30 de julio de 2024

REFLEXIONES (AUTO)CRÍTICAS SOBRE EL DERROTISMO REVOLUCIONARIO HOY

Presentación

Decidimos publicar este texto inédito por dos razones. 1) Porque la Semana de Acción en Praga y su lista de correo, a la cual lo enviamos primero hace dos meses (últimas semanas de mayo de 2024), ya fueron.[1] Y 2) porque recibió un par de comentarios críticos por parte de compañeros de otras regiones con su respectiva respuesta por nuestra parte vía correspondencia; es decir, generó un debate internacionalista (todavía en curso) sobre el derrotismo revolucionario alrededor de Palestina y Ucrania, que esperamos contribuya a los proletarios revolucionarios de todas partes hoy en día y, a su vez, reciba más contribuciones suyas. Cabe agregar que, al ser un debate en curso, este es todavía un material semielaborado.

Por otro lado, las calumnias que, so pretexto de estas reflexiones críticas, hicieron contra nosotros otro par de individuos despreciables que se abanderan de la izquierda comunista no tienen cabida dentro de este debate, sino que sólo las mencionamos aparte para diferenciarlas y distanciarlas del mismo. Porque, así como estamos a favor del debate en tanto que herramienta de clarificación y avance de la praxis revolucionaria, así mismo estamos en contra de la calumnia en tanto que práctica contrarrevolucionaria venga de quien venga.

Tanto lo uno como lo otro tiene lugar en condiciones materiales de existencia y luchas de clases con más diferencias que continuidades que las de hace un siglo, principalmente debido al alto grado de desarrollo de las fuerzas productivas/destructivas del capitalismo, la profundización de la subsunción real del trabajo al capital y la crisis de reproducción de la relación de clase, más otros factores no económicos que hoy en día son importantes (ecológico, geográfico, histórico, político, nacional, étnico, de género, etc.); un contexto histórico-mundial de crisis catastrófica y contrarrevolución capitalistas; una burguesía mundial en decadencia pero a la ofensiva y cada vez más genocida (y ecocida); un proletariado mundial cada vez más numeroso, joven y educado pero en la precariedad y a la defensiva, mejor dicho, derrotado, debilitado, aislado, desorganizado y confundido como clase antagonista; y, por tanto, una necesidad de defensa y, al mismo tiempo, de replanteamiento del internacionalismo proletario y el derrotismo revolucionario contra la guerra y la paz capitalistas, por parte de sus minorías radicales.

Defensa y replanteamiento revolucionarios sin nostalgia del pasado, sin ilusiones y sin sectarismos —a diferencia de la izquierda comunista—, a fin de que no sea un dogma estéril ni un «don quijotismo», sino una posición, una perspectiva y una práctica con la suficiente potencia de resistir y superar la relación de fuerzas actualmente desfavorable para el proletariado mundial. Teniendo claro que esto último será obra de la dinámica y el devenir histórico de sus propias luchas actuales y de nadie más.

 

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Sin nostalgia del pasado, sin ilusiones y sin sectarismo, esperamos que nuestros materiales[2] sirvan en algo para la reflexión, la discusión y la acción colectiva por el internacionalismo proletario y el derrotismo revolucionario reales, en el presente y el futuro.

Sin nostalgia del pasado

Porque, de acuerdo con los compañeros de Vamos Hacia La Vida (región chilena) en uno de sus últimos textos sobre Palestina,[3] el internacionalismo proletario y el derrotismo revolucionario ya no son ni pueden ser los mismos que los de hace un siglo, por el simple hecho de que las condiciones materiales del capitalismo y del antagonismo de clases ya no son las mismas. En ese sentido materialista histórico, no son invariantes.

Después de la «Segunda Guerra Mundial», y sobre todo después de la crisis y reestructuración de 1975, el capitalismo mundial transitó a la fase de subsunción real o dominación real del capital sobre el trabajo y la sociedad toda, la implicación recíproca entre el capital y el proletariado, y el movimiento obrero propiamente dicho fue desestructurado por la automatización y la financiarización. Desde entonces, la relación trabajo/capital está en crisis estructural: la proporción de trabajo vivo o capital variable —única fuente de valor y plusvalor— es cada vez menor con respecto a la proporción de trabajo muerto o capital constante —principalmente, tecnología de punta—. En consecuencia, hay caída de la tasa de ganancia y desvalorización. Este es el núcleo material de la larga catástrofe capitalista en la actualidad.

Lo que pasa es que la lógica del modo de producción capitalista de mercancías —producir por producir valor y acumular por acumular capital— es catastrófica: sólo puede existir a costa de depredar la naturaleza y la clase trabajadora sin cesar. La catástrofe no es la excepción, es la regla. El progreso capitalista es catastrófico. Su mayor éxito es su mayor fracaso. Más claro: el desarrollo histórico del capitalismo, inseparable del antagonismo de clases, produce las condiciones materiales de su propia disolución. En los Grundrisse y El Capital, Marx previó esta tendencia sistémica o este futuro de la sociedad capitalista. Y el futuro es hoy.

Por consiguiente, el capitalismo hoy es como un cadáver que camina con respiradores artificiales: capital financiero, guerras, narcotráfico, pandemias, etc. Expandiendo y agravando así su catástrofe. La contrarrevolución capitalista es la administración estatal —y paraestatal— cada vez más violenta de esta catástrofe, principalmente para prevenir o, en su defecto, aplacar cualquier atisbo de revolución proletaria, como lo han sido las revueltas e insurrecciones en lo que va del siglo XXI. Porque el capitalismo no se terminará de morir ni se enterrará por sí solo. El proletariado es el sepulturero del capitalismo… y de sí mismo como clase explotada y dominada para devenir comunidad real de individuos libremente asociados a fin de desarrollar y vivir todas sus potencialidades, en equilibrio con la naturaleza.

Por su parte, la mayoría del proletariado ya no es la clase obrera fabril o el proletariado industrial (que, por cierto, es «el eterno ausente» en las luchas actuales pero que «lo solucionaría todo», según los obreristas nostálgicos, incluidos algunos «comunistas de izquierda»), sino un proletariado intermitente global en todos los sectores de la economía —desde la agricultura hasta los servicios—, rodeado por un proletariado excedentario o sobrante. Esta es, pues, la época del ejército mundial de reserva. De allí que cuando el proletariado —asalariado y no asalariado— hoy combate la explotación capitalista en sus diferentes formas, también se pone en entredicho a sí mismo como clase; y, que las revueltas de este siglo terminen siendo luchas sin demandas, puesto que ya no hay nada que reivindicar o mejorar dentro del capitalismo, sino que es necesaria una nueva sociedad mediante la revolución comunista.

En efecto, desde la perspectiva de la dialéctica materialista, lejos de hacerle concesiones al realismo capitalista («más fácil es pensar en el fin del mundo que en el fin del capitalismo») y a la socialdemocracia, las condiciones materiales, la catástrofe, la contrarrevolución y las luchas actuales determinan que la revolución comunista mundial sin transiciones ni mediaciones o, para ser más precisos, la abolición inmediata del capital, el trabajo, las clases sociales, el Estado, el mercado, las fronteras nacionales, las guerras, etc. sea más necesaria y posible que nunca. (Por si acaso, inmediato no significa instantáneo, sino sin mediaciones. Por eso no hay que confundir la inmediatez del comunismo con el inmediatismo.)

El período histórico actual es el período de la revolución concebida como comunización en tanto superación producida del actual ciclo de luchas —abolición de la sociedad de clases, empezando por el propio proletariado—, y de la Comuna Mundial entendida como la red global centralizada de comunas regionales y locales no estatales ni mercantiles. Comunas que serán el resultado y la condición de un movimiento insurreccional a escala global. La revolución comunista es insurrección y comunización al unísono o no es. Todo lo demás es contrarrevolución capitalista, incluso si se disfraza de «la revolución».

Además, considerando que la catástrofe ecológica global está devastando el planeta y amenaza seriamente la supervivencia de la especie humana, la consigna revolucionaria de esta época ya no es «socialismo o barbarie» —como formularon los revolucionarios de hace un siglo—, porque el socialismo demostró ser una variante histórica del capitalismo y porque ya padecemos la barbarie o catástrofe capitalista día tras día. Es Comunismo o Extinción.

Este es el contexto real actual en el que se desarrolla el capitalismo, el antagonismo de clases y, por tanto, las acciones y posiciones revolucionarias del proletariado tales como el internacionalismo y el derrotismo frente a la guerra en Ucrania y Palestina.

Sin ilusiones

Porque hay que estar conscientes de que, a causa del carácter contrarrevolucionario del actual contexto histórico-mundial, transformar la guerra imperialista en guerra de clases revolucionaria internacional hoy no está a la orden del día, por lo que defender las posiciones del internacionalismo y el derrotismo revolucionarios es, en todas partes, una lucha minoritaria, a contracorriente e inefectiva en términos de cambiar la correlación de fuerzas sociales; que, por eso mismo, es una lucha que implica mucho valor, fortaleza y templanza de nuestra parte, mejor dicho, mucha intransigencia proletaria, tanto contra la derecha del Capital (imperialismo, chovinismo, sionismo, fascismo, belicismo, etc.) como contra la izquierda del Capital (antiimperialismo, liberación nacional, antifascismo, liberalismo, pacifismo, etc.); y que, a pesar de ello, no estamos solos ni equivocados, compañeros: por eso es que existen iniciativas como esta para construir una comunidad apátrida de derrotistas revolucionarios.

En otras palabras, el derrotismo revolucionario hoy en día no es una posición ofensiva, sino una posición defensiva, dado que en la relación de fuerzas global el proletariado se encuentra a la defensiva con respecto a la ofensiva permanente de la burguesía mundial.

Sin sectarismo

Porque lo anterior no significa encerrarse en una secta o gueto ideológico-político. Eso sería reproducir «desde abajo» la lógica mafiosa del capitalismo, como ya lo han hecho algunas organizaciones «comunistas de izquierda» y «anarquistas» que no en vano no han sido invitadas a este encuentro, ya que sólo buscan adoctrinar y reclutar adeptos —igual que las sectas religiosas de «el fin del mundo» y «la segunda venida de Jesucristo»—, mas no tejer una comunidad de lucha internacionalista que sea históricamente operante y relevante.

Como bien dicen ustedes en uno de sus documentos: «Sabemos que los revolucionarios nunca podrán crear un movimiento contra la guerra. No pueden (ni quieren) aportar ninguna conciencia al proletariado, porque ésta sólo puede resultar de las condiciones materiales en las que se encuentra el proletariado y de la lucha de nuestra clase contra estas condiciones.»

En ese sentido, nosotros afirmamos: tarde o temprano, sólo la misma catástrofe capitalista y la lucha de clases global en curso harán factible transformar la guerra imperialista en revolución social mundial; sólo ese movimiento dialéctico de la realidad actual producirá una coyuntura revolucionaria donde las minorías comunistas podamos incidir realmente en la insurrección y la comunización masivas de todo lo existente en todo el mundo. La lucha es el camino.

¿Qué hacer? Junto con afilar nuestras armas teóricas y organizativas, fortalecer nuestras redes de solidaridad, comunicación y agitación al calor de las luchas concretas actuales de las masas proletarias —con sus límites y sus potencias—, a fin de contribuir a producir la ruptura revolucionaria generalizada, es parte vital de ese camino.

¿Por qué? Porque, como ustedes mismos afirman en el documento del Congreso Contra la Guerra (marzo de 2024), «las manifestaciones actuales de resistencia, por contradictorias y fragmentadas que sean, contienen sin duda el germen de una polarización social que puede convertir las guerras entre Estados en un enfrentamiento de clase.» Porque el proletariado es sus luchas y es una contradicción en proceso (ej. la Intifada en Palestina). Porque la acción masiva es mucho más importante y determinante que la ideología grupuscular para criticar y superar tal contradicción, así como para enfrentar la guerra y la paz capitalistas (ej. las redes de desertores en la frontera ruso-ucraniana, las acciones de bloqueo al comercio internacional de armas por parte de trabajadores portuarios, las tomas de las Universidades en EE.UU. y otros países por parte de sus estudiantes y profesores, etc.). Porque el comunismo no es una ideología, sino el movimiento real que subvierte las condiciones existentes, incluso si sus protagonistas no mencionan la palabra comunismo —o anarquía—. Y porque, como bien decía Marx, un paso adelante del movimiento real vale más que una decena de programas… y de congresos. 

Por último, pero no menos importante: ¿por qué son necesarias estas reflexiones (auto)críticas? Porque la revolución proletaria se critica y supera a sí misma o se estanca y degenera en contrarrevolución.

Fraternamente,

Proletarios Hartos de Serlo

Quito, 19 de mayo de 2024

 

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DEBATE INTERNACIONALISTA (en curso)

Comentario crítico de Un compañero internacionalista de la región española (junio de 2024)

«Lo de siempre, toman por derrotismo lo que no es y de ahí que pueda ser variante. Cómo no va a ser invariante el derrotismo, es decir, la lucha contra tu propia burguesía, tu propio explotador. Cómo no va a ser en Palestina lo invariante la lucha contra su propio Estado (Estado de Israel), su propia burguesía (Combinación burguesía israelí y los subcontratistas palestinos —léase ANP o Hamás). Cómo no va a desarrollarse así el derrotismo. Se confunde su corolario (confraternización de ejércitos) como si fuera el todo y además ni se entiende los momentos de la guerra imperialista (guerra de frente, de gendarmería y de ocupación) y los momentos que implica recíprocamente en el derrotismo.»

Comentario crítico de Tridni Valka / Grupo Guerra de Clases de la región checa (julio de 2024)

«Creemos (a diferencia de ustedes) que el derrotismo revolucionario como práctica proletaria y como posición programática extraída de ella es y tiene que ser la misma. Es importante señalar que la esencia de la guerra capitalista sigue siendo la misma. Independientemente de lo que las diferentes ideologías intenten persuadirnos, todas las guerras son ante todo guerras contra el proletariado. Por lo tanto, el proletariado tiene y siempre ha tenido una sola respuesta a la guerra capitalista: el derrotismo revolucionario.

Podemos, por supuesto, discutir sobre las diferentes formas, las diferentes expresiones materiales que el derrotismo revolucionario tomará hoy en comparación con el pasado. También tenemos que tener en cuenta las condiciones materiales que determinan al proletariado y su capacidad para responder a las masacres burguesas —el creciente nivel de alienación y mercantilización de todos los aspectos de nuestras vidas, el peso de la democracia y su falsa comunidad, las diferentes expresiones de la fuerza material del espectáculo, etc.

Pero tenemos que insistir en el hecho de que el derrotismo revolucionario y sus expresiones esenciales —la lucha contra nuestra propia burguesía, la confraternización con los proletarios del otro lado del frente, el proceso de convertir la guerra burguesa en guerra de clases— siguen siendo los mismos.»

Respuesta de Proletarios Hartos de Serlo de la región ecuatoriana (junio-julio de 2024)

Decidimos publicar aquí una respuesta conjunta a los dos comentarios críticos porque, a pesar de ser diferentes en forma y contenido, prácticamente dicen lo mismo o apuntan al mismo tema: la vigencia del derrotismo revolucionario frente a la guerra imperialista. Y también, por cuestión de tiempo y espacio o para ser sintetizadores.

De entrada y para que quede claro: en general, estamos de acuerdo con Tridni Valka en mantener el derrotismo revolucionario como posición intransigente o innegociable del proletariado frente a toda guerra capitalista y frente al defensismo socialdemócrata de la misma (pro-Palestina y pro-Ucrania), incluso si éste se disfraza de “marxista” o “anarquista”. Lo cual, sin embargo, no impide replantearlo desde la propia concepción materialista de la historia; es decir, situándose en las condiciones materiales del capitalismo y la lucha de clases en curso, que son más que “formas” y “expresiones” actuales de ciertas “esencias”, como dice Tridni Valka.

A continuación, pues, copiamos y publicamos aquí nuestra respuesta (editándola un poco) que enviamos a Un compañero internacionalista y luego a Tridni Valka vía correspondencia:

Sobre las nuevas condiciones materiales del capitalismo, la lucha de clases y, por tanto, sobre el replanteamiento del internacionalismo y el derrotismo revolucionario

Al inicio de nuestro texto mencionamos de pasada que tomamos prestada de Vamos Hacia la Vida (de la región chilena) la idea de que el internacionalismo proletario y el derrotismo revolucionario no son invariantes porque ya no son ni pueden ser exactamente los mismos que los de hace un siglo. De hecho, lo que estos compañeros de la región chilena proponen es, literalmente, “replantear el internacionalismo contra el holocausto democrático”, en vista de los múltiples factores que confluyen para determinar la situación actual en Palestina e Israel. Así que los citamos para que quede más claro este punto:

Cuando Marx desarrolló la “ley general de la acumulación capitalista”, comprendió la dinámica subyacente del capital como relación social total, sin embargo, a pesar de que nos ofrezca algunas modalidades teóricas de manifestación de cómo se produce una sobrepoblación relativa en relación a las necesidades de acumulación del capital, esto sólo nos sirve de guía para el análisis concreto de situaciones específicas que son determinadas por la historia del capital como una historia de la producción de la relación entre clases. La compleja composición de clase en el territorio dominado por el Estado sionista de Israel y su proyecto etno-nacionalista, nos plantea dificultades a la hora de pensar en un horizonte de emancipación comunista en la región, dado que se mezclan conflictos étnicos-religiosos de la relación colonial con los de la propia dinámica del surgimiento de una población excedente de origen palestino, como también el fenómeno de la “importación” de proletari@s desde otros países. […]

La producción del comunismo hoy en día, por otra parte, creemos que no está ligada a un movimiento proletario formal (movimiento obrero internacional y su corolario: partido comunista), sino a la concatenación de luchas que van y vienen, de ensayo y error, de producción potencial de relaciones comunistas que se materializan en las luchas presentes y concretas, y que responden a la dinámica de la crisis secular del capital.

Consideramos que más allá de lo que ideológicamente expresen l@s representantes polític@s, es en el conflicto mismo donde debemos buscar explicaciones y pensar a partir de ahí en las posibilidades para su superación en un sentido comunista, sin caer en abstracciones reduccionistas que impiden analizar la realidad. En este sentido, las posibilidades que abre una lucha particular dicen más que lo que expresa en su inmediatez, pues su posibilidad de superación está contenida en su contradicción con el capital. Para nosotr@s la pregunta no es si la lucha de clases queda imposibilitada por la lucha de liberación nacional, sino que, si la lucha de clases podría superar los estrechos márgenes de la liberación nacional, pues lo que dinamiza esta particular manifestación de lucha es la relación entre colonialismo/capital que produce una proletarización tardía e incompleta, que moldea las relaciones dentro del proletariado. En otras palabras, lo que nos preguntamos es si existe la posibilidad de que confluyan procesos de liberación del colonialismo con la producción del comunismo, y del rol de la actividad proletaria en estos procesos.

Y los siguientes dos párrafos son los más sintetizadores y fuertes de su análisis concreto de la situación concreta y, en consecuencia, de su propuesta de replanteamiento del internacionalismo y el derrotismo revolucionario:

Por otro lado, no solo el llamado de pequeños grupos al derrotismo revolucionario que no encontrarán mayor resonancia que dentro de un limitado espectro de compañer@s, sino que la esperanza en una unidad de la clase trabajadora bajo concepciones tradicionales del movimiento obrero y sus organizaciones, incluso aquellas que en algunos periodos rompieron radicalmente con el reformismo y la socialdemocracia, ya sea en la forma de consejos obreros u organizaciones unitarias, son en el actual contexto irrealizables, y ni siquiera son algo deseable. La resistencia del pueblo palestino se ve truncada si es guiada por bandas burguesas [ej. Hamás y ANP] que obedecen a intereses geopolíticos de las potencias capitalistas regionales [ej. Irán] y sus ideologías reaccionarias [ej. el islamismo], y en el caso de conseguir victorias militares parciales contra la ocupación israelí solo se encargarán de administrar otras masacres bajo otras excusas. Pero tampoco es posible construir una unidad basada en la identidad de clase concebida según periodos pasados de la historia contradictoria del capitalismo. Sin embargo, estas luchas también generan una dinámica comunitaria que puede autonomizarse de las lógicas militaristas de las bandas reaccionarias y de l@s hereder@s del estalinismo [ej. FPLP], que es lo que de hecho se ha expresado en las revueltas contra Hamás y, más fuertemente, contra Fatah en diversas ciudades de Cisjordania en los últimos años. También la solidaridad internacional tiene mucho que decir para sabotear el genocidio en curso, pero debe debatir hacia quién efectivamente se dirige, sus medios, y sus propias posiciones. Hoy, en plena crisis del capital y bancarrota de las principales ideologías, una multitud de posiciones reaccionarias parecen ganar simpatías. La ausencia de una crítica a los fundamentos del capital conduce a menudo a una sola denuncia de sus efectos más visibles y, en este mismo sentido, en señalar la responsabilidad final de estos en estamentos y personas, que abarcan desde el discurso simplemente antisemita de las versiones tradicionales de fascismo a conspiraciones varias que no rompen con este molde. El derrotismo revolucionario como principio siempre será la única política coherente para quienes nos reconocemos proletari@s, pero consideramos que este principio obedece a una dinámica de guerra interburguesa, lo que no es exactamente lo que estamos observando en Gaza. Si bien existen intereses capitalistas en disputa, la ocupación histórica de Israel moldea una forma específica de conflicto bélico que no responde a una guerra tal cual las conocemos, sino que más bien a la aceleración del proceso de militarización de la región, probablemente como única vía para sostener los intereses de Occidente en el enclave de Medio Oriente, y también contener el potencial de revuelta que hemos visto desde la Primavera Árabe. ¿Dónde queda el proletariado palestino y su emancipación en esta situación? Sin duda se ve obligado a luchar en contra de la ocupación, porque en lo inmediato es la negación de su propia reproducción. Más allá de todas las contradicciones y la posibilidad de su realización, tal parece que enfrenta un callejón sin salida. […]

Debemos repensar el internacionalismo y su campo de acción. El internacionalismo debe dejar atrás su posición de solo apoyo o solidaridad con algún pueblo oprimido y debe entender que es una cuestión de sobrevivencia mundial, desde una perspectiva que tome en consideración la deriva contrainsurgente y la militarización mundial a nivel estatal y paraestatal. El internacionalismo juega un rol crucial sobre todo ante la crisis del capital y el resurgimiento de las luchas étnicas y los conflictos mundiales, como única perspectiva ante la catástrofe, pero es necesario debatirlo y aplicarlo con la complejidad que las luchas reales expresan. No es el internacionalismo del viejo movimiento obrero, aunque conserve sus principios, sino uno que sea capaz de proyectar el contenido comunista que pueda gestarse en las batallas por la supervivencia de una humanidad proletarizada que se encuentra en una nueva etapa crítica del desarrollo del capital. (Vamos Hacia la Vida, Genocidio en Gaza: Replantear el internacionalismo contra el holocausto democrático, diciembre 2023)

Al igual que todo material de nuestra clase, este texto es discutible, sobre todo en la parte donde afirma que Israel-Palestina “no es una guerra interburguesa” y la consecuencia que esto tiene sobre el derrotismo revolucionario, porque sí lo es y además forma parte de la guerra imperialista en esa región del planeta. O en la parte donde se pregunta sobre la posible “confluencia entre los procesos de liberación del colonialismo [“la resistencia del pueblo palestino”] y la producción del comunismo”, porque la revolución comunista mundial es antagónica al antiimperialismo/liberación nacional y no caben medias tintas entre ambos... De hecho, pensamos que sería muy interesante y fructífero que lo discutamos. Invitando para ello a los autores del texto, si es que a ustedes también les parece.

En cualquier caso, uno de sus méritos principales es que deja bien bosquejado el complejo “mapa” en el que se mueven el internacionalismo proletario y el derrotismo revolucionario hoy. Un “mapa” que, evidentemente, ya no es ni será el mismo que el de hace un siglo; es decir, que no es invariante. 

Por nuestra parte, aprovechamos la presente correspondencia para hacer algunas aclaraciones y precisiones necesarias. Nuestro texto hace esa afirmación —el internacionalismo proletario y el derrotismo revolucionario ya no son ni pueden ser los mismos que los de hace un siglo, por el simple hecho de que las condiciones materiales del capitalismo y del antagonismo de clases ya no son las mismas— sobre todo para criticar y superar 3 aspectos: la nostalgia de izquierda, las ilusiones y el sectarismo, alrededor del derrotismo revolucionario. Más concretamente y en resumen:

1)      Critica el obrerismo de algunos sectores de la izquierda comunista, debido a que proletariado no es lo mismo que clase obrera, más aún en el período histórico actual del capitalismo y la lucha de clases, caracterizado por la subsunción real del trabajo y la sociedad al capital, la transición global a la “cuarta revolución industrial”, la crisis de la relación trabajo/capital y el agotamiento de la valorización del valor.

Crisis del trabajo/capital o de la reproducción de la relación de clase que se manifiesta en los altos índices de desempleo, subempleo, informalidad e intermitencia en todos los sectores de la economía mundial; mejor dicho, en un ejército de reserva y un proletariado excedentario o sobrante cada vez más numerosos en todos los países, en general, y en las periferias del capitalismo mundial, en particular (ej. Palestina y Ecuador).

La crisis de la reproducción de la relación de clase se ve agravada cuando se yuxtapone con otras condiciones propias de la totalidad histórico-social capitalista y de la división y dominación del proletariado por parte de la burguesía y su Estado, como son la “raza” y el género. Estos últimos factores también juegan un papel importante en la composición de las luchas actuales y, por tanto, en la superación revolucionaria de las mismas.

El punto es que, dado que la única fuente de valorización del valor —o de producción de plusvalor— no es la tecnología (capital constante) sino el trabajo vivo o humano (capital variable) y que el proletariado de todos los géneros, “razas”, nacionalidades, generaciones, etc. está implicado recíprocamente con —o subsumido a— el capital, la crisis actual no es una crisis cíclica más de sobreproducción y desvalorización por aumento de la composición orgánica del capital y consecuente caída de la tasa de ganancia, sino una crisis estructural y de larga duración: una crisis catastrófica del sistema capitalista como tal. Una crisis, además, no sólo económica sino civilizatoria.

Paradójicamente, si se comuniza esta tecnología y todo lo existente —lo que comprende no sólo abolir la propiedad, sino la división social del trabajo, la producción mercantil, la ley del valor y el salariado—, el trabajo humano se puede reducir al mínimo para producir todas las “cosas” que se necesita para vivir; sobre todo, producir y disponer “tiempo libre para desarrollar todas las potencialidades de los individuos” (Marx, Grundrisse). 

Como diría Bordiga, el capitalismo hoy es como “un cadáver que todavía camina”. Pero, si no se ha muerto es porque la crisis actual es una crisis histórica o de larga duración (décadas y hasta siglos). Porque el capitalismo tiene plasticidad o capacidad para absorber las protestas en su contra y convertirlas en alternativas inofensivas dentro suyo. Y porque no se morirá de muerte natural: sólo el proletariado revolucionario —que no es lo mismo que la clase obrera— lo sepultará junto consigo mismo como tal. Pero… el pero es que actualmente seguimos en un período contrarrevolucionario donde el proletariado se encuentra derrotado, debilitado y aislado como sujeto revolucionario.

Bajo estas condiciones, el movimiento obrero y, por tanto, su programa y su identidad pertenecen a un ciclo histórico que ya fue superado por el propio capitalismo y la lucha de clases durante las últimas décadas. Dialécticamente hablando, a la larga esto resulta favorable para el movimiento comunista, porque su objetivo no es la afirmación y perpetuación del proletariado, sino su abolición y devenir en comunidad real y mundial de individuos libremente asociados para producir y reproducir sus vidas como tales en condiciones totalmente diferentes y superiores a las del capitalismo. Movimiento real cuyas condiciones materiales son producidas sin cesar ni más ni menos que por el propio capitalismo.

Sí, el capitalismo produce su propio sepulturero o las condiciones “objetivas” y “subjetivas” del comunismo; mejor dicho, el capitalismo produce al comunismo como fuerza material del futuro que ya niega y supera el presente. De modo que la sociedad futura ya actúa, “a escondidas” o subterráneamente como un “topo”, en el seno de la sociedad presente. Si no fuese así, la lucha revolucionaria sería puro “don quijotismo”. (Marx, Grundrisse).

Es dentro de todo este contexto nuevo y altamente contradictorio en el plano histórico-mundial que hoy tiene lugar la lucha de clases, en general, y el derrotismo revolucionario, en particular. Sólo la revolución comunista mundial puede resolver esta “contradicción en proceso” (Marx, Grundrisse).

 

2)      Afirma que la consigna de “transformar la guerra imperialista en guerra de clases revolucionaria” no está a la orden del día en la práctica y que, por tanto, puede ser una consigna vacía, una grandilocuencia o una ilusión, debido a que todavía estamos en un contexto histórico-mundial contrarrevolucionario y, más precisamente, de derrota, debilidad y aislamiento del proletariado como clase revolucionaria.

Mas no por ello deja de ser una posición revolucionaria que resulta muy necesario e innegociable mantener y desarrollar como parte de la resistencia minoritaria a contracorriente por parte del proletariado internacionalista en la presente coyuntura. Hoy por hoy el derrotismo revolucionario es una posición defensiva, no ofensiva.

Entonces, para que quede claro: esto no es negar ni mucho menos abandonar el derrotismo revolucionario. Es contextualizar de manera histórico-materialista el derrotismo revolucionario, a fin de que no sea un don quijotismo ni un dogma estéril, sino una posición, una perspectiva y una práctica con la suficiente potencia de resistir y superar la relación de fuerzas actualmente desfavorable para el proletariado mundial.

Considerando que el contexto actual es tanto de crisis catastrófica como de contrarrevolución, sin duda esto es una contradicción, una tensión y un desafío que sólo la lucha proletaria real e internacional resolverá pasando de la defensiva a la ofensiva.

3)      Critica el sectarismo obrerista y purista de la izquierda comunista con respecto a los sectores no obreros y no “leftcom” del proletariado que, con limitaciones y contradicciones, hoy tienen prácticas internacionalistas y derrotistas en todo el mundo: red de desertores en ambos lados de la frontera ruso-ucraniana; trabajadores portuarios que han boicoteado el comercio de armas hacia Israel; acampadas solidarias de estudiantes y profesores en EE.UU. y otros países, etc.

Como han afirmado recientemente unos compañeros comunizadores de la región francesa con respecto a los últimos hechos en esa región: “la lucha de clases nunca es pura y es mejor que sea así”. ¿Por qué? Porque a los comunistas no nos interesa que el proletariado se afirme como clase del trabajo/capital incluso bajo la forma de “autonomía proletaria”, sino que se niegue y se suprima como tal. En la composición y la dinámica de las luchas actuales, existe un germen y una tendencia de ello.

¿Contradictorio? Sí, porque se mezcla con el interclasismo, lo sabemos bien. Y también sabemos bien que el proletariado es una contradicción en proceso y que es sus luchas. Por lo tanto, sólo en la propia dinámica de las luchas proletarias actuales se puede producir la superación de las mismas, no por “obra y gracia” de “la clase obrera” y “la conciencia de clase” dirigidas por “el partido de vanguardia”. Lo propio aplica para el derrotismo revolucionario hoy; es decir, depende de la propia dinámica de las luchas actuales.

El obrerismo —de por sí obsoleto— y el conciencialismo —de por sí idealista— son contrarios a esta dialéctica materialista y revolucionaria.

Sobre la “invariancia” y la intransigencia de los comunistas internacionalistas frente a la guerra imperialista y sus defensores de derecha e izquierda por igual

¿Lo de siempre? ¿Con qué o con quiénes se compara nuestro texto para hacer tal afirmación de entrada?

¿Tomamos por derrotismo lo que no es? ¿El derrotismo revolucionario no es, en pocas palabras, la lucha del proletariado de ambos lados de la frontera por la derrota de ambos Estados nacionales en guerra (ej. Rusia y Ucrania) —o de ambos bloques regionales de Estados— y por la transformación de la guerra imperialista en guerra de clases internacional y revolución social mundial, lo cual implica luchar contra la propia burguesía y el propio Estado de principio a fin?

¿Esto es invariante? ¿Por qué? ¿Porque lo dice la izquierda comunista histórica y ya? ¿Acaso las condiciones materiales específicas de hoy en día no son determinantes para todos los frentes de la lucha de clases, incluido el derrotismo revolucionario contra la guerra capitalista? ¿Y los múltiples factores extraeconómicos (geográfico, histórico, político, nacional, étnico, religioso, etc.) no juegan un papel importante también? ¿O acaso ustedes siguen creyendo que las condiciones de 1914-1918 son las mismas que las del 2022-2024, como afirman algunos sectores de la izquierda comunista coqueteando con, y hasta reivindicando a, Lenin? ¿Cuáles son las continuidades, cuáles las diferencias, y qué implicaciones tiene todo esto para las luchas actuales del proletariado mundial?

¿Afirmar que existen “esencias invariantes” —en este caso, “lo que es el derrotismo revolucionario y lo hace invariante”—, no es contrario al materialismo histórico? ¿La historia es realización trascendente de ideales o principios inmutables que flotan en el mundo de las ideas y no producción inmanente de condiciones y situaciones o de realidades tanto “objetivas” como “subjetivas”? ¿El comunismo es un programa a realizar por parte de un partido de cuadros y no una producción histórica de comunidad material —y espiritual— de los individuos por parte de millones de personas?

Evidentemente, nuestras preguntas son elocuentes y ya contienen sus respectivas respuestas…

Por otra parte, es necesario recordar que nosotros, comunistas internacionalistas, tenemos clarísimo que la lucha derrotista proletaria es la lucha contra la propia burguesía y contra el propio Estado, sea cual sea su nivel de poder imperialista (central o periférico, dominante o subordinado, agresor o agredido, etc.). En la situación concreta y actual, nosotros estamos tanto en contra de los Estados burgueses ruso e israelí como en contra de los Estados burgueses ucraniano y palestino.

¿Por qué? Porque tenemos clarísimo que todo Estado es capitalista e imperialista o, como diría Flores Magón, una hacienda donde el proletariado es el ganado que siempre se manda al matadero de la guerra entre patrones de diferentes haciendas. Y, sobre todo, porque tenemos clarísimo que no somos rusos, ucranianos, israelíes, palestinos, yemeníes, iraníes, griegos, españoles, mexicanos, argentinos, chilenos, ecuatorianos, etc.: ¡Somos el proletariado y estamos hartos de serlo!

Esto es un ABC para los comunistas internacionalistas. En consecuencia, ¡lo hemos afirmado y reafirmado, claro y fuerte, en todos y cada uno de nuestros textos, siempre!

Sin embargo, buscando un punto de clarificación y equilibrio en este tema clave, talvez convenga no confundir lo invariante con lo intransigente. Lo invariante tiene que ver con la no variación, no transformación o no cambio de algo a lo largo de la historia, siendo que la historia es producción, movimiento y cambio constantes. Mientras que lo intransigente tiene que ver con no abandonar o con mantener y desarrollar las posiciones revolucionarias que el proletariado ha producido y sigue produciendo al calor de sus luchas contra la burguesía y la socialdemocracia. En este sentido, sí somos intransigentes… proletaria, comunista e internacionalistamente intransigentes.

Finalmente, para continuar este debate dejamos abierta la siguiente pregunta: ¿cuáles son las continuidades y las diferencias que existen entre el período 1914-1918 (período “clásico” del derrotismo revolucionario) y el período actual, y qué implicaciones tiene este balance histórico para las luchas actuales del proletariado mundial y sus minorías revolucionarias?

 

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Supuesta “crítica” de Aníbal/Inter-Rev de la región española y Fredo Corvo/Leftdis de la región holandesa (junio de 2024) y nuestra respuesta contra su calumnia

Decimos supuesta “crítica”, así, entre comillas, porque lo que en realidad acostumbran hacer estos individuos cuando se genera una discusión (lo sabemos por nuestra interacción en el grupo de Facebook “Consejos obreros autónomos para una sociedad sin clases”) es calumniar a quienes no piensan igual que ellos desde “el marxismo científico” y una supuesta superioridad intelectual, cuando en realidad lo hacen desde su osificada ideología consejista que, en el período histórico actual del capitalismo, la lucha de clases y la teoría comunista, ya no sólo resulta obsoleta sino también reaccionaria. Además —dicen—, “todos son sectarios y están equivocados”… menos ellos. Simplemente risible.

En esta ocasión, lo hicieron contra nuestro texto y, peor aún, contra nosotros, ad hominem: “10 críticas a Proletarios Hartos de Serlo, de Ecuador” (sic.), dentro de la mencionada lista de correo (22 de mayo de 2024). Mas luego, cuando lo hicieron público antes de que publiquemos nuestra respuesta (hoy, 30 de julio de 2024), contrario a lo que ellos mismos habían anunciado —“cuando PHS publique su texto, publicaremos nuestra crítica”—, lo suavizaron titulándolo “10 críticas a un grupo de América Latina, influenciado por la «comunización»” (11 de junio de 2024).

Este miserable recurso ad hominem, es decir, vomitar ataques personales (o grupales) mediante adjetivos descalificativos en lugar de analizar y discutir ideas y argumentos para contribuir a la clarificación y avance de la praxis de sus participantes —o, en su defecto, opacar lo segundo mediante lo primero, mejor dicho, “borrar con el codo lo que se escribe con la mano”—, es una de las razones principales por las que nosotros decidimos diferenciar y distanciar esta calumnia del debate internacionalista anteriormente expuesto. Aún así, y para que quede constancia de que no somos sectarios, a quien le interese puede leerla aquí.

Por eso nuestra respuesta fue contundente: La calumnia es contrarrevolucionaria y debe ser suprimida dentro de este espacio (por “este espacio” nos referimos a la lista de correo de la Semana de Praga). A continuación, compartimos sólo un extracto de ella, porque no amerita ni más ni menos que eso. A quien le interese, puede leer nuestra respuesta completa aquí:

«[…] Por tales razones —y porque por experiencia sabemos que no vale la pena «debatir» con estos sujetos— no vamos a responder a su desafortunado texto punto por punto, sino a modo de breve análisis de contenido del mismo, pues no se merece más que esto: 8 páginas, 10 puntos o «críticas» y 88 párrafos que se resumen en 21 calumnias contra nosotros, lo que equivale aproximadamente a 1 o más calumnias cada 4 párrafos. ¿Conducta obsesivo-compulsiva o hacer de la calumnia una profesión? Las dos cosas. CALUMNIAS TODAS QUE RECHAZAMOS EN BLOQUE POR EL HECHO DE SER TALES, a saber: «simplismo y unilateralidad», «teorías falsas», «teorizaciones distorsionadas pero de moda en ambientes ideologizados maximalistas», «devotos de las ideologías doctrinarias de izquierda [que] repiten mantras que nada tienen que ver con lo que ha sucedido y está sucediendo en la actualidad», «ideología del izquierdismo pequeñoburgués [que] procede de los errores de Hilferding y Lenin», «ecos de la defectuosa y criticada teoría de Henryk Grossmann», «ideología decadentista de la crisis permanente», «viejo estribillo trotskista y su imposible desarrollo de las fuerzas productivas en la decadencia del capitalismo», «esto lo dicen los que no saben o no quieren saber la verdadera historia del capitalismo, los que han sustituido su estudio riguroso por creaciones doctrinarias ideologizadas», «el capitalismo es visto como un mago que genera artificialmente una apariencia de vida en el capitalismo. Pues bien, esto es una distorsión, una falacia notoria y comprobable», «Estamos en el terreno de la ilusión», «típico del voluntarismo activista e inmediatista, necesariamente confuso y lioso», «tonterías ilusionistas y retórica comunista», «el voluntarismo, ingenua y falazmente como diseñan los comunizadores y las tendencias voluntaristas», «La contradicción es manifiesta», «En la ideología de la comunización, como en el anarquismo de base bakuninista, la revolución es posible inmediatamente», «Todo esto es mera ilusión», «ideologías pequeñoburguesas que muestran un miedo mal entendido», «El maniqueísmo es pernicioso», «el voluntarismo como bandera», «su blablablá teórico sirve para distraer de la realidad del imperialismo y su único antídoto, el internacionalismo proletario contra todas las fracciones del capital, sean pequeñoburguesas entre los estudiantes, o imperialistas más débiles como los movimientos de liberación nacional»… En fin, puro veneno, puro pus, pura mierda.

Por si fuera poco, sus «10 críticas a PHS» también contiene 6 autorreferencias bibliográficas: 1 y hasta 2 en cada página. Demostrando así su onanismo intelectual o, al menos, su ombliguismo ideológico-político. Otra característica de los rackets que pretenden «criticar» y «educar» a los demás, tratándolos implícitamente de inferiores o de idiotas. Lo mismo que siempre ha hecho el leninismo, al cual también dicen «criticar» y hasta ser «contrarios». En fin, pura crítica falsa que va cargada de veneno: calumnia, práctica contrarrevolucionaria. […]»

En fin, con este tipo de prácticas e individuos despreciables, no tenemos nada que tratar. Como diría Marx en el 18 Brumario: ¡dejad que los muertos entierren a sus muertos! La revolución proletaria se critica y supera a sí misma o no es.

 


[1] Originalmente, enviamos este texto a la lista de correo de la Semana de Acción en Praga (20-26 de mayo de 2024) el 19 de mayo del presente año. Acción cuyo breve balance crítico de su fracaso por nuestra parte, más su respectivo “informe provisional” por parte de sus participantes, lo publicamos en nuestra página de Facebook a fines de junio de 2024. En resumen, nuestro balance es que, a pesar de su fracaso, la Semana de Praga fue una experiencia válida en tanto que “ensayo y error”; y, que la actual situación de derrota, debilidad, aislamiento, desorganización y confusión del proletariado mundial, debido al actual contexto contrarrevolucionario todavía reinante en todas partes, no se puede superar mediante el activismo voluntarista (semanas de acción, etc.) ni mucho menos mediante el conferencialismo (conferencias o congresos, etc.) por parte de un puñado de militantes marxistas y anarquistas, sino sólo mediante la dinámica y el devenir histórico de las luchas concretas actuales del propio proletariado mundial para destruir el capitalismo y producir el comunismo. De lo cual, la centralización de sus minorías revolucionarias será tanto un producto como un factor.

[2] Junto con el presente, los materiales de nuestra autoría sobre derrotismo revolucionario e internacionalismo proletario a los que nos referimos, y que ya hemos publicado, son los siguientes:

[3] Ver Genocidio en Gaza: replantear el internacionalismo contra el holocausto democrático (diciembre de 2023). Material que usamos en nuestra respuesta a los comentarios críticos de compañeros internacionalistas de otras regiones y del cual también tomamos la imagen de esta publicación.