A 97 años de la masacre obrera del 15 de noviembre de 1922 en Guayaquil, esta lucha histórica contra la esclavitud asalariada y la tiranía estatal vive en la memoria de algunxs proletarixs de este país y continúa, porque nuestrxs mortales enemigxs de clase siguen siendo lxs mismxs de siempre y la revolución social por el comunismo y la anarquía sigue siendo necesaria, aquí y en todo el mundo.
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Después de años de lucha, organización, propaganda y agitación, el 15 de Noviembre de 1922 en Guayaquil-Ecuador, el proletariado de esa época (ferroviarios, cacahueros, panaderos, astilleros, tipógrafos, albañiles, cocineras, lavanderas, etc.) impone la huelga general y toma el control de la ciudad (se habla incluso de “el Soviet o Consejo Obrero de Guayaquil”). Pero a la burguesía (agroexportadores, banqueros, industriales) le aterra que toda esta “chusma” sublevada vaya por más, y el mismo día manda a reprimirla brutalmente con su jauría policial y militar. La jornada de lucha se trastoca en masacre (más de 1000 muertos), el terror del Estado burgués tiñe de sangre proletaria las calles y las aguas del puerto principal, mientras “las blancas y delicadas manos aplauden desde sus balcones” la vuelta a su “calma” burguesa. Tal fue “el bautizo de sangre del proletariado” en este país. Pero más que por la fuerza de nuestro enemigo de clase, esta fatal derrota se debió a las propias debilidades de nuestra clase proletaria en ese momento: falta de autonomía y beligerancia frente al gobierno y, sobre todo, falta de radicalidad o de ruptura con el programa socialdemócrata (incluidas sus versiones “socialista” y “anarquista”), al mismo tiempo que falta de ruptura con el sindicalismo, con el patriotismo y con la religión, y finalmente falta de dirección revolucionaria, armamento y ofensiva.
El contexto mundial de aquella época era de crisis capitalista, guerra imperialista y revuelta proletaria, así como lo vuelve a ser el contexto mundial actual, con la importante diferencia de que en ese entonces la crisis no era tan generalizada y catastrófica como la de ahora y que existía un masivo y potente proletariado revolucionario internacional e internacionalista que, en cambio, hoy todavía no existe o, mejor dicho, todavía es débil. Por lo tanto, las lecciones dejadas por las luchas de nuestros hermanos de clase de ayer son válidas y útiles para los proletarios en lucha de hoy día y de todas partes. En nuestro caso, una de esas lecciones es -en palabras de uno de sus propios protagonistas- que “el 15 de noviembre de 1922 el proletariado aprendió a conocer quiénes son siempre sus enemigos mortales”. En efecto, tanto ayer como hoy nuestros enemigos siguen siendo los mismos: empresarios, banqueros, políticos (de derecha y de izquierda), militares, policías, curas, jueces, periodistas, sindicalistas... Pero no como grupos o personas en particular, sino como agentes de las relaciones de explotación y dominación capitalistas, de esta inhumana y asesina sociedad mundial de la mercancía, el dinero, el trabajo asalariado, el Capital y su Estado: nuestros mortales enemigos de siempre.
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Textos compañeros sobre Noviembre de 1922: