia.
2. El comunicado de autodisolución del MIL ("más vale una autodisolución que mil programas"... "la organización es la organización de las tareas"... "cada individuo tomará –como queda dicho- sus responsabilidades personales en la lucha revolucionaria. No hay individuos que se auto-disuelven, es la organización político-militar MIL que se auto-disuelve").
3. El comunicado de autodisolución del Núcleo de IRA (“una de las razones por las que decidimos abandonar la identidad grupal que teníamos, es que ésta nos hacía aparecer como uno más entre los numerosos grupos de ultraizquierda que compiten por dirigir al proletariado, y que, con la intención de deslumbrar a sus dirigidos, difunden obsesivamente una identidad grupuscular, un nombre, una ideología y un logotipo característico que suelen provocar el escepticismo o la risa de los proletarios despiertos... No tenemos nada que venderle a nuestros hermanos de clase, nada con qué seducirlos. No somos un grupúsculo compitiendo en prestigio e influencia con los demás grupúsculos y partidos que dicen representar a la clase obrera, y que pretenden gobernarla. Somos proletarios que luchan por auto-emanciparse con los medios que tienen a su alcance, y nada más... De ahora en adelante realizaremos nuestras tareas revolucionarias como individuos organizados en función exclusivamente de nuestros objetivos programáticos. Ningún nombre, ninguna sigla ni seña de identidad debe interponerse entre los comunistas y los demás miembros de la clase trabajadora.”).
4. La necesidad, importancia y buena calidad de este balance autocrítico sobre la experiencia y autodisolución de Klinamen. Así como también, su bellísimo e insuperable epígrafe del poeta Leonard Cohen.
5. Otra vez nuestra autodisolución "sin pena ni gloria" ni nada... sólo cenizas que se dispersaron en la tumba del silencio sepultada, a su vez, en el olvido...
Porque todo lo que los compañeros dicen en este documento no sólo es sobre ellos en España. No es un problema grupal ni mucho menos "personal", sino que es un problema de clase. Un problema de la lucha de toda nuestra clase contra el Capital en todas partes del mundo, a saber: la seria dificultad de mantener el asociacionismo proletario revolucionario, la comunidad de lucha militante, en tales o cuales circunstancias "objetivas" y "subjetivas" dadas.
Es decir que, por más "casos particulares" que existan, lo que le pasó a Klinamen también les ha pasado, les pasa y les seguirá pasando a la mayoría de grupos, núcleos o estructuras de lucha proletaria en medio del desértico cementerio social -e individual- capitalista.
De allí que este balance -tal como explícita y literalmente desean sus autores- sí "sirve" para otros grupos y proletarios en lucha en general: es necesario y "útil" en tanto que ejemplo de balance de la autodisolución de un proyecto/actividad/grupo revolucionario.
Balance en el que establecen como principales las causas personales y las causas políticas... como casi siempre en todo lado. Ellos ponen énfasis en ambas, sobre todo en torno al problema del trabajo (militante y no militante).
En "nuestro caso particular" como Proletarios Revolucionarios, las causas de nuestra autodisolución no fueron políticas (habíamos alcanzado cierta homogeneidad o unidad programática), sino económicas (desempleo y miseria) y, sobre todo, personales/interpersonales (conflictos internos no resueltos y peleas de egos al borde de los insultos y los golpes) o psicológicas (depresión y ansiedad mezcladas con consumo conflictivo de alcohol y drogas, llegando incluso al borde del suicidio -por fortuna, no consumado- de uno y hasta dos de nosotros). Sí, los llamados "problemas personales" no asumidos ni trabajados de manera política y, sobre todo, humana -como comunidad de lucha y de vida- fueron los que, con el pasar de los años, contaminaron nuestra militancia hasta el extremo de autoboicotearla y autodisolverla. (Y éstas son las razones reales por las que recién puedo escribir esto después de casi dos años.)
Después de lo cual sólo quedó, entonces, hacerse cargo de los propios "problemas psicológicos", reconstruir la vida y la persona de cada uno, "sanarse". Claro está, junto con hacerse cargo de la sobrevivencia material o económica. Eso sí, tratando de no perder la pasión del comunismo, como diría Camatte. Muestra de ello al día de hoy es, al menos de mi parte, el blog antipsiquiátrico-anticapitalista Locura Proletaria, y una esporádica correspondencia con un par de compañeros afines allende las fronteras nacionales.
El punto es que este balance de la autodisolución de Klinamen me hace ir más allá y pensar en las causas reales, mundanas, crudas, feas y ocultas de la autodisolución de nuestro grupo, en particular, y de los grupos de proletarios revolucionarios, en general. Porque, como ya dije, este no es un problema grupal ni mucho menos "personal", sino un problema de clase. Frente a esas causas, como en todo, la verdad es revolucionaria. Y sirve para no volver a cometer los mismos errores el momento en que se vuelva a retomar fuerte, seria y colectivamente la militancia revolucionaria contra el Capital y el Estado, por el Comunismo y la Anarquía, sobre nuevas bases. Para poner en práctica las lecciones aprendidas de la propia experiencia cuando llegue aquel momento.
Además que, sin negar el dolor y el vacío que produce este tipo de rupturas-adioses entre camaradas y amigos (otra razón para haber demorado tanto este breve balance de nuestra autodisolución), el texto de Klinamen lo hace de manera lúcida, madura y en "buen rollo". Un ejemplo a seguir.
Por todo ello es que me resultó tan significativo, y que lo comparto aquí y ahora. ¡Salud y Resistencia!
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KLINAMEN 15 AÑOS DESPUÉS:
UNA DESPEDIDA (Descargar en PDF)
“Si queremos expresar la derrota común,
procuremos hacerlo dentro de los límites estrictos de la dignidad y la belleza.”
Leonard Cohen
procuremos hacerlo dentro de los límites estrictos de la dignidad y la belleza.”
Leonard Cohen
A veces por desazón, a veces por
inercia, pero es extraño que llegado el final de un proyecto político
sus miembros decidan explicar, de forma pública, las razones de
abandonarlo. Acostumbrados a colectivos fugaces que viven rápido y
mueren despacio sin valorar su trayectoria, pensamos que Klinamen
merecía otra suerte. Cerramos esta etapa evaluando aciertos y errores,
por si pudiera servirnos –y serviros– al afrontar retos futuros. También
queremos decir adiós con honestidad, planteando dudas y reconociendo
contradicciones. Ideas y debates inconclusos al calor de una experiencia
que compartimos en este texto. Lo que esté por venir, lo atacaremos,
seguro, mejor armados.
Érase una vez…
Klinamen surge como tal a finales de
2002. Desde entonces, hemos atravesado varias etapas, cada una de las
cuales ha estado caracterizada por diferentes herramientas, contenidos,
temáticas o proyectos, según hemos ido evolucionando sus participantes y
el movimiento del que formamos parte. Inicialmente se planteó como una
herramienta con la que editar materiales interesantes, superando y
buscando una mayor estabilidad que el formato fanzine imperante en
aquella época, a la vez que, mediante el trabajo militante no
remunerado, buscar nuevas formas de financiación diferentes de fiestas y
conciertos.
A partir de 2005, y en la estela del
«boom» que supuso la llegada de internet en los movimientos sociales,
una buena parte del proyecto Klinamen se dedicó al mantenimiento y
gestión de klinamen.org,
una web de contrainformación de las muchas que surgieron en aquella
época. La web funcionó ininterrumpidamente hasta 2010, cuando unos
problemas técnicos (la página se quedó obsoleta) nos llevaron a
replantear completamente el proyecto. Finalmente, más problemas
informáticos con la nueva web, unidos al desgaste que supone la gestión
durante 5 años de una página de contrainformación que se actualizaba
diariamente, llevaron a abandonar el proyecto. Un abandono, de hecho,
literal, pues nunca se hizo clausura oficial ni valoración final de
aquella experiencia.
Desde entonces, Klinamen se ha
centrado de nuevo en su función original: la traducción, edición y
distribución de libros y demás material escrito. Sin embargo, desde, más
o menos, abril de 2015, en Klinamen hemos tenido un proceso, (lento
para qué engañarnos) de reflexión y autocrítica en el que hemos valorado
tanto la sostenibilidad del proyecto y su (limitada) capacidad de
intervención como las temáticas que nos interesan a los diferentes
integrantes. Durante este proceso surgieron varias propuestas de
reestructurar y reorientar el proyecto, pero al final ni siquiera hemos
sido capaces de ponerlas en marcha, en gran parte por seguir arrastrando
los mismos problemas que nos habían llevado hasta ese punto en primer
lugar. En vista de esto, y por experiencias anteriores similares, hemos
decidido no dejar al proyecto morir abandonado o que tuviese un cierre
en falso, por lo que hemos preferido acabar con Klinamen para que tenga
el final más digno posible.
Este proceso viene motivado por una
crisis dentro del colectivo que creemos que merece la pena contar, por
si fuese útil para que otros grupos afronten sus propios retos internos.
La crisis que hemos sufrido en Klinamen se ha levantado sobre dos
patas: la política y la personal. Dos cuestiones que, como todos
sabemos, solo son diferenciables hasta cierto punto. En cierta manera,
las consecuencias de ambas para el colectivo vienen determinadas por la
propia estructura de este.
El trabajo no militante
Desde el principio Klinamen ha hecho
una apuesta clara por un trabajo militante no remunerado, es decir, por
no tener liberados. Alguna vez ya hemos comentado públicamente que en
los inicios del proyecto era una opción más moral, o «moralista» si se
quiere, que práctica. En este sentido nuestra postura ha cambiado mucho
desde entonces. Seguimos apostando por el trabajo militante como una
opción viable para llevar una editorial, una revista o una web, pero
después de más de 10 años somos conscientes de sus limitaciones y
problemas. Por supuesto, también somos muy conscientes de que los
proyectos remunerados o cooperativos tienen el mismo número de
problemas, si bien diferentes. Contarlos, para que todo el mundo aprenda
de ellos, corresponde a otros; a quienes los hayan sufrido.
En primer lugar, algunas cargas de
trabajo que requieren estos proyectos son difícilmente compatibles con
la vida bajo el capitalismo, y ya con crisis de por medio, ni hablamos.
Cuando tu trabajo asalariado ya no es que no dependa del proyecto, sino
que ni siquiera está relacionado con él, la falta de tiempo es la norma.
Si a eso le sumamos las relaciones afectivas de cada uno (parejas,
hijos, el poliamor y esas cosas), el tiempo de sentarte a traducir,
corregir, maquetar, o incluso simplemente reunirte, se vuelve una
quimera.
Esto plantea muchos problemas:
proyectos que no salen por falta de tiempo, asambleas que son un repaso
de tareas decididas en asambleas anteriores y que no se han podido
cumplir, quedar mal delante de gente con la que te comprometiste (un
euro por cada mail de Klinamen disculpándose, oh yeah), etc.
Sin embargo, hay dos problemas que
quizás sean más importantes: tener que llevar a cabo la actividad del
colectivo en tus ratos libres hace que su funcionamiento sea muy
sensible a las situaciones y características personales que los
integrantes tenemos en cada momento. Esto, además, amplifica algo que es
la norma en cualquier colectivo: la diferente implicación de sus
miembros y las tensiones que esto genera entre ellos. Existen
herramientas para compensar esto: por ejemplo, superar un umbral de
miembros en el colectivo (de manera que este sea más robusto a cambios
inesperados en la vida de cada uno de sus miembros) o desarrollar
mecanismos para minimizar o controlar la diferente implicación de cada
miembro y sus dependencias (si solo uno sabe maquetar o si la traducción
recae solo en dos personas, etc.).
Otro problema es que, al tener que
dedicar tu tiempo libre al proyecto editorial, las tareas tienen que ser
cuanto menos «interesantes». En general, en Klinamen no hemos tenido
problemas con la valoración, traducción, edición o diseño de los
materiales, ya que son cosas que nos gustan. El principal problema aquí
suele ser que a veces te toca trabajar un texto cuyo tema no te apetece
ni lo más mínimo (bien en general o bien en ese momento particular de tu
vida). Otra cosa son las tareas menos creativas de una editorial:
concretamente la distribución. Hacer paquetes y enviarlos siempre ha
sido para nosotros un auténtico aburrimiento y es algo que en estos más
de 10 años jamás hemos sido capaces de solucionar satisfactoriamente. O
bien nos lo han llevado otros compañeros que tenían distribuidoras
(muchas gracias a Acció Cultural, Local Anarquista Magdalena y
LaMalatesta) o bien lo hemos asumido nosotros mismos pero siempre a
trancas y barrancas, con miembros del colectivo teniendo que
«especializarse» en eso, generando con ello tensiones, llamadas de
atención por compromisos no cumplidos, y debatiendo una y otra vez cómo
hacerlo para que esta vez funcionase bien.
Los libros
Esta estructura y esta dificultad del
trabajo militante tiene consecuencias materiales claras en cuanto a los
textos que puedes editar. Así, por ejemplo, lo más cómodo es la
traducción, edición y corrección de textos relativamente cortos que
pueden distribuirse entre diferentes miembros del colectivo y
colaboradores, y que, además, pueden sacarse adelante con un golpe de
trabajo en un par de semanas que alguno tiene más libres. De esta forma,
tendemos a sacar libros que son recopilaciones de textos cortos que se
han ido traduciendo colectivamente. Aunque esto podría dar lugar a
libros eclécticos, creemos haber resuelto bien el problema y los libros
que hemos sacado de esta manera han mantenido su coherencia. El problema
es que hasta que no tienes suficientes textos, no puedes editar el
libro, por lo que, muchas veces, algunos de estos textos (sobre todo
cuando no son de especial actualidad) se quedan durante mucho tiempo
almacenados esperando ser completados con otros. En los casos de
actualidad lo que hacíamos era publicar el texto en la web (la nuestra o
la de otros) de manera que al final el libro era un recopilatorio de
textos ya publicados previamente, con todos los pros y contras que esto
tiene.
Otro problema relacionado con que las
tareas fuesen interesantes es el que se ha dado cuando hemos asumido
libros que eran propuestas externas. Muchas veces esto se hacía
básicamente «por sacarlo», es decir, sin estar siempre completamente de
acuerdo con todo el contenido. El motivo no era sacar por sacar, sino
que, dado que una parte del proyecto era sacar dinero para financiar
otros proyectos libertarios, aunque el texto no fuera 100% satisfactorio
políticamente, al menos cumplía la parte de financiar el movimiento u
otros libros. Varias veces nos ha pasado que en asamblea se decidía
publicar alguno de estos libros y que luego se convertían en «un muerto»
que había que sacar adelante, que retrasaban otros proyectos y que
acaban quemando a la gente. Afortunadamente, este sí es un problema que
supimos ir gestionando y desde hace tiempo cada vez hemos sido mucho más
exigentes y estrictos a la hora de valorar si nos interesaban
personalmente las propuestas que nos llegaban.
Técnica y política
Klinamen nació y creció como un
colectivo. Un colectivo con fuertes relaciones afectivas de amistad
(otra vez con todo lo bueno y malo que eso conlleva). Un colectivo que
editaba libros, pero que también era un espacio de encuentro, de debate y
de reflexión de gente que, generalmente, militaba o participaba en
otras luchas. Por diferentes motivos (pero, de nuevo, las dificultades
de compatibilizar trabajo y militancia han sido importantes) muchos de
nosotros hemos ido abandonando otros proyectos y centrándonos en
Klinamen, lo cual permitió dar un paso más en la cantidad de trabajo que
se llevaba a cabo. Para variar, y en consonancia con el hiperactivismo
que impregna el movimiento libertario eminentemente juvenil del que
todos procedemos, lo que hicimos fue cargarnos de más y más trabajo. Más
proyectos, más libros, etc. En la búsqueda de una mayor eficacia y
menor redundancia, el proceso se fue «tecnificando» demasiado, las
tareas se fueron especializando y las asambleas al final eran casi
puramente un repaso de tareas: qué cosas hay que hacer, quién las hace,
cuándo y cómo.
Por otro lado, en esa misma línea de
«eficacia» decidimos que cada libro tuviera un responsable que lo
coordinase. Esto supuso que, al final, esa persona era la que más
trabajaba en el libro. El resultado es que el trabajo «político» sobre
los libros: el debatirlos, criticarlos, formarse con ellos, etc. se
estaba individualizando. Más o menos varias personas leían cada libro,
pero solo uno o dos, como mucho, trabajaban seriamente en él.
La consecuencia de ambas caras del
mismo proceso fue que, básicamente y casi sin darnos cuenta, el debate
político desapareció del orden del día. Como mucho surgía brevemente a
la hora de marcar las líneas de trabajo y decidir si nos interesaba
publicar o no un determinado libro. Esto ha hecho que la evolución
teórica dentro del grupo fuera en los últimos tiempos más individual que
colectiva. Como mínimo, más informal: los que se veían más en otros
espacios (bares, proyectos, casas) debatían más entre ellos. Eso termina
produciendo asimetrías, por así decirlo, en las afinidades políticas y
afectivas de los miembros del grupo. Afinidades que, además, acaban
retroalimentandose unas a otras.
En determinadas ocasiones, por
ejemplo frente a problemas que surgieron con la gestión de las redes
sociales (un beso, Klini), se generaron claramente dos posturas que, en
este caso concreto, reflejaban diferentes visiones sobre las redes
sociales y, en parte, simplemente diferentes afinidades políticas o
incluso personales.
Las dificultades de crecer
Muchos de estos problemas se habrían
resuelto, al menos parcialmente, siendo más gente. Y, de hecho, cada vez
que alguien nuevo ha entrado en Klinamen, generalmente ha supuesto un
plus de curro y energías. Sin embargo, con el tiempo, Klinamen ha
desarrollado unas perspectivas políticas particulares dentro del
movimiento libertario y, sobre todo, una serie de lazos internos de
amistad y afectivos bastante fuertes. Lo primero no supone más barrera
que la de cualquier otro colectivo. Lo segundo es más peculiar porque al
final en Klinamen todos somos colegas y, claro, no es lo mismo encajar
políticamente que encajar a nivel de amistad. No todos lo que tienen
afinidad política comparten las afinidades vitales (forma de ser,
sentido del humor, etc.) que se dan en un «grupo de colegas». De hecho,
casi hasta está bien que así sea, y es un problema que las
organizaciones grandes deben afrontar. No es algo que se haya buscado
intencionadamente, pero es algo que ocurre cuando llevas mucho tiempo
trabajando juntos (igual que también tienes tensiones similares a las de
la parejas «de toda la vida») y se refuerza dentro de estructuras
basadas en el trabajo militante, que requieren un plus de
esfuerzo-voluntad. Digamos que para seguir y seguir con dicho proyecto
tienes que estar a gusto en él, y eso se consigue aumentando la afinidad
política pero también la personal. Lo que por un lado es una ventaja,
una fortaleza que nos refuerza, mantiene juntos y nos ayuda a seguir,
por otro lado dificulta la renovación y extensión del proyecto. ¿Cómo
crecer cuantitativamente manteniendo el clima de confianza e intimidad
que requiere un colectivo de estas características? De nuevo, más
preguntas que respuestas.
En este contexto es comprensible que
una acumulación, más bien casual, de diferentes problemas personales de
varios miembros del colectivo casi lo lleva al traste. Al menos lo ha
dejado en stand-by
desde abril de 2015 aproximadamente. No es que hayamos tenido problemas
o discusiones políticas entre nosotros, es más bien que no se podían
sacar las cosas adelante por falta de ganas, de interés o, simplemente,
de tiempo libre. Llegados a un punto, decidimos parar, asumir el parón
sin estrés y mirar hacia atrás para decidir hacia dónde queremos y
podemos ir.
La crisis política
Como decíamos al principio, la crisis
tiene dos dimensiones: la personal y la política. La personal ya la
hemos contado (nos hemos ahorrado los detalles escabrosos, qué os
creíais); ahora toca la política. Aquí entran en juego dos cuestiones:
la evolución política interna del grupo y los acontecimientos externos
(la crisis, el 15M, el asalto institucional, etc.).
La evolución teórica de Klinamen ha
sido una constante desde su nacimiento. La editorial nació con el
reflujo de la ola insurreccionalista(1) acontecida en la península
ibérica entre 1996 y 2003, aproximadamente.
Una parte de los que acabamos quemados política, personal y
represivamente de aquella experiencia empezamos a acercarnos y a
interesarnos cada vez más por la autonomía obrera de los 70,
especialmente la del Estado español. Algunos de los primeros textos que
publicamos, como Incontrolados, La Huelga de Ascón o Historia de 10 años,
reflejan ese interés. Con el paso del tiempo, muchos hemos evolucionado
a posturas políticas que, en lo teórico, beben más de ciertos marxismos
no leninistas, o críticos con el marxismo tradicional estatista, que
del anarquismo clásico. Durante varios años, algunos de nosotros
estuvimos interesados e implicados en lo que internacionalmente se ha
venido denominando «corriente comunizadora». Por supuesto, éramos
conscientes de que ese interés era, siendo generosos, minoritario
actualmente en la península ibérica. Esto, en parte, refleja las
diferentes inercias históricas de los ambientes radicales de cada país,
en parte, el lenguaje, entre críptico y denso, que a veces ha adoptado
esta corriente y, en parte, la incapacidad o desinterés del movimiento
libertario ibérico para leer en otros idiomas. De hecho, sólo
Tiqqun/Comité Invisible ha conseguido darse a conocer en la península
ibérica, seguramente porque ha sido más y mejor traducido y porque
encaja mejor con las características del gueto radical ibérico (porque
crípticos y densos son un rato). Al mismo tiempo, siempre fuimos muy
críticos con la incapacidad, e incluso desinterés, de dicha corriente
por plantearse el omnipresente «¿qué hacer?» en el presente.
Por otro lado, el 15M, con todas sus
limitaciones y carencias, nos pareció un acontecimiento fundamental
tanto por lo que supuso en su momento (la oportunidad, después de mucho
tiempo, de hacer política en un contexto masivo) como, sobre todo, por
sus implicaciones para las formas de hacer política que han venido, y
que vienen, después. Nosotros pensamos que, lo queramos o no, el 15M y
sus equivalentes en otras geografías probablemente supongan la primera
aparición histórica de un nuevo ciclo de luchas que evolucionará y se
desarrollará en los próximos años. Pone en movimiento a distintos
actores políticos –una clase obrera desestructurada, una clase media
descalabrada– que, en su interacción, construirán los procesos de lucha
posteriores.
Sinceramente, creemos que buena parte
del movimiento libertario no supo relacionarse adecuadamente con el 15M
y movimientos derivados (la lucha por la vivienda, las diferentes
mareas, etc.) cuando surgieron. Algo que, por otro lado, tampoco es que
fuese fácil dado lo inesperado de su surgimiento. Sentimos que, salvo
excepciones, no se analizó o repensó explícitamente a posteriori
(o también puede ser que no compartimos muchos de esos análisis). Pese a
algunos cambios interesantes, vimos cómo las inercias de toda la vida
–bien ideológicas, bien del gueto político– seguían pesando demasiado.
Un asfixiante eterno retorno de lo mismo.
Igual es simplemente que no supimos
contactar con los compañeros que mejor entendieron y funcionaron en el
15M, igual fue nuestra incapacidad material de sacar adelante proyectos
que en su momento nos parecieron fundamentales(2),
o igual es solo que algunos de nosotros nos hacemos «mayores», nos
quemamos y vemos todo más negativo (algo de esto hay, sin duda). Fuese
como fuese, la crisis política surgió porque cada vez nos veíamos más
aislados de un movimiento libertario con el que, si bien compartimos
muchas afinidades, tanto personales como políticas, también veíamos que
nos separan muchas otras. Por decirlo de alguna manera, no acabamos de
encontrar nuestro lugar en dicho movimiento, pero tampoco estábamos
cómodos fuera de él, en otros espacios existentes. Esta tierra de nadie,
en ocasiones, resulta frustrante, tanto a nivel personal como político.
Nos gustaría dejar claro que esto no
es una queja dirigista, un pataleo porque desde otros ámbitos
libertarios no nos sigan en nuestras apuestas o intereses. Somos
conscientes de que nos hemos equivocado muchas veces. Es más, somos
conscientes de que, en ocasiones, hemos sido tozudos política y
personalmente, especialmente en las primeras etapas. Suponemos que le
habrá pasado y le pasará a todo aquel que abrace la militancia política
con pasión.
Colectivamente, surgieron una serie
de problemáticas teóricas que deberían tratarse como movimiento, pero
que, seguro, nosotros sí necesitábamos abordar como colectivo. Algunas
de ellas encajaban con los intereses que percibimos en el movimiento
libertario, pero otras pensamos que encajaban bastante menos, porque
suponen reubicarse en el contexto, bascular para coger impulso. Pero
claro, la política no puede ser un soliloquio. Debe suponer encuentro,
interacción y sinergia.
El salto adelante… y la consiguiente caída
Estas reflexiones motivaron que
llegasemos a la conclusión de rehacer completamente el proyecto. En un
momento dado, y puesto que gran parte de los problemas parecen derivarse
de las complicaciones asociadas al trabajo militante, nos planteamos
dar un paso adelante e intentar convertirnos, paulatinamente, en una
editorial basada en el trabajo remunerado. Pero no vimos claro cambiar
unos problemas por otros (teniendo que renunciar, además, a una de la
«esencias» del proyecto). Por otro lado, algunos de nosotros no tenemos
ninguna intención de dedicarnos profesionalmente al tema. Tenemos otros
curros u otras carreras-intenciones profesionales que nos gustaría
desarrollar. Finalmente, no tenemos claro que, dada la línea política
que queríamos llevar, fuese a ser un proyecto económicamente viable y no
veíamos el tener que dedicar gran cantidad del tiempo a desarrollar
proyectos secundarios (o que no son nuestro interés principal) para
hacer un proyecto económicamente viable con el que sacar los materiales
que realmente nos interesan.
Al final nuestra conclusión fue que
el problema no es tanto el trabajo militante en sí como no saber
ajustarlo a los objetivos y capacidades reales de un colectivo. Si un
colectivo (o empresa) que funcione de forma cooperativa o remunerada se
marca objetivos irreales, quiebra. Lo mismo pasa en el otro caso, sólo
que la quiebra es diferente (en principio no suele dejar deudas
económicas). Así, puesto que no veíamos lo de intentar convertirnos en
cooperativa o empresa social, lo que decidimos fue intentar reajustar
política y materialmente el proyecto a nuestras capacidades e intereses
personales.
El plan era, esencialmente, recuperar
una actividad más de colectivo o grupo político que de editorial.
Apostar claramente por retomar y reforzar el debate político en el seno
del grupo y por tratar de volcar el proceso y el resultado de esos
debates al exterior bajo formatos mucho más flexibles que el libro:
tuits, textos cortos, debates públicos, jornadas, textos largos,
libretos y sí, de vez en cuando, libros en los que tomaríamos una parte
más activa en la edición y los prólogos. La idea era un poco cambiar
todo para que todo siguiera igual, a ver si por una vez este
gatopardismo nos favorecía en vez de jodernos.
Dos años después vemos con bastante
tristeza que no fuimos capaces de llevarlo a cabo. Fuimos incapaces de
romper con la dinámica en la habíamos caído debido a los problemas
materiales, personales y técnicos comentados antes. Ni siquiera la
entrada de gente nueva y con ganas, y con las que nos sentíamos muy
afines, en el último año y pico fue suficiente para romper dicha
dinámica. En los documentos que debatimos durante este proceso habíamos
escrito esto:
«Si esto es el clásico salto adelante
forzado para intentar salir de una crisis, (los que vivimos el final de
otros proyectos, como por ejemplo el Ruptura, sabemos de qué estamos
hablando) es algo que sólo se verá con el tiempo. Esperemos que no, que
ya llevamos unos cuantos años y nos gustaría seguir unos cuantos más.»
Ahora está claro que al final un poco
salto adelante sí que era. Lo ponemos no para autofustigarnos, sino
porque puesto que hemos caído en esto varias veces anteriormente en
otros proyectos y hemos visto cosas similares en gente cercana, creemos
que igual sería interesante comentarlo para que se valore
colectivamente.
Antes de acabar nos gustaría
disculparnos con toda la gente (traductores, colectivos, compradores,
etc) a las que hemos fallado de una forma u otra, estos últimos meses.
Nos habría gustado finiquitar el proyecto de forma más ordenada y sin
dejar a tanta gente tirada, pero la verdad es que no hemos sido capaces.
Una vez que eres consciente de que un proyecto está muerto, arrastrarlo
solo por compromisos se hace demasiado cuesta arriba. Además de
disculparnos, creemos que es necesario contarlo para que la gente
aprenda de esta experiencia. Es increíble la rapidez con la que se puede
venir abajo colectiva e individualmente un proyecto cuando se hace
evidente a los ojos de todos que es imposible continuar con él.
En lo personal diremos que a algunos
de nosotros nos ha costado mucho tiempo digerir que Klinamen se acababa.
Para algunos han sido 15 años, para otros 10, para otros 5, pero todos
estamos de acuerdo en que ha sido un proyecto crucial en nuestra
experiencia vital y militante. No hace falta extendernos aquí en la
pena, el agobio y la frustración que el cierre de este proyecto ha
conllevado.
Una despedida
“Ya sé que resulta poco habitual
hablar en esos términos,
pero incluso en las sociedades más uniformes
cabe un espacio de deriva,
ese estimulante clinamen por el que Marx
defendía a Epicuro frente a Demócrito.”
Rafael Chirbes, Por cuenta propia
Klinamen empezó como una forma de
buscar nuevas formas de financiación diferentes de fiestas y conciertos.
Durante estos años hemos ahorrado unos dinerillos, tampoco mucho, que
la mayoría lo reinvertíamos en libros y en financiar todos los proyectos
que hemos podido, pero sí nos gustaría dejar claro que donaremos los
fondos que nos queden a proyectos afines.
Algunos nos han preguntado si el
proyecto continúa bajo otra forma. La respuesta es no. Klinamen se
acaba. Es de agradecer que los que hemos llegado hasta aquí acabamos el
colectivo sin malos rollos ni problemas personales (de hecho, todo lo
contrario), algo que no suele ser muy habitual dentro del movimiento
libertario. Pero es cierto que cada uno vamos a seguir, en principio,
nuestros caminos políticos de forma independiente.
Nos gustaría acabar esta reflexión
agradeciendo y recordando a todos aquellos que de una forma u otra han
sido parte de Klinamen. Bien militando en el colectivo, bien colaborando
con traducciones, aportando ideas, distribuyendo nuestros libros o
simplemente leyéndolos. Para nosotros ha sido un tremendo orgullo y un
placer formar parte de este proyecto. No hemos cumplido los objetivos
que nos planteamos al principio (abolir el Estado y el Capital se dice
más faćil de lo que se hace, jajaja), pero nos queda la sensación de que
algo hemos contribuido a desviar lo establecido. Un poquito, por lo
menos.
Un fuerte abrazo a todos y a todas,
Salud y fuerza.
(Región española, diciembre de 2017)
___
(1) La epidemia de rabia (1996-2007), un texto publicado por la revista Resquicios que firman Los tigres de Sutullena, analiza en profundidad aquel ciclo político.
(2) A finales de 2011, poco después
del 15M, algunos que estábamos en Klinamen y otros compas del Todo por
Hacer intentamos sacar adelante una Red de Solidaridad siguiendo el
modelo de la Red de Solidaridad de Seattle de la que habíamos publicado
un libro. Preparamos un memorándum, hicimos unas cuantas presentaciones y
estuvimos algunos meses tratando el tema. Una mezcla de nuestras
limitaciones, nuestra situación personal, el queme o el desinterés
percibido en el medio radical al que nos dirigimos hizo que el proyecto
quedase en nada. Más o menos por entonces surgieron experiencias como la
Red de Solidaridad Popular o la Oficina Precaria que, desde otros
ambientes y también en otro sentido, podrían considerarse similares. La
verdad es que esta incapacidad propia y ajena acabó por quemar bastante a
algunos de los integrantes de Klinamen.