Recibimos y
difundimos:
Pronunciamiento
sobre las luchas en Egipto y el resto del mundo trabajador
EL MISMO CORAZÓN, LA MISMA NECESIDAD DE VIVIR…
¡CAMBIAREMOS EL MUNDO DE BASE!
Los trabajadores del mundo entero son los únicos
que pueden acabar con la explotación y opresión social capitalista y
absolvernos de la miseria en la que se descompone toda la humanidad. Esto, no
es una creación ideológica nuestra, ni una invención profética comunista, sino
una realidad histórica, que se rebela contra toda ideología burguesa y se
manifiesta con las masivas y combativas luchas proletarias a lo largo y ancho
del globo.
El proletariado demuestra una vez más su condición
de clase revolucionaria, todo el mundo vibra sorprendido con los últimos
acontecimientos en Egipto y los países aledaños. Los burgueses lloran, se
reúnen, conspiran, llaman a sus economistas, a sus asesores y profetas, no
saben qué hacer con las revueltas y levantamientos de los explotados. Miles y
miles de hermanos nuestros se levantan, rompen las cadenas que los sujetan a la
maquinaria burguesa y toman su vida en sus manos. No les queda otro camino
tampoco, se miran y ven el mismo dolor en sus vidas, la misma lastima por el futuro
por sus hijos, la indignación por la injusticia, y lo más importante: ven que
solamente ellos pueden cambiar su infame existencia. Las huelgas, las protestas
callejeras, la toma de locales, las barricadas, los debates espontáneos, la
organización autónoma barrial, los saqueos colectivos, son las estrofas de la
poesía llamada revuelta social.
Nunca han tenido nada, nosotros, los que escribimos
esto, lo sabemos muy bien, nuestros hermanos han desafiado el toque de queda,
los tanques, las tanquetas, las bombas lacrimógenas, los rifles, las balas, a
los policías y militares. ¿Miedo a la muerte? Todos los días nos levantamos y
existimos para trabajar, enriquecer a otro, hacer lo que nos ordenan y ser
echados a la calle cuando nos “gastamos”; el único miedo que podemos tener
es al de pasar por este mundo y no saber lo que es vivir de verdad.
Este es el motor de la lucha y es también la muestra de que la clase
trabajadora despierta, de que las balas no pueden matar la esperanza de un
mundo nuevo, y que sólo nosotros podemos emancipar a la humanidad de la
esclavitud asalariada.
Los barrios en El Cairo, Suez y Alejandría existen
para luchar, el puño levantado es la constante en dichos lugares. Estamos tan
distantes de esos barrios geográficamente, pero tan cerca estamos en los
intereses que ahí se defienden. Nosotros, un sector de los trabajadores en
Perú, somos también parte de esa gran masa desposeída, que vive y siente la
misma explotación, la misma miseria, la misma podredumbre de un sistema que se
alimenta de nuestra vida, de nuestros hijos, de su inocencia, de nuestras
padres, de su cansancio, de nuestros hermanos, de su juventud, de nuestras
risas, alegrías y sueños. Pero también somos parte de la esperanza, de un poder
que surge, de un puño que se levanta y golpea, aun a tientas, pero cada vez más
cerca del objetivo, Francia, Gran Bretaña, Italia, Grecia, Túnez, Argelia,
China, Bangladesh y ahora Egipto, son parte de un gigante que comienza a
despertarse, de un gigante que comienza a recordar sus antiguas batallas contra
el demonio antropófago llamado Capitalismo, y ve un futuro prometedor.
La clase explotadora, los dueños de todo, los
dueños del mundo y los que se han apoderado de nuestra vida, nos quieren hacer
pensar que las luchas que estamos desarrollando es por alcanzar la democracia,
es por expulsar a algún político corrupto, es por buscar más “libertad” dentro
del capitalismo. Nos quieren hacer creer que luchamos sólo por reformar la
explotación y la miseria, que luchamos no por acabar con este mundo burgués,
por la raíz de nuestros problemas, sino para acomodarlo “un poco mejor”. No les
vamos a permitir estos engaños, nosotros desde aquí, denunciamos a estos
ideólogos burgueses que vestidos de “nuestros defensores”, estos izquierdistas,
nacionalistas, socialdemócratas, nos quieren desviar de nuestra lucha porque
quieren dirigirnos, quieren que demos nuestra vida para llevarlos a ellos al
poder y seguir continuando con la servidumbre y esclavitud. Sólo los
trabajadores, organizados autónomamente, podemos crear un nuevo poder para
decidir qué hacer con nuestras vidas y con el mundo que sólo lo movemos o
paramos nosotros.
Mientras escribimos esta especie de
pronunciamiento, en Egipto se reúnen millones de nuestros hermanos, sin miedo y
con el corazón al descubierto, la humanidad toma un respiro, su existencia sólo
depende de nuestras futuras luchas. En realidad no sabemos cómo terminará este
proceso combativo, esta etapa de la lucha histórica de los explotados contra
los explotadores, no sabemos aún si el peso de las ideologías religiosas e
izquierdistas habrá calado en nuestros hermanos. Pero lo que sí sabemos es que
esto no acabará con una reforma, no acabará con la salida de algún presidente.
Cada generación proletaria se nutre de las luchas, toma confianza en sí misma,
en el conjunto de lecciones que la clase nos ha dejado. La solidaridad ha
estado presente y estará presente en este proceso, sólo unidos somos
fuertes. Termine como termine esta batalla, será un gran avance para nosotros
en esta guerra contra el capital.
Nuestra victoria final se acerca cada día, ya no
está tan lejana como lo pensábamos, aunque quede un largo camino por recorrer.
El ejemplo de Egipto al igual que Grecia y Túnez alimenta el
espíritu revolucionario y señala el camino que debemos seguir; son
los chispazos de la gran explosión que será la revolución.
Desde aquí sentimos el ambiente de lucha proletaria
en el Cairo, Suez, Alejandría, desde Perú sentimos esa emoción indescriptible
de sabernos vivos, de saber que nada fue en vano, que la historia nos respalda,
y que el futuro espera ser construido por la humanidad libre de la esclavitud
asalariada, libre de las clases sociales, libres de la explotación.
Aunque todavía el camino no sea claro, y nuestros
golpes no estén destinados al objetivo concreto, cuanta alegría sentimos al
saber que nos liberamos de las viejas ataduras, que la
clase empieza a reconocer a su verdadero enemigo y como debe ser la forma de
enfrentarlo. Las armas de la clase han sido desempolvadas masivamente: El Debate,
Las Asambleas, La Huelga, La Reflexión, La Solidaridad, La Confianza en el
Futuro, etc.
Terminamos dándoles las gracias de todo corazón a
los hermanos trabajadores que están luchando, somos parte suya, nos han llenado
de felicidad, han llenado de sangre revolucionaria nuestras venas. Seremos,
junto a ustedes, parte de la revolución mundial del mañana
Alerta
Proletarios, un nuevo mundo nos espera.
¡Proletarios
de todos los países, unámonos!
Grupo de
Esclarecimiento Comunista – G.E.C.
Febrero 2011