Humanaesfera. Brasil, mayo de 2015.
[Traducido
al español con la ayuda del traductor de google y editado por el administrador de este blog, quien
alguna vez también hizo “trabajo de base” y, por lo tanto, puede hablar sobre este tema desde la experiencia y no sólo desde la teoría]
«La conciencia no es más que ser consciente,
y el ser de los hombres es su proceso real de vida. [...]
No es la conciencia la que determina la vida,
es la vida la que determina la conciencia.
En el primer modo de consideración,
comienza desde la conciencia como un individuo vivo;
en el segundo, que corresponde a la vida real,
comienza desde los individuos vivos reales
y considera la conciencia solo como su conciencia.»
(K. Marx, La ideología alemana)
¿Sinónimo de heteronomía[1] del proletariado? Este: trabajo de base. Pseudo-praxis tan hueca, tautológica y vacía, que no es más que la repetición incesante de la exhortación a un doloroso, arduo, interminable, confuso… trabajo de base.[2] [“El trabajo de base es el trabajo de base, compañero.”]
El activista, el militante, quiere acción [para justificar su existencia como tal]. A diferencia de los no militantes, se vanagloria de actuar [y de “ser más” que ellos]. El error empieza ahí: imaginar que hay o puede haber alguien que "no hace nada". Si existimos, es porque actuamos. [La vida es actividad.] No es necesario esperar a un pequeño grupo de militantes con sus "trabajos de base" e "inserciones sociales" para actuar y solidarizar con los demás proletarios. [Mucho menos esperar que aquellos los “concientiCen” y “organicen”.]
La
idea de trabajo de base es indefendible, porque es intrínsecamente heterónoma. [Por
el contrario, una de las claves de la revolución comunista es la autonomía
proletaria, es decir la capacidad del proletariado de luchar y de emanciparse
por sí mismo: su “autoactividad” (como decían los comunistas de consejos) y su
autoemancipación (consenso marxista/anarquista en la I Internacional). La labor
de los comunistas, por tanto, es contribuir a desarrollar la autonomía del
proletariado (incluyendo su autoclarificación teórica), esto es, contribuir a
autoproducir el “ser consciente” que a su vez autoproduce la “comunidad real”
(Marx), mediante la acción directa entre iguales, y no mediante el “trabajo de
base”.]
A pesar de esto, el activista autonomista [que también hace trabajo de base, para “hacer algo concreto y no sólo teórico”,] pretende luchar por la autonomía del proletariado… ¿Cómo puede alguien que dice actuar, es decir, que otros “no actúan”, ser capaz de actuar si no se supone que actuará sobre los demás (trabajo sobre la base)? Entonces, el activista autonomista entra en contradicción y, para recomponerse, se presenta como “un medio”, “un instrumento” y no como un fin, renunciando a sus propios deseos (metas, ideas, propósitos, que menoscaba como meras utopías), porque piensa que, por tanto, respeta “los deseos de la base”, “su autonomía” [fetichismo de la base y de la autonomía]. Ahora bien, ¿no es obvio que el "trabajo de base" implica aceptar una posición heterónoma y jerárquica [no ser parte de la base, pero pretender estar sobre ella, además con una visión religiosa y pastoral de salvador e iluminado, muy propia de la pequeña burguesía o la mal llamada “clase media”]? ¿Y no es evidente que esta renuncia a las propias metas y deseos (para imaginariamente respetar “la autonomía de la base”), significa omitirse frente a las tendencias suicidas (reaccionarias) del proletariado, como si estas fuesen “autónomas”?
En el mejor de los casos, la militancia es simple fantasía, mera imaginación, delirio [y (auto)engaño]. [El militantismo es la fase suprema de la alienación: el militante de izquierda se cree un ser “desalienado” y “puro”, y por eso, “guía” y “salvador” del “inconsciente y desorganizado” proletariado, a quien termina cosificándolo para intentar dominarlo.] Quizás algo de lo que valga la pena reírse. En otros casos, sin embargo, a medida que la organización militante se perpetúa y el trabajo de base tiene éxito, inevitablemente se consolida -independientemente del formalismo "igualitario", "democrático" o de las "intenciones"- como pandilla, banda, mafia, [“racket”,] sacerdocio, [secta] y, en el peor de los casos, como una nueva clase dominante (burocracia).
¿Qué debemos hacer entonces? Cualquier cosa. Si existimos, es porque actuamos. Basta ser lo que eres, es decir, actuar [natural y espontáneamente] como un igual (un proletario), sin recelos ni renuncias, presentando opiniones, objetivos y propuestas como otros iguales [otros proletarios] presentan sus opiniones, objetivos y propuestas. De igual a igual, en los autobuses, en el trabajo, en el tren, en internet, en las calles, si hay la oportunidad. [Y sobre todo, estando presentes en las luchas de nuestra clase como unos proletarios más: en las protestas, las huelgas, los paros, las barricadas, las asambleas espontáneas y autoconvocadas, etc.; así como también en okupas, huertos, bibliotecas, talleres, ferias, tokatas, campañas de agitación, etc.] Abiertamente, como tendencia comunista libertaria del proletariado contra otras tendencias del proletariado (tendencias que, a nuestro juicio, son suicidas para el proletariado, ya que lo llevan a sostener su propio sometimiento y explotación. Por ejemplo: religión, patriotismo, defensa de "sus" puestos de trabajo contra los "invasores extranjeros", xenofobia, machismo, primitivismo, racismo, barrismo, corporativismo, conspiración, el servilismo de luchar por el reconocimiento de los "méritos" [, creer en y actuar bajo representantes y “salvadores” de izquierda y/o de derecha, etc.]).
Las prácticas [espontáneas] del proletariado (solidaridades, huelgas, manifestaciones, trabajar lo mínimo, cagarse en la "meritocracia", y lo que proponemos nosotros: superar la huelga por la libre producción, mecha del comunismo universal) son en sí mismas nuestra práctica. Y solo podemos influir en las prácticas de la clase [participando de ellas,] debatiéndolas y presentando con claridad nuestras críticas, ideas y propósitos, que pueden ser más o menos adoptados o no, ser difundidos por otros o no, en momentos determinantes sí y en otros no, mejoradas o no... No hay otro tipo de praxis además de esta, si es que realmente buscamos favorecer la autonomía del proletariado. El trabajo de base es la mistificación protoburocrática y proto-sacerdotal [de la praxis revolucionaria.]
[Nota sobre la unidad de la teoría y la práctica: la praxis revolucionaria]
A quienes piensan que sobreestimamos las "ideas", les respondemos que las ideas no son seres inmateriales (sólo serían inmateriales si existieran en un plano sobrenatural, en el que serían eternas e inalterables), sino que, por el contrario, son producciones indispensables para componer, junto con otras producciones (en pie de igualdad), la transformación de las circunstancias [y de los individuos] (praxis revolucionaria).
[A diferencia de lo que creen y dicen los burgueses y los leninistas,] los proletarios no son bestias que hacen las cosas a ciegas o instintivamente. No hay acciones sin fines, propósitos, deseos... es decir, las acciones presuponen e implican teorías [por más que no parezca ni que se lo conozca], que los proletarios crean y mejoran (o degradan y dogmatizan) al percibir [o “tomar conciencia”, la cual es su conciencia o no es tal] que su capacidad de actuar se aumenta (o disminuye) objetivamente.
La capacidad de acción [y de conciencia] del proletariado aumenta cuando confía en sí mismo ([local e] internacionalmente), no reconoce "chivos expiatorios", e impone sus necesidades de clase (que son comunistas: no trabajar y que todo sea gratis, "libre"), oponiéndose radicalmente, por este simple acto, a la clase dominante (para la cual, obviamente, esto es "opresivo", verdadera dictadura del proletariado [entendida como dictadura de las necesidades humanas sobre la dictadura de la economía y el Estado sobre nuestras vidas]). Ataca al poder [capitalista] disolviendo lo que lo sostiene: las divisiones del proletariado en empresas, patrias, razas, géneros, etc. a través de una libre asociación universal que garantice el libre acceso a los medios de producción y de vida a cualquier persona.
[Por el contrario, la capacidad de acción y de conciencia del proletariado] disminuye cuando los proletarios sospechan de sí mismos, claman poder contra los "chivos expiatorios" (extranjeros, "judíos", inmigrantes, "vagabundos"), y reprimen sus deseos en nombre de la ficción de un "bien mayor" (patria, empresa, religión, [sindicato, partido...]); es decir, cuando se unen a la clase dominante (ya sea burocrática o privada, de izquierda o de derecha) contra sí mismos.
En el primer caso (mayor capacidad de actuar), la teoría necesariamente se desarrolla, mejora [y deviene fuerza material y social revolucionaria]; mientras que en el segundo caso (capacidad reducida de actuar), la teoría sólo se puede degradar y dogmatizar [, es decir, convertirse en ideología o falsa conciencia con fuerza material deformadora de la realidad y, en última instancia, conservadora de la sociedad de clases.]
[Para llegar a controlar y transformar su propia vida, el proletariado es capaz de emanciparse a sí mismo, creando, controlando y comunicando su propia conciencia, su propia teoría, su propia información, su propia organización, su propia dirección y, sobre todo, su propia acción revolucionaria. La cual es “autoactividad” o acción autónoma, y es acción directa entre iguales, es decir acción sin intermediarios, representantes ni vanguardias de y entre los mismos proletarios.
Así pues, el “trabajo de base”, hágalo quien lo haga (cristianos de izquierda, leninistas, autonomistas, anarquistas, etc.), es un obstáculo para el desarrollo de la autonomía y la autoemancipación del proletariado; por lo tanto, es un obstáculo para el comunismo y la anarquía, entendidos como movimientos revolucionarios reales, con limitaciones y contradicciones, pero reales, sin necesidad de partidos ni de ideologías, de vanguardias, etiquetas ni fronteras.]
[1] “La heteronomía es un concepto que se aplica a un ser que vive según reglas que le son impuestas por otro, y que, en el caso del ser humano, se soportan contra la propia voluntad o con cierto grado de indiferencia e inconsciencia. El ejemplo clásico es la relación heterónoma entre amo y esclavo, así como entre Estado y sociedad. Según Cornelius Castoriadis (fundador de la revista marxista proto-autonomista “Socialisme ou Barbarie”), la heteronomía (sumisión social del individuo a la economía, a la socio-política y/o a la socio-religión, lo cual implica la pérdida de su poder y su libertad reales a cambio de un poder y una libertad ficticios) es lo contrario de la autonomía (capacidad de establecerse a sí mismo las propias leyes o normas de vida y, por lo tanto, de romper y superar la heteronomía).” [Tomado y editado de Wikipedia]
La autonomía del proletariado, entonces, es su capacidad de luchar sin intermediarios ni representantes ni jefes (burgueses ni proletarios, de derecha ni de izquierda): luchar directamente, dotándose de organización, conciencia y dirección por sí mismo, sobre la base de su experiencia de vida y de lucha, para su autoemancipación y autotransformación. Es autoactividad y autoorganización de las masas proletarias (ej. soviets o consejos de trabajadores, asambleas territoriales, etc.) por fuera, en contra y más allá de todas las instituciones y organizaciones del Capital, el Estado, partidos, sindicatos, iglesias, ongs, universidades, etc. De hecho, la autonomía proletaria sólo se conquista en el proceso histórico e internacional de las luchas concretas contra la heteronomía capitalista, estatal, partidaria, sindical, religiosa, etc.; es decir, en la lucha por recuperar el control sobre la propia vida colectiva e individual.
El proletariado es una clase revolucionaria
cuando lucha como una clase autónoma, no para conservarse como tal, sino para abolirse
como clase, asumiendo la autoorganización de toda esta lucha. Lo cual le hace entrar en antagonismo irreconciliable con todas las divisiones, jerarquías, intermediaciones y representaciones del orden capitalista. Antagonismo de clases que sólo se puede resolver mediante la revolución o la contrarrevolución, cuya piedra angular es la reproducción o no del proletariado como clase explotada y heterónoma, y cuyo primer paso es la autoorganización del proletariado.
El leninismo -el jacobinismo o revolucionarismo burgués- es lo contrario de la autonomía proletaria: el primero conduce a, y prefigura, la contrarrevolución burocrática y el capitalismo de Estado “en un solo país”; la segunda, a la autoemancipación del proletariado, el derrumbe del capitalismo y la revolución comunista mundial. Por eso el "trabajo de base" que hacen los partidos leninistas reproduce la heteronomía de la sociedad y el Estado actuales y, por lo tanto, termina siendo lo contrario de la autonomía y la acción directa del proletariado para combatir y emanciparse del Capital y el Estado. [Nota del Editor]
[2] Es muy probable que el trabajo de base se origine y fundamente en el dolor misionero católico (sacrificio, caridad, culpa ...). Maldito legado de las comunidades eclesiales de base y sus pastores. [No en vano en eso también se parecen las sectas religiosas (evangélicas y católicas) y las sectas políticas (en especial, las sectas leninistas -en todas sus variantes-): en que ambas hacen trabajo de base en los barrios populares y compiten entre sí para ver quién organiza, recluta, adoctrina (“concientiza”) y dirige a más proletarios, como si estos fuesen objetos contables, acumulables y manipulables.]
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Segunda Parte: Autonomía, "clase media" y autoabolición del proletariado