Carbure
31 de marzo de 2020
1/16. Si la crisis sanitaria no ha hecho más que comenzar, más temible aún es la llamada crisis «económica», que no se distingue de ella en nada: la crisis sanitaria es, de manera inmediata, una crisis económica.
2/16. Crisis económica por la falta de bienes básicos susceptibles de ralentizarla, por la falta de medios materiales y humanos, por la brecha tanto entre clases como entre países ricos y pobres, por los problemas que causa tanto como por los medios puestos en práctica para resolverlos.
3/16. El despido de masas de trabajadores, la desaceleración en la producción y circulación de mercancías: todo ello nos muestra que el capitalismo se identifica absolutamente con la sociedad, que las llamadas relaciones económicas constituyen la totalidad de la vida social.
4/16. La circulación del valor no es otra cosa que el conjunto de nuestras interacciones sociales, y ni todo el teletrabajo del mundo puede reemplazar a la producción, circulación y venta de mercancías por trabajadores encarnados físicamente, y que caen enfermos.
5/16. La gestión estatal de la crisis subraya hasta qué punto el Estado es un elemento indispensable para el buen funcionamiento del capital: como en 2008, sus capacidades de centralización y planificación pueden sacar en cualquier momento al capitalismo de las «leyes» del mercado y de la competencia.
6/16. Sin el Estado el capital se hundiría, pero el propio Estado no es más que la objetivación de las relaciones de clase del capital. El proletariado se ve constantemente zarandeado entre los dos: parado un día, votante otras veces, trabajador temporal otro día, préstamos a devolver, subsidios.
7/16. El Estado racionalizará durante un tiempo —en función de razones comunes al Estado y al capital— la actividad económica para preservar esa misma actividad. «Nada será igual que antes» significa: «Todo será parecido, pero peor».
8/16. Planificará e inyectará liquidez, sin que la izquierda se pregunte qué relación guarda esa liquidez con la famosa «economía real», si poner en marcha la máquina de imprimir billetes es una solución, ni cuál es la diferencia entre un banco central y un banco a secas.
9/16. El dinero puede volverse mágico durante un tiempo, y cuando se trata de salvar al capital, se blande el fetiche absoluto: el interés general, la comunidad, incluso la humanidad. La «humanidad» es el beso de la muerte de la burguesía.
10/16. Pero no hay que olvidar que, como manda la teoría keynesiana, este hacerse cargo por parte del Estado no pretende durar para siempre; los Estados no se han convertido repentinamente al socialismo sino en la medida en que el «socialismo» es una modalidad de la explotación.
11/16. Las nacionalizaciones son una entre varias formas de absorber los déficits de grupos privados mediante la actividad económica de conjunto, bajo la tutela del Estado. Privado o público, en tiempos de optimismo o con la garantía estatal, el capital tiene que fluir.
12/16. Conocido es el dicho: «Socializar las pérdidas, privatizar las ganancias». Pero en este caso, «socializar» simplemente significa que un segmento de la burguesía acude a socorrer a otro, y que el dinero adelantado está respaldado —como siempre— por la promesa de futuros beneficios.
13/16. No hay ninguna contradicción entre lo que está sucediendo ahora y el retorno a las leyes «normales» del mercado y la competencia; las «leyes» económicas volverán a aplicarse y las deudas tendrán que pagarse, ya sabemos cómo y por quién.
14/16. Pagaremos esta crisis, porque como crisis social, también es nuestra. Ya hemos empezado a pagar.
15/16. La crisis económica no seguirá a la crisis sanitaria; ya ha comenzado y no terminará con el fin de la pandemia, como tampoco lo harán los disturbios y revueltas que son su consecuencia lógica, y que no han hecho más que comenzar a su vez. Es imposible confinar la miseria.
16/16. Hacer que esta crisis ya no sea nuestra, sino del capital, es la única forma de salir del círculo infernal de las crisis. La revolución mundial es tan posible como la crisis mundial y, al igual que ella, se presenta bajo el aspecto de una catástrofe.
Tomado de Comunnisation