1.
A pesar de
que la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) se sentó
a negociar con el Gobierno después de 11 días de guerra de clases, finalizando
de esta manera el Paro de Octubre en Ecuador, éste concluyó con una victoria
parcial para lxs explotadxs y oprimidxs que se rebelaron: la derogatoria del “paquetazo”
o el Decreto Ejecutivo 883. Decimos victoria parcial y además con sabor a
derrota, debido a nuestros muertos y a la permanencia del gobierno asesino de
Moreno-Sonnenholzner-Jarrín-Romo y su política económica de “austeridad”. Sin
embargo, el Estado burgués se vio obligado a retroceder, y también quedó
golpeado y asustado, a causa de todas las acciones directas de masas que
tuvieron lugar durante el Paro: se tomaron instituciones gubernamentales, pozos
petroleros, carreteras, hicieron marchas y cacerolazos, piquetes y barricadas,
saquearon algunos comercios, quemaron regimientos policiales y tanques de
guerra, retuvieron a algunos policías y militares y les aplicaron “justicia
indígena” y callejera, hicieron huir al presidente a Guayaquil, instauraron “la
Comuna de Quito” y desconocieron al Gobierno. Es decir, en 11 días las masas proletarias del campo (indígenas)
y de la ciudad (mestizas, en especial la juventud proletaria) “despertaron” e hicieron
lo que no hicieron en 11 años. 11 días de irrupción abrupta y ruptura limitada pero
real de la normalidad capitalista: de la propiedad privada, el trabajo
asalariado, la circulación de mercancías y el dinero (por algo fue un paro de
actividades económicas), sustituyéndolas por la libre cooperación, la
solidaridad y la gratuidad (en los centros de acopio y las ollas comunitarias);
a lo cual, le acompañó a toda hora la discusión abierta y la toma colectiva y
horizontal de decisiones desde las bases en las asambleas permanentes, y la
valiente autodefensa desde las barricadas precarias contra la brutal represión policial.
11 días de revuelta, insurrección y gérmenes
de comunismo anárquico espontáneo, caótico, contradictorio y fugaz en “la mitad del mundo” en pleno siglo XXI.
2.
Frente al terrorismo de Estado durante el Paro, ni perdón ni olvido. Verdad y justicia para nuestros
11 muertos y 1340 heridos. Solidaridad y libertad para nuestros 1192 compañeros
presos políticos. Denunciamos la actual represión del gobierno contra algunos
luchadores sociales, como forma de “castigo ejemplar”. También estamos atentxs a
que no nos imponga un nuevo “paquetazo” económico que beneficiará sólo a su clase, los ricos. Frente a esta violencia del Capital, la
lucha proletaria sigue y debe seguir. Hasta las últimas consecuencias. Hasta
que se hayan ido todos los explotadores y opresores, y valga la pena vivir para
todxs. Sin duda, falta mucho para ello, pero la lucha sigue y debe seguir.
3.
2 meses después del Paro, el gobierno
de Moreno aplica la estrategia de “el palo y la zanahoria”. “El palo” es la
represión selectiva, el “combate contra la insurgencia”, el fortalecimiento de
la inteligencia y el equipamiento policial-militar. También lo es ratificar las
reformas laborales precarizadoras y el acuerdo con el FMI, perdonar deudas millonarias
a poderosos grupos empresariales, firmar nuevos contratos mineros, reducir el
presupuesto para educación pública… Mientras que “la zanahoria” es que no va a
aumentar el IVA ni otros impuestos, y sus brigadas sociales asistencialistas en
el sector rural.
4. Por
el lado de los movimientos sociales (indígena, sindical y estudiantil), su
acción colectiva ha oscilado entre el diálogo y la movilización. La CONAIE
sigue a la cabeza. Después del Paro, conformó un “Parlamento de los Pueblos” e
hizo pública su propuesta de “modelo económico alternativo”: una “nueva”
versión de capitalismo andino y Estado plurinacional, el típico programa
reformista y progresista para estas tierras. Además, sus dirigentes ya están
hablando de participar en las próximas elecciones presidenciales (Jaime Vargas
quiere ser el Evo Morales ecuatoriano). Los sindicatos, por su parte, desistieron
de salir a protestar en las calles –pese a que lo anunciaron– y más bien se
sentaron a negociar, mejor dicho, a ratificar las últimas reformas laborales precarizadoras
de la patronal y el gobierno. Aun así, son parte del “Parlamento de los Pueblos”
y firmantes de la tal propuesta de “nuevo modelo económico”. En cambio, lxs
estudiantes de instituciones públicas empezaron a reactivar la movilización
callejera mediante marchas contra el recorte de presupuesto. También ha habido otras
manifestaciones contra otras medidas del gobierno (ej. trabajadorxs informales
o ambulantes).
5. En
todas estas protestas sociales desde el Paro, se han dado algunas situaciones
donde las bases han cuestionado y desbordado a sus dirigencias. Además, existen
unas pocas asambleas autoconvocadas y unos pocos grupos radicales. Nosotrxs,
como anarquistas o comunistas antiestatales, estamos por la autonomía y la radicalización
de las bases proletarias cuando estalle un nuevo Paro; es decir, por nuestra
autoorganización asamblearia y nuestra movilización combativa afuera y en
contra de instituciones, elecciones, partidos, sindicatos y “parlamentos”; y sobre
todo, no por tal o cual reforma o migaja parcial, sino por la revolución total:
por la abolición y superación del capitalismo, el Estado, las clases sociales y
toda forma de explotación y opresión (sexo, raza, nacionalidad, especie, etc.),
a fin de poder autodeterminar libre y comunalmente nuestras propias vidas. Esto
es muy minoritario, pero existe.
6. La
peor derrota es la vuelta a la normalidad. 5 meses después del Paro, todo lo
dicho en el anterior punto se disolvió en el aire. No estalló un nuevo Paro.
Mucho menos su anhelada radicalización. Todo volvió a la normalidad capitalista
de manera contundente… y deprimente. El gobierno está dando más dinero y armas
a la policía y las fuerzas armadas, mientras reduce presupuesto para salud (a
pesar del “coronavirus”), educación y empleo. Niega cínicamente sus crímenes de
Estado cometidos durante el Paro. Y las cadenas nacionales y los noticieros
mienten todos los días. Los ricos y poderosos están haciendo lo que les da la
gana con y contra nuestra clase. Por su parte, el movimiento indígena ha
demostrado públicamente su carácter reformista y oportunista debido a su
electoralismo presidenciable, con el apoyo del resto del movimiento popular
(“Parlamento de los Pueblos”). Hay otras organizaciones de izquierda
“revolucionaria” que dicen hacer lo contrario a las anteriores pero que en
realidad hacen lo mismo sólo que por otra “vía”: reformismo disfrazado de
revolucionario, mientras se la pasan compitiendo por poder y reconocimiento en
“sus” espacios. Las pocas asambleas autoconvocadas y los pocos grupos radicales
ya no existen realmente sino sólo de apariencia, mejor dicho, sólo de nombre.
Después de la derrota de la revuelta de octubre, todas estas organizaciones no
son más que cascarones vacíos llenos de relaciones, prácticas e ideas
capitalistas de mierda pero con membretes izquierdistas, “anticapitalistas” y
hasta “anarquistas”. Algunxs de vez en cuando siguen haciendo activismo
político… estéril y espectacular, como todo activismo. El resto, es decir la
mayoría de participantes del Paro, volvieron a la esclavitud asalariada y
ciudadanizada, o al desempleo y la precariedad existencial, a la atomización o
el aislamiento, a la competencia y la violencia entre sus propixs hermanxs de
clase. Y la depresión post-revuelta de algunxs compañerxs conocidxs y anónimxs existe
y no es un dato menor. Es muy difícil remontar la derrota material y moral. El
resto del 2020 será un año “apagado”, y el 2021 será un año electoral. Frente a
esta realidad, es inevitable no estar pesimistas… hasta nuevo aviso.
P.D.
Compañerxs proletarixs de Chile: no caigan en la trampa
burguesa y estatal de la “asamblea constituyente”: ésta es y siempre ha sido la
vía democrática de la clase dominante para apagar el fuego de la revuelta
proletaria, y el símbolo de su derrota. No se dejen quitar el poder sobre su
propia vida ganado mediante su lucha en las calles. Pero, si las masas quieren
y hacen tal cosa, entonces prepárense para asumir las consecuencias y las lecciones
de tamaña equivocación. La derrota es dura y pega fuerte. Cuesta mucho
recuperarse de ella. Sin embargo, y pase lo que pase después del plebiscito de
abril de este año, contribuyan a fortalecer las asambleas territoriales
autónomas y los lazos de comunidad humana entre lxs proletarixs en lucha. Porque
más que la autonomía organizativa y la violencia de “la primera línea” contra
el aparato represivo del Estado, lo fundamental es transformar de raíz todas
nuestras condiciones de existencia y nuestras relaciones sociales. Y tampoco
descuiden la teoría, la propaganda y la agitación revolucionarias. Todo esto,
con objetividad y autocrítica para resistir y avanzar realmente. ¡Salud y
Revolución Mundial!
Un
Comunista Anárquico de Quito
Diciembre 2019-Marzo 2020