Revuelta en Oaxaca-México 2006 |
«Las rebeliones en Oaxaca y Atenas ponen en evidencia desplazamientos centrales, tanto en la teoría como en la práctica que permiten pensar en algo fundamental: la revolución actualmente no se produce históricamente como parte de la política tradicional; tampoco como el resultado del transcurso acumulativo de un proletariado unificado y fortalecido por su condición de clase (movimiento obrero). La lucha de Oaxaca y Atenas, que surge a partir de la condición fragmentada y desordenada en la que se encuentra hoy día el proletariado, indica su alejamiento de una forma programática como horizonte de la revolución y del comunismo. Más bien, camina en contra de la propia condición proletaria, en contra del proletariado como clase en el capital y como presuposición de su reproducción (Astarian, 2011; Théorie Communiste, 2009; Dauvé y Martin, 2002; Simon, 2011). Los acontecimientos de Oaxaca y Atenas son productos sociales de su propia época. Se inscriben en la tradición de la lucha de clases precisamente porque rompen con lo existente, con su propia historia. A partir de esta visión debemos considerar su relación con la recomposición de la dominación y las formas de la contrarrevolución después de su fin; bajo la luz de sus consecuencias incalculables, bajo la perspectiva que se revela por una de las consignas en las jornadas del diciembre: “Las rebeliones de hoy abren caminos de lucha mañana”. […]
[L]a corriente del Marxismo Abierto [79] plantea la lucha en términos de negatividad, como luchas-contra (del capital) en vez de luchas-por (la democracia). Esto es, que la lucha es contra todo lo que suprime, reduce, calcula, programa la creatividad-actividad humana. La relación capital es vista como una contradicción-en-movimiento y la categoría de la clase y la lucha de clases son aquí el corazón del argumento […] [L]a clase trabajadora (proletariado) “es la negación y crisis del capitalismo y, por lo tanto, la negación y crisis de sí misma” (Holloway, 2007: 91). El movimiento negativo y antiidentitario es la base de una revolución sin definición, sin nombre; es decir, una revolución que tiene como contenido la creatividad y actividad humana en condiciones irrestrictas. La potencia de lo común aquí es vista, básicamente, en términos negativos, como flujo de rebeldía-contra. Según John Holloway (2013:13):
El comunizar es el movimiento contra aquello que se interpone en el camino hacia la autodeterminación social de nuestras vidas. Los obstáculos que debemos afrontar no son solo nuestra separación de los medios de producción, sino todas aquellas formas sociales que proclaman su propia identidad, que niegan su propia existencia como formas y, simplemente dicen: somos.
El concepto de la revolución es entendido esencialmente como rechazo “aquí y ahora” a formas organizativas de lucha que institucionalizan y congelan el flujo de comunizar (al vanguardismo revolucionario, el estadocentrismo izquierdista); es decir, como destotalización de las formas capitalistas (Tischler, 2013).
Desde otra perspectiva, la aproximación del grupo francés Théorie Communiste [80] (y de otros grupos que mantienen cierta afinidad con su análisis, como los Endnotes, Blaumachen, riff-raff, etc.) tiene como su eje central la idea de que la revolución no se puede plantear en términos de organización. A diferencia de la propuesta del autonomismo italiano, la revolución se vuelve una posibilidad cuando se produce en términos de un movimiento de comunización. Aceptan que a través de las luchas sociales aparecen prefiguraciones negativas que indican los límites de la lucha y potencialmente nuevos modos de ataque por parte del proletariado. De acuerdo con los Endnotes (2010c):
Los que desarrollaron la teoría de la comunización [81] rechazaron poner la revolución en términos de formas de organización; en cambio tuvieron por objetivo comprender la revolución en términos de su contenido. Comunización implicaba un rechazo a la visión de la revolución como un evento en el que los trabajadores tomen el poder seguido por un periodo de transición: en vez de eso se veía como un movimiento caracterizado por medidas comunistas inmediatas (tales como la distribución gratuita de los bienes), tanto por su propio mérito y como una manera de destruir la base material de la contrarrevolución. Si, después de una revolución, la burguesía es expropiada pero los trabajadores siguen siendo trabajadores produciendo en empresas separadas, dependiendo de la relación con ese lugar de trabajo para su subsistencia e intercambiando con otras empresas, pues significa muy poco si ese cambio es autoorganizado por los trabajadores o tiene una dirección central por un “Estado obrero”: el contenido capitalista sigue existiendo y, tarde o temprano, el papel o la función distintivos capitalistas se reafirmará. Por el contrario, la evolución como un movimiento de comunización destruiría —dejando de constituir y reproducir— todas las categorías capitalistas: intercambio, dinero, mercancías, la existencia de empresas independientes, el Estado y —más fundamentalmente— el trabajo asalariado y la propia clase obrera.
El argumento
central de los
Théorie Communiste (2009,
2010), acerca de la crisis actual, es que para el proletariado se vuelve
cada vez más difícil seguir afirmando su posición como clase en el capitalismo.
Plantean que las
prácticas insurreccionales no han
llegado a transformarse en algo más que, básicamente, indicar los límites de la
propia acción del proletariado como clase. Esta perspectiva, negando el
marxismo humanista (acerca de la naturaleza
revolucionaria de la
clase trabajadora), sugiere
que, mientras las reformas y demandas laborales ya se vuelven inútiles,
hay un empuje hacia un momento histórico en el presente donde se abre como
posibilidad una ruptura interna en cuanto la acción proletaria pone en disputa
su propia condición como clase explotada en el capitalismo. Este es el momento
donde se produce lo que ellos llaman divergencia dentro del proletariado acerca
de su identidad de clase, es decir, la fragmentación o desaparición de la
identidad laboral que determinaba las formas de las luchas anteriores. […]
Revuelta en Atenas-Grecia 2008 |
Dicha realidad se refleja en las luchas actuales en tres niveles: a) Las luchas en la esfera de la reproducción aparecen ahora con mayor fuerza en relación con las luchas en los lugares de trabajo, b) las luchas sociales no surgen como luchas de un movimiento obrero masivo, c) los proletarios no definen sus protestas según un programa político revolucionario. El horizonte de la lucha de clases contemporánea no prefigura la victoria de la clase obrera sobre el capital. Lo que recorre a estas luchas no es la aspiración de victoria del movimiento obrero como un contrapeso al desarrollo capitalista; ni el sujeto que lucha emerge como sujeto revolucionario homogeneizado. En las ciudades, hay una dinámica creciente, producida fuera de la actividad productiva, fuera de los ámbitos laborales: luchas a nivel de barrio y contra la represión estatal, prácticas de autoreducción [84], movimientos de acción directa (contra el racismo-nacionalismo), grupos urbanos contra la segregación y guetización, organizaciones de desempleados, luchas contra las privatizaciones, cooperativismos, etc. La expansión de la condición proletaria, junto con la desconexión del proletariado al empleo, van de la mano con la represión y el control asfixiante del espacio público. Para la gentuza (racaille)[85] de los suburbios-guetos parisinos que inició los disturbios en 2005, para la gente en las barricadas de Oaxaca, para quienes defendieron al parque Gezi en Turquía, los que se movilizaron en Grecia, España, Nueva York y en muchos más lugares del mundo recientemente, la represión estatal frente a la ocupación del espacio público significaba exactamente esto: “... el espacio público, aunque supuestamente pertenece a todos, en realidad no les pertenece, nadie puede pretender que lo va a ocupar. La única autoridad que tiene el derecho de circundarlo es la policía. El espacio público es un territorio estatal” (Aléssi Dell’Umbria, 2008: 35). La esfera de la reproducción, de los espacios y tiempos fuera del trabajo tienden a ser violentamente controlados y, por lo tanto, crecientemente peligrosos.
En este sentido, mientras hay una multiplicidad de experiencias sociales, en la esfera reproductiva, que están subordinadas a la lógica capitalista, la explosión de la rabia contra el capital ya no se contiene en los límites de los lugares de producción ni demarca formas sistematizadas de reivindicación, basadas en la experiencia de una clase obrera unificada; como son las huelgas o las luchas-basadas-en-demandas laborales. En una época en la que el desempleo y la precarización del canon laboral anterior constituyen ya el núcleo de dicha forma; en una época en la que la trabajadora ilegal, “furtiva” es determinante en la condición de la fuerza laboral; las luchas por el salario ya no representan la dinámica del propio conflicto. En este sentido, las “derrotas” del movimiento obrero dentro de la fábrica, es decir, la “derrota” para destruir la máquina capitalista dentro del mismo lugar de trabajo durante el periodo anterior, indican que la forma obrerista de lucha fue esencialmente una afirmación de la clase que reproduce el capital (clase obrera), negando al mismo tiempo toda perspectiva de autonomía. Si el movimiento obrero fue el movimiento del trabajo abstracto contra el capital (Holloway, 2011: 208), su disputa es en realidad la disputa del trabajo abstracto. Los procesos de rebeldía, como son las luchas de desempleados, estudiantes, mujeres, contra el despojo, los disturbios sin demandas, etc., abarcan múltiples condiciones y aspectos de vida que ya están bajo el dominio del capital; demuestran de manera más evidente que la negación del estatus quo supera la esfera de la producción y muchas veces aparece como un movimiento que subvierte la disciplina social en las modalidades capitalistas con una multiplicidad de prácticas sociales. El proletariado está desplegando sus múltiples negaciones “no solo como un sujeto que su trabajo fue explorado sino como enemigo mortal de la dominación en todas las dimensiones espacio-temporales del mundo capitalista” (Trabajadores de la Negatividad, 2005).»
Notas
[79] Ver los libros del Marxismo Abierto I y II (2005, 2007) y el libro Negatividad y Revolución (2007).
[80] Ver textos disponibles en la red en su página (en francés): https://sites.google.com/site/theoriecommuniste/home; además en: http://libcom.org/library/theorie-communiste
[81] La teoría de la comunización, que varía mucho a lo largo de su trayectoria histórica, emerge como tal después de la crisis y la revuelta del mayo de 1968, básicamente por grupos franceses de izquierda extrema [izquierda comunista]. El fundamento teórico en las diferentes aproximaciones consiste en la percepción de la revolución como producción del comunismo sin la mediación de un periodo transitorio (dictadura del proletariado, sociedad obrera); es decir, como revolución dentro de la revolución. El colectivo Troploin insiste en una perspectiva hacia la autoemancipación del proletariado y la centralidad del proletariado como sujeto potencialmente crítico del mundo capitalista. Sin embargo, toma clara distancia del operaísmo italiano, el cual enfatizó más el “ser” revolucionario del proletariado, reduciendo el contenido de la revolución a la autonomía entendida como forma de organización política. Por otra parte, para la revista Tiqqun y El Comité Invisible, la comunización implica un “aquí y ahora”. A través de su principal texto, La insurrección que llega (2007), hacen una llamada a la deserción y al abandono de la sociedad capitalista con el objetivo de que la gente construya redes y lugares como comunas. Para ellos, este punto de partida es el que posibilita la reconstitución del comunismo dentro del capitalismo: el commoning, las nuevas formas de vida, ya pueden existir desde ahora. […]
[84] Se
trata de la negación a pagar todo o parte del precio de gastos públicos (transporte,
electricidad) o rentas, préstamos, cuotas, etc. Son prácticas correspondientes a las
surgidas en Italia durante los setenta.
[85] Caracterización que utilizó Sarkozy para los habitantes de los suburbios franceses (Le Monde, 11.11.2005).
Katerina Nasioka (2017). Ciudades en insurrección. Oaxaca 2006 / Atenas 2008 — Leer / descargar libro completo: http://comunizar.com.ar/wp-content/uploads/Ciudades-en-insurrecioi%CC%80n_WEB.pdf
P.D. A la memoria de Alexis Grigoropoulos, joven anarquista que fue asesinado por la policía el 6 de diciembre de 2008. Hecho que detonó la revuelta proletaria en Atenas y otras ciudades griegas.