1 de mayo de 2021

1° de Mayo: Materiales Contra el Trabajo

 

«ABOLICIÓN DEL TRABAJO (asalariado) no quiere decir abolición de la actividad humana social productiva, o sea que no hagamos nada, la holgazanería absoluta, etc. No. Esto sería imposible y absurdo, suicida inclusive, porque simplemente nos moriríamos, no sólo de hambre, sino de inactividad. Abolir el trabajo significa abolir la relación social e histórica de separación, alienación, explotación y dominio bajo la que se halla enjaulada actualmente la actividad humana productiva, a fin de liberarla, transformarla y reivindicarla como tal, es decir como actividad o praxis humana total, unitaria, integral y común: que la actividad productiva ya no esté separada de –ni aliene ni domine a– la actividad de decidir, alimentarse, crear, conocer, jugar, divertirse, cuidarse, quererse, etc. (Dauvé). Para lo cual, por supuesto, hay que abolir de modo revolucionario o comunista las condiciones que hacen posible el trabajo asalariado o la explotación: la propiedad privada, la división social del trabajo, la mercancía, el valor, el dinero, el capital…

Sobre esta base (la "comunidad de bienes", al decir de los comunistas de antaño), los seres humanos, asociados libre y comunitariamente, tendríamos control consciente y colectivo sobre las condiciones y medios materiales de vida, y por lo tanto decidiríamos qué y cómo producir según nuestras necesidades humanas para vivir (y vivir bien, no en escasez, sino en abundancia). “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. (Marx) El trabajo ya no sería trabajo, al menos no como hoy lo conocemos, y se reduciría al mínimo necesario [2], pero sobre todo no sería alienado ni explotado ni estaría separado o disociado de las demás formas de actividad y expresión humanas. El tiempo libre, la actividad creadora y las relaciones humanas serían nuestra mayor riqueza. Tal sería una comunidad humana real, donde "nuestra actividad real humana —tanto comer, habitar, como crear, disfrutar, sufrir, en definitiva, vivir— jamás vuelva a organizarse como trabajo, como subordinación de la existencia a la ganancia". [3] Y ahí sí, como decía Marx, “dejaríamos de sufrir como bestias y empezaríamos a sufrir (y gozar) como seres humanos”, y ya “no habría pintores, sino hombres que, entre otras cosas, se dedicarían a pintar” (La ideología alemana)…Por cierto, y lo decimos de una vez, éste sería el significado o contenido de las dos últimas consignas de la volante: “¡por la actividad humana libre, cooperativa, creativa, placentera y liberadora!” y “¡por un mundo sin trabajo, clases ni estado, pero con pan, tiempo libre, comunidad y felicidad reales!”...

¿Utópico? Al contrario. El comunismo, como escribió Kurz, "no se trata ni del paraíso en la tierra ni de la construcción de un nuevo ser humano, sino de la superación de las exigencias capitalistas hechas al ser humano, del fin de las catástrofes sociales producidas por el capitalismo. Ni más ni menos. [...] Incluso después del capitalismo, seguirá habiendo enfermedad y muerte, envidia e individuos despreciables. Sólo que no ya no existirá una paradójica pobreza masiva, producida por la producción abstracta de riqueza; ya no existirá un sistema autonomizado de relaciones fetichistas ni formas sociales dogmáticas. El objetivo es grande, justamente porque, medido por la exaltación utópica, se muestra relativamente modesto, y no promete nada más que liberar de sufrimientos completamente innecesarios." (Las lecturas de Marx en el siglo XXI, 2001.) Siendo precisamente el tripalium (tortura) o el trabajo el primero y el principal de tales sufrimientos.»

Nuestra (auto)crítica del trabajo - Proletarios Revolucionarios

Proletario: ¡el trabajo no te dignifica, te esclaviza! - Grupo de Desempleados Cabreados

¿De dónde proviene la palabra "Trabajo"? - Proletarios Cabreados

1° de Mayo: ¡Nada que Celebrar! ¡Abajo el Trabajo! - Comunismo o Barbarie

Fragmento de La ideología alemana - Marx y Engels

Fragmento de El Capital III - Marx

El derecho a la pereza - Paul Lafargue

El trabajo es un crimen - Herman Shuurman

La abolición del trabajo - Bob Black

Los obreros contra el trabajo - Michael Seidman

El proletariado como destructor del trabajo - Grupo Négation

Abajo el proletariado, viva el comunismo - Les Amis du Potlatch

Primero de mayo contra el trabajo - Miguel Amorós

Manifiesto Contra el Trabajo - Grupo Krisis

Lo que el trabajo nos roba. Día de robar algo en el trabajo 2021 - ChrimethInc.

1° de Mayo: Producimos nuestra ruina, arruinemos su producción - Vamos hacia la Vida 

1 de mayo: el trabajo nos enferma - Biblioteca La Caldera  (+ audiovisual)

1° de mayo: memoria y perspectivas - La Oveja Negra

«El presente

Hoy podemos estar seguros de algo que los compañeros en 1886 no podían estarlo tanto. La lucha por las ocho horas fue una lucha por la reducción de la jornada laboral en una situación en la que el capitalista ganaba más haciendo trabajar más tiempo a sus empleados. Los avances tecnológicos y organizativos hicieron que se pueda producir cada vez más en menos horas. Nos indignamos por la situación de aquellos que trabajaban y aún hoy trabajan más de ocho horas, pero no nos sensibiliza de igual forma que alguien trabaje menos de ocho horas bajo modalidades que destruyen cualquier cuerpo humano.

Si bien las categorías básicas del Capital permanecen –valor, trabajo, salario, mercancía, propiedad privada, Estado– mucha agua ha pasado bajo el puente. Las fábricas ya no son el centro de la sociabilidad capitalista, la composición de la clase proletaria no es la misma que antaño, el patrón dólar-oro ya no existe y las culturas proletaria y burguesa se encuentran prácticamente indiferenciadas.

El fin de los “años dorados” supuso la transformación del proletariado en general y una crisis del movimiento obrero en particular. La centralidad del trabajo en la industria y el lugar de la fábrica fue puesta en cuestión e implicó que el obrero industrial ya no fuera visto como el principal protagonista, ni mucho menos como la vanguardia de su clase. Esto significó que toda la experiencia acumulada en base a unas condiciones de trabajo que hacían posible la proliferación de grandes huelgas en los lugares de trabajo, prácticas de sabotaje, rompimiento de máquinas o herramientas, organizaciones de grandes contingentes de hombres y mujeres que compartían la cotidianeidad laboral en el mismo espacio, a veces incluso la vida en el mismo barrio obrero, no sea reproducible bajo las nuevas condiciones.

Evidentemente, estas dieron pie a nuevas formas: cortes de rutas para impedir la circulación de mercancías cuando miles de desocupados ya no pueden impedir la producción, por ejemplo. Por otra parte, y coincidentemente, a partir de ese momento la industria y el progreso capitalista dejaron más que nunca en evidencia la devastación que suponían para el planeta y para quienes lo habitamos. Comenzaron a gestarse cada vez más movimientos contra los efectos nocivos de la producción hacia la salud y el ambiente. Pero el abordaje de nuevas problemáticas o, mejor dicho, el abordaje de problemáticas históricas como novedad no necesariamente desembocan en la crítica y la lucha anticapitalista. Si bien las reivindicaciones salen masivamente de la esfera del trabajo para poner en cuestión diferentes aspectos de la reproducción social en su conjunto, se ha mantenido en la mayoría de los casos una perspectiva que parte de los niveles de la integración de antaño.

El retorno a los inicios del movimiento obrero o del Estado de bienestar no es deseable ni posible. Las luchas del pasado nos inspiran de cara al futuro, pero debemos quitarnos el lastre de la nostalgia progresista.

Hoy el Capital continúa pauperizando nuestras condiciones de vida. La extensión de la informática a cada vez más esferas del trabajo y de la sociabilidad en su totalidad junto a las medidas de aislamiento, profundizan la difícil situación a la que tenemos que hacer frente los proletarios y proletarias en nuestro día a día, y que debemos analizar a la hora de organizarnos si queremos transformar la realidad.

¿Cómo llevar a cabo la resistencia, incluso el más mínimo sabotaje, cuando todas las herramientas son nuestras y el lugar de trabajo es donde vivimos, cuando los niveles de desocupación crecen día a día, cuando no nos podemos encontrar con nuestras compañeras de trabajo más que a través de una pantalla, cuando las horas del día no parecen tener fronteras entre trabajo y no-trabajo, cuando la represión en las calles está legitimada por el discurso del “cuidarnos”? Son algunas de las preguntas que nos hacemos este primero de mayo.

La reestructuración capitalista produce el declive de la identidad obrera y la explosión de múltiples identidades, algunas de ellas vinculadas a las nuevas formas de lucha proletaria.

Las revueltas desatadas en diferentes partes del mundo en las últimas décadas, así como los “nuevos movimientos sociales”, a pesar del carácter interclasista y ciudadanista que observamos en muchas ocasiones, dejan en claro la persistencia de la lucha de clases. Al mismo tiempo nos advierten del carácter diverso que el proletariado tiene y ha tenido. La centralidad de la reproducción social en las luchas nos recuerda que la revolución debe implicar bastante más que la certeza de tener techo y comida. Debe atender, no solo como punto de llegada sino de partida, la denominada cuestión de género, lo racial, la sexualidad, la familia, la naturaleza de la cual formamos parte.

En las revueltas de nuestro tiempo, hoy atravesadas por la declaración mundial de pandemia, está muy claro que no hay una perspectiva de gestionar el objeto de las protestas. Solo los civilizadores progresistas proponen nacionalización, gestión obrera, referéndum, cambios en la administración capitalista. Pero no hay un mismo proyecto que tanto proletariado como burguesía deberíamos defender, gestionándolo de diferentes maneras. No se trata de una guerra de un bando contra otro para administrar y gestionar esta sociedad, sino de luchar contra el Capital en tanto que sociedad, que relación social.

El capitalismo, por sus propias contradicciones internas, no puede mejorar nuestras condiciones de vida. Por otra parte, esta conflictividad social tiende además a sincronizarse porque las medidas de austeridad en épocas de crisis son globales, porque el aumento de la explotación y el empeoramiento de las condiciones de vida no son un problema nacional o de políticas neoliberales. Ni los burgueses eligen este escenario ni los proletarios en lucha elegimos el nuestro. Las fuerzas ciegas de la economía nos han traído hasta acá. Ahora es importante saber qué hacemos, no de cara al futuro ¡sino lo que ya estamos haciendo!

Cada contexto produce condiciones diferentes para la revolución y genera contradicciones (materiales, no morales; sociales, no individuales) particulares. Estas pueden hacernos importantes señalamientos acerca de la sociedad capitalista y su superación, pero la revolución finalmente dependerá de lo que podamos hacer en tanto clase. La lucha es inevitable y necesaria, nos transforma y buscamos transformarla en una definitiva. Nuestra preocupación es que la lucha de clases sea capaz de producir algo más que su propia continuación.

Por esto confiamos en que es tan importante no solo participar sino también comprender, estudiar y debatir el desarrollo de las luchas del presente. Porque en las posibilidades y condiciones de estas luchas, en sus críticas y rupturas, se delinea el horizonte revolucionario del presente

Acto 1° de mayo 2021 anticapitalista, internacionalista, revolucionario (audio) - Biblioteca Alberto Ghiraldo