25 de marzo de 2020

Reporte y balance 5 meses después de la revuelta en Ecuador

Publicado en la sección "Internacional" del periódico anarquista Guerra de Clases N° 2, Santiago de Chile, Marzo 2020; y en Erupción #1. Boletín Anarquista de Análisis desde América Latina, Antofagasta-Chile, Marzo 2020 


1.      A pesar de que la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) se sentó a negociar con el Gobierno después de 11 días de guerra de clases, finalizando de esta manera el Paro de Octubre en Ecuador, éste concluyó con una victoria parcial para lxs explotadxs y oprimidxs que se rebelaron: la derogatoria del “paquetazo” o el Decreto Ejecutivo 883. Decimos victoria parcial y además con sabor a derrota, debido a nuestros muertos y a la permanencia del gobierno asesino de Moreno-Sonnenholzner-Jarrín-Romo y su política económica de “austeridad”. Sin embargo, el Estado burgués se vio obligado a retroceder, y también quedó golpeado y asustado, a causa de todas las acciones directas de masas que tuvieron lugar durante el Paro: se tomaron instituciones gubernamentales, pozos petroleros, carreteras, hicieron marchas y cacerolazos, piquetes y barricadas, saquearon algunos comercios, quemaron regimientos policiales y tanques de guerra, retuvieron a algunos policías y militares y les aplicaron “justicia indígena” y callejera, hicieron huir al presidente a Guayaquil, instauraron “la Comuna de Quito” y desconocieron al Gobierno. Es decir, en 11 días las masas proletarias del campo (indígenas) y de la ciudad (mestizas, en especial la juventud proletaria) “despertaron” e hicieron lo que no hicieron en 11 años. 11 días de irrupción abrupta y ruptura limitada pero real de la normalidad capitalista: de la propiedad privada, el trabajo asalariado, la circulación de mercancías y el dinero (por algo fue un paro de actividades económicas), sustituyéndolas por la libre cooperación, la solidaridad y la gratuidad (en los centros de acopio y las ollas comunitarias); a lo cual, le acompañó a toda hora la discusión abierta y la toma colectiva y horizontal de decisiones desde las bases en las asambleas permanentes, y la valiente autodefensa desde las barricadas precarias contra la brutal represión policial. 11 días de revuelta, insurrección y gérmenes de comunismo anárquico espontáneo, caótico, contradictorio y fugaz en “la mitad del mundo” en pleno siglo XXI.

2.      Frente al terrorismo de Estado durante el Paro, ni perdón ni olvido. Verdad y justicia para nuestros 11 muertos y 1340 heridos. Solidaridad y libertad para nuestros 1192 compañeros presos políticos. Denunciamos la actual represión del gobierno contra algunos luchadores sociales, como forma de “castigo ejemplar”. También estamos atentxs a que no nos imponga un nuevo paquetazo” económico que beneficiará sólo a su clase, los ricos. Frente a esta violencia del Capital, la lucha proletaria sigue y debe seguir. Hasta las últimas consecuencias. Hasta que se hayan ido todos los explotadores y opresores, y valga la pena vivir para todxs. Sin duda, falta mucho para ello, pero la lucha sigue y debe seguir.

3.      2 meses después del Paro, el gobierno de Moreno aplica la estrategia de “el palo y la zanahoria”. “El palo” es la represión selectiva, el “combate contra la insurgencia”, el fortalecimiento de la inteligencia y el equipamiento policial-militar. También lo es ratificar las reformas laborales precarizadoras y el acuerdo con el FMI, perdonar deudas millonarias a poderosos grupos empresariales, firmar nuevos contratos mineros, reducir el presupuesto para educación pública… Mientras que “la zanahoria” es que no va a aumentar el IVA ni otros impuestos, y sus brigadas sociales asistencialistas en el sector rural. 

4.      Por el lado de los movimientos sociales (indígena, sindical y estudiantil), su acción colectiva ha oscilado entre el diálogo y la movilización. La CONAIE sigue a la cabeza. Después del Paro, conformó un “Parlamento de los Pueblos” e hizo pública su propuesta de “modelo económico alternativo”: una “nueva” versión de capitalismo andino y Estado plurinacional, el típico programa reformista y progresista para estas tierras. Además, sus dirigentes ya están hablando de participar en las próximas elecciones presidenciales (Jaime Vargas quiere ser el Evo Morales ecuatoriano). Los sindicatos, por su parte, desistieron de salir a protestar en las calles –pese a que lo anunciaron– y más bien se sentaron a negociar, mejor dicho, a ratificar las últimas reformas laborales precarizadoras de la patronal y el gobierno. Aun así, son parte del “Parlamento de los Pueblos” y firmantes de la tal propuesta de “nuevo modelo económico”. En cambio, lxs estudiantes de instituciones públicas empezaron a reactivar la movilización callejera mediante marchas contra el recorte de presupuesto. También ha habido otras manifestaciones contra otras medidas del gobierno (ej. trabajadorxs informales o ambulantes).

5.      En todas estas protestas sociales desde el Paro, se han dado algunas situaciones donde las bases han cuestionado y desbordado a sus dirigencias. Además, existen unas pocas asambleas autoconvocadas y unos pocos grupos radicales. Nosotrxs, como anarquistas o comunistas antiestatales, estamos por la autonomía y la radicalización de las bases proletarias cuando estalle un nuevo Paro; es decir, por nuestra autoorganización asamblearia y nuestra movilización combativa afuera y en contra de instituciones, elecciones, partidos, sindicatos y “parlamentos”; y sobre todo, no por tal o cual reforma o migaja parcial, sino por la revolución total: por la abolición y superación del capitalismo, el Estado, las clases sociales y toda forma de explotación y opresión (sexo, raza, nacionalidad, especie, etc.), a fin de poder autodeterminar libre y comunalmente nuestras propias vidas. Esto es muy minoritario, pero existe.

6.      La peor derrota es la vuelta a la normalidad. 5 meses después del Paro, todo lo dicho en el anterior punto se disolvió en el aire. No estalló un nuevo Paro. Mucho menos su anhelada radicalización. Todo volvió a la normalidad capitalista de manera contundente… y deprimente. El gobierno está dando más dinero y armas a la policía y las fuerzas armadas, mientras reduce presupuesto para salud (a pesar del “coronavirus”), educación y empleo. Niega cínicamente sus crímenes de Estado cometidos durante el Paro. Y las cadenas nacionales y los noticieros mienten todos los días. Los ricos y poderosos están haciendo lo que les da la gana con y contra nuestra clase. Por su parte, el movimiento indígena ha demostrado públicamente su carácter reformista y oportunista debido a su electoralismo presidenciable, con el apoyo del resto del movimiento popular (“Parlamento de los Pueblos”). Hay otras organizaciones de izquierda “revolucionaria” que dicen hacer lo contrario a las anteriores pero que en realidad hacen lo mismo sólo que por otra “vía”: reformismo disfrazado de revolucionario, mientras se la pasan compitiendo por poder y reconocimiento en “sus” espacios. Las pocas asambleas autoconvocadas y los pocos grupos radicales ya no existen realmente sino sólo de apariencia, mejor dicho, sólo de nombre. Después de la derrota de la revuelta de octubre, todas estas organizaciones no son más que cascarones vacíos llenos de relaciones, prácticas e ideas capitalistas de mierda pero con membretes izquierdistas, “anticapitalistas” y hasta “anarquistas”. Algunxs de vez en cuando siguen haciendo activismo político… estéril y espectacular, como todo activismo. El resto, es decir la mayoría de participantes del Paro, volvieron a la esclavitud asalariada y ciudadanizada, o al desempleo y la precariedad existencial, a la atomización o el aislamiento, a la competencia y la violencia entre sus propixs hermanxs de clase. Y la depresión post-revuelta de algunxs compañerxs conocidxs y anónimxs existe y no es un dato menor. Es muy difícil remontar la derrota material y moral. El resto del 2020 será un año “apagado”, y el 2021 será un año electoral. Frente a esta realidad, es inevitable no estar pesimistas… hasta nuevo aviso. 

P.D. Compañerxs proletarixs de Chile: no caigan en la trampa burguesa y estatal de la “asamblea constituyente”: ésta es y siempre ha sido la vía democrática de la clase dominante para apagar el fuego de la revuelta proletaria, y el símbolo de su derrota. No se dejen quitar el poder sobre su propia vida ganado mediante su lucha en las calles. Pero, si las masas quieren y hacen tal cosa, entonces prepárense para asumir las consecuencias y las lecciones de tamaña equivocación. La derrota es dura y pega fuerte. Cuesta mucho recuperarse de ella. Sin embargo, y pase lo que pase después del plebiscito de abril de este año, contribuyan a fortalecer las asambleas territoriales autónomas y los lazos de comunidad humana entre lxs proletarixs en lucha. Porque más que la autonomía organizativa y la violencia de “la primera línea” contra el aparato represivo del Estado, lo fundamental es transformar de raíz todas nuestras condiciones de existencia y nuestras relaciones sociales. Y tampoco descuiden la teoría, la propaganda y la agitación revolucionarias. Todo esto, con objetividad y autocrítica para resistir y avanzar realmente. ¡Salud y Revolución Mundial!  

Un Comunista Anárquico de Quito
Diciembre 2019-Marzo 2020