(A propósito de las últimas movilizaciones de octubre
y del 15 de noviembre de 1922 en el ecuador)
“Nada se asemeja más a un representante de la burguesía
que un representante del proletariado”.
El capitalismo se basa en la propiedad privada sobre nuestras condiciones de existencia, la explotación de nuestra fuerza de trabajo, la mercantilización de la vida, las opresiones, jerarquías y representaciones de distinto tipo, la violencia o represión estatal-policial, el lavado ideológico de nuestros cerebros; consiste en la dictadura de las ganancias del capital sobre las necesidades humanas reales y en llevar una vida diaria miserable y absurda que no es controlada ni disfrutada por nosotrxs mismxs. La “santa” democracia nos ha querido hacer creer que las clases sociales han desaparecido y que ahora “todos somos iguales”, pero en la realidad eso es tan falso como creer que existe una democracia “buena”, “justa” o “de izquierda”, cuando ésta es una sola y, así se disfrace, sigue y seguirá siendo la dictadura invisible del capital. Las clases sociales no han desaparecido y, de hecho, estamos en permanente guerra de clases. Por su parte, la actual crisis mundial (desde lo económico hasta lo ecológico y lo cotidiano) amenaza con desaparecer al planeta y a la humanidad, pero el capitalismo utiliza sus crisis para reorganizarse, recobrar fuerzas y seguir en pie con sus múltiples formas de dominio: dictaduras y democracias, regresivas y progresistas, mercantilistas y estatistas. De allí que no luchar por subvertir la totalidad de estas condiciones reales de existencia, sino exigir simples reformas y para colmo hacerlo por “fases” o “etapas”, no es más que reformismo, uno más “moderado” y otro más “radical”, pero reformismo al fin y al cabo. Por lo tanto, la única solución verdaderamente radical a todo esto es la lucha revolucionaria de la clase trabajadora, del proletariado, y su completa autoliberación a fin de conseguir la destrucción total del capitalismo y la construcción de una sociedad sin explotación ni dominación, sin clases y sin estado. Pensar lo contrario o “moderadamente” es justificar la existencia del maldito sistema capitalista que nos quita la vida día tras día. Disguste a quien disguste, duela a quien duela, vuele la cabeza de quien tenga que volar, la realidad que “vivimos” es una miseria y la verdad siempre es revolucionaria…
En estos tiempos también es normal que, frente a toda la infamia y autoritarismo de gobiernos capitalistas, reaccionarios y populistas como éste, haya algunos sectores de izquierda que se le opongan y traten de aparecer como “la alternativa popular revolucionaria” sin serlo. ¿Por qué no lo son? Porque solo representan a sus parcelas y estrechos intereses de gremio, porque sus objetivos políticos no pasan de reformar o “democratizar radicalmente” al capitalismo, porque se organizan jerárquica y burocráticamente, porque manipulan a sus bases, porque creen que luchando legalmente por partes y de a poco, es decir luchando por migajas (ley de educación superior, rendimiento de pruebas, ley de aguas, ley minera, contratos y permisos de trabajo, participación política, etc.), van a conseguir los cambios radicales y totales que se necesita, y porque además algunos de estos andan resentidos por haber sido bajados de la camioneta de la “revolución” ciudadana, por haber sido descolados de mendigar puestitos y favores dentro de nuestro enemigo mortal que es el estado burgués. Nos referimos a todos aquellos sindicatos, partidos, movimientos, coordinadoras, plataformas, etc. que, por tales razones, ahora se le oponen al gobierno burgués de Correa, a esta forma y parte del capitalismo, pero no radicalmente a todo el sistema, pues no cuestionan a fondo la propiedad privada, el trabajo asalariado, la mercancía, el estado, la patria, la moral ni las jerarquías. Nos referimos a aquellas organizaciones e ideologías que creen que solo se debe cambiar ciertas partes o solo atacar los peores efectos del capitalismo pero jamás sus causas estructurales. Y a aquellxs que siguen creyendo que hay que “tomar el poder” mediante “el partido” -y “el sindicato”- para administrar “de otro modo” el capital y el estado y entonces “construir el socialismo”. Nos referimos, en suma, al reformismo renovado, a la nueva socialdemocracia, a la reciclada izquierda del capital o izquierda pseudorrevolucionaria en estas tierras. Y más concretamente, nos referimos al MPD-UNE y a la CONAIE-Pachakutik , entre otras organizaciones (incluida la flamante, pseudoradical e igual de burocrática COCE): burócratas-policías civiles pequeñoburgueses “de izquierda”, mestizxs e indígenas, que en sus vidas cotidianas y políticas no hacen más que vivir a costa de sus “inferiores” y mangonearlos, pero que, en el espectáculo mediático, aparecen como “radicales” o “revolucionarixs”. Por eso las movilizaciones que últimamente éstas han encabezado, utilizando indignamente el descontento y furor legítimo de la gente, no son luchas proletarias y anticapitalistas sino luchas de dirigencias clasemedieras y privilegiadas, democráticas y prácticamente interburguesas: luchas burocráticas y reformistas. Y por eso no sorprende que la CONAIE , la UNE y otros ya hayan “dialogado” o negociado migajas con el “progre” capitalismo correísta. En fin, tiempos reformistas: conflictos, organizaciones, discursos y prácticas reformistas. La única honrosa y sorprendente excepción frente a este show, han sido las comunidades y proletarixs shuares que resistieron violenta, independiente y tenazmente la violencia estatal en Morona Santiago, sin miedo a sus tibios “representantes” ni a los milicos y los chapas… Resistieron como se debe y por eso nuestro respeto y solidaridad para con estxs hermanxs de clase.
¡Ya es hora de que lxs proletarixs no nos dejemos engañar ni utilizar para este tipo de miserias políticas! ¡Ya es hora de que nos demos cuenta que el reformismo en cualesquiera de sus formas también es enemigo!, empezando por el mito del electoralismo y del gobiernismo. Que el sindicalismo (o gremialismo) y el indigenismo no solo son reformistas sino también capitalistas, puesto que solo pretenden reformar y administrar ciertas cosas puntuales a su conveniencia para así ser “reconocidos” y acomodarse mejor dentro de este pútrido y asqueroso sistema. Y de igual manera el representacionismo, el dirigismo y el vanguardismo, ya que solo en un mundo basado en la propiedad privada y la explotación puede haber jerarquías, jefes, mandos o representantes y gente que se deje representar y obedezca órdenes. Lo cierto es que el proletariado realmente revolucionario es irrepresentable e ingobernable. Lo cierto es que al capitalismo nunca lo destruiremos con sus propias armas o “desde adentro”, sino al contrario: nuestra mejor arma en su contra –producto de la misma lucha de clases- es la Autonomía Proletaria , que significa autoconciencia, autoorganización, autoactividad, autodirección y autoliberación proletarias. Significa también que lxs proletarixs sepamos organizarnos y luchar por fuera y en contra de todas las estructuras del estado burgués y la izquierda del capital (parlamento, gobierno, sindicatos, partidos, frentes, universidades, ongs, iglesias, etc.) como único modo de alcanzar nuestra emancipación real y total. Tanto los llamados a “no hacerle el juego a la derecha y apoyar críticamente a este gobierno” como los de “a forjar la unidad popular contra este gobierno antipopular” de ciertas izquierdas –llamados vacíos e inútiles ambos-, no hacen sino alimentar ilusiones reformistas y, a la larga, reaccionarias frente a un verdadero proceso de revolución proletaria, cuyo único eje motor son la autonomía y el antagonismo proletarios y en el cual la unidad y el combate clasistas se realizan solamente sobre estas bases.
¡No somos “ciudadanxs”: somos proletarixs! ¡Pero tampoco somos “estudiantes”, “profesores”, “indígenas”, “comerciantes minoristas”, etc… no somos “pueblo”: somos proletarixs! ¡Y ser proletarixs no solo significa ser desposeídxs que vendemos al capital nuestra fuerza de trabajo para sobrevivir en la pobreza, sino luchar por autoemanciparnos del yugo patronal y estatal que nos oprime y quita vida día a día! ¡Significa luchar, organizarse, tomar conciencia y emanciparse total y radicalmente contra el capitalismo y todo lo que lo reproduzca! ¡Significa hacerle la guerra al capital y al estado (a los ricos, a los políticos y a los policías) y a todo aquel que quiera dirigir o manipular nuestras vidas (sea de derecha o de izquierda)! ¡Significa luchar integralmente, sin miedos y a muerte por una sociedad sin propiedad privada, sin trabajo asalariado, sin dinero, sin clases, sin estado, sin patrias, sin racismo ni sexismo; por una comunidad humana real mundial, por el comunismo! ¡La lucha proletaria no es legal, democrática, ni por migajas, sino total, directa, radical y revolucionaria! ¡Por eso la Autonomía Proletaria no es una simple teoría o ideal, sino y ante todo una práctica revolucionaria concreta y necesaria!
No estamos diciendo que las luchas callejeras o muestras de rabia ocurridas últimamente en el país no tengan sentido o no sirvan de nada. Si se dan, es por algo. Son un síntoma del descontento de algunos sectores de trabajadorxs frente a las agobiantes condiciones capitalistas de vida que los patrones y este gobierno, con órdenes o con reformas, impulsan y defienden a capa y espada. Pero también decimos que estas luchas sirven o tienen sentido siempre y cuando se las hagan antagónica y radicalmente desde las bases, sin jefes ni burocracias, sin medias tintas ni conformismos, sabiendo identificar bien las raíces del problema, al enemigo de clase y a los obstáculos propios, y sabiendo aprovecharlas para elevar y fortalecer nuestra lucha, organización y conciencia anticapitalistas como proletarixs. De lo contrario, son fácilmente recuperadas o cooptadas por el estado burgués o por la izquierda del capital, como de hecho ha pasado y sigue pasando últimamente. Pero nuestra clase también se equivoca. Por eso es necesario y válido aprender de los errores y, sobre todo, que haya minorías proletarias comunistas e intransigentes que no apaguen nunca el fuego escarlata de la revolución social o del comunismo. El mismo devenir de la crisis capitalista, de estas luchas concretas y de nuevas luchas por venir depurará prácticas, organizaciones e ideas no revolucionarias y se encargará de autonomizar y radicalizar a los sectores proletarios más de base y más combativos. Mientras tanto, lxs proletarixs revolucionarixs existentes debemos allanar este camino. El Comunismo no es una utopía ni una meta a ser alcanzada, sino el movimiento real del proletariado que anula y supera el actual estado capitalista de las cosas. Empujemos entonces a que, del actual basural social y político, emerja y se imponga este movimiento revolucionario que aún no existe pero que puede y debe existir para hacer la revolución social real: la revolución proletaria o comunista, y no caricaturas socialdemócratas y reaccionarias de revolución, como fue ese capitalismo burocrático de estado del siglo XX llamado "socialismo real" ni tampoco como el nuevo reformismo pequeñoburgués y estatista llamado "socialismo del siglo XXI", cuya versión ecuatoriana es la "revolución ciudadana".
¡Hermanx proletarix!: ¡la próxima vez que luches por mejores condiciones de vida o por tus “derechos” y que salgas a la calle a enfrentarte a pedrada limpia y molotov contra los malditos perros de la policía, no lo hagas por simples reformitas ni bajo las órdenes de ningún burócrata dirigente “de izquierda” ¡No! ¡Hazlo por tus intereses de clase, por cuenta propia y en asociación con tus iguales, con tus otros hermanxs de clase, para destruir todo lo que te destruye a diario y para recuperar y autogestionar tu vida, reapropiándote de todo lo que necesites y desees para vivir! ¡Hazlo por tu vida misma! ¡Aprovechemos una simple reivindicación para convertirla en revuelta proletaria generalizada! ¡Creemos las condiciones para eso: organicémonos, formémonos, agitemos y luchemos más y mejor! ¡Confiemos solamente en nuestras propias fuerzas! ¡Y perdamos todo miedo al patrón, al chapa, al dirigente, a quien sea! Y si, en esas acciones, hay que ocupar por la fuerza espacios de trabajo, de estudio, barrios, plazas, calles, edificios, y si hay que saquear supermercados, bancos y oficinas, y si hay que quemar locales empresariales, del estado, policiales, etc… ¡pues hagámoslo!... ¡Estamos en Guerra de Clases! ¡Resistamos toda forma de explotación y opresión capitalista y estatal! ¡Ataquemos la propiedad privada, el trabajo asalariado, la mercancía, la moral, la patria, el estado, la autoridad y toda otra forma de opresión y de opresores! ¡O somos radicales o seguimos siendo esclavos! ¡Tú eliges! ¡Y si no lo eliges, la misma situación real, la misma necesidad concreta te llevará, tarde o temprano, a hacerlo!
¡O Cambiamos Todo de Raíz o Nada Cambia!
¡A Destruir Todo lo que Nos Destruye para así Poder
Recuperar y Autogestionar Nuestras Vidas!
¡Contra la Propiedad Privada , la Esclavitud Asalariada y el Estado!
¡Contra el Capitalismo y el Reformismo en Todas sus Formas!
¡Ni Correa ni Derecha ni Izquierda Pseudorrevolucionaria!
¡Ni Mitos Ni Vanguardias, Ni Sindicato ni Partido:
Autonomía Proletaria!
¡15 De Noviembre: Ni Perdón Ni Olvido… Venganza de Clase!
¡Autoorganización y Acción Directa!
¡A Preparar Huelgas Salvajes!
¡Hagamos que la Crisis Capitalista Reviente
y se Transforme en Revolución Social!
¡Por la Destrucción del Capital y del Estado!
¡Comunismo o Barbarie!
comunismoobarbarie@gmail.com
octubre-noviembre 2009