Venezuela
2015: crisis, protestas, pugna política interburguesa
y
amenaza de guerra imperialista[1]
- Venezuela está en crisis porque el capitalismo está en crisis. Mejor dicho, la crisis capitalista mundial se expresa en forma desnuda, cruda y escandalosamente visible en Venezuela, no solo en lo económico, sino también en lo político, lo social, lo ideológico y, probablemente, en lo geopolítico-militar de aquí a futuro.
- La situación actual de Venezuela
es una demostración del fracaso de los
gobiernos del “socialismo del siglo XXI” en administrar con éxito la crisis
capitalista. (Cabe mencionar que los gobiernos de Brasil y de Ecuador no
están lejos de ello.) Lo que pasa es que el Capital y su crisis son
ingobernables: es el Capital el que gobierna a la sociedad y por ende al Estado,
no al revés. Creer lo contrario es iluso. Pretender realizarlo es reformista. Por
el contrario, desde la perspectiva del proletariado revolucionario, al
capitalismo y su Estado no se los reforma, se los destruye. El reformismo o la
socialdemocracia también es nuestro enemigo.
- Gobiernos como el venezolano son capitalistas y, por tanto, enemigos
del proletariado. De hecho, el gobierno del Partido Socialista Unificado de
Venezuela-PSUV, como buen capitalista que es, no puede más que “descargar” o
“hacer pagar los platos rotos” de la crisis capitalista a los proletarios: desabastecimiento o escasez[2],
inflación, subempleo, desempleo, empobrecimiento. Es decir, austeridad y
miseria. Dando como consecuencia lógica nuevas protestas callejeras contra
tales condiciones materiales de existencia, como las de febrero-abril de este año (y
como las de febrero del año pasado, por supuesto). Entonces este gobierno,
asimismo como buen capitalista, no puede más que reprimir tales protestas: las leyes represivas “de excepción” aprobadas
por el Congreso (la tal resolución 008610, que autoriza a la policía reprimir a
balazo limpio las protestas), la consecuente muerte de algunos jóvenes
manifestantes a manos de la policía[3],
etc. A pesar de que se justifique diciendo que lo hace contra “la derecha
desestabilizadora y golpista, en complot con el imperialismo yanqui” e incluso
que “lamenta las muertes de esos estudiantes”, queda en evidencia que el
gobierno de Maduro –al igual que todos los gobiernos de izquierda- es
capitalista y enemigo del proletariado. (Nuevamente, cabe mencionar que Rousseff
y Correa hacen esencialmente lo mismo en sus países.)
- Aunque en las protestas del año pasado nuestra
clase sí reivindicó sus necesidades materiales mediante acciones directas contra
el Capital y el Estado (saqueos, barricadas, pedradas, ataques a sedes de
partidos, etc.)[4];
aunque este año ha vuelto a salir a las calles a protestar contra la escasez y
“contra el régimen”[5];
y, aunque la miseria y represión que hoy sufre tal vez le haga sacudirse de
tantos años de “chavismo” y “misiones sociales”, el problema es que el proletariado en Venezuela –como en muchas
otras partes- todavía es débil; es decir, todavía no logra reorganizarse y
actuar con autonomía y potencia, con reivindicaciones y organizaciones propias,
como una fuerza social real, como clase. Mas no por ello habría que descartar la posibilidad de una explosión de
rabia proletaria fuera de control tanto para el gobierno como para la oposición,
la emergencia de un proletariado salvaje en Venezuela (en especial desde los
“estudiantes” y los “barrios marginales” –ver
abajo-), precisamente por las duras condiciones en las que actualmente malvive
nuestra clase allí. Al fin y al cabo, en todas partes nuestras necesidades
humanas en tanto proletarios, insatisfechas o negadas por la propiedad privada
y el dinero, se hallan en contraposición material y total con las necesidades
de la acumulación y la administración del capital; de manera que el antagonismo
estructural y latente entre la clase capitalista y el proletariado puede, tarde
o temprano, estallar; especialmente en situación de crisis, ya que ésta puede,
a su vez, recalentar dicho “caldo de cultivo” de la lucha proletaria contra el
Capital y su Estado.
-
Señalamos a los
“estudiantes” (“de bajos recursos”, claro) y a los “marginales” como puntas de
lanza de un posible levantamiento proletario en Venezuela, porque –en
diferentes formas y grados de participación- han estado presentes y activos en
las protestas de los últimos años y meses en ese país.[6] Cabe
agregar que tanto los unos como los otros son parte del proletariado aunque el Capital
los encasille de esa forma sociológico-ideológica y aunque no se asuman todavía
como proletariado (de allí que encomillemos ambos términos). Que tiemble
entonces la clase dominante cuando lo hagan al calor de la misma lucha de
clases. Esto no quiere decir que sean los únicos sectores que pueden
protagonizar una revuelta proletaria en Venezuela. Potencialmente, también
están los desempleados y los subempleados o “informales” de las
calles, que en Venezuela -y en América Latina en general- abundan en su miseria[7], y
que además son los que “viven” en barrios “marginales”[8]. Así
como los proletarios “indígenas” y “campesinos” de otras provincias,
quienes ya se han enfrentado varias veces a las empresas petroleras, mineras,
de carbón y al guardián de éstas: el Estado.[9] Y
diversos sectores más de la clase trabajadora que han protestado por cuestiones
reivindicativas: despidos, salarios, servicios, etc.[10] La
lucha de clases real será la que tenga la última palabra.
- Hemos dicho que una revuelta
proletaria en Venezuela es una posibilidad
y no algo “inevitable”, porque pensar esto último sería -por lo menos-
mecanicista y guardar falsas expectativas. Además, porque sería absurdo e
irresponsable no advertir que tanto el gobierno como la derecha venezolanos
bien pueden -como siempre- pescar a río revuelto o “acumular” mucho política y
socialmente en la situación actual. El gobierno de Maduro porque, de hecho, ya
está aprovechando la amenaza de EE.UU. contra Venezuela (ver abajo) para blindar
aún más su maquinaria estatal y para ocultar o hacer pasar a segundo plano su
crisis y lucha de clases interna, llamando al “patriotismo”, la “soberanía”, la
“solidaridad antiimperialista” y de paso a sacrificarse por “la economía
nacional”.[11]
Y la derecha venezolana (representada en la llamada Mesa de Unidad
Democrática-MUD), porque obviamente está respaldada por el imperialismo
norteamericano y porque, en caso de invasión, éste la repondría en el poder
político. (La historia política regional y mundial demuestra que esto es así y no
hay que engañarse al respecto.) Frente a esto, aclaramos que la ruptura y autonomía proletarias que
consideramos necesarias y posibles de
aparecer en Venezuela, no sólo serían afuera
y en contra del gobierno de izquierda de Maduro o de la burguesía “bolivariana”,
sino también afuera y en contra de la
oposición de derecha venezolana, de esa burguesía “oligárquica”, rancia y ultra-reaccionaria.
No sólo afuera y en contra de tal o cual fracción del Capital-Estado, sino afuera
y contra todo el Capital-Estado mismo. Todo lo cual en este caso concreto significa
e implica no participar en la pugna política
interburguesa gobierno vs. oposición, no hacerle el juego, desbordarla, romperla,
asumiendo la lucha de clases para defender, generalizar e imponer sus
necesidades humanas sobre las del Capital, sus propias reivindicaciones de
clase mediante sus propias estructuras de lucha. Lo que, a su vez, podría
conducir(se) a una revuelta y luego a asumir la necesidad de luchar por la
revolución social o total; no por una revolución política, parcial, burguesa
(que la derecha retome el poder político o que la izquierda lo mantenga), ni
mucho menos en la guerra imperialista como carne de cañón (en caso de que
EE.UU. invada Venezuela). De existir o de emerger minorías revolucionarias militantes
y activas en Venezuela –de lo cual aún no tenemos señales reales y convincentes-,
esa debería ser una de sus tareas principales del momento. ¿Ó será acaso que el proletariado en Venezuela –incluidas sus minorías
radicales- sólo reaccionará y luchará contra sus enemigos mortales de clase
cuando la guerra lo esté matando por miles en las calles y fronteras, ya no
sólo de hambre sino a balazos por parte de ambos Estados?
-
También consideramos necesario que nuestra
clase en Venezuela luche afuera y en
contra de las “extremas” izquierdas del capital opositoras a ese gobierno y a
esa derecha: marxistas-leninistas, “libertarias” y pseudocomunistas-pseudointernacionalistas.
Las primeras, con su típica propuesta politicista-partidista (leninista) y estatista-capitalista
(socialista) de siempre, en cualquiera de sus variantes: estalinistas,
trotskistas, etc. Las segundas, con su propuesta de falsa autonomía, “economía
cooperativa, autogestión, democracia directa y asamblearia, libertad de opinión
e información”,[12]
o sea gestionismo socialdemócrata en versión “libertaria” y light. Por su
parte, la sección de la corriente “comunista” “internacional” en ese país no
deja de ser harina del mismo costal con su propuesta de “luchas masivas” y
“asambleas obreras”, que no es sino su forma pseudoproletaria y
pseudorevolucionaria de tapiñar su obrerismo, sindicalismo, reformismo y
pacifismo no superados. Y ni qué decir de los otros pseudocomunistas
pseudointernacionalistas de ese país que todavía siguen guardando esperanzas en
los “sindicatos de base” y en su “poder de movilización”, a los cuales sólo les
faltaría dejar de luchar por “banderas burguesas” y convertirse en “correa de
transmisión de la política revolucionaria” (sic.)[13]:
no son más que una “bazofia ecléctica” (Engels) entre la primera y la tercera
izquierdas del capital criticadas aquí brevemente. En pocas palabras: ruptura y autonomía de nuestra clase frente
al sistema, sus defensores y sus falsos críticos u opositores de izquierdas.
Al fin y al cabo, la lucha del
proletariado siempre termina desbordando a las organizaciones izquierdistas, y
la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos.
- Por el momento, en los hechos se
impone la falsa pugna interburguesa
izquierda vs. derecha o gobierno vs. oposición, en el plano nacional venezolano;
y, después de que Obama declarase “amenaza para la seguridad nacional” de
EE.UU. al gobierno de Venezuela en marzo de este año, también la
falsa pugna interburguesa entre “gobierno soberano, bolivariano y
antiimperialista” vs. “imperialismo yanqui”, en el plano internacional.
¿Por qué falsas y por qué interburguesas? Porque la historia demuestra que tanto
izquierda y derecha, como soberanía e imperialismo,
no son más que distintas formas y/o vías de gestionar el Estado y el Capital en
general en ambos planos, según sea la posición de poder internacional de tales
o cuales países en el sistema capitalista mundial. En nuestro caso, todos los
gobiernos socialistas, nacionalistas y antiimperialistas que han existido han
sido, son y serán capitalistas (nunca abolieron los fundamentos y relaciones
sociales capitalistas); diferentes en forma pero no en contenido a sus rivales
de derechas e imperialistas. Sus pugnas, incluidas sus guerras, son inherentes,
inevitables y necesarias para que este sistema funcione y sobreviva: el
capitalismo no puede existir o ser tal sin competencia y sin guerra. (Además, no
ha habido guerra de defensa de la soberanía nacional o/y de liberación nacional
que no haya sido parte de una guerra inter-imperialista.) Pero estas pugnas intercapitalistas sólo seguirán ocupando el papel
protagónico hasta que el proletariado reaparezca en escena con fuerza y
autonomía. Entonces, ambos bandos burgueses ahora adversarios se unirían sin
tapujos ni apariencias en un solo partido
-el de la reacción y la democracia- contra nuestra clase, porque ambos son
en esencia lo mismo: ambos son
capitalistas y ambos son nuestros enemigos. Precisamente ese es uno de los objetivos principales de la
guerra intercapitalista y –en caso de
darse en Venezuela- de la guerra imperialista (ver más abajo).
- Dicho cuadro en ciernes sería
aún más catastrófico si China y Rusia
decidiesen apoyar –incluso militarmente- a Venezuela, no por “afinidad
ideológica” ni “antiimperialismo”, sino porque ambas potencias orientales en
ascenso tienen fuertes intereses económicos y geoestratégicos que cuidar en ese
país, y en Sudamérica en general. Por su parte, como en los últimos tiempos EE.UU.
ha perdido terreno y poder en otras regiones, hoy regresa a ver a su “patio
trasero” de siempre para usarlo como “comodín” de su política de supremacía
“unipolar” en declive. Entonces, no sólo
estaría en disputa el petróleo y el control territorial, sino parte de la misma
hegemonía mundial. ¿Libia, Irak o/y
Ucrania en Venezuela? Tal vez. Sea como fuere, suenan tambores de guerra imperialista en Sudamérica, mejor dicho de invasión militar
estadounidense a territorio del Estado venezolano –y de paso, a territorio del
Estado colombiano, so pretexto de “la guerra y el narcotráfico”-. Lo cierto es que,
junto con los últimos hechos en Brasil, la
tácita amenaza de guerra de EE.UU. contra Venezuela marca el ingreso de
Sudamérica en “la situación de caos sistémico que atraviesa el mundo”.[14] Sin
lugar a dudas, éste no es un hecho más ni aislado, sino un hecho de relevancia
y trascendencia histórico-internacional que merece la atención y el posicionamiento
de lxs revolucionarixs de todos lados, que es precisamente lo que se pretende
en el presente texto.
- La “violación a los derechos
humanos” por parte de este gobierno de izquierda -¡¿qué Estado no lo hace?
¡Hipócritas!- no es más que un pretexto verosímil para ello. EE. UU. ya
esgrimió similares excusas hace sólo unos años sobre Libia e Irak para tal
efecto –y lo hizo también en vísperas de algunas guerras durante el siglo XX.[15] No
es “falta de democracia” –como también insinuó Obama en su discurso en la
última Cumbre de las Américas-, sino que en todas partes es la misma democracia
la que reprime, encarcela, tortura, asesina, porque la democracia en realidad es
la dictadura “legal y legítima” del capital sobre el proletariado. Recordemos que también con dicho pretexto EE.
UU. ha hecho ya varias guerras en distintas regiones periféricas o
“no-occidentales” del planeta. Entonces ¿lo
quiere hacer por el petróleo? Claro que sí, considerando las grandes
reservas de “oro negro” que posee Venezuela, así como también los grandes
negocios petroleros entre la “boliburguesía” y Chevrón, en el sentido de monopolizar
el mercado petrolero internacional en esta región (como decía Marx, competencia
y monopolio no son polos antagónicos sino complementarios, los dos lados de la
misma moneda. Y como suelen decir los burgueses y sus economistas: “en los
negocios no hay amigos”). Más en el fondo aún, considerando que el petróleo es
energía y la energía es la sangre de la economía, es decir sería un lucrativo negocio per se así como una válvula de escape para la actual crisis capitalista
mundial. Algo que, sin embargo, le saldrá “más caro” y catastrófico a futuro debido a la actual “crisis del petróleo”[16] y
a todos los desastres y conflictos que éste acarrea. Con todo, el petróleo no es
todavía la causa principal de este drama o tensión internacional en la región.
- La burguesía estadounidense y El
Pentágono no son tontos ni se quedan de brazos cruzados. Todo lo contrario. Si
ni un gobierno de izquierda ni la oposición de derecha han sido capaces de
administrar la crisis capitalista (que –reiteramos- no sólo es económica, sino
política, social e ideológica) en un pedazo importante de su “patio trasero”, crisis
mundial que con tanta crudeza se expresa en Venezuela, y en la cual para
nuestra clase –que es la que sostiene a esta sociedad con su trabajo explotado
y además es la mayoría de la población- sólo existe miseria y represión;
entonces, existe también el “riesgo” de
que en ese país el proletariado –ese “fantasma” que tanto teme toda burguesía-
reemerja con explosividad y fuera de control, como una fuerza real, autónoma e
indómita. Acaso una potencial “revuelta del hambre” y contra el Estado en
Venezuela, es decir contra el orden capitalista, que es mundial. Ante semejante
amenaza, EE.UU. no puede dejar de cumplir su rol de gendarme o policía asimismo
mundial: tendría que invadir Venezuela. Y tal vez no espere a que tal potencial
revuelta acontezca, sino que lo haría para “prevenirla”. En conclusión, la guerra imperialista se hace –como
siempre- para aplastar toda tentativa revolucionaria y repolarizar el poder de
la burguesía. La guerra es siempre guerra contra el proletariado. En este
caso específico: se trata de reequilibrar por la fuerza las pugnas
interburguesas derecha vs. izquierda e imperialismo vs. soberanía nacional/regional,
a fin de encubrir y “neutralizar” la contradicción fundamental y real, de fondo:
el antagonismo burguesía vs. proletariado. Guerra
intercapitalista y luego guerra imperialista para aplacar la guerra de clases y
la amenaza de insurrección y revolución social.[17]
Mediante la guerra, todas las fracciones y fachadas del Capital-Estado
(derechas e izquierdas, imperialistas y antiimperialistas, fascistas y
antifascistas, etc.) pretenden imponer la paz social e imperial de los
cementerios sobre nuestra clase proletaria, su principal y verdadero enemigo
mortal.
- Ahora bien, EE.UU. haría la guerra imperialista a Venezuela no sólo por la amenaza
de un proletariado salvaje en ese país, sino porque ya tiene uno en potencia
“en casa”: el movimiento desatado en Ferguson desde agosto del año pasado, a
tal punto que a fines del año pasado se registraron protestas en aproximadamente
200 ciudades estadounidenses, y, al momento de escribir estas líneas, la
incendiaria revuelta de Baltimore. Es decir, EE.UU. lo haría también para
fortalecer y ganar la guerra al proletariado que vive y lucha dentro de su
propio territorio: por ejemplo, enlistando en las filas del ejército a
proletarios jóvenes –negros, latinos y blancos- para que vayan a matar y morir
en otros países, y así evitar tenerlos como “vagos” y “vándalos” en las calles.
Lo cual paradójicamente podría resultarle un boomerang, habiendo ya unos cuantos indicios o muestras de ello.[18]
Este es otro hecho que justifica la importancia que tiene hoy en día la
relación internacional entre Venezuela y EE.UU. así como la situación interna
de ambos países, en el sentido de manifestar la dialéctica histórico-concreta entre guerra de clases y guerra
imperialista.
- Por ese mismo hecho, el único que puede parar y revertir la
guerra imperialista comandada por EE. UU. en prácticamente todo el mundo, es el
proletariado no sólo de los países en guerra –real o potencial- sino el proletariado
de todos los países y todas las regiones, de todos los “colores” o “razas”, actuando
como una sola fuerza mundial e histórica contra un solo enemigo: el Capital-Estado
mundial. El único modo para acabar realmente y de raíz con la guerra y con el
capitalismo es la revolución proletaria mundial. Pero para eso, primero es
necesario que nuestra clase se asuma como lo que es, como proletariado, como
clase antagónica al Capital; que supere sus separaciones (nacionales, raciales,
sexuales, ideológicas, etc.) impuestas por éste; que se reapropie de su
programa histórico y luche por imponerlo; que pelee por sus propias
reivindicaciones con sus propias formas de asociación y métodos de lucha de
clase; que asuma que no tiene patrias y que practique el internacionalismo
proletario, luchando contra “sus propias” burguesías y Estados nacionales, así
como contra todo nacionalismo y regionalismo (lastres ideológicos-identitarios tan
arraigados en América Latina); que a la guerra imperialista le oponga el
derrotismo revolucionario[19] y
la transforme en guerra de clases revolucionaria y mundial. Hace falta sujeto revolucionario. Pero éste
sólo se reconstituye al calor de la misma
lucha de clases y, según demuestra la historia, después de muchas derrotas. ¿Cuántas derrotas más serán
necesarias, hermanos proletarios de todo el mundo?
- El problema es que nos queda cada
vez menos tiempo como humanidad y como planeta para la revolución social y
mundial, en vista de que el capitalismo ha llegado a tal grado de progreso y
por tanto de catástrofe general y global (crisis económica, crisis ecológica,
guerras, caos sistémico mundial, etc.) que amenaza con exterminarnos a ambos en
las próximas décadas. Al parecer, esta
vez la guerra nos va a tocar también a los proletarios que vivimos en este lado
del charco, no sólo en Venezuela, sino que los Estados de los países vecinos se
involucrarían de algún modo y a los proletarios que vivimos en ellos también
nos salpicaría la sangre de nuestros hermanos de clase masacrados en esa potencial
guerra. Por lo tanto, esta vez desde Sudamérica exclamamos: “Proletarios de
todos los países: ¡Unámonos! Ultima llamada.”
- Tal vez nos estemos adelantando
a los hechos, pero si tal cosa no llegare a concretarse, o sea si EE.UU. no
invade Venezuela, igual lo exclamaríamos y lo seguiremos exclamando porque hoy
en día –como siempre-, mírese por donde se mire, estamos en guerra. El Capital y su Estado siempre han estado, están
y estarán en guerra permanente contra nuestra clase para mantenernos explotados
y dominados, divididos y débiles, anulados y destruidos como clase. Entonces, para defender y recuperar nuestra vida, es
hora de que los proletarios asumamos la guerra de clases y se la hagamos a
ellos. En todas partes. Y hasta el fin... ¿Ó –insistimos- será acaso que el
proletariado en Venezuela, incluidas sus minorías radicales, sólo reaccionará y
luchará contra sus enemigos mortales de clase cuando la guerra lo esté matando
por miles en las calles y fronteras, ya no sólo de hambre sino a balazos por
parte de ambos Estados? Esperamos que no. Esperamos que reaccione antes. Sea de ello lo que
fuere, insistimos también en que estamos en guerra de clases y que hay -habrá- que
asumirla, tarde o temprano...
Proletarios que viven en
Venezuela y en todas partes:
¡Ni gobierno, ni oposición, ni
invasión!
¡Ningún sacrificio por ninguna
nación!
¡Contra la guerra intercapitalista
e imperialista:
lucha de clase autónoma, anticapitalista,
antiestatal e internacionalista!
¡Revolución Proletaria Mundial o
Muerte!
Proletarios
Revolucionarios
Quito, abril-mayo
2015
[1] Presentamos sólo unas notas o
apuntes sobre esta situación porque se trata de una realidad en movimiento,
contradictoria y en ciernes. Sin embargo, intentamos ir más allá de lo
inmediato y lo local, proyectando nuestro análisis al largo plazo y lo mundial.
Intentando, a su vez, sintetizar varios niveles de concreción y de abstracción.
Las publicamos para estimular la discusión revolucionaria internacional sobre
Venezuela y para que sean contrastadas con los hechos que se vayan dando. [Decir también que este texto será publicado -una vez mejorado o editado- en un próximo número de Ellos no pueden parar la revuelta.]
[2] De hecho, hoy día en Venezuela
toca hacer largas filas para poder adquirir bienes de consumo básico, lo cual
se ha vuelto un drama cotidiano. No sería de sorprenderse que algún momento
haya saqueos.
[4]
Ver El mito de la izquierda se cae de maduro y Apuntes sobre Venezuela 2014 en el nro. 1 de esta publicación. [Nos referimos a Ellos no pueden parar la revuelta]
[5] Sin desconocer la carga
ideológica que esto tiene, mejor dicho el peso de la ideología dominante y de
la oposición de derecha en estas protestas. Por supuesto, esto es una debilidad
de nuestra clase que hay que criticar y superar.
[7] Ver http://periodicoellibertario.blogspot.com/2015/04/sobre-empleo-desempleo-y-condiciones.html. Aquí cabe decir que no
compartimos el enfoque de la fuente citada, sino que sólo rescatamos alguna
(contra)información que publica.
[8] Ver http://periodicoellibertario.blogspot.com/2015/04/dos-cronicas-para-contribuir-al-balance.html. Aquí cabe agregar que en estos
barrios existen bandas parapoliciales motorizadas, tanto del gobierno de
izquierda como de la oposición de derecha, que patrullan las calles, amedrentan
y hasta reprimen a los pobladores.
[11] De paso, criticamos y expresamos nuestro
repudio a todos aquellos izquierdistas latinoamericanos que comparten esta
posición burguesa, y reafirmamos aquello dicho por unos compañeros: ¿Antiimperialismo? ¡Internacionalismo!
[12] Ver “El Libertario” N° 75: http://www.mediafire.com/view/yg7fafyckwh8gus/libertario75_web.pdf
[13] Ver “El Partido Comunista” N° 3:
http://international-communist-party.org/Espanol/ElPartid/ElPar003.htm#HistoriaDeLosSindicatos
[15] No olvidemos que, en este
sentido, la guerra siempre ha sido uno de
los perversos mecanismos del capitalismo mundial para gestionar y remontar su
crisis, reactivando la valorización y acumulación de capital mediante la
industria bélica (la “economía política de la guerra”) y la destrucción de infraestructura
y proletariado sobrantes –para el capital, claro está. Crisis y guerra son
inseparables, demostrando que el capitalismo es un sistema de muerte.
[16] La cual, dicho sea de paso, no
es sólo una crisis de su precio ni a causa de la competencia internacional por
el mismo, sino que fundamentalmente es una crisis
de valorización de esta mercancía-materia prima energética tan importante
para la economía capitalista llamada petróleo. Por lo tanto, es un síntoma de
la crisis capitalista mundial.
[17] Esto ya pasó, por ejemplo, en la ex-Yugoslavia
a mediados de la década de 1990, y sobre todo en Irak tanto en esa misma década
como en la primera década de este siglo. No se diga en las segunda y primera
“guerras mundiales”. Hoy no es la excepción: ahí están Palestina, Siria y
Ucrania como muestras. La naturaleza de la guerra capitalista e imperialista es
invariante. La posición revolucionaria contra la misma, también. (Ver nota 19.)
[18] Ver Ferguson-EE.UU.: guerra de clases con forma racial en “las entrañas de
la bestia” en esta misma revista (texto inédito aún).
[19] Ver “Invarianza de la posición de los revolucionarios frente a la guerra - Significado de la consigna de siempre de derrotismo revolucionario” en Comunismo No. 44: Contra la guerra y la paz capitalistas: http://gci-icg.org/spanish/44.pdf. En el artículo sobre Ucrania publicado en el nro.2 de esta publicación, también se habló un poco al respecto.
[19] Ver “Invarianza de la posición de los revolucionarios frente a la guerra - Significado de la consigna de siempre de derrotismo revolucionario” en Comunismo No. 44: Contra la guerra y la paz capitalistas: http://gci-icg.org/spanish/44.pdf. En el artículo sobre Ucrania publicado en el nro.2 de esta publicación, también se habló un poco al respecto.