CONTRIBUCIONES PARA RECTIFICAR LA OPINIÓN PUBLICA ACERCA DE LA REVOLUCIÓN
EN LOS PAÍSES SUBDESARROLLADOS
Internacional Situacionista nro. 12 (octubre 1967)
"Capitalismo de Estado Totalitario con características Chinas" desde tiempos del "presidente Mao" hasta hoy día |
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El papel eminentemente revolucionario de la burguesía consiste en haber introducido, de forma decisiva e irreversible, la economía en la historia. Dueña fiel de esta economía, lo es también desde su aparición de forma efectiva -aunque a veces inconsciente- de la “historia universal”. Ésta ha dejado de ser por primera vez un fantasma metafísico o un acto de Weltgeist para convertirse en un hecho material, tan concreto coma la existencia trivial de cada individuo. Desde el advenimiento de la producción mercantil nada escapa en el mundo al desarrollo implacable de este nuevo fatum, la invisible racionalidad económica: la lógica de la mercancía. Esencialmente totalitaria e imperialista, exige por campo de acción el planeta y por servidores a la totalidad de los hombres. Allí donde está la mercancía no hay más que esclavos.
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A la coherencia opresiva de una clase particular para mantener a la humanidad en la pre-historia, el movimiento revolucionario -producto directo e involuntario de la dominación capitalista burguesa- ha opuesto desde hace un siglo un proyecto de coherencia liberadora obra de todos y cada uno: la intervención libre y consciente en la creación de la Historia, la abolición real de toda división en clases y la supresión de la Economía.
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Allí donde ha penetrado -es decir, en casi todas las partes del mundo-, el virus de la mercancía trastorna las formaciones socioeconórnicas mas esclerotizadas y permite a millones de seres humanos descubrir en la miseria y en la violencia el tiempo histórico de la economía. Allí donde penetra esparce su principio destructor, disuelve los vestigios del pasado y exacerba los antagonismos. En pocas palabras, acelera la revolución social. Todas las murallas chinas se derrumban a su paso, y apenas se instala en la India todo se disuelve a su alrededor y estallan revoluciones agrarias en Bombay, en Bengala y en Madrás: las zonas pre capitalistas del mundo acceden a la modernidad burguesa, pero sin la base material de esta. Como en el caso de su proletariado, también allí las fuerzas que la burguesía ha contribuido a liberar y a crear se vuelven contra ella y contra sus servidores autóctonos: la revolución de los subdesarrollados se convierte en uno de los principios capitales de la historia moderna.
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El problema de la revolución en los países subdesarrollados se plantea de forma específica debido al propio desarrollo de la historia. El retraso económico general, mantenido por la dominación colonial y las capas que la apoyan, y el subdesarrollo de las fuerzas productivas han impedido en estos países el desarrollo de las formaciones socioeconómicas que debían ejecutar inmediatamente la teoría revolucionaria elaborada desde hace más de un siglo a partir de las sociedades capitalistas avanzadas. En el momento en que entran en lucha estos países desconocen la gran industria, y la clase obrera está lejos de ser en ellos una clase mayoritaria. Es el campesinado pobre el que asume esta función.
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Los diferentes movimientos de liberación nacional han aparecido mucho después de la derrota del movimiento obrero, consecuencia del fracaso de la revolución rusa, convertida desde su advenimiento en contrarrevolución al servicio de una burocracia supuestamente comunista. Han sufrido por tanto, sea conscientemente o en una falsa conciencia, todas las taras y debilidades de esta contrarrevolución generalizada, y con el lastre añadido del atraso general no han podido superar ninguno de los límites impuestos al movimiento revolucionario vencido. Y debido precisamente a la derrota de éste los países colonizados o semicolonizados han tenido que combatir solos el imperialismo. Pero al combatirlo únicamente en una parte del terreno revolucionario total no han podido disiparlo más que parcialmente. Los regímenes de opresión que se han instalado allí donde la revolución de liberación nacional ha creído triunfar no son más que una de las formas bajo las que se opera el retorno de lo reprimido.
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Cualesquiera que sean las fuerzas que han participado en ellos o el radicalismo de sus directivas, los movimientos nacionalistas siempre han desembocado en el ascenso de las sociedades excolonizadas a formas modernas de Estado y a pretensiones de modernidad en la economía. En China, imago pater de los revolucionarios subdesarrollados, la lucha de los campesinos contra el imperialismo americano, europeo o japonés acabó, a 1a vista del fracaso del movimiento obrero de los años 1925-1927, por llevar al poder a una burocracia basada en el modelo ruso. El dogmatismo estalino-leninista en el que baña su ideología -recientemente reducido al catecismo rojo de Mao- no es otra cosa que la mentira o, en todo case, la falsa conciencia que acompaña su práctica contrarrevolucionaria.
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El fanonismo y el castro-guevarismo son la falsa conciencia a través de la cual el campesinado cumple la inmensa tarea de librar a la sociedad pre capitalista de secuelas semi-feudales y coloniales para restituir la dignidad nacional pisoteada por los colonos y las clases dominantes retrogradas. Benbellismo, nasserismo, titismo o rnaoismo son ideologías que anuncian el fin de estos movimientos en su apropiación privativa por las capas urbanas pequeño-burguesas o militares: la recomposición de la sociedad de la explotación, pero con nuevos dueños y sobre la base de nuevas estructuras socioeconómicas. Allí donde el campesinado ha luchado victoriosamente y ha llevado al poder a las capas que han encuadrado y dirigido su lucha, él ha sido el primero en sufrir su violencia y en pagar los enormes gastos de su dominación. La burocracia moderna, como la más antigua (en China por ejemplo), edifica su poder y su prosperidad sobre la explotación de los campesinos: la ideología no cambia la cuestión. En China o en Cuba, en Egipto o en Argelia, juega en todas partes el mismo papel y asume las mismas funciones.
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En el proceso de acumulación de capital, la burocracia es la realización de aquello que en la burguesía era únicamente concepto. Lo que la burguesía hizo durante siglos “con sangre y sudor”, La burocracia quiere realizarlo conscientemente en unos decenios. Sólo que la burocracia no puede acumular capital sin acumular mentiras: se ha bautizado siniestramente como “acumulación socialista primitiva” lo que constituye el pecado original de la riqueza capitalista. Todo lo que las burocracias subdesarrolladas dicen, se representan e imaginan que es el socialismo no es otra cosa que el neo mercantilismo acabado. “El Estado burgués sin burguesía” (Lenin) no puede superar las tareas históricas de la burguesía, y el país industrial más desarrollado muestra al menos desarrollado la imagen de su desarrollo futuro. La burocracia bolchevique en el poder no encontró nada mejor que proponer al proletariado revolucionario ruso que “matricularse en la escuela del capitalismo de Estado alemán”. Todos estos poderes que se llaman a sí mismos socialistas son en todo caso una imitación subdesarrollada de la burocracia que dominó y venció al movimiento revolucionario europeo. Lo que haga o deba hacer la burocracia no emancipará a la masa trabajadora ni mejorará sustancialmente su condición social, puesto que eso depende no solo de las fuerzas productivas sine de su apropiación por los productores. Lo que no dejará de hacer es crear las condiciones materiales para realizar ambas. ¿Hizo alguna vez menos la burguesía?
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En las revoluciones burocrático-campesinas solo la burocracia aspira consciente y lucidamente al poder. La toma del poder corresponde al momento histórico en que la burocracia se apodera del Estado y declara su independencia ante las masas revolucionarias, antes de la eliminación de las secuelas coloniales y de ser efectivamente independientes del extranjero. Al entrar en el Estado, la nueva clase se refugia en la heteronomía militante contra toda autonomía de las masas. Única propietaria de toda la sociedad, se declara representante de sus intereses superiores. El Estado burocrático es en este case el Estado hegeliano realizado. Su separación de la sociedad consagra al mismo tiempo la separación de clases antagónicas: la unión momentánea de la burocracia y el campesinado no es más que la ilusión fantástica a través de la que ambos cumplen las inmensas tareas históricas de la burguesía desfalleciente. El poder burocrático edificado sobre las ruinas de la sociedad colonial pre capitalista no es la abolición de los antagonismos de clase; no hace más que sustituir las antiguas por nuevas clases, nuevas condiciones de opresión y nuevas formas de lucha.
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No es subdesarrollado más que el que reconoce el valor positive del poder de sus amos. La carrera por alcanzar la reificación capitalista sigue siendo la mejor vía hada el subdesarrollo reforzado. La cuestión del desarrollo económico es inseparable de la cuestión del verdadero propietario de la economía, del dueño real de la fuerza de trabajo; todo lo demás es cháchara de especialistas.
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Hasta hoy las revoluciones de los países subdesarrollados no han hecho más que tratar de imitar el bolchevismo de formas diferentes; se trata en lo sucesivo de disolverlo en el Poder de los Soviets.
Mustapha KHAYATI