Análisis de la situación concreta actual en la región ecuatoriana (julio 2024) desde la perspectiva comunista radical
1. El gobierno empresarial de Noboa sube el precio de la gasolina (Decreto 308) y, por consecuencia en este país petrolero, el precio de todas las demás mercancías. "Sube la gasolina, sube todo"
Más que una "agenda neoliberal impuesta por el FMI" (esto es sólo una parte y vista por encima), la inflación es un mecanismo para reducir el salario real: sube "el costo de la vida", pero no los salarios, por lo que estos tienen cada vez menor capacidad adquisitiva y así se empeoran las ya deterioradas condiciones materiales de existencia de la mayoría de la población: no olvidemos que apenas 3 de cada 10 ecuatorianos tienen empleo, el resto estamos en el subempleo o el desempleo y bajo formas encubiertas y precarias de salariado. Lo que está de fondo con esta medida inflacionaria, entonces, es aumentar la tasa de explotación, de plusvalía y de empobrecimiento de la clase trabajadora para, a su vez, compensar la caída de la tasa de ganancia del Capital a escala mundial.
Sí, la burguesía tiene que seguir ganando hasta en la peor de las situaciones, y para ello tiene que seguir explotando y empobreciendo a la clase proletaria sea como sea o cueste lo que cueste. Y sí, a escala mundial, porque la burguesía ecuatoriana sólo está administrando catastróficamente la ya catastrófica crisis capitalista internacional en esta pequeña hacienda narcobananera 2.0 del mercado mundial llamada "Ecuador".
Aquí hay que hacer un recorderis de un ABC de la Crítica de la Economía Política: el Capital no es una "cosa", es una relación social impersonal y cosificada que gobierna el mundo entero y es ingobernable. Lo mismo aplica para su actual crisis catastrófica. Por lo tanto, pedirle a este y a cualquier gobierno que "deje de tomar medidas antipopulares" y "que la crisis la paguen los ricos" o creer que un "gobierno popular" puede hacerlo con "un nuevo modelo económico", es pedirle peras al olmo. La socialdemocracia o izquierda del Capital de todos los colores no sólo lucha por conservar el capitalismo reformándolo, sino que no lo comprende realmente.
Sí, la burguesía tiene que seguir ganando hasta en la peor de las situaciones, y para ello tiene que seguir explotando y empobreciendo a la clase proletaria sea como sea o cueste lo que cueste. Y sí, a escala mundial, porque la burguesía ecuatoriana sólo está administrando catastróficamente la ya catastrófica crisis capitalista internacional en esta pequeña hacienda narcobananera 2.0 del mercado mundial llamada "Ecuador".
Aquí hay que hacer un recorderis de un ABC de la Crítica de la Economía Política: el Capital no es una "cosa", es una relación social impersonal y cosificada que gobierna el mundo entero y es ingobernable. Lo mismo aplica para su actual crisis catastrófica. Por lo tanto, pedirle a este y a cualquier gobierno que "deje de tomar medidas antipopulares" y "que la crisis la paguen los ricos" o creer que un "gobierno popular" puede hacerlo con "un nuevo modelo económico", es pedirle peras al olmo. La socialdemocracia o izquierda del Capital de todos los colores no sólo lucha por conservar el capitalismo reformándolo, sino que no lo comprende realmente.
2. Algunas organizaciones populares inician protestas contra esta medida "antipopular" (4 de julio), pero son y serán limitadas por sí mismas
Sin duda, como unos explotados y empobrecidos o unos "nadies" más, estamos de acuerdo con estas protestas; y, al mismo tiempo, somos críticos con ellas. Lo uno no contradice, sino que necesita lo otro. Porque, desde la perspectiva revolucionaria, la lucha proletaria se critica y se supera a sí misma para poder avanzar o dar saltos hacia delante... o no es tal.
Desde esta perspectiva revolucionaria, criticamos las protestas actuales no sólo porque están convocadas y dirigidas por sindicatos y partidos estalinistas o la rancia izquierda del Capital de este país (Frente Popular, FUT, etc.), que se caracteriza, entre otras cosas, por mendigar migajas a la clase patronal, sentarse a negociar con ella, y luego llamarle a eso "luchas y conquistas del pueblo". Usando para el efecto la calle como medida de presión. En este caso, "derogar el Decreto 308" o el "gasolinazo" (y defender el IESS, la no privatización del sector eléctrico, renegociar los contratos petroleros, cobrar impuestos a los más ricos, etc.), pero nada más.
Y no sólo porque esas y otras organizaciones combinan estas protestas en las calles con el asqueroso electoralismo (CONAIE-Pachakutik para febrero de 2025, quien lo más probable es que se sume a las protestas después de su Asamblea extraordinaria del 20 de julio). Típica combinación "táctica" de la socialdemocracia en su rol histórico de bombero de la revuelta y, dado el caso, de fuerza contrarrevolucionaria dentro de las filas de la propia revolución. Más aún en tiempos de paz social como el actual, donde la socialdemocracia también es parte de la contrarrevolución preventiva en curso.
Y no sólo porque esas y otras organizaciones combinan estas protestas en las calles con el asqueroso electoralismo (CONAIE-Pachakutik para febrero de 2025, quien lo más probable es que se sume a las protestas después de su Asamblea extraordinaria del 20 de julio). Típica combinación "táctica" de la socialdemocracia en su rol histórico de bombero de la revuelta y, dado el caso, de fuerza contrarrevolucionaria dentro de las filas de la propia revolución. Más aún en tiempos de paz social como el actual, donde la socialdemocracia también es parte de la contrarrevolución preventiva en curso.
Imagen tomada de Facebook |
Nuestra crítica principal es que son luchas que están limitadas al terreno de la reproducción (el costo de la vida o la inflación, etc.) y no atacan el terreno de la producción (las relaciones de producción y de propiedad), que es donde realmente radica el poder de la burguesía y su Estado. Por eso es que estas protestas son interclasistas: participan desde trabajadores de la educación hasta pequeños propietarios rurales y urbanos. Por eso es que en ellas no participan sectores estratégicos de la clase trabajadora (petróleo, agroindustria, construcción, transporte, logística, servicios básicos, etc.), como en cambio sí ocurre en otras regiones del mundo (ej. Irán). Otro gallo habrá de cantar cuando las luchas se planten en el terreno de la producción y sean "salvajes"; esto es, afuera y en contra no sólo de la patronal y sus lacayos, sino también de sindicatos y partidos de la izquierda del Capital. Faltan muchas luchas de clases para llegar a ese punto. Pero el capitalismo y su catástrofe actual ya están produciendo las condiciones para ello. Sólo entonces se pondrán a temblar de terror la burguesía, sus defensores y sus falsos críticos.
En este punto, la pregunta es ¿dónde está la mayoría del proletariado aquí y ahora? Dedicado a sobrevivir, en la lucha diaria del “sálvese quien pueda”, cooptado y organizado en los negocios legales e ilegales del Capital-Estado como mercancía-fuerza de trabajo formal e informal, empleada y subempleada/desempleada. Y también embobado en la Copa América 2024, consumiendo esa droga de masas llamada fútbol (una de tantas hoy en día), mientras en este país el Estado burgués lo ataca empeorando sus condiciones materiales de existencia, y mientras al otro lado del mundo otros Estados burgueses lanzan bombas y masacran población civil desarmada todos los días. El violento y alienante orden del Capital-Estado reina en todas partes… Pero no es absoluto ni eterno. También hay algunas luchas y grietas dentro de este orden de cosas temporal. Es una contradicción en proceso que sólo el devenir de la misma lucha de clases resolverá.
Otra crítica importante a las protestas actuales es que su cancha ya está marcada por la dictadura social del Capital sobre el proletariado llamada democracia. Por un lado, porque para legitimarse y reproducirse como tal la democracia no sólo necesita elecciones, sino también protestas o movilizaciones masivas en las calles. De hecho, esa es una de las llamadas "libertades políticas" que hace que la democracia sea tal, siempre y cuando las protestas no ataquen las raíces del Capital y del Estado. Por otro lado, porque en el mejor de los casos (un Paro Nacional), su dinámica o su ciclo es protesta-represión-negociación. Por más que duela y enoje, de ahí no pasa y ese círculo vicioso se repite. A los hechos nos remitimos: octubre de 2019, junio de 2022, y probablemente julio o agosto de 2024: protesta-represión-negociación. Lo que pasa es que un levantamiento popular no es una revuelta proletaria, y una revuelta no es la revolución. La burguesía democrática sabe esto y no le teme; al contrario, lo usa a su favor.
La pregunta de fondo, entonces, es ¿por qué pasan las cosas de esa manera? La respuesta es que todas las anteriores son características del actual contexto contrarrevolucionario, aquí y en todas partes. A pesar de la crisis catastrófica que azota el planeta, la burguesía sigue teniendo la sartén por el mango y estando a la ofensiva en todos los aspectos. Mientras que el proletariado sigue estando a la defensiva; es más, sigue estando derrotado, debilitado y aislado como clase antagonista con la potencia de destruir el mundo actual y crear un mundo nuevo. Esta relación de fuerzas actual es lo determinante, histórica y materialmente hablando. Warren Buffet, dueño de la tercera mayor fortuna del mundo, la tiene clara: «Hay una guerra de clases. Pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y la está ganando». El magnate ecuatoriano Noboa también la tiene clara.
Por lo tanto, si bien entendemos los motivos y las emociones que generan las protestas callejeras contra este gobierno burgués que merece todo nuestro odio de clase, no hay que romantizar las protestas, en general; y en particular, no hay que hacerse ilusiones de un posible "desborde" ni adoptar una posición activista y voluntarista con respecto a las protestas actuales en la región ecuatoriana, incluso si éstas llegan a "escalar" hasta convertirse en un Paro Nacional: protesta-represión-negociación y, para colmo, electoralismo. Peor aún si es liderado por una organización reformista de masas como es la CONAIE, y secundado por el rancio estalinismo criollo: Frente Popular y FUT.
No somos bordiguistas, pero la crítica comunista de Bordiga en los años 40 del siglo pasado al activismo de izquierda sigue siendo vigente: la acción por la acción, sin un análisis materialista histórico de la situación concreta y sin principios ni perspectivas revolucionarias, siempre resulta en reformismo y populismo, venga de quien venga ("marxistas" y "anarquistas" por igual). En consecuencia, los comunistas radicales tomamos distancia del activismo voluntarista y del populismo, aún a sabiendas de que hacerlo es una posición muy minoritaria y a contracorriente dentro del propio medio militante y activista de izquierdas al día de hoy. Con los pies bien puestos en la tierra, nosotros seguimos principios, no personalidades. Y no nos dejamos marear por las urgencias y confusiones del momento.
Esto no es "intelectualismo" ni "purismo" ni "pasividad", como suelen refunfuñar los activistas de izquierda. La crítica comunista, o mantener las posiciones del proletariado revolucionario contra la burguesía y la socialdemocracia, también es una actividad necesaria. Más aún en tiempos contrarrevolucionarios como el actual, donde una de las cosas más prácticas que puede haber es precisamente una buena teoría revolucionaria. No importa si por el momento somos muy pocos; con un espíritu de "partido histórico" (en la acepción de Marx), anonimato e internacionalismo, alguien debe hacerlo para sostener y tensar "el hilo rojo" en el presente y el futuro de la lucha de clases.
Sin embargo, como afirma Théorie Communiste, «las condiciones para superar las luchas reivindicativas se establecen sobre la base de las propias luchas reivindicativas». En su propia dinámica y devenir histórico, las luchas contienen elementos y potencias para criticarse y superarse a sí mismas. Superación en la cual habrá que poner siempre por delante la autoorganización para la insurrección y la comunización tanto en el terreno de la producción como en el de la reproducción, aboliendo las relaciones capitalistas de clase mediante la producción de relaciones comunistas entre los individuos. Esto y no otra cosa es la revolución social en las condiciones históricas actuales. Y también habrá que rechazar a cualquier "vanguardia del pueblo" que, en aras de sus propias aspiraciones contrarrevolucionarias de poder estatal, pretenda "comandar" y capitalizar políticamente la lucha revolucionaria del proletariado anónimo. Esto no es hacer "culto a la espontaneidad", como suelen repetir los socialdemócratas-leninistas: sólo la autoorganización proletaria consciente de su propio poder para la abolición del Capital y la sociedad de clases puede y debe superar la espontaneidad de la revuelta.
Desde la perspectiva revolucionaria, por eso y sólo por eso las luchas reivindicativas son necesarias y participaremos en ellas en la medida de nuestras posibilidades. Y por eso mismo, faltan muchas luchas reivindicativas para que produzcan su propia superación. Faltan muchas luchas para romper el actual período contrarrevolucionario y entrar en un período de reanudación revolucionaria. Estamos hablando de un futuro ciclo de luchas que, con "nuevos actores" de la misma la clase explotada (tanto el proletariado asalariado de los sectores estratégicos como el proletariado no asalariado de cualquier sector) y ya "sin demandas" más que una nueva sociedad sin clases ni Estado ni mercado ni fronteras, sorprenderá a propios y ajenos. Arrastrando con su lava escarlata no sólo a los defensores derechistas del orden democrático-burgués, sino también a sus falsos críticos izquierdistas que hoy protagonizan las protestas actuales. Ahí sí, los comunistas radicales estaremos luchando en primera línea junto a las masas proletarias insurrectas por la revolución social, aquí y en todo el mundo.
En este punto, la pregunta es ¿dónde está la mayoría del proletariado aquí y ahora? Dedicado a sobrevivir, en la lucha diaria del “sálvese quien pueda”, cooptado y organizado en los negocios legales e ilegales del Capital-Estado como mercancía-fuerza de trabajo formal e informal, empleada y subempleada/desempleada. Y también embobado en la Copa América 2024, consumiendo esa droga de masas llamada fútbol (una de tantas hoy en día), mientras en este país el Estado burgués lo ataca empeorando sus condiciones materiales de existencia, y mientras al otro lado del mundo otros Estados burgueses lanzan bombas y masacran población civil desarmada todos los días. El violento y alienante orden del Capital-Estado reina en todas partes… Pero no es absoluto ni eterno. También hay algunas luchas y grietas dentro de este orden de cosas temporal. Es una contradicción en proceso que sólo el devenir de la misma lucha de clases resolverá.
Otra crítica importante a las protestas actuales es que su cancha ya está marcada por la dictadura social del Capital sobre el proletariado llamada democracia. Por un lado, porque para legitimarse y reproducirse como tal la democracia no sólo necesita elecciones, sino también protestas o movilizaciones masivas en las calles. De hecho, esa es una de las llamadas "libertades políticas" que hace que la democracia sea tal, siempre y cuando las protestas no ataquen las raíces del Capital y del Estado. Por otro lado, porque en el mejor de los casos (un Paro Nacional), su dinámica o su ciclo es protesta-represión-negociación. Por más que duela y enoje, de ahí no pasa y ese círculo vicioso se repite. A los hechos nos remitimos: octubre de 2019, junio de 2022, y probablemente julio o agosto de 2024: protesta-represión-negociación. Lo que pasa es que un levantamiento popular no es una revuelta proletaria, y una revuelta no es la revolución. La burguesía democrática sabe esto y no le teme; al contrario, lo usa a su favor.
La pregunta de fondo, entonces, es ¿por qué pasan las cosas de esa manera? La respuesta es que todas las anteriores son características del actual contexto contrarrevolucionario, aquí y en todas partes. A pesar de la crisis catastrófica que azota el planeta, la burguesía sigue teniendo la sartén por el mango y estando a la ofensiva en todos los aspectos. Mientras que el proletariado sigue estando a la defensiva; es más, sigue estando derrotado, debilitado y aislado como clase antagonista con la potencia de destruir el mundo actual y crear un mundo nuevo. Esta relación de fuerzas actual es lo determinante, histórica y materialmente hablando. Warren Buffet, dueño de la tercera mayor fortuna del mundo, la tiene clara: «Hay una guerra de clases. Pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y la está ganando». El magnate ecuatoriano Noboa también la tiene clara.
Por lo tanto, si bien entendemos los motivos y las emociones que generan las protestas callejeras contra este gobierno burgués que merece todo nuestro odio de clase, no hay que romantizar las protestas, en general; y en particular, no hay que hacerse ilusiones de un posible "desborde" ni adoptar una posición activista y voluntarista con respecto a las protestas actuales en la región ecuatoriana, incluso si éstas llegan a "escalar" hasta convertirse en un Paro Nacional: protesta-represión-negociación y, para colmo, electoralismo. Peor aún si es liderado por una organización reformista de masas como es la CONAIE, y secundado por el rancio estalinismo criollo: Frente Popular y FUT.
No somos bordiguistas, pero la crítica comunista de Bordiga en los años 40 del siglo pasado al activismo de izquierda sigue siendo vigente: la acción por la acción, sin un análisis materialista histórico de la situación concreta y sin principios ni perspectivas revolucionarias, siempre resulta en reformismo y populismo, venga de quien venga ("marxistas" y "anarquistas" por igual). En consecuencia, los comunistas radicales tomamos distancia del activismo voluntarista y del populismo, aún a sabiendas de que hacerlo es una posición muy minoritaria y a contracorriente dentro del propio medio militante y activista de izquierdas al día de hoy. Con los pies bien puestos en la tierra, nosotros seguimos principios, no personalidades. Y no nos dejamos marear por las urgencias y confusiones del momento.
Esto no es "intelectualismo" ni "purismo" ni "pasividad", como suelen refunfuñar los activistas de izquierda. La crítica comunista, o mantener las posiciones del proletariado revolucionario contra la burguesía y la socialdemocracia, también es una actividad necesaria. Más aún en tiempos contrarrevolucionarios como el actual, donde una de las cosas más prácticas que puede haber es precisamente una buena teoría revolucionaria. No importa si por el momento somos muy pocos; con un espíritu de "partido histórico" (en la acepción de Marx), anonimato e internacionalismo, alguien debe hacerlo para sostener y tensar "el hilo rojo" en el presente y el futuro de la lucha de clases.
Sin embargo, como afirma Théorie Communiste, «las condiciones para superar las luchas reivindicativas se establecen sobre la base de las propias luchas reivindicativas». En su propia dinámica y devenir histórico, las luchas contienen elementos y potencias para criticarse y superarse a sí mismas. Superación en la cual habrá que poner siempre por delante la autoorganización para la insurrección y la comunización tanto en el terreno de la producción como en el de la reproducción, aboliendo las relaciones capitalistas de clase mediante la producción de relaciones comunistas entre los individuos. Esto y no otra cosa es la revolución social en las condiciones históricas actuales. Y también habrá que rechazar a cualquier "vanguardia del pueblo" que, en aras de sus propias aspiraciones contrarrevolucionarias de poder estatal, pretenda "comandar" y capitalizar políticamente la lucha revolucionaria del proletariado anónimo. Esto no es hacer "culto a la espontaneidad", como suelen repetir los socialdemócratas-leninistas: sólo la autoorganización proletaria consciente de su propio poder para la abolición del Capital y la sociedad de clases puede y debe superar la espontaneidad de la revuelta.
Desde la perspectiva revolucionaria, por eso y sólo por eso las luchas reivindicativas son necesarias y participaremos en ellas en la medida de nuestras posibilidades. Y por eso mismo, faltan muchas luchas reivindicativas para que produzcan su propia superación. Faltan muchas luchas para romper el actual período contrarrevolucionario y entrar en un período de reanudación revolucionaria. Estamos hablando de un futuro ciclo de luchas que, con "nuevos actores" de la misma la clase explotada (tanto el proletariado asalariado de los sectores estratégicos como el proletariado no asalariado de cualquier sector) y ya "sin demandas" más que una nueva sociedad sin clases ni Estado ni mercado ni fronteras, sorprenderá a propios y ajenos. Arrastrando con su lava escarlata no sólo a los defensores derechistas del orden democrático-burgués, sino también a sus falsos críticos izquierdistas que hoy protagonizan las protestas actuales. Ahí sí, los comunistas radicales estaremos luchando en primera línea junto a las masas proletarias insurrectas por la revolución social, aquí y en todo el mundo.
Proletarios Hartos de Serlo
Quito, julio de 2024
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