ELLOS NO PUEDEN PARAR LA REVUELTA # 2:
¡Contra la Guerra
Imperialista! (Primera Parte)
Invierno 2014-2015
Sumario
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Editorial
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A 100 años de la Primera Guerra Mundial
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Memoria: La catástrofe mundial
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Especial. Ucrania: crisis, lucha de clases, contrarrevolución y guerra
imperialista
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Apéndices I, II y III
- Recomendaciones
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Presentación
La |
lucha, la guerra de clases en la que
–lo asumamos o no- estamos inmersos los proletarios en esta sociedad no puede
reducirse a un simple enfrentamiento con un abstracto “ellos”: los burgueses.
La burguesía, en tanto que clase representante del Capital, es la clase
explotadora y dominante en este antagonismo de clases, pero éste no podría
existir sin el proletariado: clase explotada y revolucionaria a la vez; en
verdad, cualquiera de los dos polos del antagonismo es nada sin el otro.
Nuestra clase está condicionada de
principio a fin por esta relación de clases, por este modo de producción, y la
revolución no se trata ni más ni menos que de acabar con aquello que somos:
proletarios, demoliendo a su vez todo el edificio social: burguesía, Estado,
valor, mercancía, Capital, trabajo asalariado, cárceles, patrias, guerras,
ideologías, religiones y todo tipo de opresión (sexual, racial, sobre la
naturaleza...). Se trata de abolir la propiedad privada sobre las condiciones y
medios de existencia, dar fin a toda alienación y separación como seres
humanos, destruir lo que nos destruye, y reapropiarnos de nuestras vidas.
El comunismo –o, si se prefiere, la
anarquía-, en tanto que movimiento real de negación y destrucción del orden
social capitalista, surge de ese antagonismo a la vez que forma parte activa y
conciente del mismo, es asumir ese antagonismo y su posible supresión
revolucionaria. Es comprender nuestro rol en el sistema capitalista de
producción y no resignarse a una realidad estática que solo puede reproducirse
a sí misma, es plantear abiertamente –y consecuentemente, en la práctica- la
revolución como ruptura total de la reproducción capitalista de la vida
cotidiana, y la revuelta como el preludio de dicha ruptura.
Si bien es evidente que la revolución
y la revuelta son dos cosas diferentes, no dejan de guardar una estrecha
relación entre sí. La revolución abarca dimensiones más profundas y de largo
alcance: la totalidad de la sociedad y de la vida, puesto que, pese al caos que
conlleva su espiral ascendente y explosiva, ésta ya busca dirigirse en los
actos por y hacia un programa histórico claro y concreto –la abolición de todos
y cada uno de los fundamentos del sistema capitalista-, contra enemigos muy
bien identificados y con un nivel de actividad y organización por parte de los
proletarios insurrectos que esté orientado a llevarles a la victoria: la
revolución universal, la destrucción del capitalismo, la instauración del
comunismo anárquico.
Mientras que la revuelta, pese a la
volcánica potencia con la que emerge, se caracteriza por comprender sólo
periodos breves de tiempo y espacio, además de no siempre poseer un programa
claro y concreto sino más bien uno confuso y disperso, así como por estar
limitada por sus propias debilidades, sobre todo programáticas, organizativas y
de métodos y formas de lucha.
Y sin embargo todos los periodos
revolucionarios de la historia estuvieron precedidos por revueltas: esta
constante histórica nos permite afirmar que el periodo que actualmente vivimos,
así como el que se avecina, no será la excepción: un periodo de catástrofe
capitalista y revuelta proletaria, de guerra imperialista y guerra de clases a
nivel global.
En este sentido, también es válido
reconocer que, como explotados y oprimidos que somos, saludamos las revueltas y
luchas actuales de nuestros hermanos de clase en todas partes y deseamos
fervientemente que sean las últimas que existan en la historia para
transformarse en revolución proletaria mundial; que día tras día deseamos –y
necesitamos- con todo nuestro ser “que ya se acabe toda esta mierda”
capitalista que nos anula y mata a diario y cuya única promesa es extinguirnos
como especie y como planeta.
Pero al mismo tiempo sabemos bien que
la revolución no será un apocalíptico regalo de la historia al cual habremos de
esperar sin hacer nada hasta que “estén dadas las condiciones”, ni tampoco que
tendremos que autocomplacernos con una ideología y/o un estilo de vida supuesta
e ilusamente “revolucionarios”.
Al contrario: dependerá de lo que, al
calor y en el seno de las mismas luchas, hagamos -o no- como clase, como
proletariado para reapropiarnos de las lecciones de los periodos revolucionarios
anteriores y convertirlas en directrices prácticas para las luchas actuales y
futuras, y sobre todo para constituirnos en fuerza real, autónoma,
revolucionaria y contundente, de magnitud internacional e histórica, a fin de
combatir, destruir y superar para siempre esta inhumana sociedad de clases –y
sus representantes- y, en cambio, gestar y desarrollar libre, plenamente la
comunidad humana mundial... En fin, dependerá de lo que hagamos –o no- para
luchar por defender e imponer nuestras necesidades humanas contra las del
capital, para emanciparnos totalmente, para la libertad y la vida humana
reales, para la revolución hasta el fin, para el comunismo y la anarquía.
Todo esto a contracorriente y con
intransigencia, con pasión y coraje, con compromiso y seriedad, metiendo toda
nuestra sangre en ello. Porque, hoy más que nunca, con la revolución social los
proletarios no tenemos nada que perder más que nuestras cadenas; tenemos, en
cambio, una verdadera vida que ganar y que vivir.
Hermanos/as
proletarios/as: esta revista es un pequeño esfuerzo teórico-práctico
internacional e internacionalista que apunta a la crítica radical de este mundo
para subvertirlo, es una expresión y una herramienta –más- de y para la lucha
revolucionaria de nuestra clase contra la bestia capitalista. Les alentamos y
les agradecemos entonces su discusión, reproducción y difusión por todos los
medios y latitudes posibles.
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